Cuatro

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La verdad era que Maya no entendía muy bien qué significaba ser parte de una fraternidad, pero cuando entró a la primera creyó que eran un culto. La casa era elegante y decorada al más puro estilo femenino, el cliché de lo femenino; pasteles y blancos, brillo y música pop, voces agudas y rápidas, chicas vestidas literalmente de rosa. Tal ves debió adivinarlo, la fraternidad se llamaba Rosebud.

-Esto es loco.- dijo bajando la voz, agarrando a Henry del brazo.

Ahora estaban en el patio trasero de la casa, luego de haber atravesado la primera planta entre otros estudiantes, nuevos y viejos, quienes charlaban o comían tentempiés con las hermanas. Porque en verdad se decían hermanas entre ellas, y en realidad, hasta parecía que habían salido del mismo útero.

Henry era uno de los pocos hombres que estaban allí y desentonaba por completo con el molde, porque el resto... Maya no quería ser prejuiciosa o estereotipar un tipo de estilo, pero el resto de los chicos presentes eran la viva imagen del gay afeminado. Quería morir por pensar eso, pero... los estaba viendo y no podía no pensar en eso.

Y ahí estaba Henry, de jeans oscuros y una camiseta algo holgada y ligera por el calor, y lo miraban las chicas y los chicos. Maya no tenía idea que la universidad iba a ser así, sin pensarlo demasiado sacó su móvil y le marcó a Alan, su otro mejor amigo que había ido a otra universidad, quizás una menos loca.

-Hola, Maya.- le respondió él a los segundos.

-No entiendo.- dijo ella.-Todos se están comiendo a Henry con los ojos, ¿por qué? ¿qué está pasando en este mundo?- preguntó.

Henry podía escucharla, la miró con los ojos entornados y suspiró fastidiado, luego se dio media vuelta y fue hacia una mesita donde habían bebidas rosas y púrpuras. Maya vio que enseguida tres chicas lo abordaban, pero le dio la espalda y se enfocó en su conversación.

-Es Henry.- dijo Alan, como si eso significara algo.

-Sí, pero...- rodó los ojos.-Antes al menos tenía que abrir la boca para que la gente comenzara a seguirlo por ahí, ya sabes, tenía que esforzarse un poco en ser encantador y amable.- indicó.

Henry había trabajado duro el año anterior para ser Presidente del Centro de Estudiantes de la academia, y lo había logrado porque literalmente todos lo amaban, y quienes no lo amaban terminaron adorándolo cuando comenzó su campaña. Era consciente de que su amigo era muy persuasivo y carismático con las masas, después de todo lo suyo era la política y algún día sería alcalde o gobernador, era su destino. Pero esto era diferente, aquí la gente ni siquiera había comenzado a conocerlo y ya estaban lamiéndole los zapatos.

-Supongo que hay algunas personas que simplemente atraen a la gente, es como un... como un aura.- le explicó Alan, calmado y pensativo.-Pero siempre hemos sabido que Henry tiene esa aura, la gente lo adora; no sé, quizás sea la sonrisa o su cara o... no lo sé, supongo que está bueno.- dijo sin mucho interés.

-Si, lo sé, lo sé.- repitió.-Lo que pasa es que tú no estás viendo esto.- dijo y se volteó.

Y ahora habían cuatro chicas y dos chicos a su alrededor, escuchándolo hablar mientras sostenía un vasito transparente con soda rosa; y todos le sonreían mientras él hablaba y él les sonreía de vuelta porque obviamente lo haría. Maya se quitó el móvil del oído y le sacó una indiscreta foto que le envió a Alan inmediatamente.

-¿Por qué todo es rosa?- fue lo primero que preguntó.

-Fraternidad, muy femenina.- explicó.

-Ah.- murmuró.-Bueno... supongo que será popular, qué impacto ¿no crees?- y rió con suavidad.

-Sabía que esto pasaría, espera... Oh mi dios, es perfecto, me colará en tantas fiestas.- sonrió, menos impactada y más emocionada.

Entre TiemposWhere stories live. Discover now