Veinticuatro

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El buen humor de Maya no era para nada extraño, especialmente considerando que su personalidad siempre había sido jovial y propensa a la simpatía. Pero esa semana estaba radiante, lo que significaba que sus gestos de amabilidad se habían triplicado y que sentía la necesidad de reunir a las personas y hacerlas partícipes de su dicha. Esto la llevó a realizar llamadas a todo aquel que tuviera un lugar especial en su corazón y que se hallara lejos lejos, había llamado a sus padres en conjunto y luego a cada uno por separado, se contactó con su amigo Val y lo hastío con su vitalidad; llamó a Leo, el ex con el que más se había divertido y que de hecho era excelente escuchando, incluso charló con Inna, una amiga de la academia de baile; y por supuesto, habló largo y tendido con Alan.

También había pasado una tarde completa con Charlie intercambiando consejos amorosos y tratando de convencerlo de que los suyos eran mejores; un día se coló en una ociosa mañana en la que Dana visitó a Derek y a Ben y terminó obligándolos a jugar algunos juegos de mesa; y día a día estresaba a sus amigas con historias y actividades que para ella eran divertidísimas. Sólo le faltaba volcar toda esa energía con Henry, y decidió que la mejor manera de hacerlo era a través de una pequeña fiesta.

En verdad no era una fiesta, más bien una pequeña reunión que tenía como objetivo juntar a algunas de sus amistades en el mismo lugar. Así fue como organizó una tarde para que Rebeca y Eleonor la acompañaran al departamento de Henry con la intención de hacer una videollamada con Alan, pues no hallaba nada más entretenido que juntar a sus amigas de la universidad con sus amigos de la academia; y si todo resultaba de maravilla, como sospechaba, tenía planeado convencer a Alan de visitar la ciudad luego del receso de invierno.

Y como conocía bien a sus amigos, todo estaba resultando de maravilla. Gracias a los dioses del internet la conexión de Alan era estable, no se quedó atrás en la conversación por culpa del desfase y su imagen se apreciaba con claridad incluso a través de la cámara. A Maya le gustaba verlo relajado y pasando un buen rato, en especial porque siempre había temido que se sintiera solo en una nueva ciudad rodeado de desconocidos. Sabía que era una preocupación sin sentido, Alan no era tímido y ya tenía varios amigos, pero aún así era difícil desactivar su instinto fraterno.

Maya estaba semi recostada en un sillón, escuchando a Alan contar la historia de cómo sus amigos y él terminaron en un antro de mala muerte una noche en la que se les ocurrió explorar la ciudad sin rumbo y cómo uno de sus amigos había vomitado dos veces dentro de dos taxis diferentes.

-Eso es asqueroso.- rió Rebeca.

-Algunas juergas son locas.- resumió Alan.

-No quiero ni pensarlo.- dijo Eleonor, literalmente mortificada.

-Oh sí...- suspiró Henry.-Recuerdo la noche en la que terminé contigo en urgencias, esa fue una noche de juerga loca...- comentó mirando a Maya, quien inmediatamente le lanzó lo primero que encontró, es decir, el control remoto.

-¡No hablamos de esa noche!- se quejó, ya todos los presentes sabían de qué noche se trataba.-¿Sabes qué otra fiesta fue loca?- le preguntó recordando algo que ahora le causaba gracia.

-¿Cuál?- preguntó el chico despreocupado.

-Cuando te encontré besándote con el chico que me gustaba.- dijo con una sonrisa maliciosa.

Escuchó a Alan riendo a través de los altavoces, luego el sonido de sorpresa que dejó escapar Eleonor y la risa de Rebeca seguida de muchas interrogantes. Pero no podía apartar los ojos de Henry, quien primero se había puesto pálido y que luego le lanzó una mirada irritada luego de rodar los ojos.

-¡Denme el drama!- exigió Rebeca.

-Fue un accidente y Maya lo sabe.- se defendió Henry.

-Me enamoré perdidamente de un compañero nuevo, pero resulta que el tipo era tímido y difícil de conquistar, así que estaba tomándome mi tiempo para ganarme su atención.- les contó.-Y puede que Henry intentara ayudar un poco, ya saben, invitándolo a sus fiestas y diciéndole que debería ir a verme y lo que sea...-

Entre TiemposWhere stories live. Discover now