027

24 4 1
                                    

Heinz Wolfgang.

Abro los ojos lentamente, mientras ladeo un poco la cabeza. Pero cierro los ojos de golpe al sentir un dolor en la sien, suelto un gruñido, trato de moverme, pero unas cadenas en mis manos suenan. Abro los ojos completamente y miro mis manos, están atadas de unas cadenas que caen por la pared, miro hacia enfrente.

—Heinz Wolfgang — una mujer rubia, de ojos cafés, alta, me mira con una sonrisa esbozada. —Fracaso de la mafia neoyorquina.

—Sierra Sedonia —hablo— falsa narcotraficante.

Ella ensancha su sonrisa. Lleva un vestido negro muy pegado a su figura, camina delicadamente hacia mí, haciendo resonar sus tacones en el suelo.

—Debo de admitir que me gustas más así que en fotos — comenta.

—¿En serio te calienta verme encadenado así? — sonrío amargamente.

—Sin camisa, todo ensangrentado, sudoroso, puf, me fascina verte así.

—Lo siento, las rubias teñidas no son mi tipo —ladeo la cabeza —, prefiero a las pelinegras, de ojos azules, amantes del arte y que me ponen caliente en cada discusión que tenemos sobre la custodia de nuestros perros — esbozo media sonrisa.

La imagen de Paris aparece en mi mente y ensancho más mi sonrisa.

—Claro, te gustan las niñas — ruda los ojos.

—Niña, pero no inocente, joder, sabe follarme bien — no quito mi sonrisa.

Sierra se pasea enfrente de mí, sosteniendo algo que parece ser una barra de hierro. Mi cuerpo resiste a las cadenas, pero mi cabeza duele hasta la mierda.

—Tu noviecita, me amenazo — da una risa irónica —, estúpida niña, pero le dije que siempre estoy un paso adelante y no me creyó.

Me apunta con la barra.

—Bueno, Paris nunca se equivoca — muevo los hombros. —Siempre tiene la maldita razón.

Me relamo el labio inferior, siento el toque de sangre y el labio roto.

—Me gusta ese tatuaje — siento un ardor sobre la parte donde tengo el tatuaje, por el abdomen.

Pega la punta del metal y siento que tiene algo, suelto un gruñido. Es acido.

—¿Qué significa? — pregunta.

—Que te importa — gruño.

—Rabioso como un lobo — sonríe.

Vuelve a acercar la vara a mi abdomen, me quejo y le doy una mala mirada.

—¿Esta es tu idea? — comento irónico—, torturarme hasta esperar a que Paris venga a rescatarme.

—Tal vez, pero sé que la mafia un sigue siento tuya y no de ella, así que te torturare hasta que me des la mafia — habla.

Niego con la cabeza, lentamente.

—En tus putos sueños, perra — gruño.

Vuelvo a sentir el ácido en mi piel.

—¿Por qué no me das la mafia y te vas a vivir feliz mente con Paris? — pregunta, —Quedas libre de todo lo malo y ya listo, tienes una vida normal.

Eso me hace sonreír.

—Porque, es el legado de mi padre y aun así te deje la mafia neoyorquina, siempre tendré otra —sonrío más.

Y porque sé que Paris me matara si te doy la mafia, vieja puta.

Ella gruñe en lo bajo.

—Dudo mucho que quieras ir en contra de Antonella, ni siquiera la Bratva se atreve a plantársele enfrente.

No te enamores tarde #1 ✔️Where stories live. Discover now