Capitulo 12

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KYLE

El sol se asomó tímidamente por la ventana de la casa abandonada y dirigió su luz a la cama.

Me giré para ver si Emily seguía dormida.

Habíamos llegado bastante tarde a las afueras de la ciudad. Por suerte para nosotros, Evangeline nos había dejado la puerta abierta y las sábanas ya puestas. Después de dejar atado al caballo en el establo y de dejar a Emily acostada en la cama, me tumbé a su lado e intenté dormir. Pero cada vez que conseguía conciliar el sueño, me despertaba por una pesadilla.

Alguien llamó a la puerta y fui a abrir

– Buenos días, ¿no te habré despertado?

– No, llevo un buen rato despierto – respondí – ¿Pasa algo, Evangeline?

– Tengo vuestra habitación ya libre. Si deseas ir, ya puedes – informó – Y he preparado el desayuno

– No hacía falta, de verdad. Pero gracias. Por todo

– No hay de qué

– Claro que sí. Dejaste para nosotros las sábanas ya puestas y ropa para que durmiéramos más cómodos. Como tú ya estabas dormido, no te lo pude agradecer

– No pasa nada – dijo ella – ¿Qué tal has dormido? Pareces cansado

– No muy bien. Tuve pesadillas. Pero podía ser peor

– ¿Y Emily?

– Sigue dormida. La despertaré e iremos ahora a desayunar

– De acuerdo

Se fue y cerré la puerta.

Fui hacia la cama y moví suavemente a Emily

– Emily – la llamé suavemente

Ella se volvió hacia mi y abrió los párpados.

– Buenos días – la saludé con una sonrisa

Ella bostezó y me sonrió.

– Buenos días – dijo levantándose – ¿Es muy tarde?

– Creo recordar que no. Hace diez minutos o así que tocaron las ocho – respondí

– ¿Has desayunado ya?

– No – negué – He querido esperarte. ¿Has dormido bien?

– Sí. ¿Tú qué tal? – me preguntó mientras se vestía

– Podría ser peor

Me giré para mirarla. Como habíamos huido sin dinero, no habíamos podido comprar ropa nueva, por lo que llevábamos todavía lo que nos habíamos puesto en la boda.

Para no pasar calor, Emily había arrancado del vestido alguna de las capas porque a pesar de que era febrero, tantas capas durante muchas horas, la iba a recalentar.

– ¿Nos vamos?

 PHILLIP

Era la segunda vez en la mañana que impedía que David se dirigiera a las afueras de la ciudad. Primero, a las ocho. Y después a las diez y cuarto.

Gracias a Dios, podía con él y pude impedirlo.

Había mandado a las puertas de la ciudad a unos amigos campesinos para que vigilasen la salida y yo poder descansar.

Me arreglé la chaqueta y miré a mi alrededor.

En la posada, se encontraban unas pocas personas. Generalmente campesinos y los de la baja burguesía. Y algún guardia que otro.

Bloody Wedding ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora