Capítulo 31. Dragón Blanco.

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Xie Lian esperaba pacientemente a Hua Cheng, no lo presionaría para hablar, agradecía el simple gesto de que este en verdad fuera a sincerarse con él.

El alfa le dio una corta mirada antes de enfocarse en las llamas del fuego que poco a poco comenzaba a disminuir.

—Gege, mi infancia fue dura, mi familia no era la mejor del mundo, aunque ahora realmente no los recuerdo, incluso sus rostros son borrosos—comenzó a narrar Hua Cheng, su inicio no fue el mejor, pero no parecía afectado por las palabras que recién había dicho. —Ni siquiera tenía ganas de vivir.

Xie Lian le escuchaba atento, trataba de permanecer sereno con todo lo que estaba escuchando. El silencio se prolongó, por lo que el omega, algo temeroso insistió. —¿Luego?

—Luego todo empeoró—declaró Hua Cheng, incluso su voz pareció oscurecerse. —Tal vez no sepas, pero en aquel entonces Jun Wu mantenía una afiliación con algunas personas bastante desagradables—la forma en como Hua Cheng decía aquello demostraba su total desprecio.

Xie Lian intentó recordar todos los negocios que Jun Wu mantenía o alguna vez tuvo, y ciertamente unos sólo eran peor que otros, no podía darse una idea de cuál de todos esos era a los que Hua Cheng se refería. Incluso en la actualidad Jun Wu tenía socios a los cuales Xie Lian no gustaba ni ver en pintura.

Hua Cheng pareció ver la reacción de Xie Lian, por lo que habló: —No digo que lo que yo haga ahora sea algo bueno, pero hay una regla que sigo fielmente.

—¿Cuál es?—inquirió con bastante curiosidad el omega.

El pensar que había algo con lo que Hua Cheng no trabajara en realidad sí era curioso. Por su fama se creería que el alfa estaba dispuesto a lo que sea con tal de obtener poder y ganancias. Aunque en ese punto Xie Lian había dejado de creer en todos esos rumores que rodeaban a Hua Cheng; el alfa que tenía a su lado había demostrado ser alguien muy diferente a lo que imaginó en un principio.

—No involucro niños en mis negocios—declaró Hua Cheng mirando el fuego crepitar.

Con esa simple frase Xie Lian por fin comprendió a lo que el alfa se había referido momentos antes. Y desgraciadamente no le gustaba el rumbo por donde iban las cosas.

—Mi padre dejó el tráfico de niños hace mucho tiempo—expresión Xie Lian, le fue imposible no intentar defender a Jun Wu. Sabía que desde que lo acogió el alfa había dejado esa clase de negocios a un lado.

Hua Cheng no lo miró, seguía tan atentó a las llamas. —Eso no quita que lo haya hecho antes.

Xie Lian no podía reclamar ante eso, porque era cierto. El omega sólo pudo guardar silencio y seguir escuchando al alfa.

—Fui secuestrado, me esperaba un trágico final. El lugar donde estaba era horrible, aunque no duré mucho ahí—dijo Hua Cheng mientras tomaba un palo y removía las brasas ardientes. —Fui llevado a un albergue, oh bueno, esa era la pinta, la verdad es que parecía más bien una granja. Cuidaban a los niños para después mandarlos al matadero.

En realidad, Xie Lian ya no quería seguir escuchando su historia, algo le parecía familiar, pero el dolor en su cabeza que comenzaba a incrementar le impedía pensar más en ello.

El omega suspiró. —Comprendo...—sentía que debía sincerarse, así como Hua Cheng lo estaba haciendo. —Yo estuve un tiempo corto en un orfanato, o eso creo. No recuerdo casi nada de mi infancia.

Según sabía, Jun Wu lo había rescatado, pero verdaderamente no recordaba nada sobre el tiempo que residió en el hogar para niños, o antes de eso. Era como si sus recuerdos sólo comenzaran poco desde que inició a vivir con Jun Wu.

C O N E X I Ó N | Omegaverse & Crossover MXTX Where stories live. Discover now