IX ꧁𒀱̶M̶a̶m̶á̶

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5 años antes

Un día igual que el anterior, la misma rutina, la última clase del día, arte. No soy muy amante al arte realmente ni a la profesora tampoco dígase de paso. Estoy en un debate interno entre sí debo ocasionar algún problema para que me expulsen del salón e irme a casa, o aguantar la tediosa clase.

Tenemos que dibujar a nuestro animal favorito, una risa macabra se dibujó en mis labios cuando la imagen de Quasimodo llegó a mi cabeza ante la mención de la palabra "animal". Hablando de él, está acá. Compartimos esta clase, está sentado al fondo, solitario. Volteo a verlo y está muy concentrado en lo que dibuja, arregla sus gruesos lentes que resbalan por su pequeña nariz. Es increíble como una cosa tan fea puede tener ojos tan hermosos y profundos.

《Ya basta Peyton, voltea al frente》

— Bien, estudiantes, dentro de 10 minutos me entregan los dibujos que han echo, será la evaluación del mes.

Mierda, ¿cómo así que la evaluación? Mi nota de dibujo es súper baja, mamá me va a matar si repruebo. Piensa Peyton, ¿qué animal te gusta?

— Señorita Stwart, su blog de dibujo está en blanco. — alzo la vista y me encuentro con la profesora mirándome severamente.

— Verá señora Toms, yo no sé dibujar. De hecho, odio dibujar. — digo con la voz lo más aburrida y molesta que puedo.

— Ok, pero le recuerdo que esto es una materia más que tiene que aprobar si se quiere graduar de preparatoria señorita Stwart.

— Lamentablemente si. — bostezo.

— Salga del salón. — demanda, ahora si la vista de todos están sobre mi.

— Genial, justo lo que estaba esperando. — me pongo de pie y agarro mis cosas. — Daf, nos vemos en tu casa más tarde. — le lanzo un beso a mi amiga y salgo con mi clásico contoneo de diva.

No tengo auto así que decido caminar hasta la casa que gracias a Dios no está muy lejos. Coloco mis audífonos y reproduzco kiss you de One Direction. Miro la hora en mi celular, papá aún no llega del trabajo, prometió hacerme galletas de arroz para comer con Daf en la noche, hoy me quedaré en su casa, amo quedarme en su casa.

Cuando llego a la entrada de mi casa arranco mis audífonos de una. Un auto moderno y caro está en el porche de la entrada y se muy bien a quien pertenece ese auto, pero, la pregunta es ¿qué hace aquí?  Decido no pensar mucho en ello, tal vez vino a dejar a papá, o a algún recado, no sé, pero, las imágenes de las miradas y gestos a través de estos años no abandonan mi cabeza siempre que lo veo. Ella se lo retribuye, siempre ha sido así, sin importar nada, sin respetar a nadie, lo hace.

Entro a casa y me quedo paralizada cuando a mis oídos llega ese quejido. Siento literal como mi sangre se condensa y mi respiración se vuelve inconstante. El agudo sonido de los gemidos están por todo el lugar. Quiero tapar mis oídos o hacerlos reventar para no tener que escuchar los gritos de la traición. Lo sabía, sabía que esto ocurría, estaba segura que no solo eran miradas y gestos. Tengo tantas ganas de llorar, la impotencia me presiona. Mi padre, el mejor hombre del mundo y ella, la mayor zorra de la historia.

Un nuevo sentimiento reemplaza mi miedo, la rabia me hace ver rojo. No voy a tolerar que esto ocurra, bajo el techo de mi casa, donde somos supuestamente la familia feliz. Camino decidida hasta la sala de estar y me encuentro con la imagen más repulsiva y traumante que podré ver en mi vida. Las ganas de vomitar me invaden, detengo las lágrimas y hago lo que me subconsciente me grita que haga.

— ¡¡MAMÁ!! — mi voz sale chillona y alta.

Se sobresaltan por mi grito de horror y asco y el señor Roger Nolan sale de entre las piernas de mi madre subiendo su pantalón de un tirón. Quito la vista de ellos con brusquedad y una mueca de asco se apodera de mi rostro.

El deseo del amo (Completa ✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora