Capítulo 4

365 81 67
                                    

—Tomaré unas vacaciones

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Tomaré unas vacaciones.

Tras una noche reflexionándolo con la almohada llegué a la conclusión que hay decisiones que deben tomarse con calma. El sentido de mi vida estaba escapándose de las manos, necesitaba un respiro. No quería perder la oportunidad de darle el valor a lo que era realmente importante, después de todo para nuestra desgracia, el tiempo es lo único que no vuelve.

—Supongo que quedaría en la quiebra si le niego a mi único mi socio el derecho y decide demandarme —contestó sin tomárselo en serio, tal como era José Luis, cuando lo llamé esa mañana.

Sonreí para mí, negué con la cabeza mientras daba vueltas por el comedor contemplando como el sol se colaba por el ventana. Nunca cambiaría, desde que era un muchacho no existía un problema que durara más de una noche en su cabeza. Admiraba su capacidad de no dejarse envolver por los líos.

—Me temo que sería un riesgo, pero no te angusties, no tengo planes de visitar un juzgado, sé que eres un jefe justo —reconocí.

—Uno que ha apoyado no tomes vacaciones desde hace años, ¿cuándo fue la última vez que te ausentaste? —intentó hacer memoria, hablando al aire—. Creo que viajaste unos días cuando Miriam aún trabajaba aquí —rememoró.

La mención provocó una sensación extraña en mi interior, una leve sacudida que amenazó con echar abajo la barrera que había construido, contuve un suspiro recordando cuando esa chica aún estaba en mi vida. Todavía me reprochaba haberla perdido, estaba seguro que de haber sido un poco más valiente mi presente sería diferente, más parecido a lo que algún día anhelé.

—En realidad hubiera conservado esa tradición de no ser porque quiero estar unos días con mi madre —cambié de tema, sin permitir hundirme en el ayer—. Me gustaría asegurarme todo vaya bien durante su recuperación —le compartí.

—Bueno, no puedo alegar nada en contra. Sabes que las madres son sagradas —argumentó con sobriedad—. Si no recuerda a la mía, que es casi como si fuera tuya.

No exageraba, cuando llegué a la ciudad, perdido y sin saber qué hacer, su familia me adoptó como uno más. No tenía más que agradecimiento para la mujer que mantuvo mi vida a flote durante mi época más inestable. Nunca terminaría de pagar lo que hizo por mí.

—Aunque espero que no sea demasiado tiempo porque esto no puede mantenerse en pie sin ti.

—Lo harás bien —confié.

Jose Luis tenía potencial, mucho más de lo que él reconocía. Además, sabía que nadie más que él se preocuparía por el futuro de esa empresa, después de todo, en ella estaba invertido su patrimonio, nuestros sueños y ambiciosos. Claro que también era consciente que tenía responsabilidades que no debía, ni deseaba, relegar. Dentro de mí sabía que le dedicaba tanto a mi trabajo porque era el único lugar donde sentía sí tenía un lugar.

El trato perfecto no rompe un corazónWhere stories live. Discover now