Rotamos y rotamos sobre la circunferencia de nuestra no pretenciosa existencia. Ángulo por sentimiento en el grado que prefieras, retrocediendo adelantando y girándo hasta llegar a 360 (si es que llegas). Acabas descubriendo que al final todo puede cambiar porque todo se puede repetir, y de hecho se repite. Siento decepcionar a los escépticos pero puedo afirmar que el dolor y la pasión pueden reencarnarse.