ORFANDAD♟️[EN HIATUS]

By Bessekai

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AVISO: LA HISTORIA HA ENTRADO EN UN HIATUS LARGO E INDEFINIDO, PERO VOLVERÁ, LUEGO DE MUCHO TIEMPO. Recomiend... More

CAPÍTULO 0 - Mirabelle y Glory en Grace of God; Girl's Orphanage.
CAPÍTULO 1 - La noche de la libertad.
CAPÍTULO 2 - Las aventuras que comienzan en el viejo Londres.
CAPÍTULO 3 - Buscando a la señora de los recuerdos.
CAPÍTULO 4 - Una oferta que suena a oportunidad o a condena.
CAPÍTULO 5 - La casa verde limón pastel.
CAPÍTULO 6 - El arte del engaño, la venta y el sobrevivir.
CAPÍTULO 7 - Apellidos para nombres sin gracia.
CAPÍTULO 7 (2) - Apellidos para nombres sin gracia.
CAPÍTULO 8 - Se les enseñará a los pajaritos a cazar, ¿tiene sentido?.
CAPÍTULO 10 - La pequeña mentirita.
CAPÍTULO 11 - Hablemos acerca de los hombres.
CAPÍTULO 12 - La desgracia de un pobre pajarito.
CAPÍTULO 13 - La historia para la huérfanas.
CAPÍTULO 14 - ¿Están los pajaritos listos para brillar?
CAPÍTULO 15 - ¡Estas niñas son oro!
CAPÍTULO 16 - Clara Kerry.
CAPÍTULO 16 (2) - Clara Kerry.
CAPÍTULO 17 - Nuestra hermosa noche de amor. [+15]
CAPÍTULO 18 - Planeando una cita.
CAPÍTULO 18 (2) - Planeando una cita.
CAPÍTULO 19 - La cita, las fotografías y alguien más...
-AVISO: HIATUS INDEFINIDO-

CAPÍTULO 9 - Un regalo especial.

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By Bessekai


Lo habían conversado todo. Lo primero que la señora Barton haría, sería trabajar con la mentalidad de las chicas como lo había mencionado. Para ello necesitaba demostrarles a esas dos que valían la pena, las tomó y se las llevó a una habitación con un gran pero gran armario. Parecía un armario lleno de disfraces, Mirabelle & Glory no tenían interés en cosas como esas. ¿O tal vez un poco sí...? Pero su incomprensión les impedía verlo.

Bien. Quédense quietas. —Los miró. Estaban serias— Se tienen poca vergüenza entre ustedes, ¿verdad? —Preguntó la mujer en tono de burla, para ablandar el ambiente.
Mirabelle & Glory no pudieron evitar sonreír levemente, pero luego, recuperaron su compostura y regresaron a la sólida seriedad.

La mujer comenzó a correr vestido por vestido en el vestidor, había de todos colores, encajes, telas y diseños.

Realmente poseía dinero y lujos esa mujer. Bastaba con ver su casa. Si esto era así, entonces, no era una locura, ¡realmente había hombres que pagaban una fortuna por mujeres! A cualquier persona esto le sorprendería, pero la prostitución en Londres victoriano iba aumentando exponencialmente cada año.

¿Qué haremos...? —Preguntó Glory Lowell mientras observaba sin comprender aún.
Seguro que es probarnos ropa—Explicó Mirabelle.
Así es—Contestó la señora Barton a secas, mientras buscaba vestido tras vestido, de pronto se le iluminó la cara—¡Aquí está! —Exclamó con satisfacción, se giró hacia Glory y se lo lanzó en los brazos, esta lo recibió con dificultad y miró con extrañeza a Mirabelle, quien sólo encogió los hombros y le susurró "sólo acéptalo"—Y este... para la pelirroja...—Murmuró la señora Barton.
Me llamo Mirabelle... —Dijo algo ofendida.
Ya lo sé, María... —Divagó la señora Barton a propósito, mientras extendía el vestido—Tranquila, querida, ya lo sé —Rectificó—sé tu nombre de memoria. Pero dejemos esos formalismos que van de acá para allá y también la desagradable seriedad, ahora seremos como madre e hija... —Un silencio incómodo se formó en la habitación, ciertamente ninguna madre (o al menos no una que mereciese ser llamada madre) vendería a sus "hijas" a hombres—Bueno, pero al menos no les estoy prostituyendo—Se excusó, extendiéndole el vestido.

Las chicas suspiraron. Ahora poco pensaban en todo esto. Sólo dejaban que las cosas fluyeran, no podían hacer más y vaya, que les agradaba estar en un lugar, cómodo, con estilo, lujos y que las protegiera del frío. Esa casa era como un refugio, la chimenea casi calentaba todo el lugar y el frío de afuera se veía sólo amenazador cuando se le miraba por la ventana.

Posaron sus ojos con detalle en sus vestidos, el vestido de Glory era celeste, parecía el vestido sacado de un cuento de hadas, de una tela delicada pero firme, de calidad, sentía el roce suave sobre los encajes complejos y bien unidos, perfeccionados casi como por los mismos dioses, y aquellas costuras... precisas y determinadas, que entallaban en su forma a toda una figura femenina y de ensueño.

El de Mirabelle no se quedaba atrás, era casi blanco, beige, que no brillaba más que su palidez, pero sí hacía un contraste angelical con sus increíblemente rojizos cabellos bañados de en una esencia casi misteriosa de seducción, romance y pasión. Aquellas figuras jóvenes lucían como una novela de ficción de la época. Hermosas, de rasgos finos, tenían un aura de exquisitez, que, en contraste con sus simples personalidades y mentalidades mediocres, a la señora Barton, no les hacía juego. Por eso para ella, lo primordial era cambiarles la mente, hacerlas creer en sí mismas y si era necesario, corromperlas un poco, sin intereses personales ese juego no andaría bien.

Luego se retiraron de la habitación y partieron a la habitación que se les había asignado a las dos provisoriamente y que ahora era por fin de ellas, por haber aceptado el trato. Allí la señora Barton les dio una instrucción simple "Glory, te cambiarás en el baño, con la puerta cerrada. Mirabelle, te cambiarás acá en el cuarto. Giraré estos espejos, no se miren en ellos hasta que se hayan cambiado y me hayan llamado, tú Glory esperarás a mi señal" las dejó entonces solas, se cambiaron y luego Mirabelle llamó a la señora para que esta entrara y le viera. La señora Barton casi se desmaya de la ilusión.

¡Por Dios qué belleza ven mis ojos! —Exclamó con regocijo—Glory, ¿estás lista? —Preguntó, Glory respondió de manera afirmativa—Sal entonces querida—La llamó y esta salió vestida, encontrándose con la mirada de la señora Barton & de Mirabelle—Por Dios... definitivamente niñas... ustedes son, ¡perfectas!

Las miradas de Mirabelle & Glory se encontraron como aquella vez, por un momento aquel plan, la señora Barton y el mundo entero habían desaparecido. Sólo estaban ellas, mirándose sin poder apartar la mirada la una de la otra. El déjà vu casi mágico, se tornaba romántico.
Una existencia dotada de belleza se encontraba con otra... de ambas existencias brotaba un sentimiento inexplorado que había permanecido oculto y olvidado... un sentimiento fuerte y especial que en su momento sus mentes inmaduras no comprendían en su totalidad. Porque sí, así, como cuando niñas, una vez más se encontraron en ese mundo adimensional de las miradas y de las emociones. A pesar de que aquella reminiscencia de la infancia parecía similar a esta experiencia, ahora, había algo diferente. Sí. Ya no eran niñas, ahora eran mujeres. Sus cuerpos habían cambiado, eran mucho más hermosas que antes.
Eran mujeres que con el corazón acelerado se miraban con extraña curiosidad, una curiosidad distinta, elevada, que tenía un enfoque más romántico que aquella vez en el Grace of God.

¿Niñas? —Interrumpió la señora Barton. Ellas se giraron con confusión hacia la mujer—Veo que quedaron asombradas entre sí... —Comentó. Glory asintió y con una bella sonrisa se dirigió a Mirabelle.
Luces hermosa, Belle... —Le dijo con grandiosa sinceridad.
Mirabelle quien estaba aún aturdida por la belleza de Glory sólo pudo sentir como sus mejillas se enrojecían y por primera vez en toda su vida, sentía nervios de la mirada de Glory. ¿Qué había cambiado? Sólo se habían puesto unos vestidos... pero aquellos vestidos... las hacían lucir tan diferentes, les marcaba la figura... Glory se veía mejor que una íntima conocida... lucía casi como una obra de arte lejana y a la vez cercana. Además, aquel comentario sin vergüenza y tan sincero le aportaba un aura casi galante a la Glory que conocía, ya no lucía pequeña, indefensa y desprotegida como hace un rato, ahora, se veía confiada y poderosa, como si fuese a comerse al mundo.
Tú... tú también Glory... —Respondió con voz tímida.

La señora Barton giró los espejos y los enfocó a ambas. Estas quedaron maravilladas por su propio reflejo.
Niñas... sé que ahora mismo se están preguntando para qué he hecho todo esto... bien... es sólo un adelanto del potencial que poseen. Obsérvense, ¿quién podría creer que han venido de un orfanato? ¡Nadie! Parecen sacadas de una pintura, parecen irreales... les digo con toda sinceridad, ¡ustedes son las chicas más hermosas que he tenido nunca en este lugar! —Exclamó maravillada. Glory & Mirabelle se sentían asombradas. Definitivamente esa mujer tenía razón. Nunca habían visto su propio reflejo tan brillante y agraciado. Se sorprendieron de manera infinita, ¿cómo unas simples telas podían cambiar tanto la imagen de alguien? Parecía magia. Con esas ropas encima podían confundir a cualquiera y mentirles—Ahora síganme... no he terminado—Dijo la señora Barton mientras hacía un ademan con la mano para que las jóvenes fueran con ella.

Las llevó hasta otra habitación grande y lujosa que estaba llena de finos cuadros, esa casa era más grande de lo que parecía. Durante el corto camino, las chicas no se decían nada entre sí, parecían aún impactadas y de pronto parecían extrañas, ni siquiera ahora se miraban. El silencio era incómodo. "¿Tanto se sorprendieron...?" Pensaba la señora Barton.
Al entrar a la habitación las hizo mantener distancia mientras ella se dirigía a una pared. De entre tantos cuadros colgados se acercó a uno delicado, el cual tenía retratado al personaje de Ophelia. Con sumo cuidado lo tomó y lo dejó en el suelo. Ahí quedó expuesta una caja fuerte imponente y misteriosa.

Qué será eso... —Murmuró Glory confundida mientras lentamente giraba sus ojos hacia Mirabelle, se topó con aquel femenino perfil y aquellos cabellos rojos rizados... su corazón no lo soportaba. Mirabelle se giró hacia ella y otra vez el contacto era extrañamente incómodo.
No lo sé... pero... de verdad luces bella Glory... —Contestó Mirabelle algo atontada, no parecía consciente de sus palabras, estaba casi fundida por la belleza inglesa de Glory... aquellos cabellos dorados le parecían más brillantes que nunca, como sacados del mismísimo Sol, aquella mirada conocida se le hacía distinta.
Las puedo escuchar —Interrumpió otra vez—Esto se llama caja fuerteRecalcó—esto es lo que tendrán para guardar la fortuna que se harán, se abre con una clave girando esta perilla —Las chicas quedaron boquiabiertas, no tenían idea de que el dinero podía guardarse ahí—no se sorprendan tanto, ¿han vivido bajo una piedra? —Preguntó mientras se reía de su propio "chiste"—Bien... aún siguen serias, sólo gírense, la clave sólo yo puedo saberla —Las jóvenes obedecieron y se giraron. Escucharon un "clic" y también cómo una caja de madera era abierta, escucharon cómo unas pequeñas cadenas sonaban—Ahora miren... —La mujer se acercó y les mostró unos preciosos collares de diamantes.

"Esto será para ustedes..."

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