ORFANDAD♟️[EN HIATUS]

By Bessekai

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AVISO: LA HISTORIA HA ENTRADO EN UN HIATUS LARGO E INDEFINIDO, PERO VOLVERÁ, LUEGO DE MUCHO TIEMPO. Recomiend... More

CAPÍTULO 0 - Mirabelle y Glory en Grace of God; Girl's Orphanage.
CAPÍTULO 1 - La noche de la libertad.
CAPÍTULO 2 - Las aventuras que comienzan en el viejo Londres.
CAPÍTULO 3 - Buscando a la señora de los recuerdos.
CAPÍTULO 4 - Una oferta que suena a oportunidad o a condena.
CAPÍTULO 5 - La casa verde limón pastel.
CAPÍTULO 6 - El arte del engaño, la venta y el sobrevivir.
CAPÍTULO 7 - Apellidos para nombres sin gracia.
CAPÍTULO 8 - Se les enseñará a los pajaritos a cazar, ¿tiene sentido?.
CAPÍTULO 9 - Un regalo especial.
CAPÍTULO 10 - La pequeña mentirita.
CAPÍTULO 11 - Hablemos acerca de los hombres.
CAPÍTULO 12 - La desgracia de un pobre pajarito.
CAPÍTULO 13 - La historia para la huérfanas.
CAPÍTULO 14 - ¿Están los pajaritos listos para brillar?
CAPÍTULO 15 - ¡Estas niñas son oro!
CAPÍTULO 16 - Clara Kerry.
CAPÍTULO 16 (2) - Clara Kerry.
CAPÍTULO 17 - Nuestra hermosa noche de amor. [+15]
CAPÍTULO 18 - Planeando una cita.
CAPÍTULO 18 (2) - Planeando una cita.
CAPÍTULO 19 - La cita, las fotografías y alguien más...
-AVISO: HIATUS INDEFINIDO-

CAPÍTULO 7 (2) - Apellidos para nombres sin gracia.

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By Bessekai


Estaban ya solas en su habitación, habían terminado de comer sentadas en la cama, con ropas nuevas, olían fragantes gracias a las esencias florales que se habían aplicado en la tina. Jamás habían visto tantos cepillos y peines para desenredar el cabello. Tampoco sabían con precisión cuál de todos usar y tuvieron incluso todo un dilema para escoger el jabón.

Terminaron de comer. Se les había enseñado que jamás se habla cuando se come. Dejaron los delicados cubiertos a un lado y las bandejas también. Se miraron y... era hora de hablar.

¿Acaso esta oferta no tendrá consecuencias? —Preguntó Mirabelle a Glory. Esta bajó la mirada y tragó saliva imaginándose a sí misma junto a tantos hombres, ya no les tenía confianza.
No lo sé... ella dijo que no trabajaríamos directamente con los hombres—Replicó con la voz algo temblorosa.
¿Entonces tendremos una identidad totalmente nueva?
—Así parece Belle... y eso también significa tener apellidos—
Pronunció con asombro.

Mirabelle asintió, pero luego se percató de un detalle que poco agrado le producía.

Pero... eso... ¿acaso no significa también desligarnos de nuestros nombres? —Asentó con una mueca.
Eso realmente no me agrada... no quiero cambiar mi nombre...—Confesó Glory.

Mirabelle estaba de acuerdo. Si bien eran huérfanas, eso no quería decir que no tuviesen una identidad que a sí mismas se habían dado respecto al mundo. Y sus nombres, era algo a lo que, de una u otra forma le tenían cariño.

Todo menos cambiarnos los nombres.
—Pienso igual. Pero aún así... tenemos muchas dudas que discutir con la señora Barton...—
comentó.

A Mirabelle le apareció una mirada de preocupación. Ellas tenían que mostrar fortaleza y sobre todas las cosas lo principal era dejar en claro sus condiciones.

Pero si se las vamos a decir ahora puede que nos saque a la calle en esta misma noche si no aceptamos... es mejor esperar a mañana, al menos podremos pasar la noche aquí.
Glory asintió y se miraron con cierta complicidad.
Hay que aprovecharse un poco, ¿no? —Comentó Glory con picardía. Se miraron con pillería y cuando estaban a punto de abrazarse, la puerta interrumpió de nuevo.

Venían a retirarles las bandejas. Se llevaron todo, les apagaron las velas. Y quedaron a oscuras. Se acostaron juntas y durmieron abrazadas como dos angelitos amorosos en las suaves y calentitas sábanas de lujo. Durmieron de forma plácida. Llegó así la mañana y se levantaron con la luz natural del día. Habían descansado como nunca. Glory se sentó en la cama con los pelos despeinados y parados y Mirabelle se los acomodó con la mano.

Buenos días Belle—Saludó Glory dándole un beso en la mejilla a la pecosa mientras esta la abrazaba por detrás.
Buenos días—Respondió mimando a Glory.

Luego de haberse compartido calor por un rato miraron las ropas que estaban allí encima y se ayudaron a ponérselas. No tocaron ni con la punta del dedo al corsé. No les entusiasmaba mucho. Se miraron en el largo espejo que había al lado de un velador barnizado.

Sin duda se veían preciosas. Si ya eran bellas ahora lo eran más. Parecían princesas. También se pusieron los delicados y femeninos zapatos que la señora Barton les había regalado. Ciertamente tenían algo de dificultad para caminar con ellos, pero les lucía tanto que mejor era dejarlos puestos. Se peinaron, como siempre, una a la otra, después de todo habían adquirido este hábito desde niñas. Ahora radiantes, bajaron hasta la sala principal en donde estaba la señora Barton quien, por supuesto estaba cabecera de mesa en el precioso, largo y fino tablero de cristal, junto a todas las chicas tomando el desayuno en finas tazas con preciosos manjares que Mirabelle y Glory no conocían pero que les olían bien. Allí también se encontraba Anne quien las esperaba con una cariñosa sonrisa.

La señora Barton no hizo más de verlas y se levantó con su robusto cuerpo, intentando pasar ansiosa a través de las chicas quienes le miraban enojadas. Con el polizón les golpeó la cara a todas, pero tuvieron que aguantarse.

¡Buenos días niñas! ¿Ya pensaron en mi oferta? Me imagino que han decidido acept...
—Señora, de eso queríamos hablarle...—
Interrumpió Glory. La señora Barton se detuvo de golpe y se acomodó los bien peinados rizos.
Tenemos que discutir bien las cosas con usted—Aclaró Mirabelle.
Vamos a mi oficina, entonces—Les invitó, ambas chicas asintieron. Luego se giró la señora Barton para hacerles un ademán a las chicas que tenían la nariz enrojecida para que siguieran comiendo.

La siguieron hasta una gran puerta, que, como toda la casa, era elegante, entraron y bueno, está de más describir todos los lujos que tenía en su oficina, mármol, candelabros... parecía una mansión, sí, definitivamente.

Les invitó a tomar asiento en unos sillones que parecían sacados del palacio de Luis XV. Sus traseros nunca habían estado tan cómodos. Ella se sentó en el escritorio y las miró fijamente para luego sonreírles, se sirvió algo de alcohol en

Entonces... ¿qué quieren discutir? —Preguntó con suma amabilidad que parecía hacer desconfiar.
Tenemos dudas acerca de su propuesta...—Divagó Mirabelle.
Pues sean claras, pregunten—Contestó de manera directa.
¿Usted de verdad no nos involucrará con hombres?, ¿qué gana usted con todo esto? —Soltó Glory sin más, ansiosa.
—Grandiosa pregunta...—
La señora Barton dejó un silencio, no recordaba el nombre de Glory.
Glory—le indicó.
Grandiosa pregunta, Glory. Bien, es simple, ustedes escalarán a la aristocracia y de todo lo que ganen me deberán dar una porción... y claro, si me fallan, las destrozaré, por supuesto. Revelaré quiénes son, de dónde vienen y dejarán de ser quienes les he dicho que sean—Sonrió maliciosa.

Las dos chicas percibieron esa estela de maldad, al parecer las cosas no eran como Anne había dicho, la mujer también tenía su lado oscuro cuando se trataba de los negocios que dejaba salir a flote cuando correspondía para intimidar.

A ella no les podía importar menos el quedar mal frente a unos pobres ricachones, pero no eran tontas... podrían estar arriesgando su libertad y eso ya lo percibían. Por eso debían ser cautelosas.

Niñas... no lo deben pensar tanto, no las estoy vendiendo, ¡les estoy dando una oportunidad! Ustedes son las indicadas... las necesito... y ustedes a mí, esto es ganar y ganar.

Ambas tragaron fuerte, estaban siendo presionadas. La señora se había convertido, y ahora, más que parecer un chiste con piernas, intimidaba.

Se observaron por unos segundos y exhalaron. Entonces ambas asintieron con algo de torpeza intentando morderse el orgullo.

¿Qué significa eso?, ¿están de acuerdo? —Cuestionó la mujer ya casi hirviendo de nerviosismo.
Así es... señora Barton—. Dijeron al unísono.

Las chicas sentían cierta inseguridad, pero creían que nada podía salir lo suficiente mal.

La mujer sonrió ampliamente, casi se le cayó la quijada de la emoción, ahora, se sentía increíblemente bien, no podía creerlo, aquellas jovencitas habían estado de acuerdo y su sueño, su oportunidad, se le estaba abriendo como un cofre lleno de tesoros relucientes. Se levantó con el entusiasmo que la caracterizaba y con los pómulos inflamados de rubor y alegría las abrazó a las dos huérfanas que, desde ahora, estaban en el camino de convertirse en "señoritas". Ambas con la cara incómoda se miraron entre sí y soportaron el abrazo de la fortachona mujer.

Mirabelle... —Susurró Glory para luego dar una mirada extraña hacia la señora Barton.

Mirabelle asintió y observó hacia la mujer.

Espere—. La detuvo.

La mujer cambió su expresión a una de confusión.

¿Qué?, ¿qué pasa? No se atrevan a decirme que se arrepienten —Dijo en tono serio mientras se acomodaba los grandes senos con las manos y los pelos de la cabeza.
No cambiaremos nuestros nombres—.

La mujer soltó una leve risotada. Casi como burlándose de las muchachas. Estas no dudaron en ponerse a la defensiva. La mujer detuvo su burlesca risa al ver aquellas expresiones finas y desafiantes, era mejor no jugarse la oportunidad.
Sus nombres no necesitan ser cambiados... de hecho, es lo que menos importa... pero... para ustedes, nombres sin gracia... lo mejor que se les puede dar es... un apellido y sí, de eso me encargo yo—. Finalizó la mujer.

Ambas se miraron entre sí con alivio. La señora Barton habló, con total elegancia y refinamiento.

Mirabelle Belanger y Glory Lowell. —Les nombró—Abracen sus nuevos apellidos porque desde hoy ustedes serán... las nuevas señoritas acomodadas... ¡por Dios!, ¡bienvenidas sean a Londres!

Aquellos apellidos parecieron resonar sobre los cristales de los candelabros de aquella oficina, pero sin duda alguna ahí había nacido una nueva identidad para dos jóvenes huérfanas descalzas en el mundo.

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