No sigas la música || ¡Ya en...

By NaiiPhilpotts

364K 27.7K 7.3K

🏆 DOBLE GANADORA DE LOS WATTYS 2021 🏆 MEJOR PLOT TWIST INESPERADO 🏆 Rain Cooper se siente atraída por una... More

{ primera parte }
{ sinopsis parte #1}
{ personajes }
{ playlist }
{ nota de autora }
1 [La princesa]
2 [La invasora]
3 [La nueva vecina]
4 [La polilla]
5 [La irresponsable]
6 [La vieja amiga]
7 [La acechada]
8 [La presa]
9 [La ex]
10 [La discordia]
11 [La torcida]
12 [La vieja mejor amiga]
13 [La bailarina]
14 [La soñadora]
15 [La invitada]
16 [La aturdida]
17 [La amenazada]
18 [La encerrada]
20 [La sumida]
21 [El juez]
22 [La que ríe]
23 [El verdugo]
24 [La devorada]
{ wattys 2021 }
E 0 1 [La niña]
E 0 2 [La hermana]
E 0 3 [La suicida]
💜NO SIGAS LA MÚSICA💜 EN FÍSICO 📚
{ segunda parte }
{ sinopsis parte #2}
{ nota de autora }
1 [Proteger]
2 [Mentir]
3 [Añorar]
4 [Pertenecer]
5 [Prentender]
6 [Agradecer]

19 [La prisionera]

5.7K 598 209
By NaiiPhilpotts

⭐ Recuerden seguirme en Wattpad para estar al tanto de las actualizaciones, y en Instagram y en Twitter para estar al tanto de los adelantos y spoilers.⭐

⚡Soy Naiiphilpotts en todos lados⚡.

El sudor cae por la línea de mi columna para cuando llego a la arboleda; no es por el esfuerzo, sino por los nervios. La música retumba en mis huesos, creo que podría hasta quebrarlos. Suena con potencia y con bravura dentro de mi propio cuerpo. Me llama.

Hipnótica.

Amenazante.

Tortuosa.

Seductora.

Kris leyó mis mensajes casi de forma automática y no le di chance a que retrucara. Me pidió que regresara y yo me opuse. Cuando le dije que estaba en camino al bosque, termino por acceder. No hubo negaciones ni intentos de convencimiento, no hubo explicaciones, no hubo nada más que un culpable «de acuerdo».

Las náuseas y las ganas de vomitar a causa de la potencia de la melodía vuelven a mí mientras me acerco a los bancos de piedra para retomar el aliento. Sin embargo, antes de siquiera pueda sentarme, una mano se posa en mi hombro y la otra en mi boca.

Intento forcejear, pero la fuerza que aplican sobre mí es casi sobrehumana:

—Escúchame bien —dice una voz conocida y agitada; lucho por darme vuelta y verle la cara—. Debes irte. Vuelve al departamento. Enciérrate. No salgas.

Por más que lo intento, me es imposible zafarme. Cedo ante su fuerza y, al hacerlo, Kris accede a liberarme. Me giro con lentitud, dispuesta a asestarle una cachetada en su mejilla cargada de furia, pero me detienen dos cosas: su apariencia demacrada y sus reflejos al frenarme la mano en el aire.

Paso saliva en seco mientras me suelta como si acabara de tocar ácido:

—¿Estás bien? ¿Qué te ocurre? —le pregunto, preocupada por cómo se ve. Su rostro está perlado de sudor y este es tanto que se extiende por el cuello de su camisa negra.

Doy un paso para acunar sus mejillas entre mis manos, pero él retrocede.

—Vete. Aléjate de mí —ordena—. Debes irte.

Lo miro de arriba abajo y noto que viste enteramente de negro. Parece enfermo. Sus ojeras destacan ante la luz tenue de la noche y sus ojos brillan como los de un animal al acecho. La brisa nos envuelve y estoy segura de que puedo sentir su perfume.

Hipnotizada, me acerco a él:

—¿Qué tienes? —insisto. Necesito comprender lo que ocurre, no entiendo nada. Mi mente y mi cuerpo luchan por ver quién tiene el control. Una quiere quedarse aquí, con Kris, y el otro anhela encontrar la paz dentro del bosque.

—Rain —llama con gravedad en la voz—, vete. Aléjate de mí. —Intercambiamos miradas por unos segundos como si quisiera decirme algo con sus ojos; me acerco más a él—. Maldición. Estoy muy alterado y no funciona... ¿por qué?, ¿por qué?

—Kris, cuéntame. ¿Qué es lo que no sucede? —Vuelvo a dar un paso hacia a él; la melodía continúa sonando con insistencia.

—Escóndete Rain, por favor —suplica, cada vez más agónico. Cae de rodillas sobre el césped humedecido por el rocío nocturno y se toma el pecho con una mano y la cabeza con la otra.

—¿Qué te sucede? —digo al acercarne a su lado; está tan vulnerable que esta vez no se aparta—. ¿Por qué actúas así? Tú también la escuchas, ¿verdad?

—Vete, no entres en el bosque, vete. —Su forma de hablar parecen los delirios de un loco. Intrigada, toco su frente y me percato de que está hirviendo. No puedo comprender qué es lo que ocurre, hasta hace una hora él estaba bien.

—Kris, ¿escuchas la música? —pregunto con el corazón desbocado, me tengo que obligar a concentrarme en él y el presente. El bosque tira de mí, quiere que conozca sus entrañas. Me llama... y a mí me cuesta demasiado resistir.

—No la sigas, Rain. No lo hagas —susurra para luego terminar con un grito—. ¡Sal de aquí! ¡Huye! Busca a Simone, ve a la policía.

La semilla del miedo se disemina dentro de mí y el pánico amenaza con asfixiarme. Quiero ayudarlo, pero no sé cómo. Kris se tapa lo oídos y parece apunto de volverse loco. Algo lo está matando con lentitud. La brisa se transforma en un viento frío que me eriza la sangre. Estoy congelada en mi lugar. Recuerdo esta parte de la canción: es el preludio del fin; la anticipación a los gritos. La espalda de Kris se arquea y el grita como si sus propios huesos lo quemaran antes de caer al suelo.

—Basta. ¡Detente! —grito. No estoy segura de a quién se lo pido; si a Kris o a la música. Cierro los ojos—. ¡Déjame que te ayude! —suplico a Kris, sé que debo hacerlo por su bien o no estoy segura de entender qué le pasará.

Me acuclillo a su lado y la gravilla se entierra en mi pantalón. Kris apoya sus manos en mis hombros y me tira hacia su pecho. Su piel está a una temperatura altísima; la noto incluso a través de la tela y con la gelidez de la noche.  Sin embargo, por mi parte, yo solo soy capaz de sentir el frío de la oscuridad. Kris me abraza con una posesión casi animal y me aferra contra su cuerpo. Contra todo pronóstico, me gusta lo que siento y el regusto de nuestra noche juntos viene a mí.

Noto que él se relame los labios y que las venas de su cuello se han marcado con una sensualidad agónica.

«Quiero más», pienso junto a los últimos acordes de la música, sintiéndome dispuesta a todo, lista para cumplir mi deber. Mis latidos acompañan cada parte de la melodía y laten bajo su ritmo. Sumidos a ella.

Pronto, cesa. 

Mutis absoluto.

Creo que podré disfrutar del silencio, del éxtasis que me produce no ser más su presa, pero no es así. Kris suelta un alarido enfermizo y se abalanza sobre mí de una forma bestial. Se aferra a mis muñecas y me atrapa contra el suelo. Sus piernas quedan alrededor de mi cintura y, con fuerza, me obliga a quedarme quieta. La tierra y el césped se enredan en mi cabello y, de pronto, me sabe encontrarme inmóvil me sabe a perfección.

Me siento con la obligación de corresponderlo. Es mi deber interno. Saber que pronto sucederá me excita.

Él sonríe de manera socarrona contra la piel de mi cuello y yo solo puedo desear que continúe con su tarea. Necesito que la culmine. Mi cuerpo lo necesita o no podré continuar. El instinto me lo grita como si estuviera tatuado a fuego en mi piel. La necesidad me mata con lentitud.

—Es tarde —admite él en su tono habitual de voz.

Quiero preguntarle para qué es tarde, pero mi cuerpo ya sabe la respuesta; ya no importan las dudas de la mente. Pasa su lengua por mi piel y yo no puedo evitar sentirme extasiada. Él degusta el sabor de mi cuerpo y suspira con anhelo. Lo obligo a mirarme; pero él no corresponde, no tiene por qué hacerlo. Tiene sus ojos clavados en mi piel, piel que arde ahora tanto como la de él.

Me quema.

Me arde.

Me lastima.

Quiero más.

Kris se relame los labios y está a punto de hacer lo que tanto de deseo. Me enseña una de sus manos y, de a poco, veo cómo sus uñas pasan a convertirse en filosas garras de dos centímetros. Acerca su índice a mi rostro y lo posiciona en la línea del mentón, justo debajo del lóbulo de mi oreja. La punta de su garra me lastima, pero es algo exquisito.

Cuando mi carne está a punto de ceder ante el corte, nos separan. No tengo tiempo a reaccionar; él tampoco. Solo veo cómo dos hombres lo alejan de mí y lo obligan a levantarse. Kris tarda varios segundos en salir del aturdimiento. Pronto, su mirada me enfoca y veo un atisbo del hombre que me vuelve loca.

—Corre —ordena.

—Detente —impone otra voz con mucha más fuerza. La obedezco.

Mi cuerpo quiero obedecer a Kris, pero estoy tan asustada que no puedo reaccionar. Me quedo aturdida en mi lugar y solo tengo chance de arrastrarme hacia atrás mientras araño la tierra con mis uñas. Más personas se acercan a nosotros y, pronto, nos vemos rodeados. Alguien, no puedo ver quién o qué, me toma de los tobillos y me arrastra hasta el centro del grupo. Comienzo a temblar con frenesí, presa de la ansiedad. Sé que en cualquier momento veré a la criatura que me acecha en el bosque.

Kris forcejea, pero no puede liberarse. A mí me obligan a levantarme y, con las manos amarradas tras mi espalda con un pedazo de tela, me hacen caminar en línea recta. A nuestro alrededor solo oigo risas de júbilo. Creo que en el fondo escucho que Kris grita por mi libertad y que esto no es justo para mí.

Pero, por más que hable, sigo sin comprender de qué se trata. Además, por más que quiera llorar y correr, mi cuerpo desea más. Quiere quedarse.

Y no puedo desobedecer.

Es mi deber.

Luego de varios metros adentro del bosque, llegamos a un claro similar al de mis pesadillas. Una hoguera brillante arde en el medio y los árboles no hacen más que reflejarse encima de los presentes con formas tenebrosas. Los colores distorsionados vibran ante mí gracias a la claridad del fuego. Aún estando aturdida, puedo ver alrededor de una treintena de personas.

Cuando nos ven entrar, pasamos a ser el centro de atracción. Varios se reúnen alrededor de Kris para tocarlo, como si de un líder de culto o una estatuilla religiosa se tratara. Sin embargo, los que lo mantienen aprisionado, no lo liberan. Bajo las órdenes de alguien más, lo hacen girarse frente a mí. 

Otra vez, nuestras miradas se cruzan. La sed de venganza brilla en sus ojos.

Quiero hacer algo. Pero en el fondo siento que la cordura se escapa de mis manos y me abandona a cada parpadeo. No puedo hacer nada. No debo.

El viento continúa envolviéndonos, incansable. Dentro del bosque, resuena terrorífico. Las ramas chocan entre sí, anticipando el inicio de la verdad. La hoguera danza, pero nadie teme por quemarse, aunque sus lenguas se les acerquen. ¿Para qué? Si ya están calcinados por lo que ocurre en esa reunión maldita. 

Miro hacia arriba, implorando que todo esto acabe; sin embargo, solo descubro que las estrellas se han ocultado a causa de las nubes de una tormenta.

—¡Esto es lo que somos! —me dice al oído una voz femenina y distorsionada entre risitas cantarinas—. Presta atención.

Y, acto seguido, me tira del pelo para que centre mi vista en Kris. Una chica joven que viste un delgado vestido negro se acerca a él con uno de sus puños cerrados. La mujer está descalza y tiene el cabello recogido en una larga trenza espigada que cae sobre uno de sus hombros. No necesito ver lo que tiene oculto en la mano; ya lo sé. La mirada de Kris cambia cuando se fija en ella y me percato de que el brillo bestial regresa a sus ojos.

La daga cae al piso en un golpe sordo. La sangre se cuela entre sus dedos y varias gotitas carmesí tocan la tierra. Kris se pone como loco y lucha con mayor fervor por liberarse. De a poco, ella le extiende la mano herida a la cara y le acaricia una de sus mejillas y luego, con una abrumadora lentitud, deja que su palma toque la lengua del prisionero. Al principio, se rehúsa. No obstante, unos segundos después se da cuenta que no puede luchar contra su naturaleza.

Al fin y al cabo, no podemos ir en contra de lo que somos.

Su instinto sale a la luz.

De nuevo, la brutalidad lo domina y, por un momento, temo por la integridad física de la joven. Sin embargo, pronto noto que ella es la que tiene el control de la situación. Con sensualidad, permite que Kris lama una pequeña cantidad de sangre y, cada vez que él intenta excederse, los hombres que lo tiene atrapado, lo frenan.

El brillo animal que enciende su mirada me hipnotiza. Es antinatural, atrapante. 

Hechizante. 

Mi corazón desbocado no puede con tanto y creo que en cualquier momento terminaré por desmayarme si sigo aguantando la necesidad que duerme dentro de mi pecho y late por todo mi cuerpo.

—No... No... puedo... más —susurro de manera anhelante, ahogada.

Alguien a mi costado parece oír mis súplicas. Suelta unas risitas pícaras y se acerca a recoger la daga que tiró la chica. Luego, regresa a mi lado. Su presencia se me hace abrumadoramente familiar, pero estoy ida y no sé de quién se trata. Tras regalarme una sonrisa, me ataca.

Corta la tela de mi top justo por la mitad; el tajo deja la prenda como si se tratara de una camisa desabrochada. Luego, y sin mediar palabras, hace un pequeño corte superficial en mi piel. Desgarra unos pocos centímetros  en el espacio entre mis senos, sobre el esternón. El desgarro me hace gritar y yo comienzo a sentir que la sangre mana. Me percato de su tibieza y que chorrea por mi abdomen. Es increíble, pero no me duele y, si lo hace, sé que el propósito es para un fin mayor.

Miro la herido y es impresionante. Tengo miedo, pero es extasiante. La persona pasa un dedo por la herida y luego se lo lleva a la boca para lamer mi sangre como si probara el más exquisito de los manjares. Luego, se acerca a mí y pasa su lengua sobre la herida que acaba de hacerme.

Y me dejo llevar.

Es como si una sustancia extraña ingresara en mi torrente sanguíneo y me hiciera incapaz de pensar; pierdo la capacidad de discernir entre mis propios deseos y los suyos. Automatizada, caigo en el éxtasis que me causa que «ellos» me usen a mí para sus propósitos. Deben alimentarse y este es mi deber. El placer es mi paga y tengo que conformarme. Sin embargo, pronto entiendo que nunca será suficiente y quiero más.

Más.

Más.

Quiero hundirme en el placer de servirlos. Quiero que beban de mí hasta que no quede nada.

Pronto, el hombre —¿o criatura?— se aleja para posar sus labios sobre mi oído. Me dice algo , pero no comprendo qué. Lo único que quiero que haga es que vuelva a mí. Arqueo mi espalda exponiendo más la herida ante su vista. Siento que me volveré loca a causa de que me ha dejado. 

¡Él debería seguir bebiendo de mí! No me puede dejar en medio de esta fiesta de placer.

Tras reírse de mi apariencia pecaminosa, él susurra pequeñas órdenes que sí comprendo y me veo en la obligación de cumplir, gustosa.

«Aliméntanos».

«Disfruta».

«Obedece».

Caigo en el suelo de rodillas, temblando por no ser capaz de tener poder sobre mis propias decisiones, por querer más de una pesadilla.

—Déjenlo libre —les dice a los otros dos que aún sostienen a Kris. 

Subo la vista, confundida. Me había olvidado de su existencia. Observo que la chica que en algún momento se subió a horcajadas encima de él es empujada varios metros a un costado. Él corre hacia mí con la cara y las manos manchadas de sangre

Como si de un animal se tratara, Kris me vuelve a acorralar por segunda vez esta noche. La gravilla oficia de colchón y los guijarros se clavan en mi espalda. Esta vez, veo en sus ojos que no se detendrá, aunque lo vuelvan a alejar de mí.

Primero, comienza a lamer mi estómago y sube con sensualidad hasta centrarse, por fin, en la herida. Sin embargo, la cantidad de líquido que sale es mesurada y no lo satisface ni a él ni a mí. Pronto, vuelvo a ver sus garras y, sin dudarlo, me hace un pequeño corte en el cuello. Esta vez el pánico no tiene lugar en la escena. Solo ansío sentir su boca sobre mi piel, el goce infinito, el roce de nuestros cuerpos.

Como si mi cuerpo estuviera tirado por hilos invisibles, arqueo mi cuello para facilitarle su alimentación. Pronto, siento cómo la pasión es lo único que fluye por mi sangre. Un ardor incontrolable maneja mi organismo y en mi mente aturdida solo hay cuatro ideas:

«Alimentar. Disfrutar. Obedecer. Más».

—Más —le pido entre gimoteos, al borde del colapso. Con las pocas fuerzas que me quedan, oprimo mi cuerpo contra el de Kris. No obstante, tocar su piel solo hace que enloquezca de forma acrecentada. Mis senos se endurecen al tocar su ardiente pecho descubierto.

«Necesito más».

Hipnotizada y prisionera por un juego de placer demoníaco, pronto pierdo el conocimiento entre los brazos de Kris. Caigo sumida en un profundo sueño con una sonrisa libidinosa impresa en mi rostro.

«Más».


Holi 🙊😇

Creo que alguien dejó encendida la calefacción... ¿O no? 🔥🔥🔥

¿Qué entienden que acaba de pasar? 😏

¿Qué es Kris? 🤔

Admitan que cuando sacó sus garras quedaron... 🤡

¿Y Rain? ¿Qué demonios le pasa? 😮


Continue Reading

You'll Also Like

1.1K 28 14
payasa de la deep web
15.2M 1.3M 37
TRILOGÍA DEMON #1 ¡A LA VENTA EN LIBRERÍAS! "El infierno está vacío. Todos los demonios están aquí." -William Shakespeare.
1.2M 143K 199
Este es un fanfiction. El trabajo original, así como los personajes pertenecen a la autora china Meatbun Doesn't Eat Meat. Datos de la obra original ...
267K 16.5K 142
Nada es lo que parece... Datos escalofriantes:)