Unperfect Match | Kim Yugyeom

Da AmmyPariascaR

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"Bunny96 y Brownie95 son compatibles. Love Match recomienda conocerse en persona." Basada en el mundo de Lov... Altro

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Da AmmyPariascaR

Febrero 2013.


- ¡Eun Sang! - se hizo escuchar una voz masculina por encima de los saludos y felicitaciones emocionadas de todas las personas que habían ido al último día de clases del año.


Busqué entre la multitud a quien me había llamado y noté que no era la única que lo hacía. Aquel grito había llamado la atención de toda mi clase y parte de los de último año.


- Hey, Choi Eun Sang. - llamó una de mis compañeras de clase. - Tu novio vino a buscarte en su auto.


Había tan poca verdad en esa frase que no pude evitar reír. Yo no tenía novio.


- ¡Eun Sang! - volvió a llamar el recién llegado, solo que esa vez sí pude ver su mano agitándose en el aire para llamar mi atención.


Kim Yugyeom. Vestido con el impecable uniforme de la mejor secundaria de toda la ciudad y su cabello bien peinado, me esperaba con una sonrisa.


- ¿Qué estás haciendo aquí? - le pregunté, cuando por fin pude cruzar la multitud de personas que se habían acumulado alrededor de su auto. - Esta parte de la ciudad no es para gente de Yongsan. - añadí, cruzándome de brazos, en un intento por hacer más creíble mi broma.


Yugyeom se quedó viéndome fijamente, dejando que los murmullos de mis compañeros fuesen el acompañamiento. Parecía estar disfrutando toda esa atención, no sobre él, sino sobre nosotros. Como si eso autómaticamente lo volviera más que una amistad.


- ¿No vas a felicitarme por haber terminado la escuela? - preguntó, ignorando por completo lo que yo había dicho.

- Felicidades. - respondí, simple y conciso.


Como si esa sola palabra activara el resto de su cuerpo, Yugyeom metió una de sus manos al bolsillo de sus pantalones y sacó las llaves del auto. Le vi hacerlas tintinear frente a mi rostro por unos segundos, para luego presionar el botón que desactivaba la alarma.


- ¿Quieres dar un paseo para celebrar? - ofreció, dando un paso al costado para que yo tuviese el camino libre hacia el auto.

- ¿Desde cuando tienes licencia? - demandé saber, antes de mover un solo músculo.

- Un día. - replicó, encogiéndose de hombros. - ¿Tienes miedo?

- ¿De ti?


Yugyeom me miró con los ojos entrecerrados, esperando su respuesta.


- Claro que no. - respondí segura.


Yugyeom se había adueñado de mi confianza como si esta le perteneciera por derecho y él parecía ya saberlo.


- Entonces, ¿qué estamos esperando?


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- ¿Cómo estuvo tu último día? - pregunté, mientras veía la ciudad pasar por mi ventana.

- Ya sabes. Emotivo y esas cosas. - replicó, inclinándose ligeramente para girar en una esquina. - No son tan efusivos en Yongsan. La mayoría de mi clase irá a estudiar fuera o se irá de vacaciones, así que tendremos una ceremonia oficial en la noche y luego, el comité de padres insistió en tener una cena de gala para celebrar. ¿Adivinas en dónde?

- ¿Paradise?

- Paradise. - afirmó él. - Es hoy en la noche y de verdad, me gustaría que fueras conmigo.

- ¿Yo? - pregunté incrédula y luego, simplemente reí, suponiendo que bromeaba.


Pero Yugyeom no rió. De hecho, se veía muy serio.


- ¿Por qué yo? - quise saber. - Estoy segura que conoces a muchas otras personas con las que podrías ir a un evento como ese.

- Sí conozco a muchas personas, pero nadie con quien quisiera ir a un evento tan importante como ese. Nadie excepto tú.

- Pero...

- Anda, Eun Sang. - insistió, casi suplicó. - Falta muy poco para que tenga que irme de Corea. Es una de las últimas cosas que haré aquí y me gustaría mucho que me acompañaras.


De hecho, faltaban semanas. Yugyeom se iría mucho antes de que comenzara el año académico en su universidad extranjera para llevar un curso intensivo de inglés y poder estar listo para su primer año.

Había estado evitando ese pensamiento por tanto tiempo que, cuando menos lo pensé, la fecha estaba más cerca de lo que quería. Había preferido enfocar mi tiempo en disfrutar de su compañía y lo demás en mi trabajo en la tienda, en los examenes finales y mis visitas semanales a Youngmin.

Evitar cosas que no me gustaban era un hábito desde que había confirmado quién era el hombre que había visto en el bar de Paradise.


- Está bien. - accedí, al cabo de unos segundos en silencio, dejando que mis pensamientos me atormetaran por enésima vez en el día. - Dime a qué hora debo estar allí.


El rostro de Yugyeom resplandeció al escuchar aquellas palabras de mi parte, como si le estuviese dando la mejor noticia del mundo.

Así era como quería recordarle luego de que se fuera, y es que en ese entonces, ver una de esas sonrisas en su rostro era uno de los dos motivos que me levantaban de la cama.

La segunda razón era Youngmin.


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La decoración de tonos dorados del hotel Paradise, aquella noche parecían brillar más de lo usual. Tal vez era solo la iluminación cálida. Tal vez eran todos los herederos de conglomerados importantes vestidos con ropa tan costosa como un año de renta del apartamento en el que vivía. O tal vez, solo tal vez, era el joven alto, de cabellera oscura perfectamente peinada y esmoquin azul noche que me llevaba del brazo por la sala de eventos, haciéndome sentir como una de las princesas de los cuentos infantiles.

Sabía que no debía acostumbrarme a esa sensación porque, dentro de muy poco, dejaría de sentirla por años... Tal vez para siempre. Pero por mucho que me esforzaba por ocultarlo, mis labios formaban una sonrisa en mi rostro y mis pies parecían estar caminando sobre nubes.

Me sentía parte de aquello, aunque sabía bien que no lo era. Sentía que aquella noche, por muy absurdo que fuera, yo era la digna acompañante de Kim Yugyeom, heredero de los hoteles Paradise.


- Todo está muy bonito. - noté, cuando Yugyeom regresó con dos copas de una bebida burbujeante. - Hiciste un buen trabajo.

- Gracias. - replicó, imitando la sonrisa que estaba segura que tenía en el rostro. - Pero aún falta la parte más crítica: servir la cena.

- ¿No tienen una multitud de personas en la cocina?


Yugyeom llevó su mirada al techo, como si pudiese contarlos allí mismo, y ladeó su cabeza de un lado a otro.


- Son 25 personas, entre los que trabajan en la cocina y toman las ordenes. - replicó de memoria. - Pero ese es el personal para ambos turnos del restaurante. No solíamos atender eventos así de grandes, pero hoy en día no basta solo con ofrecer una cama y un restaurante 5 estrellas. Así que mis padres ofrecieron el lugar para que toda esta gente supiera que Paradise puede atender su evento. El problema está en que nos falta personal y debemos contratar a una empresa que lo haga por nosotros.

- ¿Y contrataste a alguien para este?


Yugyeom le dio un sorbo a su copa, antes de responder. No parecía muy seguro de lo que iba a decir. De hecho, parecía verdaderamente preocupado, no solo por el evento, sino por el Paradise.

La cadena de hoteles de su familia era prestigiosa y conocida por todos y cada uno de los habitantes del país. Pero los tiempos cambiaban y algo me decía que la familia Kim estaba sintiendo el peso de no haberse lanzado a innovar con anticipación.


- Contratamos una empresa, sí. - replicó pausado, como si su mente no estuviese allí. - Pero han llegado tarde y eso me preocupa.

- ¿Crees que necesiten ayuda en la cocina?


Mi acompañante de aquella noche apretó los labios por unos segundos, antes de dirigirle la mirada a una de las puertas. Por esta, un joven en sus veintes entró vestido con el uniforme del personal del Paradise y recorrió el borde de todo el salón en dirección a nosotros, mientras Yugyeom y yo le seguíamos con la mirada.


- Buenas noches, joven Kim. - saludó con una reverencia. - ¿Puedo hablar con usted un momento?

- ¿Qué ha pasado? - demandó saber, intentando que sus nervios no se notaran en el exterior.

- Tenemos problemas en la cocina con la empresa que se encarga de la cena.


Yugyeom tomó el suficiente aire para inflar su pecho y luego, lo soltó bruscamente. Aquel tipo de situaciones eran las que no debían pasar en un evento tan importante como ese.


- Sé que te dije que no te dejaría sola, Eun Sang. Pero, ¿podrías disculparme por un par de minutos? - se apresuró a decir él. - Voy a ir a intentar solucionar lo que sea que esté sucediendo.

- No te preocupes. - le dije sin pensarlo, intentando quitarle un peso de encima. - Ve. Estaré bien. Estaré en la terraza.

- Muchísimas gracias. - fue lo último que le escuché decir, antes de que se fuera rápidamente, seguido del joven del personal.


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La noche no estaba ni muy fría ni muy calurosa, y el cielo estaba lo suficientemente despejado para ver algunas estrellas y la impactante Luna en lo alto. Gracias a la altura en la que estaba la terraza, el ruido de la calle era mucho menor y permitía disfrutar de cada uno de esos detalles que me había dado el tiempo de notar en el breve instante que llevaba allí.

La terraza era el lugar más alejado de todos los invitados y el único lugar en el que quería estar mientras esperaba a Yugyeom. No quería lidiar con las preguntas que suponía me harían los compañeros de clase de Yugyeom, no porque me avegonzara de donde venía, sino porque no sabía cómo reaccionaría. Lo que menos quería era hacerle pasar un mal rato a la única persona que me había ayudado sin pensarlo dos veces.


- ¿Qué va a pasar cuando se vaya? - le pregunté a la noche, antes de darle el primer sorbo a mi bebida.

- ¿Cuando se vaya quién? - preguntó alguien a mi espalda, haciendo que me dieran escalofríos.


Volteé de inmediato al no reconocer al dueño de la voz, y me encontré con un joven de cabellera negra, como la de Yugyeom, y traje blanco impecable.

Se veía mayor para ser uno de los graduados de Yongsan, así que supuse que era familiar o invitado de alguno de ellos.


- ¿Disculpe? - pregunté, sin entender bien a qué se refería.


El recién llegado caminó hacia mi lado y cuando llegó, apoyó sus codos en la baranda. Le vi tomarse un par de segundos para ver hacia abajo, hacia la calle, los autos y las personas caminando de un lado al otro. Pude notar que sus ojos estaban cristalizados, probablemente porque se había privado de llorar momentos antes.


- No me malinterpretes. - pidió, todavía absorto en las luces de la calle. - No soy un acosador o algo por el estilo. Solo necesitaba salir a tomar un poco de aire y no pude evitar notar tu presencia aquí.

- No se preocupe. - repliqué de inmediato e inconscientemente, di un paso más lejos del hombre.


Él, que parecía estar pendiente de cada cosa a su alrededor aunque no estuviese viéndolo directamente, sonrió ante mi acción.


- Eres la acompañante de Kim Yugyeom, ¿no es así?

- Así es. - asentí, sin comprender por qué aquella persona estaba entablando una conversación conmigo. - ¿Se conocen?

- Sus padres y los míos son amigos. - respondió sin mayor problema y, por primera vez, volteó hacia mí.


Viéndolo de cerca, me pareció que estaba en sus veintes. Probablemente, era estudiante de universidad y por su ropa y la forma tan comoda en la que se desenvolvía en el evento, era evidente que había pertenecido al mundo de los Kim desde hace mucho tiempo.


- ¿Debo asumir que te referías a él, hace unos minutos?


Su pregunta me desoriento por un par de segundos. No sabía cómo responderle sin ser descortés, pero tampoco quería contarle algo tan íntimo a alguien que no conocía en absoluto.


- Tomaré tu silencio como un sí. - dijo, antes de tomar otro sorbo de su bebida. - Te voy a dar un consejo. Énfocate en ti misma y no dejes que tu seguridad dependa de una persona. Si lo haces, ese será el peor error de tu vida.

- ¿Por qué me está dando un consejo? - pregunté, sonando más dura de lo que me había prometido sonar con la gente que conociera en ese lugar. - Ni siquiera me conoce. No sabe por lo que estoy pasando.

- ¿Y por qué estás pasando? - quiso saber, ladeando la cabeza de la misma forma que Yugyeom solía hacer. - ¿Un corazón roto?


Ni siquiera respondí. Volteé hacia la calle y me quedé viéndola.

Tenía un efecto hipnotizante. Aquellas luces, aquel movimiento de toda esa gente que hacían sus vidas despreocupadamente. Todo eso, para alguien como yo, era envidiable. Esa gente tenía la posibilidad de ir y venir, hacer y deshacer, sin tener que pensar en cómo afectaría eso a la gente a su alrededor. Esa gente no debía preocuparse por las cosas que yo me preocupaba.


- No pareces la clase de persona que se preocupa por algo como eso. - continuó el hombre a mi lado.

- ¿Qué clase de persona parezco? - me animé a preguntar, presa de la curiosidad.


¿Cómo me veían ellos? ¿Había algo externo que nos diferenciara a tal punto que un desconocido podía notarlo con solo verme?

No pude evitar volver a dirigirle la mirada al desconocido para ver su expresión y lo que ésta podría decirme. Él parecía ser el tipo de hombre serio, pero observador. No parecía ser alguien malo, pero aún así, no confiaba en él.


- Una buena persona. - respondió al cabo de unos segundos en completo silencio. - La única clase de persona en la que Yugyeom confiaría a tal punto de traerla a su cena de graduación.

- Supongo. - me limité a decir, sin mayor expresión.


Aquella persona parecía conocer a Yugyeom. Pero no recordaba haber escuchado algo sobre un hombre así de cercano a él.


- Tu pregunta. - insistió el desconocido. - Es porque se irá a Inglaterra, ¿no es así?


El hombre recibió su respuesta con el desvío de mi mirada.


- ¿Por qué tiene tanto interés en saber eso?

- Me causa curiosidad. - contestó, encogiéndose de hombros. - Pensé que entendía el amor, pero últimamente, me es dificil descifrarlo, por mucho que me esfuerzo en hacerlo.

- Si fuese tan fácil como sumar y restar números, todo el mundo sería feliz.


Mi comentario había sido completamente sarcástico, pero por la forma en la que los ojos del hombre se iluminaron, no pareció interpretarlo de esa forma.


- Como un algoritmo.

- ¿Disculpe? - pregunté, sin entender a qué se refería por segunda vez desde que esa conversación había iniciado.

- ¿Imaginas si existiera una aplicación que te evitara el corazón roto y las decepciones? - el hombre señaló a las personas que caminaban en las afueras del Paradise. - Todas esas personas no tendrían que pasar ni sentir lo que nosotros sentimos. Solo se dedicarían a amar.


Nosotros. Aquello me pareció muy íntimo para dos personas que no sabían ni siquiera el nombre del otro.


- ¿Eso no lo volvería un proceso automatizado, como el de las máquinas? - me animé a cuestionar, aunque no entendía por completo de lo que el hombre hablaba. - Una aplicación no debería tener el poder de decidir por uno. El amor no se trata de eso.

- ¿Y de qué se trata, acompañante de Kim Yugyeom? - respondió con otra pregunta, bastante directa para mi gusto. - ¿Se trata de separarte de la persona que quieres por años y quedarte esperando a que algún día regrese?


Mi corazón se estrujó al escuchar su pregunta, pero intenté que no se notara por fuera.

¿Quién era ese hombre?


- ¿Se trata, acaso, de amar y dedicarle tu devoción absoluta a una persona que termina dejándote porque encontró a alguien con mucho más dinero que tú?

- ¿Dinero? - pregunté, sintiéndome aludida, aunque parecía que aquella pregunta era más para él que para mí. - El dinero no debería ser un factor a considerar en esto.

- Pero lo es. - afirmó amargamente. - Incluso para nosotros, la "gente privilegiada", el dinero pesa más que el propio amor.

- Disculpe. Yo... Yo no entiendo de qué está hablando. - balbuceé.


¿Cómo era posible que, a pesar de no haber vivido lo mismo, ambos tuviesemos el mismo pensamiento atormentándonos?

Aquel hombre que tenía el mismo estatus que Yugyeom, parecía haber sufrido mucho por ese asqueroso dinero. Incluso las esferas más altas de la sociedad, quienes tenían tantos privilegios, no podían escapar de aquel requisito superficial.


- Creo que entiendes más de lo que dices. - me dijo firme, haciendo girar el líquido en su copa con movimientos suaves y controlados. - Pero es evidente que prefieres no tocar ese tema.

- Creo que se ha confundido. - repliqué, fingiendo no entender. - Si se refiere a Yugyeom, él y yo somos amigos.

- Sí, pero ¿hasta cuando?


Aquella pregunta me pareció un ataque, un ataque que quebró algo dentro de mí.


- Te di un consejo. - me recordó, señalándome con el dedo índice de la mano que sujetaba su copa. - Espero, de todo corazón, que lo escuches. Porque a pesar de que le tengo un profundo aprecio a Yugyeom, sé perfectamente lo mucho que sufrirás los años que siguen. Así que preocúpate por ti misma y, si en algún momento decides hacerme caso, búscame. Me agrada saber que tengo la razón. - añadió con una sonrisita, antes de comenzar su camino de regreso al salón.

- ¿Quién es usted? - pregunté, alzando la voz para que me escuchara desde aquella distancia.

- Mi nombre es Park Jinyoung. - me dijo por encima del hombro. - Recuerda ese nombre, cuando estés lista.


Y sin más, el hombre se fue, dejándome con un sinsabor que me acompañaría por semanas, las semanas que faltaban para que Yugyeom dejara Corea.


- ¿Eun Sang? - me llamó la inconfundible voz de Yugyeom, a los pocos minutos que el hombre se había ido.


Se veía bastante agitado, así que, aunque todavía afectada por la conversación tan extraña que había tenido, decidí ponerle primero.


- ¿Está todo bien?

- De hecho, necesito tu ayuda.


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Muy pocas veces Yugyeom había pedido mi ayuda explícitamente. Así que, en cuanto escuché aquellas palabras, no pude negarme.

La empresa, con la que definitivamente Paradise no volvería a trabajar, no había cumplido con entregar uno de los platillos de la cena. Así que Yugyeom había tenido que pedir ayuda al personal del restaurante para que idearan algo. El problema era que faltaban personas para ayudar a dejar todo listo y entregarlo en el salón de eventos.

Allí era donde entraba yo. Tanto tiempo trabajando en la tienda del señor Moon me habían ayudado a ser rápida y precisa en las cosas que hacía. Así que recogí las mangas del vestido lo más que pude y entré a la cocina con Yugyeom para ayudar a servir cada plato.


- Pueden llevar todo en aquellos carritos. - le indiqué al personal. - Nosotros terminaremos lo que resta y esperaremos a que traigan los platos ya usados.

- Me habían dicho que había una jovencita muy capaz ayudando a solucionar el problema que la empresa que contratamos nos creó. Pero no imaginé que eras tú, Eun Sang. - dijo una voz femenina desde la entrada de la cocina.


La madre de Yugyeom, vestida con un hermoso vestido azul noche, el mismo color que el traje de su hijo, había estado viendo todo lo que hacíamos con aprobación en sus ojos.


- Señora Kim. - saludé con una reverencia, antes de limpiar mis manos para poder acercarme.

- Creo que debo agradecer una segunda vez, Choi Eun Sang. - continuó la mujer, mientras su hijo terminaba con un par de platos para unírsenos. - El evento está fluyendo de maravilla y nadie se ha percatado de este impase.

- No se preocupe. Siempre es un placer ayudar en lo que pueda.


La mujer me vio con una sonrisa complacida, como un maestro que mira a su estudiante mejorar cada vez más.


- Nos serviría mucho alguien como tú en el área de eventos. Si tienes tiempo y te gustaría, ven a conversar conmigo una tarde.

- M-Muchas gracias. - fue lo único que atiné a decir, antes de que la mujer se despidiera y regresara al salón.


¿Qué acaba de pasar?, me pregunté.


- Quiero dejar en claro que yo no le pedí que te ofreciera eso. - dijo Yugyeom, adivinando la clase de pensamientos que podían estar cruzando mi mente. - Eso ha sido por tu propio esfuerzo.


No supe que decir, no sabía si debía decir algo en particular, así que solo asentí.

¿Cómo era posible que tantas cosas buenas me estuviesen pasando, desde que había conocido a Kim Yugyeom?

Se sentía como ser parte de una broma pesada del destino. Una broma en la que me lanzaba cosas buenas para intentar endulzarme un poco el hecho de que, inevitablemente, alejarían a Yugyeom de mi lado.


- ¿Estás bien? - preguntó él, posando una mano en mi espalda.

- Sí, yo... - titubeé, intentando recomponerme. - Últimamente, mis pensamientos me absorben mucho.

- Lo he notado. - dijo, evidentemente preocupado. - Si quieres hablar de algo, Eun Sang, estoy aquí para ti.


Hasta que te vayas, completé su oración en mi cabeza.


- Supongo que es el efecto de todo lo que pasó en diciembre. - le recordé, haciendo que el asienta comprensivo. - Enterarme de lo ocurrido con Youngmin, sumado a guardar el secreto de mi padre no es precisamente como esperaba terminar mi año.

- Eun Sang. - me nombró y sin importarle que alguien nos viera, me atrajo a él en un abrazo. - No tienes idea de todo lo que daría por que no pasaras por cosas tan duras y difíciles. Pero, ¿qué clase de persona te volvería si lo hiciera?

- Está bien. - le dije, todavía procesando lo que se sentía tenerlo así de cerca. - La vida no es siempre dulce.

- Tal vez en unos años, cuando regrese, pueda hacer algo más por ti. - me susurró al oído, haciéndome recordar lo que había prometido meses atrás sobre un futuro juntos. - Por ahora, solo resiste, ¿bien?

- Lo intentaré. - le dije, llevando mi mirada al techo para evitar que aquello me afectara más de la cuenta.


Sus palabras eran tan fuertes y él las decía con tanta facilidad que me asustaba. ¿Cómo podía prometer una cosa como esa? ¿Cómo podía prometer un futuro que aún no estábamos seguros de poder tener?


- No sé qué haré sin ti todo ese tiempo. - añadió bajo, muy muy bajo.


Ni yo sin ti, le respondí en mi cabeza, antes de romper el abrazo y regresar sujeta de su brazo a su cena de graduación.

Kim Yugyeom, no tienes idea de cuánto deseé poder prolongar aquel momento a tu lado, ni cuantas noches soñé volver a tus brazos. Porque cuando te fuiste, también te llevaste contigo la época más feliz de mi vida.

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