Tal para cual... Generación 2...

By MaCom78

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Pasaron los años y los chicos ya son adolescentes, con todo lo que eso implica; más cuando tienen a esos padr... More

Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4 (Facundo)
Capítulo 5 (Pia)
Capítulo 6 (Facundo)
Capítulo 7 (Pia)
Capítulo 8 (Facundo)
Capítulo 9 (Pia)
Capítulo 10 (Pia)
Capítulo 11 (Facundo)
Capítulo 12 (Mara)
Capítulo 13 (Facundo)
Capítulo 14 (Pia)
Capítulo 15 (Facundo)
Capítulo 16 (Pia)
Capítulo 17 (Facundo)
Capítulo 18 (Pia)
Capítulo 19 (Facundo)
Capítulo 20 (Pia)
Capítulo 21 (Facundo)
Capítulo 22 (Pia)
Capítulo 23 (Facundo)
Capítulo 24 (Pia)
Epílogo
Bonus...
Agradecimientos

Capítulo 2

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By MaCom78

Como era de esperarse, la distribución de las habitaciones en el hotel, están estratégicamente ubicadas para que nos sea imposible juntarnos en cualquiera de las dos habitaciones. O sea, está la habitación de las chicas, las tres habitaciones de los adultos en el medio y la nuestra, la de los chicos.

Pero lo que ellos no tienen en cuenta es que nosotros nos las ideamos, para poder juntarnos en algún lugar. Lo hacemos desde hace años; y hasta ahora nunca se dieron cuenta.

Este año tenemos dos posibilidades para sortear las postas que nos ponen los adultos, cualquiera conlleva un riesgo importante, pero no es imposible. Uno es pasar arrastrándonos por el pasillo, y cuando digo arrastrándonos me refiero a convertirnos en orugas y la segunda y no menos peligrosa, es pasar por el largo balcón que comparte todas las habitaciones; esta posibilidad tiene que tener a favor, que los planetas se alineen y las tres persianas estén cerradas. Caso contrario nos verían pasar y ahí se terminaría nuestras vidas.

A Elías se le ocurrió que una buena forma de provocar eso, es que les demos Viagra a nuestros padres... Así, según él, van a cerrar las ventanas y persianas para que no se escuche los ruidos. Quedó automáticamente descartado, es asqueroso la sola idea de imaginarnos a nuestros padres... Mejor ni pensarlo.

Cuando llegamos a nuestro piso siguiendo a nuestras madres que parecen endemoniadas, pasa algo que realmente no esperábamos. La tía Mara en un momento de locura nos dice:

—Chicos, no saquen nada de las valijas, se cambian de habitación.

Cuando vamos a protestar pensando que nos quieren mandar a la otra ala del hotel, la tía nos hace callar la boca diciéndonos:

—Se van a mudar a la habitación de al lado de las chicas, Jonathan y yo nos pasamos a la de ustedes...

La generación 2.0 nos miramos entre nosotros. Esto tiene que tener trampa.

—No hay trampa. Jonathan me hincho las pelotas. Le gusta hacerse el sufrido, bien, va a sufrir... —dice la tía enojadísima, como si pudiese leer nuestras mentes.

Los seis nos miramos sin entender nada.

—Mamá, tu habitación tiene una cama de dos plazas y una cama de una plaza. No vamos a dormir juntos... —le dice Ian a la tía.

—Ian, no jodas con esas boludeces, tiren la moneda o si no, duerman haciendo cucharita. No sé, manéjenlo como más les guste. Ahora muévanse, los quiero instalados en la nueva habitación antes que suban los trogloditas.

—Seguís siento tan perra como cuando éramos jóvenes... —le dice mi mamá abrazándola—. Dale vamos que te ayudo a mover tus cosas.

—Chicas, se va a armar un quilombo terrible cuando Jony se dé cuenta. —le dice la tía Maruja.

—Mira Maru si Jony empieza a joder me pido habitación aparte y un masajista negro, que me haga masajes en bola.

—Ja, parece que la rubia se enojó...—le dice mi mamá

—Vamos muevan el culo...—nos dice la tía aplaudiendo para que nos pongamos en movimiento.

Los tres nos vamos a nuestra actual habitación para juntar nuestras cosas. Todavía sigo pensando que esto tiene trampa.

Obviamente no habíamos sacado nada de nuestras valijas. Así que en cuestión de minutos estamos saliendo con nuestras cosas. Nos quedamos parados en la puerta de la habitación esperando que la tía termine de juntar todo.

—Entren y dejen sus valijas allá. Yo ya casi junte todo. —nos dice la tía Mara mientras termina de guardar sus cosas en una gran valija. Mi mamá sale del baño con unas cuantas cosas en sus manos.

—No sé cómo haces para desempacar tan rápido.

—Cuando tenés mellizas tenés que ser rápida para todo...

—¿Para todo sos así de rápida? —le dice mi mamá guiñándole un ojo mientras que se ríe.

—Guacala... ¿No pueden esperar a que no estemos nosotros...? Eso es asqueroso. —le dice Ian.

—¿Cómo te pensas que estas vos acá, por obra y gracia de Pikachu? No querido, es una obra de ingeniería poder procrear o por lo menos practicar, cuando están ustedes cerca. —le dice mi mamá tan bruta como siempre.

—Bueno si escuchan gritos ustedes no salgan —nos dice la tía Maruja después de que terminan de juntar todas las cosas de la tía Mara—. Pónganle llave a la puerta.

Las tres mujeres salen de la que ahora es nuestra habitación.

—Yo duermo en la cama chica... —dice Elías tirándose de cabeza en la pequeña cama.

—Ey, así no es. Hagamos un sorteo. Yo no quiero dormir con Facu en la cama grande. —protesta Ian.

—Te cuento que yo tampoco, pero no nos queda otra. Aparte no tiene nada de malo. —le digo acercándome a la puerta para ponerle llave.

Mientras que nosotros estamos discutiendo por las camas, se escucha unos golpes en la puerta y el picaporte que se gira; pero como está cerrada con llave no se puede abrir.

—Dale Mara. Dejame entrar. Hablemos. —dice el tío Jonathan.

Los tres nos miramos. Ninguno quiere ni siquiera respirar fuerte.

—Dale amor, hablemos. Sé que tal vez exagere un poquito, pero entendeme vos también...

—Decile vos que la tía no está acá. —le susurro a Ian. El cobarde niega con la cabeza—. Te dejo la cama para vos solo. —le digo

—Papá, mamá nos cambió la habitación... —le dice Ian

—¡¿Cómo que les cambio la habitación?! —grita el tío. Está furioso.

—Si. Ahora ustedes están en la que era nuestra habitación.

—Esta mujer se volvió totalmente loca —sigue gritando—. Y ustedes que ni se les ocurra salir de ahí.

Escuchamos como el tío se aleja puteando. Realmente le va a terminar dando un bobazo.

Afuera es una batalla campal. El tío grita, la tía no se queda atrás y entremedio de todo eso, el tío Marcos y mis viejos haciendo bromás.

Nos van a terminar echando del hotel a patadas en el culo por quilomberos.

Se escuchan unos golpes en la ventana. Ian se levanta y cuando corre la cortina vemos que están las chicas esperando que le abramos.

—Nos van a terminar rajando. —dice Pia entrando en la habitación

—¿Te parece? Ya deben estar llamando a la policía.

—¿Te lo imaginas? Se llevan a los seis en cana y quedamos nosotros solos. Sería una gloria. —dice Elías riéndose.

Ni me lo quiero imaginar.

De repente todo está en un absoluto silencio. Una de dos, se mataron entre ellos o se los llevo la policía realmente.

Los seis nos acercamos a la puerta y abriéndola lo suficiente para que pasen nuestras cabezas, nos asomamos. No hay nadie.

—Jodeme que se los llevaron en cana por quilomberos... —dice Naara recostándose en la cama matrimonial.

—No creo, se deben haber encerrado en la habitación para pelearse ahí. —le digo sentándome en el suelo.

Los otros entran sus cabezas y cierran la puerta con llave nuevamente.

—Chicos después de la de hoy, no sé si es buena idea que les contemos a los viejos lo que pensamos hacer. —dice Ian sentándose en la cama chica y apoyando la espalda contra la pared.

—No sé ustedes, pero yo no pienso cambiar de planes. —dice Luz acostándose sobre la alfombra con las piernas apoyadas en la pared. Tiene puesta una minifalda, por lo que se le ve la tanga que trae puesta.

—Luz se te ve la tanga. —le dice Pia como si me leyera la mente o es que se dio cuenta que le estaba mirando el culo... No me juzguen, lo tengo ahí a disposición de mis ojos.

—Qué bueno, eso es porque esta vez me puse. —le contesta sin darle importancia ni corrigiendo la postura.

—Cada vez estas peor...—le dice Pia sentándose a mi lado.

Elías está parado apoyado en la puerta pensando. Eso es peligroso. Cada vez que se pone a pensar nos terminamos metiendo en un quilombo.

—Esperemos a ver qué es lo que pasa. —les digo apoyando la cabeza en el colchón.

Por un momento nos quedamos en silencio. Sea lo que sea que está pasando en la otra habitación nos pone nerviosos.

Un portazo nos hace sobresaltar. Se liberó la fiera. En cuestión de segundos unos golpes azotan nuestra puerta haciéndonos sobresaltar nuevamente.

Ninguno dice nada, solo nos miramos entre nosotros. La tía Mara nos dijo que no abramos la puerta y es lo que tenemos que hacer. Aparte si se llega a dar cuanta que estamos los seis encerrados en una habitación, nos mata y después le estalla alguna vena de la cabeza.

Los golpes suenan cada vez más fuertes y entonces se escucha la voz del tío Jony que nos dice:

—Vamos chicos, abran la puerta. Tenemos que hablar todos juntos, los originales y la generación 2.0

Nos miramos e Ian nos susurra:

—Es mentira, cuando abramos la puerta no las da. Es lo que me hace cuando saco malas notas en el colegio y me encierro en mi habitación.

Me sonrió, mi viejo me hacía lo mismo.

—Esa ya la tenés gastada papá. —le grita Luz que todavía esta con las piernas apoyadas en la pared. Si la viera el tío, la mata.

El tío murmura todo tipo de insultos y luego no tan calmado como nos habló anteriormente dice:

—¿Qué mierda estás haciendo ahí con esos degenerados? Abran la puerta manga de mierdas traicioneras... Y vos Ian, no puedo creer que apoyes esta locura. Pensé que habías entendido que tenías que cuidar las virtudes de tus hermanas...

Ian frunciendo el ceño nos pregunta:

—¿De qué virtudes está hablando?

—Papá piensa que somos vírgenes. —le dice Luz sin siquiera mirarlo.

—¿Y no lo son? —le pregunta sentándose derecho.

Ian comienza a mirar a sus hermanas, Luz lo ignora totalmente y Pia se pone colorada. No sé qué pensar...

—¿Eso te importa a vos? —Le dice Luz y después de un momento como si lo hubiese pensado sigue— Así que, eso te hace el único virgen de la habitación.

—¿Y vos que sabes si soy o no virgen? —le retruca Ian enojado.

—Mira que no cuenta lo que haces cuando te encerrás en el baño con el celu y miras esas películas... —le contesta Luz.

Elías se está riendo parado junto a la puerta. Mientras que el tío sigue hablándonos del otro lado. Ya nadie la está dando bola a las amenazas o lo que sea que está diciendo. Estamos todos expectantes a lo que está pasando acá dentro.

—Sos una estúpida. —le grita Ian a Luz

—Bueno chicos córtenla, no nos vamos a pelear. En este momento no es importante la vida sexual de ninguno de nosotros. ¿Qué hacemos con el tío? —digo tratando de controlar la situación.

—Nada. Que se quede ahí. Ya se va a cansar... —dice Luz.

Unos golpes en la ventana nos hacen sobresaltar. El tío se dio cuanta. Lentamente se abre una de las hojas del vidrio y se asoma la cabeza de la tía Mara.

Cuando la ve a Luz, se le transforma la cara y le dice apretando los dientes para que no salga el grito que le quiere pegar:

—Luz, que carajos estás haciendo. Una cosa es la biquini y otra es que andes mostrando el culo a diestra y siniestra...

—¿Qué? Traducímelo al castellano. —le dice Luz sin cambiar la posición.

—Qué si no te sentás bien, te voy a romper el culo a patadas. ¿Está bien esa traducción o querés que te haga una demostración práctica?

Luz se sienta de mala gana, apoyando la espalda contra la pared. La tía es la única que la puede dominar un poco.

—Venía a decirles que está todo bien. En un rato vamos a pedir comida a la habitación, así que les mando un mensaje y vienen a la habitación que era de los chicos a comer algo.

—¿Pero papá...? —le pregunta Pia.

—Por él no se preocupen, se va a quedar haciendo guardia para que ustedes no se puedan juntar. Dijo que si es necesario se va a quedar durmiendo en el pasillo —nos dice la tía con una sonrisa malévola en los labios—. Él no tiene idea que ustedes todos los años se las ingenian para estar juntos.

Los seis no la quedamos mirando. Se suponía que ninguno de los seis sabía...

—No habrán pensado enserio que no nos dimos cuenta ¿no? Hace años que las madres lo sabemos. Los que nunca se dieron cuenta son los padres.

—¿Pero qué es lo que saben? —pregunta Naara.

—Sabemos todo lo que hacen. Por ejemplo, el año pasado cuando esperaban a que nos "durmiéramos" y se iban a la playa de noche. Nos turnábamos para seguirlos y ver que estén bien.

No lo podemos creer. Y nosotros pensándonos tan piolas...

—Bueno, cuando nos traigan la comida les mando un mensaje. Obviamente que tienen que ir por el balcón... No abran la puerta para nada. No importa lo que les diga.

—Mamá, papá sabe que estoy acá. —le dice Luz un tanto aturdida por la revelación.

La tía suspira y luego le dice:

—Ustedes dos, escóndanse detrás de la puerta para que Jony no las vea —les dice a Pia y a Naara señalándolas con el dedo. Luego mirándola a Luz, le dice—: Vos, vas a salir por la puerta, te vas a bancar la cagada a pedos que te va a dar tu padre; después te vas a ir rápido a tu habitación y vas a cerrar la puerta con llave. Luego volves por el balcón. ¿Entendiste?

Luz asiente con la cabeza.

La tía nos mira a todos y nos pregunta:

—¿Entendieron lo que tienen que hacer?

Asentimos con la cabeza y la tía se va.

Nos dejó pasmados.

—No sé ustedes pero yo no lo puedo creer... —les digo a los chicos.

—No puedo creer que ellas nos siguieron todos estos años y nunca nos dijeron nada... —dice Naara.

—No te olvides que las tías y mamá siempre fueron más compinches con nosotros. —le digo a mi hermana.

—Sí, puede ser. Pero hemos hecho cosas...

Los seis nos quedamos callados.

—Yo ya vuelvo. —Nos dice Luz acercándose a la puerta. Ian se acerca junto a su hermana, tanto para cerrar la puerta cuando salga y que no entre el tío.

Cuando están todos en posición, Luz sale de la habitación.

Afuera se escucha la voz del tío realmente enojado y luego un portazo.

Cinco segundos después entra Luz por la ventana y se sienta nuevamente en el suelo.

—¿Les vamos a decir al final? —pregunta Ian.

—Calculo que sí, veamos que pasa después de esto. —opino. Depende de lo que pase, o sea si los adultos terminan preso o no; o si se matan entre ellos...

—Yo voto por que le digamos lo antes posible. Yo esa no me la pierdo. —dice Elías.

—Si El, todos queremos, pero convengamos que el horno no está para bollos... —le contesta Pia.

—Esperemos unos días y después vemos que hacemos.

Un rato después mientras estamos hablando y riendo lo más bajo que podemos, para que no escuche el tío Jony, que todavía está sentado en el suelo frente a la puerta de nuestra habitación, nos entra a todos un mismo mensaje al mismo tiempo.

"A comer bestias"

Los seis nos ponemos de pie y de a uno vamos saliendo al balcón. Cuando llegamos a la ventana de nuestra antigua habitación, golpeamos muy despacio el vidrio.

Se corre la cortina y se asoma mi papá. Cuando nos ve a todos juntos frunce el ceño y abre la ventana balcón.

—¿Qué hacen acá y todos juntos?

—Yo les fui a avisar que en un rato nos traían la comida. —le dice la tía.

—Pero ¿por qué vienen por el balcón? —pregunta mi papá.

—Para que no los vea Jony, obviamente. —le dice mi mamá cerrando la ventana cuando entra el último.

—No entiendo, ¿cómo es que llegaron todos juntos? —insiste mi papá.

—Dam, si no es que querés prender un sirio de dos metros a San Lapongo, deja de hacer preguntas. —le dice mi mamá con esa mirada amenazante que más de una vez me puso la piel de gallina.

Mi viejo se caya la boca. Ese San Lapongo es muy milagroso. Años escuchando hablar de él, hasta que tuve la edad suficiente para entender de qué estaban hablando. Ahora el que le prende velas soy yo. Son esas cosas que se van pasando de generación en generación.

Comemos rápido y nos vamos nuevamente a nuestra habitación. Lo último que queremos es que el tío se dé cuenta que estamos acá, y menos que menos, que nos podemos juntar yendo por el balcón. Por lo menos que nos dure unos días...

Para las cuatro de la tarde estamos los seis con un embole tal que ya no nos importa nada. Preferimos morir en las manos del tío antes de seguir encerrados en esa habitación con un día tan lindo afuera. Así que las chicas se van a su habitación, tampoco vamos a tentar al Diablo. Luego sacamos un pañuelo blanco y salimos de la habitación.

El tío está sentado en el suelo frente a nuestra puerta. Realmente hay momentos que me da lástima. La está pasando mal enserio.

Cuando nos ve se pone de pie y por algún motivo me clava la mirada. Siento como un frio recorre mi espalda. No entiendo cuál es la obsesión que tiene conmigo.

—¿Adónde se supone que van? —nos pregunta pero no me saca la mirada de encima.

—Nos vamos a la pileta. El día está hermoso como para pasarlo encerrado en la habitación. —le dice Elías en un momento de valentía.

Entonces se abre la puerta de la habitación de las chicas. Cuando las ve salir les pregunta con la cara desencajada:

—¿Y ustedes a donde se supone que van?

—A la pileta. —le dice Luz enfrentándolo.

El tío comienza a ponerse colorado. Cuando va a estallar y desparramar mierda por todos lados se abre la puerta de la habitación en donde estaban los adultos y salen todos. Cuando nos ven la tía Mara nos dice:

—Vamos a la pileta, muevan el culo. Vos si tenés hambre tenés un par de empanadas sobre la cama en donde vas a dormir esta noche.

Luego se da media vuelta y se va. Nosotros aprovechamos el estupor del tío para poder escabullirnos sin damos físicos.

Cuando llegamos a la escalera nos encontramos a la tía Mara que nos está esperando. Al vernos nos dice:

—¿Les costaba mucho esperar un poco más, no? Vamos, caminen.

Los seis bajamos las escaleras seguidos por la tía como guardaespaldas.

Bajamos los cuatro pisos en un absoluto silencio. Nunca vivimos nada parecido en todos estos años.

Cuando llegamos a la pileta, los adultos se van a uno de los extremos de la pileta y nosotros nos sentamos en el lado opuesto.

—Tenemos que hacer algo. No podemos pasar las vacaciones así. —dice Ian.

—Obvio, yo no los voy a aguantar así los quince días. —le contesta Luz.

—¿Pero qué podemos hacer? Es algo que se tienen que arreglar entre ellos. —dice Elías.

—Sí, pero mi viejo no va a entrar en razones. —dice Pia sentada a mi lado. Tiene razón, el tío no va a dejarlo pasar.

—¿Y si le hacemos creer que él ganó? Qué no nos vea más juntos. Total nosotros tenemos nuestros métodos. Y así todos felices. —les digo.

—Sí, total las madres ya saben que nos vamos a encontrar. —dice Naara que hasta ahora estaba milagrosamente callada.

Los seis nos acercamos hasta donde están nuestros padres y tomando la voz del grupo les digo:

—Estuvimos hablando y creemos que lo mejor va a ser que nos mantengamos alejados. No tiene sentido que la pasen mal por algo que se puede solucionar.

Mi viejo y el tío Marcos asienten con la cabeza, mientras que nuestras madres se sonríen. Saben que es lo que estamos por hacer.

—Creo que va a ser lo mejor —dice mi viejo—. Me alegro que estén tan maduros como para poder mantenerse alejados por la salud mental de Jony.

Mi vieja lo mira de reojo sin decir nada. Mejor no trato de interpretar esa mirada.

Así que las chicas se meten en la pileta y nosotros tres nos vamos al otro extremo.

Cuando aparece el tío Jony y nos ve separados y sin siquiera mirarnos se le relaja la cara y se acerca despacio a donde están sus amigos hablando y riendo.

Parece que todo se va a encaminar. Al menos eso espero.

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