Capítulo 21 (Facundo)

89 15 15
                                    


Hoy es el gran día. Me despierto más temprano de lo normal. La ansiedad de que Pia se venga a vivir conmigo me está matando. Casi no pude dormir en toda la noche.

Hace tres semanas que se me ocurrió dar la gran noticia a la familia. Sí, esa de que habíamos decidido irnos a vivir juntos y todavía me duelen los testículos de la apretada que me dio el tío Jony.

Sé que me excedí cuando le dije suegro al tío, simplemente fue una estupidez de mi parte, y sufrí las consecuencias. Pero las cosas por su nombre; por más que le pese al tío y a mí me duela...

Desayuno rápido y me voy a la casa de Pia para hacer la mudanza. Ya quiero que este acá instalada conmigo.

Me voy en mi auto, allá me va a estar esperando un compañero de la facultad con una camioneta para trasladar las cosa.

Creo que nunca me sentí más feliz de lo que me estoy sintiendo ahora. Bueno en realidad, todos los días desde que empezamos a salir con Pia son los días más felices de mi vida, aunque suene cursi. Tengo tatuada la sonrisa en mi cara.

Cuando llego me lo encuentro al tío parado en la puerta de la casa. El solo verlo me baja diez mil revoluciones. Ok, va a ser un día difícil...

Me bajo de mi auto y me acerco a él sonriendo, pero no demasiado, tanto como para que no crea que se lo estoy haciendo al propósito y que lo estoy gozando. Digamos que es una sonrisa social.

—Hola tío... —le digo acercándome a él para saludarlo con un beso.

—Hola pendejo. —me contesta serio. Él siempre tan simpático. Pero no digo nada, por lo menos me saludó.

—¿Está despierta Pia? —le pregunto enfilando hacia adentro de la casa, para poder huir lo más rápido que pueda.

—Sí, desde muy temprano.

—Bárbaro, la voy a ayudar a bajar sus cosas... —digo señalando hacia adentro de la casa.

—Esperá un momento, quiero hablar con vos.

Siento como comienzo a transpirar. ¿Cómo puede ser que una simple oración de su parte me haga reaccionar así? Mis amigas, dentro de mi calzoncillo, saltan buscando resguardo; saben que ellas siempre son un tema importante dentro de las conversaciones con mi tío y teniendo en cuenta la apretada que se tuvieron que aguantar, la alarmas de su sentido de supervivencia se activan en forma automática.

—Sí, ¿de qué querés hablar? —le pregunto tratando que no se me note lo nervioso que me hizo poner.

—Vamos a caminar.

Ok, esto no me gusta. Es como estar por salir a dar una vuelta con el capo de la mafia. Si estamos frente a la casa o cerca de alguno de los integrantes de la familia, tengo más probabilidades de que no me haga nada; aun así, si llegara a quererme hacer algo, nada lo va a detener y eso ya está demostrado.

No sé qué cara pongo pero el tío riendo con malicia me dice:

—No seas cagón, no te voy a hacer nada. Aparte todavía me duelen después de la apretada que me pego Mara la otra vez. —mientras se toca con gesto de dolor su entrepierna.

Siento el mismo dolor de solo recordarlo.

Los dos comenzamos a caminar a una distancia prudencial. Yo trato de respirar lo más despacio posible, no quiero hacer nada que pueda llegar a tomar como ofensivo.

—Sabés que esto para mi es sumamente difícil. Me rompe las pelotas que Pia se haya enamorado justamente de vos, pero como me dijo Mara, lo tengo que superar. —comienza a decir mi tío, yo solo lo miro y escucho.

Tal para cual... Generación 2.0Onde histórias criam vida. Descubra agora