IMPOSSIBLE LOVE

By SinsajoEverdeen100

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Muchos tienen complejos. Complejos que pueden destruirnos. Honestamente, la pregunta "¿Seré suficiente para e... More

REPARTO
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EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS

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By SinsajoEverdeen100

Desde el accidente de Ronnie me he estado esforzando por mejorar, por ser más sociable, y arrancarme la pena. Por breves momentos pareciera que así es, pero hay otros en los que de la nada, aunque me despierte con la mejor actitud, siempre ocurre algo que se encarga de regresarme a la nube de pensamientos sombríos, plagados de negatividad y tristeza. Por lo menos ya no es como antes. Recuerdo el dolor atroz que sentí en las manos y el corazón durante mis últimas vacaciones.

Si ya había empezado a hacer cambios desde el accidente de Ronnie, ver la silla de ruedas era el impulso necesario para resolverme a mejorar, aunque eso signifique combatir contra mi naturaleza. No será fácil, pero lo haré.

Al principio pensé que el daño estaba hecho, que Ronnie no caminaría de nuevo. Lo desperté exigiendo una explicación, con una gran pena reflejada en mi demacrado rostro. No entiendo por qué últimamente me he vuelto tan sentimental, me hace sentir menos hombre. Bueno no es que parezca uno... Regresando al tema, Ronnie me explicó que necesitaba la silla de ruedas porque a veces no puede controlar su estabilización debido a la conmoción; de buenas a primeras pierde el equilibrio. La terapia se encargará de eso, pero por el momento la silla de ruedas será sus nuevas piernas.

Sin Ronnie en el equipo de química siento que haber aceptado al grupo de mastodontes es más una desventaja que una ventaja. Por eso de que Lyanna y Hailey entraron juntas, y que Hailey me pidió que los dejara estar...

Por otro lado, al menos puedo platicar con Hailey todos los días. Sería más eficaz si no estuviera Tyler en el equipo. Hace su desastre con Bradley y distrae de vez en cuando a Hailey (que de por sí es distraída). Me resulta chocante verlos juntos, frente a mis narices, mostrándose afecto. Tengo la leve sospecha de que Tyler lo hace para desquiciarme. De recordarme que estoy solo y que nadie me querrá. No creo que sepa de mi amor por Hailey, porque de ser así no se limitaría a desquiciarme, oh no, se encargaría de hacer mi vida escolar más que miserable.

«No lo hará porque dejaste que estuviera en el equipo», me susurra una voz interior que logra calmarme. Viendo lo positivo (tengo que ver las cosas positivas si quiero cambiar mi personalidad) Leon ha dejado de ser el de antes. Deja de molestarme, es el único de los mastodontes que sí trabaja, y en una ocasión hasta me defendió.

Quien ha cambiado menos es Bradley. Al principio se mostró agradecido, pero supongo que solo lo hizo por conveniencia. De vez en cuando noto alguna que otra indirecta; supongo que podría ser gracioso si no me las lanzase en tono mordaz. Como Hailey suele sentarse frente a mí en el laboratorio, y también porque he decidido mejorar mi personalidad, siempre respondo con habilidad o me río como si de verdad fuera un chiste. Eso parece disipar la tensión que genera y hace quedar mal a Bradley. Fue muy interesante ver cómo Leon lo confrontó.

Aparte de todo esto, he ganado muchos puntos con Lyanna desde el accidente de Ronnie. En una ocasión la escuché decir a Hailey: "No seas tonta. ¿De verdad estás dispuesta aguantar las estupideces de Tyler?".

Punto para Noah.

Mis semanas se resumen en lo siguiente: Ir a la escuela, regresar a casa a comer, platicar de vez en cuando con Adara y lanzarme a la casa de Ronnie para estar con él.

Desde que Adara entró al colegio me ha resultado impresionante lo rápido que se ha adaptado. A la siguiente semana de entrar ya tenía su grupito de amigos y no le costó nada a Chris acercarse a ella. Como Adara es de esas personas que sonríen a todo el mundo y ve lo bueno de todos, resulta difícil saber si está coqueteando o solo siendo ella (al final se esfumaron las sospechas de que me estaba coqueteando la madrugada que la conocí).

«Claro, ¿quién podría fijarse en ti Noah?», empieza mi mente.

«¡Eh, prometiste que te esforzarías por cambiar, por Ronnie!», grita otra voz dentro de mi cabeza.

Ya casi no he hablado con Heather, porque en cuanto tocan el timbre de la escuela, sale disparada hacia otro edificio para ver a Ji. ¿Habré sido el casamentero de estos dos? De vez en cuando me les uno a la plática.

Si pensaba que yo estaba perdido cuando hablaba sin parar de química y matemáticas, nada más hay que verlos a ellos. Hablan sin parar sobre mangas, anime, convenciones y libros populares (estos últimos no necesariamente son de Asia). Se les ve muy a gusto juntos.

Denaly y Yamir viven su amorío tóxico-romántico, pero respetando su espacio personal. Denaly se hace cargo del periódico del colegio, al cual le ha agregado su sello personal: la comuna de chismes. Aunque a algunos les resulta chocante la actitud metiche de Denaly, ella sigue plasmando en el periódico todo cuanto oye, la mayoría de veces sin pensar si dicha información afectará la reputación de los demás. De no ser por su columna, nadie leería el periódico escolar.

Yamir se la vive en el gimnasio. Vive, respira y suda el ejercicio por cada poro de su piel. El esfuerzo le ha empezado a dar resultados. Me ha invitado a hacer ejercicio con él y Chris, pero siempre pongo alguna excusa para no ir. Además, si es que aún tengo esperanza de crecer tal vez debería evitar las pesas. No estoy seguro, quizá sea un mito, pero más vale prevenir que lamentar.

El grupo de porristas tiene a Hailey devuelta en él. Como regresó con Tyler debe apoyarlo, ¿y qué mejor manera que siendo su animadora personal? Por suerte Lyanna también está en el equipo, así que, aunque traten con Jessica, Lili, Kayla, y Samara, sus actitudes de divas-glamorosas-empoderadas no se les contagian. Personalmente creo que es lo que más me gusta de Hailey. Podría permitirse ser presumida, soberbia, tóxica, entre otras cosas, pero no lo es. Sino que es todo lo contrario. Es humilde, graciosa, confiable, y recatada cuando de muestras de cariño se trata.

Cuando besó a Tyler fue la única vez que la vi haciendo ese tipo de cosas. Lo máximo que he notado de ella hacia él en las últimas semanas es que lo toma de la mano y que se sientan a hablar en el receso. El que la hostiga es Tyler. Una vez espiándolos escuché que le dijo: "Si queremos que esto funcione debemos poner ciertas reglas: nada de toqueteos y nada de besos apasionados. Un besito en los labios está bien. Ya sabes que me siento incómoda".

Tal vez haya caído tan bajo como para espiarlos, pero no me importa. Yo respeto su relación y nunca me pondría entre ellos, pero eso no significa que deba arrancar a Hailey de mi corazón. Quiero lo mejor para ella, incluso si ella no ve que la persona que tiene enfrente no le conviene. Aún no sé qué le ve a Tyler. De no ser por su impresionante belleza, solo tendríamos a un chico arrogante, maleducado y mujeriego.

Tengo presente que no soy mucho para ella. ¿Qué le podría ofrecer un chico tan invisible como yo?

«Lo siento Ronnie, déjame ser débil una última vez», pienso.

Jamás he tenido sentimientos así por nadie. Jamás había sentido la necesidad de amar a alguien más que no fuera yo. Jamás había estado dispuesto a sacrificarme por alguien que no fuera yo, salvo por mis amigos. Sin embargo, incluso el apoyo que les doy a ellos palidece en comparación con lo que hago por Hailey. En más de una ocasión la he ayudado, demostrándole con hechos que realmente me importa.

Hallo respuesta a la pregunta que hice hace un momento: «¿Qué podría ofrecerle un chico tan invisible como yo?». Lo cierto es que no mucho pero siempre que puedo me hago voluntario para ayudarla con la tarea, y no tengo ningún problema en hacérsela. Durante este curso le he hecho 5 tareas, dos reportes de laboratorio y hasta un examen por internet. Aunque Hailey quiere pagarme por lo que hago, no se lo permito. Siempre le respondo con la peor respuesta posible: «Eso hacemos los amigos».

Lyanna me dice que no debería hacerlo. Que no es necesario que me sacrifique tanto por ella. Que ella debe de ser responsable. Le digo que no me importa. Me gusta ser usado.

Me levanto del sillón en el que estaba tirado, pensando en todo esto y me visto para acompañar a Ronnie a su terapia. La señora Stevenson ha estado muy ocupada reorganizando su agenda y proyectos pendientes, así que hoy ella se encargará de llevarnos al centro de rehabilitación para después marcharse a hacer no sé qué tramite. Por supuesto, con el horror de la tragedia todavía fresca en su memoria, regresará por nosotros a la hora acordada.

Son las 3 de la tarde cuando llego a la casa de los Stevenson, justo a tiempo para ayudar a meter la silla de ruedas a la cajuela y después a Ronnie en el carro. Pesa un poco Ronnie, pero para mi sorpresa, soy suficientemente fuerte como para ayudarlo. Ronnie se me queda viendo los brazos.

—¡Mira, sí tienes músculo! —bromea.

—Cierra la boca —le digo entre risas.

—Era un cumplido. Tal vez ahora sí puedas vencerme jugando vencidas.

—Siempre te dejé ganar —intento sonar a verdad, pero mi intento resulta tan poco creíble que nos desbaratamos riendo.

La señora Stevenson conduce con una precaución desesperante. Noto que Ronnie también se percata. Ambos vamos en la parte de atrás. Nos miramos sin decir nada. Nos perdemos en nuestros respectivos pensamientos y su madre no nos interrumpe. El ruido del motor es lo único que se escucha aquí dentro. Miro a Ronnie que observa por la ventana, cuya piel está siendo acariciada por el sol. Destellos dorados de su pelo rubio me hacen recordar su primera noche en el hospital, cuando me quedé a solas con él y deseé con todas mis fuerzas que no se apartara de mí. Sonrío sin razón aparente y le tocó la mano para decirle telepáticamente que todo estará bien. Que volverá a caminar, a correr, a jugar. Que todo volverá a la normalidad.

Llegamos a nuestro destino, y bajo a Ronnie del auto. Contrario a lo que hicimos hace unos minutos, permanecemos serios.

Ni bien entramos cuando su madre ya le está plantando un beso en la frente.

—Volveré por ustedes —anuncia, y se va.

Pude ver en su rostro la pena que he llegado a sentir en ocasiones. Cuando ocultas tus sentimientos. A juzgar por su expresión, todavía no le ha dicho a Ronnie lo de su padre. Me muerdo las entrañas para no decírselo yo.

Me desconecto de la rehabilitación porque Ronnie, aunque ya está mejor, tarda para concentrarse en los ejercicios que le ponen. Enfoco mi mente en un artilugio metálico cuyo nombre desconozco, hipnotizado por el reflejo de la luz blanca en él. Es rarísimo cómo a veces puedo llegar a desconectarme de la realidad. Como si mi interior se preguntara si realmente estoy vivo y no en una especie de sueño. Casi al cabo de una hora, están en el último ejercicio: caminar sin perder el equilibrio. Me levanto para ayudar.

Ronnie pone sus entumecidas piernas sobre el suelo, apoyándose en mí. Hay un barandal en la pared, donde lo dejo para que se apoye. Logra sostenerse. Buena señal.

Me apartó de su lado para cederle lugar al hombre a cargo de la rehabilitación. Me pongo frente a él. Y se me llena de ternura el corazón cuando veo cómo el joven rubio de ojos azules intenta dar sus pasos después de todo esto. Es casi como ver a un bebé aprendiendo a caminar. El instructor lo sigue de cerca por si pierde el equilibrio.

—Ahora camina hacia tu amigo —dice el hombre.

Extiendo los brazos. Es una escena rara, pero Ronnie da pasos más o menos torpes, intentando dominar sus atrofiados músculos de las piernas y sujetándose de vez en cuando del instructor para no caer. Paso a paso se acerca a mí. Repetimos el ejercicio unas cuantas veces más y la sesión termina.

—¿Le dijiste a Lyanna que vendrías a terapia? —pregunto mientras esperamos a su madre, dentro del centro de rehabilitación.

—Sí, ella sabe todo —dice cerrando los ojos—. Dice que me acompañará a la siguiente sesión. Aunque tú tampoco eres mala compañía.

—¿Bromeas? Soy excelente compañía —suelto con tono de broma mezclado con orgullo. Nos sonreímos.

—No está mal —admite, pero después se pone serio, como cuando intenta concentrarse en algo—. Espero recuperarme pronto y visitar a papá. Quiero estar ahí cuando despierte.

Se me encoge el corazón de pena, aunque consigo decirle:

—Claro que sí.

En la noche, durante mis pesadillas, soy yo quien estampa una y otra vez contra un tráiler. Una serie de sueños que esconden la triste realidad todavía desconocida para Ronnie.

Su padre no regresará.

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