Aquí estoy con mis 5 añitos y mi regalo de reyes. Esta es una hamaca (columpio) con sillas para dos personas. Yo no entendía porqué los reyes me la trajeron, cuando la de mi prima, era la que yo siempre había soñado, "esa" era la mejor del mundo.
Mi prima vivía en una casa bonita; pero, lo que yo adoraba no era su casa, sino el árbol enorme y añoso que había en el terreno baldío aledaño a la propiedad. Mis tíos tenían el encargo de cuidarlo y lo alambraron, para mantenerlo limpio y sobre todo, para que nadie plantara bandera en el lugar.
El árbol fue tomado como base, y de sus gruesas ramas, sujetaron una cadena y colocaron una madera para hacer de asiento, como la de las hamacas de las plazas de esa época, en las que no existían los juegos de plástico. La hamaca era mi juego favorito y soñaba a menudo con ella; de manera que, cuando se acercó el tiempo de la llegada de los Reyes magos, ese precisamente fue mi pedido. sin embargo, la mañana tan esperada, me trajo la sorpresa de la equivocación en el regalo y un nudo me cerró la garganta por las ganas de llorar. Papá entendió mi tristeza y me explicó: que la otra, la que tanto quería, venía sujeta de un árbol y no me lo podían traer, ya que si lo arrancaban del suelo el árbol se moriría. Eso no lo había pensado, papá tenía razón, así que me reconcilié con mi hamaca, que como era bajita nunca llegaría al cielo como la de mi prima, pero me servía para conversar meciéndome despacito, como en esta fotografía, en la que estoy con mi madrina y su moderno peinado.