Carlos

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Mi primo Carlos, aparte de familia, fue mi amigo. Él era de las pocas personas que llegaban hasta mi casa,— la salud de mamá era un excelente pretexto para que la mayoría de la gente no viniera de visita. 

A nadie le interesa ver a una persona que la mayoría del tiempo debía hacer reposo. A Carlos, esto  no lo desanimaba, se sentaba junto a la cama para conversar con mi madre y luego nos quedábamos en la cocina, tomábamos mate, y nos enfrascábamos en nuestro tema favorito que eran los libros o los espectáculos de Les Luthiers, nuestros artistas preferidos.

Apenas me vio triste, me dijo que pasaría por mí e iríamos al cine en capital para olvidar nuestros pesares. Él es unos años mayor que yo, pero tiene un espíritu juvenil y romántico que lo acompaña hasta el momento.

En esa oportunidad se encontraba "bajoneado", porque su novia también lo había dejado, así que ahí estábamos los dos con nuestras almitas por el piso apuntalando nuestra desdicha.

—¿Y qué vamos a ver?

—Me recomendaron una película que está muy premiada—dijo con entusiasmo.

Las colas para entrar al cine pasaban las dos cuadras y a medida que salía la gente de la función anterior veíamos con preocupación que todos estaban llorando.

Mi primo no había tenido mejor idea que invitarme a ver una largometraje de tres horas de duración que trataba sobre la guerra y el holocausto. Al salir, no desentonábamos con el resto de los espectadores: llorábamos los dos, por la película y por nosotros, tremendos tontos que pensaron escapar de la amargura y esta se las ingenió para encontrarnos. 

Álbum de familia ¡Se va la segunda!Where stories live. Discover now