Cinco de Oros

Galing kay SofiDalesio

94.6K 19K 9.8K

5 criminales 25 millones de libras 5 semanas para planear el golpe de sus vidas Cleo está convencida de una c... Higit pa

1. Cleo
2. Houdini
3. Siri
4. Hermes
5. Cleo
7. Houdini
8. Hermes
9. Siri
10. Cleo
11. Hermes
12. Houdini
13. Siri
14. Cleo
15. Hermes
16. As
17. Cleo
18. Siri
19. Cleo
20. As
21. Hermes
22. Cleo
23. Houdini
24. Cleo
25. Hermes
26. Houdini
27. Cleo
28. Cleo
29. Siri
30. Hermes
31. Siri
32. Cleo
33. As
34. Houdini
35. Cleo

6. As

2.6K 591 50
Galing kay SofiDalesio

Feliz viernes!

No ha sido una semana fácil, espero poder compensar escribiendo este fin de semana. También espero que les esté gustando la historias y las actualizaciones constantes a pesar de ser cortas. Y el constante material que intento subir al instagram SofiDalesioBooks, además de compartir allí cualquier cosa que me envíen relacionada con mis libros.

Como siempre, no se olvidar de votar y comentar al final. Y de compartir esta historia ahora que Pandora está de regreso!

Xoxo,

Sofi

***

No debió haber creído tan fácil en Hermes. Después de todo, el joven había hecho su fama como estafador, deslizándose dentro de cualquier círculo lo suficientemente importante gracias a su sonrisa y carisma. Y conocimientos. Una vez que el imbécil ponía sus ojos en algo, conseguía todos los detalles sin importar el precio.

As lo había contactado primero, cuando el robo solo había sido una vaga idea sin ningún modo de realizarse. Pero había escuchado de Hermes, y tras un rápido viaje a New York había logrado almorzar con él para comentarle su propuesta. Como había sospechado, el joven había encontrado la respuesta a su encrucijada. Tras explicarle el obstáculo, Hermes había sopesado sus palabras unos minutos, guardando silencio y girando el vaso de alcohol en su mano.

Había lucido como la mierda entonces, nada comparado al joven fresco y engreído que había encontrado en Londres. Oscuros arcos bajo sus ojos, piel pálida, traje arrugado. Fuera lo que fuera que hubiera sucedido, al menos lo había superado y no sería un inconveniente ahora. Y, tras mucho meditarlo, él finalmente le había dado la respuesta que necesitaba: Cleo.

As bebió un sorbo de whisky, el alcohol sintiéndose como agua en su garganta, y se acercó hasta el ordenador que Siri había abandonado en la mesa. Les había pedido que utilizaran el ascensor solamente de a uno. Incluso lo había dejado escrito. Siri había corrido para abrir la consola e intentar desbloquearlo. Podía verla por el rabillo del ojo arrodillada, Houdini a su lado intentando abrir las puertas con su fuerza.

Ingresó la contraseña correcta, Siri siempre habiendo sido demasiado predecible para él, y luego abrió el programa de cámaras. La pantalla parpadeó y le mostró el interior del elevador, ambos jóvenes enfrentados en esquinas opuestas. Incluso desde allí podía sentir la pesadez del silencio entre ellos.

Houdini logró abrir las puertas y, para sorpresa de As, saltó sin vacilar al vacío. Segundos después una placa del techo del elevador se abrió, y Cleo trepó para salir sin perder el tiempo. Ella y Houdini no tardaron en subir por las correas del elevador hasta regresar al piso superior. Dos acróbatas, eso estaba bien.

—¡Eureka! —gritó Siri al desbloquear la consola con su móvil.

Las puertas se cerraron, y el elevador volvió a funcionar correctamente, trayendo a Hermes de regreso. As tomó otro sorbo de su trago. Iba a ser una larga tarde.

Se alejó del ordenador.

—Esta casa es impenetrable —dijo de frente al grupo. Señaló las ventanas detrás—. Vidrios antibalas —indicó el corredor que salía de la sala—. Placas de metal que aíslan la habitación enseguida —se fijó en el ascensor—. Elevador con un sensor de peso. Sube más de una persona, y automáticamente se bloquea para atrapar a los intrusos. Les he dejado la regla escrita.

—Pues deberías saber que él no suele respetarlas —Cleo lo golpeó con su hombro al pasar a su lado—. Hablemos del negocio. Ahora. Antes que me arrepienta.

Ella se dejó caer sobre un sillón, cruzando sus delgadas piernas y posando su insistente mirada en él. Había teñido su cabello desde la última vez que la había visto, ahora siendo largo y castaño. Su piel incluso parecía más bronceada como si hubiera aprovechado los pocos días de sol que hubo. Buena melanina heredada, predecible.

—¿Y? —insistió Cleo, los anillos de oro destellando en sus finos dedos.

As suspiró.

***

Siri había hecho palomitas, un gran tazón que había ofrecido con una sonrisa casi igual de grande. Nadie le había prestado atención, así que simplemente se había sentado en una esquina del enorme sillón con sus piernas cruzadas y su ordenador a un lado. Houdini continuaba con su cereal. Cleo y Hermes estaban demasiado ocupados intentando guardar las distancias e ignorarse. Bueno, al menos ella lo estaba, él solo parecía estar siguiéndole el juego para su diversión personal.

—Las presentaciones fueron hechas —comenzó As.

—¿Se supone que debo saber cual ridículo alias ha escogido? —preguntó Cleo sin mirar al susodicho.

—Hermes —dijo él y ella ahogó una risa.

—Por supuesto.

—Siri, por favor —dijo As antes que se rindiera con esos dos.

Ella lo miró con sus ojos bien abiertos, y una boca repleta de palomitas, pero terminó por tapear el acceso en su ordenador. La gran pantalla detrás de él se encendió para que todos pudiera apreciar la presentación, las persianas se deslizaron para cubrir las ventanas y las luces se apagaron. Las casas inteligentes eran un regalo de la tecnología.

As cogió el puntero del interior de su chaqueta.

—Si los he reunido aquí, es porque cada uno de ustedes tiene las habilidades que nos hacen falta para llevar a cabo este robo. No me importan sus historias, no me importa si se conocen de antes o no —la mirada de As fue enseguida a Cleo y Hermes, aunque ellos pretendieron no estar al tanto—. No me importa nada de ustedes, excepto el hecho de que estén cien por ciento comprometidos con este negocio. Estoy hablando de veinticinco millones de libras. Cinco por cabeza. ¿Alguna duda?

—Oh, yo, yo —Siri levantó su mano en alto—. ¿Qué estaremos robando?

—¿Quieres hacer los honores? —As extendió el puntero hacia Cleo, y ella suspiró al ponerse de pie y cogerlo.

La pantalla detrás de ella mostró la distorsionada imagen de cinco joyas distintas, cada una de un material y forma diferente. Si Cleo era la más indecisa respecto a este golpe, entonces mejor mimarla un poco. Era evidente a juzgar por su porte que no estaba aquí por el dinero, nadie teniendo el British Museum solo para ella y habiendo robado una antigüedad de poco calibre podía interesarse por el dinero en vez de por la historia.

—Las joyas del Nilo son considerados por muchos como un mito, tan raras resultan y habiendo tenido tan pocas apariciones en público. Una pieza fue valuada por cinco millones de libras tras su última aparición en mil novecientos setenta y nueve, lo cual, ajustado al valor de hoy, nos deja en una suma superior. Eso sin mencionar que no todas las joyas están valuadas por el mismo monto —explicó Cleo, la pantalla mostrando antiguas fotografías borrosas—. Nadie sabe con exactitud cuántas joyas del Nilo existen. Se dice que fueron descubiertas en mil novecientos veintitrés, cuando los excavadores lograron abrir la tumba del faraón Tutankamon. Solo ellos fueron capaces de ver todas las joyas juntas y, crean en maldiciones o no, la historia no miente al decir que todos quienes cogieron objetos de esa tumba murieron a los pocos días. Todo conocimiento sobre cuántas joyas existen, y cómo lucen, murió con ellos.

—¿Las joyas están malditas? —Houdini palideció notablemente, la expresión de Cleo fue seria al responder.

—La muerte vendrá sobre alas ligeras al que estorbe la paz del faraón —dijo ella—. Mito o verdad, treinta de todos quienes estuvieron presente al profanar la tumba de Tutankamon murieron a los pocos meses del hecho sin causa aparente. Incluso años después, cuando los tesoros que saquearon de allí fueron repartidos por el mundo, directores del museo de El Cairo junto con varios de quienes transportaron las piezas murieron sin causa aparente.

—Pues según Internet una explicación posible es que haya habido algún tipo de hongo tóxico en el aire viciado tras tanto tiempo de tener la tumba cerrada —comentó Siri sin levantar la vista de su móvil.

—Bien. Joyas raras, invaluables y tal vez malditas —resumió Hermes—. Lo tengo. ¿Tenemos algo más?

—Solo puedo pensar en cinco que sean de público conocimiento —Cleo se dio vuelta para observar las borrosas imágenes—. La lágrima de Isis. La sangre de Horus. El sudor de Seth. El veneno de Maat y el ojo de Ra. Se dice que las joyas fueron hechas a partir de los dioses. Todos ellos derramaron algo para formarlas. Sus minerales no tienen iguales en otras piedras. Quien sea que las tenga, espero la maldición lo haya alcanzado también.

Supersticiosa. Ese era un rasgo que no hubiera esperado de ella. As extendió la mano, y Cleo le devolvió el puntero antes de regresar a su lugar. Una pequeña arruga se había formado entre sus cejas, como si lo considerara una ofensa personal el que alguien más tuviera tales joyas en su posesión.

—Habrá una subasta en cinco semanas, serán vendidas allí entre otras cosas —retomó As—. Las cinco joyas juntas. Es quizás la única vez en la historia que tantas estarán en un mismo lugar, al menos desde que fueron sacadas de la tumba de Tutankamon. Nuestro objetivo es lograr infiltrarnos en la subasta, tomarlas, y salir sin que nos descubran.

—Demasiadas personas para un robo clásico —Houdini frunció su ceño en concentración—. Demasiado simple para ser así.

—No lo es. Nunca lo es —respondió As y pasó a la siguiente diapositiva—. No entras a la subasta sin una invitación, y de la lista de invitados que he podido verificar hasta el momento, déjenme decirles que no son una cosa de principiantes. Estamos hablando de verdaderos pesos pesados, y muchos estarán allí para negociar por algo más que joyería maldita.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Siri.

—Servicios Secretos —Hermes asintió hacia As—. Siempre que hay reuniones así de importantes, puedes contar con al menos un espía infiltrado queriendo arruinar un gran negocio. El sujeto en la izquierda, el del bigote. Ese es Wringler Cheng. Se rumorea que tiene una cura contra el coronavirus, puedes estar seguro que intentará venderla y dudo que el MI6 permita que algo así suceda bajo sus narices.

—Sin contar que ninguno de los peces gordos estará contento si les robamos durante su reunión exclusiva —agregó As—. Está bien, no nos llevaremos la atracción principal, al menos no para todos ellos. Un buen número sí estarán interesados en las joyas.

—Están malditas —dijo Houdini y Hermes lo miró.

—Tienen esposas. Mujeres pidiendo piedras brillantes y aun más si son edición limitada.

—O coleccionistas —la voz de Cleo fue tajante—. No todos son tan superficiales como tú.

—Criminales. Agentes. Solo se entra con invitación —enumeró Siri con entusiasmo—. ¿Algo más?

—Contrataron Ninshiki —dijo As.

Todos lo miraron con la misma pregunta en sus ojos, solo Hermes se puso de pie de un salto y chocó sus manos con una sonrisa en su rostro. Él le hizo un ademán a As al acercarse, este le entregó el puntero sin importarle para que la imagen detrás cambiara al logo con los kanjis plateados.

—Ninshiki es una empresa privada de seguridad japonesa —respondió Hermes—. Sus únicos clientes son gente con al menos veinte acusaciones de crimen a nivel internacional, y suficiente dinero para cubrir los gastos. Algo así como el PBI de un país subdesarrollado el costo por día. Utilizan tecnología biométrica de alto calibre. Las invitaciones registran tus huellas digitales, y cualquier bien de la subasta estará resguardado con un sensor biométrico. En otras palabras, si alguien toma las joyas, el sistema sabrá enseguida quién fue al identificarlo por sus huellas. Eso sin contar todos los demás detectores que seguro habrá, y el sistema de alta seguridad.

—Puedo intentar hackearlo —sugirió Siri y Hermes negó con la cabeza sin dejar de sonreír.

—No Ninshiki. No funcionan por ningún tipo de señal ordinaria. Su servidor varía a mil giros por nanosegundo. Para el momento en que siquiera termines de leer su número de IP, ya lo habrán cambiado un millón de veces. Además, sin ofender, te tenemos solo a ti. Ninshiki tiene a al menos cien personas que intentarán contraatacar ante la menor señal de hackeo. Explotar el techo durante la subasta y preguntar si podemos llevarnos las joyas sería exponernos menos.

—Conseguir una invitación, burlar la seguridad y tomar las joyas —dijo Cleo.

—Y cinco semanas para planearlo —respondió As—. Es ahora o nunca para decidir si quieren formar parte. Y si lo hacen, necesito que sean capaces de grabar su compromiso en su piel.

*********************************************************************

Por favor no te olvides de dejar tu voto, y puedes encontrar más historias de todo tipo en mi perfil.

Ipagpatuloy ang Pagbabasa

Magugustuhan mo rin

31.4K 2.7K 15
Izuku midoriya un chico que nació diferente a las demás de su generación no por el hecho de no tener un don El tenía algo más El era un prodigio Tod...
228 121 13
Hola Últimamente no se porque pero me la pasó escribiendo poemas y es así como nace este nuevo proyecto Aquí encontrarás poemas de Amor, Amistad, D...
1.7K 416 40
Sinopsis: La vida de Dahlia siempre había sido aburrida, o eso creía hasta entonces. Todo cambiará en una sola noche, cuando al despertar, se da cuen...
652 124 15
Libro #2 de la Bilogía Las Flechas de Cupido. Descubrir lo peor de todos había sido la epifanía de que ella misma tenía defectos y que dichos defecto...