Capítulo. 22: "D e t r á s de la L u z".
"A veces el pasado afecta a quienes no lo vivieron..." era una frase que Mike le había dicho y justo ahora, comprende el significado.
Su pasado ha logrado herir no solo física sino también emocionalmente a criaturas en los mundos de Lelia y Amexter por igual.
Catalina y Leonardo maltratados por su padre.
Juliette que había perdido a sus hijos por guardias con ordenes de matar a los Raimbarks, hasta dar con el "heredero".
Todos los híbridos que lloraron ante Shades suplicando piedad.
Rhosa, siendo torturada ante su amor y Jasges quien se ha visto en la necesidad de cambiar lo que es solo por librarla.
Anthony, quien la buscó desesperado tantos años.
Su pasado ha hecho más estragos que el portal y aunque su mente afirme que no es su culpa, se le hace complicado de creer.
─Un trato es un trato, Amelia ─el Crativ le da una mirada a la híbrida como si dijera "lo siento" desde su puesto─, ahora Rhosa y yo seremos relevados de nuestro cargo.
─Hablaremos de eso más tarde ─ la reina sonríe alzando con su pie el rostro de la joven, Danielle aprieta los dientes por el contacto─. Primero sal y vigila que nadie entre.
─Ame ─
─Cumple una última orden de tu reina, ¿puedes?
Conteniendo una contesta el hombre se gira, vacilando seriamente lo que ha hecho y llegando a la conclusión de que no importa; ya hizo lo que Amelia le ordenó y después de que la Raimbark muera, él y su amada serán libres.
La enorme puerta se abre con su salida y se cierra de un golpe a penas el guardia pisa fuera.
─Le estás mintiendo... ─acusa la joven, arrodillándose para levantarse de una vez─, no vas a relevarlo ¿Verdad?
─Ese no es tu problema ─responde inocente─. Hablemos de otra cosa, estoy muy contenta de tenerte aquí, Denylla.
─Era Denylla cuando me mataste ─hace una pausa para quejarse del dolor─, ahora soy Danielle.
─Es un nombre repugnante, por eso lo tienes, encaja contigo ─Amelia se despega de su asiento sin quitarse la sonrisa. La diferencia de alturas es perturbadora─. Mírate, incluso me das lástima, ¿qué son todas esas cicatrices?
La odia. No tiene idea de qué lugar le ha salido el coraje hacia esa mujer y el hecho de aborrecerla tanto, le causa confusión.
─Estás torturando vidas solo por tu beneficio. ¡Eres una egoísta!
La carcajada dada por el comentario es igual de irritante que ella.
─Lo siento, lo siento. Me da mucha gracia verte de modo tan patético, no te enojes.
Las uñas de Amelia, sin previo aviso, sostienen las mejillas de la segunda y las aprieta con fuerza.
─Así de miserable me hiciste sentir, así de pequeña e insignificante ante todo tu reino. ¡Mírame, yo también puedo gobernar, Denylla!
─¡¿De qué hablas?!
─Ah, cállate. Ya no interesa ─musitó, regresándola al piso.
─Después de matarme, dividirte el poder y los terrenos con Lexter para crear descendientes de cada lado, mi raza comenzó a resurgir ¡y por eso creaste la masacre!
─No fue tan fácil, querida. Me diste mucho trabajo ─se burla─. Yo no permitiría que se adueñaran del territorio y mucho menos que tú regresaras por ese maldito decreto que hiciste, así que decidí eliminarlos pero... ¿Qué pensaría el pueblo? Como reina estaba en todo mi derecho para dar un chasquido y borrarlos del mapa, sin embargo a mis súbditos les hubiera dado desconfianza y no me convenía que las Criartarks y Criazus se volvieran en mi contra.
─No tenías porque hacer esto.
─¡Claro que sí! Pasaron siglos desde tu muerte, tuve que aguantarme a tus plagas un largo tiempo, hasta que Lexter sin darse cuenta, me dió la mejor idea del mundo con el nacimiento de esos dos bastardos ─Danielle se percata que habla de Leonardo y Catalina─, debía tener una hija y así tu regresarías en ella, podría romper ese hechizo, te asesinaría de una vez. Después de todo, Lexter y yo fuimos quienes te quitaron tu esencia, si ambos teníamos un infante tú ibas a volver, era lógico.
─Pero lo que no te esperabas era ese portal, nun─
─Obvio lo esperaba ¿Y sabes por qué? ─Amelia hace un ademan relajado.
Su mofa crece de oreja a oreja.
─Porque yo fui quien creó el portal.
Danielle abre los ojos de tal manera que sus pupilas se ven a la perfección.
─Te sorprendí ─carcajea.
Es absurdo, ¿por qué Amelia crearía una amenaza para su propio imperio?
─Si iba a matarte, me aseguraría de hacer lo mismo con todos los tuyos, así que cuando naciste creé una abertura pequeña en la frontera sin que nadie supiera. A medida que crecías supuse que recordarías todo y ahí procedería con mi plan, entonces mantuve en crecimiento el portal al mismo ritmo que el tuyo. Los pueblos se encariñaron con "el bebé de los reyes" y también con los Raimbarks, tal como quería.
─Pero...
─Te culpe del portal. Mi intención era que tu murieras y después diría que "los Raimbarks son los culpables, ellos crean un desequilibrio". Todos creyeron la historia de su reina y estuvieron a favor de proteger sus hogares, todos comenzaron a aborrecer a tus híbridos y justo cuando iba a terminar con esto, huiste. ¡Ah, Denylla fue lo mejor que pudiste haber hecho! Me diste el pretexto perfecto para mandarlos a ejecutar, bastó decir que en vez de una hija tuve un hijo, y cualquier Raimbark sería asesinado por igual. Hombres por sospechosos y mujeres para evitar el nacimiento de más riesgos; Lexter jamás supo de mi plan. Creyó que yo quería una bebé para "tener una familia" y cuando lo convencí de cambiar tu género en mi relato le dije que solo quería protegerte, aunque tenía en claro lo que eras.
─Tú... ─la patada de Amelia le hace salir volando a una armadura decorativa que se desarma por el choque del cuerpo.
No razona al segundo de sostener la espada de la misma y enderezar su postura tanto como puede, por primera vez está decidida a luchar por su propósito, no le interesa qué fue antes, es lo que siente ahora y va a cumplir su promesa sea como sea.
─Yo solo deseaba ayudarte y ¿qué me diste a cambio, eh? ¡Nada, nunca me diste nada!
─¡N-no sé a qué te refieres!
La mujer alza su dedo índice donde se crea una enorme bola de energía amarillenta con sus palabras extrañas.
─¡Detente, Amelia!
─Esta es mi venganza, Denylla. Voy a anular tu decreto, te mataré y reconstruiré un nuevo mundo donde ninguno como tú exista...
Rhosa sube los escalones del castillo, de dos en dos, la respiración se le corta, ¡debe apresurarse!
Las suplicas vanas del gentío en los prados hacen una melodía dolorosa, tienen miedo por lo que les está sucediendo.
Jasges se sobresalta al ver una peliroja acercarse desenfrenada al cuarto del trono y con una sonrisa enorme la recibe en sus brazos.
─¡Rhosa! ¡Nos quitarán el cargo! ¡Ya encontré a...!
─¡Debemos detenerla, Jasges! ─exclama asustada─. ¡Esa chica no tiene nada que ver!
─¡¿Eh?!
─¡Amelia es la responsable del portal!
Una presencia enorme se revela por el mismo camino que acaba de cruzar la Illasionist, un hombre de ojos tristes y pasos pesados queda quieto en la mitad de su misión.
─Rey Lexter ─el masculino traga grueso, intimidado.
─Déjame pasar, ahora.