Cerraron la puerta tras de sí una vez que todos estuvieron dentro.
las lámparas de gas, pasadas de moda, volvieron a la vida, lanzando una luz parpadeante a lo largo de todo el pasillo. Era como Annie lo recordaba: extraña, tenebrosa, las filas de cabezas de elfos caseros en la pared lanzando sombras extrañas escaleras arriba. Unas largas cortinas oscuras ocultaban el retrato de la madre de Sirius. Lo único que estaba fuera de lugar era el paraguero con forma de
pierna de troll, que estaba estando tendido de lado como si Tonks acabara de chocar con él.
-Creo que alguien ha estado aquí -cuchicheó Hermione, señalándolo con el dedo.
-Eso podía haber ocurrido cuando la orden partió -murmuró Ron en respuesta.
-¿Pero dónde están los sortilegios que pusieron contra Snape? -preguntó Harry.
-A lo mejor solamente se activan si aparece -sugirió Ron.
Annie temía avanzar unos pasos más.
-Bueno, no podemos quedarnos aquí para siempre- dijo Harry, y dio un paso adelante.
-¿Severus Snape?- susurró la voz de Ojoloco Moody en la oscuridad, haciendo que los tres saltaran hacia atrás aterrados.
-¡No somos Snape!- gruñó Harry, antes de que una especie de aire frío se abalanzara sobre y su lengua se enrollara sobre sí misma, haciéndole imposible hablar. Antes de que tuviera tiempo de sentirla dentro de su boca, sin embargo, su lengua se había desenrollado otra vez.
Annie inspiró hondo recargándose contra la puerta. Aquella sensación había sido horrible y se estremecía de sólo pensarlo. Se separó de la puerta y dio otro paso hacia delante.
Algo se desplazó entre las sombras al fondo del vestibulo, y antes de que ninguno de ellos pudiera decir una palabra, una figura se alzó de la alfombra, alta, de color polvo, y terrible; Hermione y Annie gritaron y lo mismo hizo la Señora Black, sus cortinas que se abrieron; la figura gris planeó hacia ellos, más y más rápido, el pelo, que le llegaba hasta la cintura, flotando tras ella, la cara hundida, sin carne, con las cuencas de los ojos vacías: horriblemente familiar, terriblemente alterada, levantó un brazo descarnado, señalando a Harry.
-¡No! -gritó Harry, y aunque había levantado su varita no se le ocurrió ningun hechizo, a la vez que atraía a Annie hacia sí-. ¡No! ¡No fuimos nosotros! No te matamos...
Tras la palabra matamos, la figura explotó en una gran nube de polvo.
Annie tosió intentando recuperar el aire mientras se aferraba al pecho de Harry, temblando y con ojos llorosos. El azabache la rodeo con sus brazos, Annie pudo notar que él también temblaba.
El polvo se arremolinó alrededor de Harry como si fuera niebla, a la luz azul de las lámparas de gas, mientras la Señora Black seguía gritando.
-¡Sangresucia, mugre, manchas de deshonor, manchas de vergüenza sobre la casa de mis padres...!
-¡CÁLLATE! -gritó Annie y la apuntó con la varita con enojo, cerrando sus cortinas y todo volvía a estar en silencio. Annie volvió a colocar su cabeza en el pecho de Harry, intentando regular su respiración.
-Eso... Eso ha sido... -gimió Hermione, mientras Ron la ayudaba a ponerse en pie.
-Sí -dijo Harry-, Pero no era realmente él, ¿no? Sólo algo para asustar a Snape.
Annie ya más calmada, se separó de Harry y se giró hacia el fondo del pasillo. Alzó la varita.
-Homenum revelio -dijeron las voces de Annie y Hermione.
Nada ocurrió.
-Bueno, acabas de sufrir un gran shock -dijo Ron generosamente-. ¿Qué se supone que debería haber
hecho eso?
-¡Hemos hecho lo que le he dicho que hiciéramos! -dijo Hermione algo enojada-. ¡Era un hechizo para revelar la presencia humana, y no hay nadie aquí excepto nosotros!
Annie negó.
-Será mejor que subamos -sugirió. Los tres asintieron mientras Annie agitaba la varita y encendía las lámparas de gas. Llegaron hasta la sala y estaba sumamente fría. Annie colocó amuletos de calor lo mejor que pudo. Ron fue hasta la ventana y abrió las cortinas.
-No veo a nadie ahí fuera -informó-. Y uno pensaría que si Harry tuviera todavía un Rastro sobre él, nos habrían seguido hasta aquí. Sé que no pueden entrar en la casa, pero... ¿Qué pasa, Harry?
Harry había dado un grito de dolor, su cicatriz había ardido cuando algo destelló cruzando su mente como una luz brillante sobre el agua.
Annie corrió inmediatamente hacia él y le tomó el rostro con ambas manos.
-¿Qué has visto? -preguntó Ron, avanzando hacia Harry.
-¿Le viste en mi casa?
-No, sólo sentí su cólera... está realmente enfadado.
-Pero eso podía ser en la Madriguera -dijo Ron en un tono fuerte- ¿Qué más? ¿No viste nada? ¿Estaba maldiciendo a alguien?
-No, sólo sentí la cólera ... No podría decir...
Annie recargó su frente contra la de Harry, cosa que pareció calmarlo un poco.
-¿Tu cicatriz, otra vez? ¿Pero qué está ocurriendo? ¡Pensaba que la conexión estaba cerrada!
-Lo estuvo, durante un tiempo, -farfulló Harry; la cicatriz todavía le dolía, lo que le hacía difícil concentrarse, pero desde que Annie lo había tocado, el dolor había disminuido-. Creo que ha empezado a abrirse otra vez siempre que pierde el control, cómo solía...
-¡Pues entonces tienes que cerrar tu mente! -dijo Hermione estridentemente-. Harry, Dumbledore no quería que usaras esa conexión, quería que la cerraras ¡Por eso se supone que tenías que usar la Oclumencia! Si no, Voldemort podría introducir ideas falsas en tu mente, recuerda...
-Hermione, basta, por favor -pidió Annie haciendo a Hermione callarse. Harry suspiró.
Annie lo miró pero él tenía sus ojos cerrados. Se acercó y depositó un suave beso en sus labios que pareció calmarlo aún más. Se separaron y Harry abrió los ojos.
De repente, Hermione chilló y Annie se dio la vuelta rápidamente empuñando su varita.
Un Patronus de plata pasó a través de la ventana de salón y aterrizar sobre el suelo enfrente de ellos, donde se solidificó en una comadreja que hablaba con la voz del padre de Ron.
-La familia está a salvo, no respondan, nos vigilan.
El Patronus se disolvió en la nada. Ron soltó un ruido entre un gemido y un quejido y se dejó caer en el sofá. Hermione se reunió con él, tomándole del brazo.
-Están bien, están todos bien -murmuró, y Ron medio se rió y la abrazó. Annie sintió que un peso se elevó de sus hombros.
-Sacaré los sacos de dormir para que podamos descansar -dijo Annie soltando un suspiro y rebuscando en su bolsa, observando como Harry salía de la habitación.
Annie preparó todo para que pudieran irse a dormir. Ron y Hermione saltaron a sus sacos y se quedaron dormidos casi al instante. Annie se había sentado frente a la ventana, vigilando un poco aunque no era necesario. La gente pasaba y todo parecía estar bastante tranquilo.
Sintió unas conocidas manos en su cintura, relajándola casi al instante. Se recargó contra Harry.
-Vi a Draco.
Annie se giró, pidiéndole más información.
-Ya-sabes-quién estaba con él. Le pedía que asesinara a unas personas -dijo con un suspiro. Annie se mordió el labio preocupada.
-Necesitamos sacarlo de ahí -se lamentó Annie. Harry la estrechó más fuerte contra sí.
-Lo haremos. De alguna u otra manera.
...
Annie abrió un poco los ojos cuando sintió un leve movimiento. Harry había despertado y trataba de acomodarse sin despertarla. Volvió a cerrar los ojos, sólo unos momentos. Se sentía cansada.
Sintió una suave presión en su frente, seguido de unas caricias a su cabello. Sonrió y se movió un poco, logrando depositar un beso en la mandíbula de Harry. Lo sintió sonreír.
-Buenos días -susurró Annie.
-Buenos días. Quería explorar un poco la casa. ¿Quieres venir o vas a dormir otro rato? -le preguntó aún sin soltarla.
-Te acompañaré.
Ambos se levantaron del suelo y Annie se estiró. Ron y Hermione aún dormían. La castaña se abrazó a si misma por el frío. Olvidó volver a poner los amuletos de calefacción por la noche. Se agachó tomando su varita y la agitó, sintiendo como alrededor se calentaba de una manera agradable.
Annie y Harry se dirigeron a las escaleras. En el segundo descansillo estaban las habitaciones en las que se habían quedado en su quinto año. Parecía que alguien las había registrado, pues estaba todo fuera de lugar y desordenado.
Continuaron subiendo las escaleras hasta que llegaron al último descansillo donde solo había dos puertas. La que estaba frente a él llevaba una placa con la inscripción Sirius. Abrió la puerta, sosteniendo la varita en alto para extender la luz lo máximo posible. La habitación era espaciosa y en algún
momento debía haber sido elegante. Había una gran cama con una cabecera de madera labrada, una alta ventana oscurecida por largas cortinas de terciopelo y un candelabro densamente cubierto de polvo con restos de vela todavía descansando en sus soportes, y cera sólida colgando que había dejado regueros como escarcha. Una fina capa de polvo cubría los cuadros de las paredes y la cabecera de la cama; una tela de araña se extendía entre el candelabro y la parte de arriba del gran armario de madera.
Annie miró todo a su alrededor. Había carteles pegados en las paredes, desgastados.
Se acercó a la única fotografía en movimiento que había en la pared. Cuatro estudiantes sonreían y reían a la cámara. Miró con detenimiento a cada uno. Sintió una ligera presión en el pecho al ver a Remus ahí junto a su padre mientras reía. A su lado, el padre de Harry reía con ellos. No pudo evitar sonreír al verlo y mirar de reojo a su novio, que al parecer veía lo mismo que ella. No se molestó en mirar al último integrante, no merecía la pena.
Observó como Harry trató de despegar la foto, sin éxito.
-¿Quieres ayuda? -le preguntó acercándose. Había leído que este tipo de hechizos se revertían cuando se les enviaba flujos de magia, pero sólo por personas autorizadas por el dueño, por lo que Annie lo intentó.
Al segundo intento, pudo despegar la foto de la pared y le sonrió orgullosa a Harry. Él le besó la frente, agradecido.
Annie se giró y fue en dirección a la ventana. Lanzó un hechizo de limpieza a las cortinas y las abrió, revelando el sol. Las motas de polvo se podían distinguir en el aire y Annie agradeció el que no haya doxys por toda la habitación.
-Amor.
Annie se giró y observó como Harry estaba sentado en la cama con algo en sus manos. Se sentó a su lado y el azabache le pasó los papeles.
Querido Canuto
¡Gracias, gracias, por el regalo de
cumpleaños de Harry! Fue su preferido de lejos. Apenas tiene un año y ya se eleva rápidamente sobre la escoba de juguete, se le veía tan complacido consigo mismo. Te adjunto una fotografía para que lo veas. Sabes que solo se eleva unos dos pies del piso pero casi mata al gato y destrozó un jarrón horrible que Petunia me envío por navidad (no me quejo de esto). Por supuesto que James creyó que había sido muy gracioso, dice que va a ser un gran jugador de Quidditch, pero tendremos que guardar todos los adornos y asegurarnos de no apartar los ojos de él mientras está en ello.
Tuvimos un muy tranquilo té de cumpleaños, solo nosotros y la vieja Bathilda que siempre
fue muy dulce con nosotros y se le cae la baba con Harry. Sentimos tanto que no pudieras venir, pero la Orden tiene que ser lo primero, y de cualquier forma ¡Harry no es lo bastante mayor como saber que es su cumpleaños! James se siente un poco frustrado por estar aquí encerrado, trata de no demostrarlo pero yo puedo verlo... además Dumbledore todavía tiene su Capa de Invisibilidad, así que no tiene posibilidad de hacer ni una pequeña excursión.
Si pudieras visitarnos, eso le alegraría muchísimo Colagusano estuvo aquí el fin de semana pasado. Me pareció que estaba triste, pero probablemente fuera por lo de los McKinnons; lloré toda la noche cuando me
enteré.
Bathilda nos visita casi todos lo días, es una viejecita fascinante que cuenta historias de lo más fantásticas acerca de Dumbledore. ¡No estoy segura de si a él le agradaría mucho si se enterara! De hecho, no se cuanto creerle, porque parece increíble que Dumbledore
Ahí acababa. Era la prueba de que Lily Potter había vivido, plasmada ahí. Levantó la vista hacia Harry, que tenía algunas lágrimas acumuladas en sus ojos. Acercó su mano a su rostro y el chico cerró los ojos, apoyándose en aquel tacto. Una lágrima resbaló por su mejilla, que Annie se encargó de limpiar con cariño.
La castaña miró hacia abajo y se encontró con una fotografía rasgada. Se agachó y sonrió enternecida.
Un bebé de cabello negro se elevaba rápidamente dentro y fuera de la fotografía en una pequeña escoba, rugiendo de risa, y un par de piernas que debían pertenecer a James lo perseguían.
-Eras muy bonito -le susurró Annie para no romper la atmósfera de tranquilidad. Miró hacia arriba, a aquellos ojos verdes que tanto amaba- lo sigues siendo.
Harry sonrió y se inclinó, juntando sus labios.
que emocionante, se acerca de todo JSJSJS