10. Mundungus

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Annie estaba cocinando un poco, pero se sobresaltó cuando una masa de extremidades apareció de la nada retorciéndose junto a Harry.

Tomó su varita y lo apuntó.

-Kreacher ha vuelto con el ladrón Mundungus Fletcher, Amo.

Mundungus luchó por levantarse y sacó su varita.

-¡Expelliarmus! -exclamó Annie, haciendo volar su varita y atrapándola.

Con los ojos salvajes, Mundungus se lanzó hacia las escaleras; Ron le hizo un placaje y Mundungus golpeó el suelo de piedra con un crujido amortiguado.

-¿Qué? -gritó a voz en cuello, retorciéndose en su intento por liberarse del agarre de Ron-. ¿Que he hecho? Mandarme a un sangriento elfo doméstico, ¿a qué estás jugando, qué he hecho?, suéltame, suéltame o...

-No estás en posición de formular amenazas -dijo Harry. Lanzó a un lado el periódico, cruzó la cocina en unas pocas zancadas, y se puso de rodillas junto a Mundungus que dejó de luchar aterrado. Ron se levantó, jadeando, y Annie observó como Harry apuntaba su varita deliberadamente hacia la nariz de Mundungus.

Annie se acercó despacio sin dejar de apretar firmemente su varita.

-Kreacher se disculpa por la tardanza en traer al ladrón, Amo -croó el elfo-. Fletcher sabe como evitar la captura, tiene muchos escondrijos y cómplices. No obstante, Kreacher atrapó al ladrón al final.

-Lo has hecho realmente bien, Kreacher -dijo Harry, y el elfo hizo una reverencia.- Bueno, tenemos unas cuantas preguntas para ti -dijo Harry a Mundungus, que gritó al instante.

-¿Me entró el pánico, vale? Nunca quise ir para empezar, sin ofender, colega, pero nunca me ofrecí voluntario para morir por ti, y era el mismísimo Quien-tu-ya-sabes el que venía volando hacia mí, todo el mundo se largaba, dije todo el rato que no quería hacerlo...

-Para tu información, el resto de nosotros no Desapareció -dijo Hermione.

-Bueno, entonces son unos malditos héroes, ¿verdad?, pero yo nunca fingí presentarme voluntario para que me mataran...

-No estamos interesados en por qué dejaste en la estacada a Ojoloco -dijo Harry, moviendo su varita un poco más cerca de los ojos perrunos e inyectados de sangre de Mundungus-. Ya sabíamos que eras un pedazo de escoria indigno de confianza.

-Bueno entonces, ¿por qué me mandas elfos domésticos? ¿O esto va de las copas de nuevo? No tengo ya ninguna de ellas, o te las habría dev...

-Cállate y escucha -demandó Annie cansada.

La varita de Harry estaba ahora tan cerca del puente de la nariz de Mundungus que Mundungus bizqueaba intentando mantener la vista fija en ella.

-Cuando limpiaste esta casa de cualquier cosa de valor. -Empezó Harry, pero Mundungus le interrumpió de nuevo.

-A Sirius no le interesa nada de esta basura...

Se produjo un sonido de pies corriendo, un destello de cobre brillante, un resonante clang y un grito de agonía. Kreacher había ido corriendo hacia Mundungus y le había golpeado en la cabeza con una cacerola.

-Quítamelo de encima, quítamelo de encima. ¡Deberían encerrarlo! -gritaba Mundungus, acobardado cuando Kreacher alzó de nuevo la pesada cacerola.

-¡Kreacher, no! -gritó Annie.
Los flacos brazos de Kreacher temblaban por el peso de la cacerola, todavía sostenida en alto.

-¿Quizás solo un poco más, Ama Annie, por suerte?

Annie y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora