RECUERDOS TRASCENDENTALES

By ReneIG

2.1K 126 44

Combinando magistralmente escenas y espacios de los siglos XVI, XX, y XXI viajaremos por México y Europa para... More

INTRODUCCION
PARTE I. CAPÍTULO I. Veracruz, 1532.
PARTE I. CAPÍTULO II. Los guajolotes
PARTE I. CAPÍTULO III. Arribo de la flota y salida rumbo a La Habana
PARTE I. CAPÍTULO IV. Cuba
PARTE I. CAPÍTULO V. El misterio de las Bermudas
PARTE I. CAPÍTULO VI. Mejoran las relaciones a bordo
PARTE I. CAPÍTULO VII. Arribo a España
PARTE I. CAPÍTULO VIII. El que se va de Sevilla pierde su silla
PARTE I. CAPÍTULO IX. Intento de acercamiento con la corte imperial
PARTE I. CAPÍTULO X. El encuentro con Ignacio de Loyola
PARTE I. CAPÍTULO XI. La Guadalupana en París
PARTE I. CAPÍTULO XII. La pronta partida de París
PARTE I. CAPÍTULO XIII. De Paris al Tirol
PARTE I. CAPÍTULO XIV. A las faldas de los Alpes.
PARTE I. CAPÍTULO XV. Innsbruck, la capital imperial
PRESENTACIÓN Y PRÓLOGO DE LA SEGUNDA PARTE
PARTE II. CAPÍTULO XVI. Un mensajero engendrado
PARTE II. CAPÍTULO XVII. Tepoztlán 1940
PARTE II. CAPÍTULO XVIII. Guadalajara 1963
PARTE II. CAPÍTULO XIX. Madrid
PARTE II. CAPÍTULO XXI. México
PARTE II. CAPÍTULO XXII. La búsqueda de mi objetivo en la vida
PARTE II. CAPÍTULO XXIII. La recuperación de mi memoria
PARTE II. CAPÍTULO XXIV. México de mis recuerdos
PARTE II. CAPÍTULO XXV. Un político con tacha
PARTE II. CAPÍTULO XXVI. El vórtice
PARTE II. CAPÍTULO XXVII. El boicot
PARTE II. CAPÍTULO XXVIII. El mensajero
PARTE II. CAPÍTULO XXIX. El destino fatal del sujeto idóneo
PARTE II. CAPÍTULO XXX. Fin del relato
EPÍLOGO

PARTE II. CAPÍTULO XX. Mi tío jesuita

17 2 1
By ReneIG

   Esperamos a los mejicanos sentados en sillas que colocamos en la banqueta.

Llegaron a bordo de un taxi mucho tiempo después de que mi paciencia se había agotado.

Bajaron sonrientes, se les veía fatalmente cansados y no tuve problema para identificar al tío Miguel porque se parecía mucho a mi padre.

Mi abuela se apresuró a abrazarlo. No se conocían pero resultaba claro que habían estado esperando ese momento por siempre, no hubo palabras, solo un largo abrazo y lágrimas de los dos, tras ese instante en que el mundo se detuvo mi abuela rompió el silencio para decir.

- ¿Cuándo me traes a tus padres?

- Pronto tía, en eso estoy. Quiero traerlos en cuanto no exista ningún peligro.

- Pues ve que así sea y bueno... no me permitas ser desatenta con tu amigo...

- Eh no, no señora –dijo el acompañante de mi tío-, estoy muy agradecido por haberme permitido atestiguar este encuentro y créame que yo prefiero que haga de cuenta que no estoy, que ya me doy por bien atendido con solo ser partícipe de este feliz momento.

- ¿Pero es que sois así de educados todos en Méjico?, pero no mire, déjeme darle la bienvenida que sin duda es usted muy bienvenido, no faltaba más, mire, este es mi hijo, ella mi nuera y este mi nieto Juan José.

Los dos recién llegados nos recorrieron con la mirada y mi tío empezó a saludar a todos con un abrazo iniciando por mi padre, quien era su primo. El visitante hizo lo mismo, pero saludando solo de mano, cuando toco mi turno me dijo, yo soy Juan Ignacio Rojas Fernández y me gustaría que me llames solo Juan.

- Pues yo soy Juan José Egúsquiza García para servirle.

- Somos tocayos entonces, ¿no?

- Pues si usté lo dice –Respondí cohibido-

- Y bien que sí –recalcó-, ¿te puedo llamar tocayo?

- Y sí, claro.

- Bueno, pero entonces tú también me debes decir tocayo. ¿De acuerdo?

- Vale.

Mi abuela tomó del brazo a Miguel para conducirlo a su casa y con una radiante sonrisa y un guiño le pidió a su amigo que se les uniera, así que con la abuela por delante escoltada por los mejicanos nos metimos en procesión a la corrala.

Ya en la casa el tío Miguel sacó de su maleta una bolsa con un montón de fotos de la familia de Méjico, y la abuela volvió a llorar de alegría con cada imagen.

- ¿Cuántos hijos tiene tu hermano?

- Cuatro, mire.

- ¿Y viven en Guadalajara?

- Sí, y también yo vivo en Guadalajara.

- Pero dime Miguel, y tú ¿en qué trabajas?

- Pues yo administro un colegio de la Compañía de Jesús.

- Pero ¿cómo?, trabajas para los curas.

- Sí tía, pero me temo que es peor que eso... soy cura jesuita.

- ¡Santa Virgen de Begoña!, ¿eres cura?

- Sí.

- ¿Y tu amigo...? –Dijo la abuela -

Mi tío Miguel miró de frente a mi tocayo y explicó sonriente.

- No, él no, él fue mi compañero de estudios pero no se ordenó.

- ¡Ver para creer! ¿Quién lo iba a decir?... bueno pero... lo que aquí pasó ya pasó, seguro en Méjico todo es diferente, ¡ven a mi brazos Miguel! que los jesuitas siempre han sido los que más me han gustado.

- Y por lo que a nosotros respecta tampoco hay problema –dijo mi padre con seriedad -, aquí Juan José está con los jesuitas en el colegio, que le han dado beca y pues bueno, a que negar... es la mejor escuela, lo que sí te digo es que yo soy anticlerical y no asisto a misa, así que quien puede tener alguna reserva puedes ser tú que no yo.

- Pues no, yo tampoco, ¿te pidieron alguna condición para aceptar a tu hijo en el colegio?

- No.

- Pues ahí tienes, lo importante es que seas hombre de bien y respetes los mandamientos, que lo de ir a misa... pues... ya iras, cuando te deje de doler lo que aquí hicieron muchos curas.

- Entonces ¡A festejar –Dijo mi padre-, que toda mi vida he estado esperando este momento!

En diciendo esto empezó a servir vino en unos vasos de cristal cortado que yo no había visto antes.

De repente empezaron a llegar algunos vecinos con comida y más vino. Al poco ya había guitarras y cantos que se dejaron escuchar hasta las tres de la madrugada.

A mí me permitieron desvelarme porque era sábado y tendría el domingo para reponerme, sin embargo la emoción de tener dos visitantes de Méjico no me permitió quedarme en la cama más allá de las ocho de la mañana y aún modorro salí al patio para desperezarme con la frescura de ese día de fines de invierno.

Ahí me encontré con mi tocayo, todo ojeroso pero de muy buen talante.

- ¡Quiubo tocayo!

Me dijo, y por el tono y modo sentí que estaba viendo una película mejicana.

- Pos quiubo manito –le dije tratando de no cambiar de estilo-

- No creí que alguien más se despertaría tan temprano –respondió mi tocayo-

- Pues tengo sueño, pero ya me botó la cama.

- Pues eso es bueno porque me permite platicar contigo un poco. Ayer eso no fue posible.

- Pues no, con lo que hablan mis padres y mi abuela, cualquier día hubiera podido yo abrir la boca.

- ¡Son fantásticos!, ¡todos ustedes lo son!, ¿sabes?, son mucho mejores de lo que imaginé.

- Pues gracias, pero bueno, ahora que podemos platicar ¿de qué platicamos?

- Pues mira, no tengo un tema en especial, pero sí quiero decirte que no sé porque extraña razón siento que tú y yo debemos ser amigos, muy buenos amigos, hay algo en ti... una energía interna... que bueno, no sé como explicártelo... ¿has escuchado que la energía interna de cada quién se ve en una luz que rodea el cuerpo?

- Sí, un amigo hindú algo me ha platicado, pero yo siempre me he reído, ¿existe eso?

- Pues bueno, yo he estudiado algo de eso, pero contigo es la primera vez que puedo ver el aura de alguien, la tuya es tan intensa que me hace estar seguro que estás predestinado para grandes cosas.

- ¿Y que se supone que tengo que hacer ahora?, ¿le doy gracias a la Virgen de Begoña de mi Abuela o la Virgen del Pilar de mi madre?

- No es necesario nada de eso, solo sigue siendo lo que eres, pero yo sí daré gracias a Dios por haberte encontrado y le pediré que me permita seguir de cerca tu desarrollo y ayudar a que encuentres tu misión en la vida, cualquiera que sea.

- ¿Mi misión en la vida?

- Sí, todos tenemos una misión y aunque en general la vida nos lleva de la mano a cumplir esa misión sin que nos demos cuenta, siempre es conveniente hacer el esfuerzo por conocerla para que todo resulte más fácil.

En ocasiones, cuando la misión es muy importante Dios da la oportunidad de aceptar o no el compromiso.

Siento que tu misión es de esas, y un día tendrás que decidir si cumplirla o no.

- Pero, usted me dijo que me ayudaría a encontrar mi misión en la vida.

- Y lo haré, el primer paso es que te conozcas a ti mismo, que aprendas a ver dentro de ti y ahí encuentres tu misión.

- ¿Cómo se hace eso?

- Es muy sencillo y al mismo tiempo es difícil de entender, precisamente por lo sencillo.

- ¿O usted es enredado para hablar o es que soy muy pequeño para entender?

- ¡Ja!, perdón, tengo la mala costumbre de ser enredoso, pero mira, trataré de no hablar así. El punto es que para conocerte a ti mismo solo debes darte el gusto de hacer lo que deseas... lo que es bueno para ti, pero claro, debes asegurarte de que lo que deseas no le haga daño ni a ti ni a otras personas. ¿Entiendes?

- Creo que sí, pero... ¿cómo saber si lo que deseo es bueno o malo?

- Pues es realmente fácil, si no va en contra de ninguno de los diez mandamientos es bueno.

- Pues entonces es solo de ser buen cristiano ¿o... qué?, ¿quiere usted que yo sea sacerdote?

- Nóooo, de eso nada, ¿qué no oíste ayer que yo mismo no quise tomar los hábitos?, yo nunca desearía para ti algo que no consideré adecuado para mí, sin embargo ese no es el punto, porque ser sacerdote podría ser lo adecuado para ti como lo fue para tu tío Miguel, pero en esas cosas no es válido que nadie opine ya que cada persona debe decidir por sí misma.

- Sí, eso me lo han dicho en el colegio.

- ¿Lo ves?, esto es sencillo, sigue tus sueños, respeta los mandamientos y piensa antes de hacer, así podrás encontrarte a ti mismo.

- Queda claro, pero... creo que ya... ¿es válido soñar que una niña se quite la ropa para que yo la vea?

- ¡Ese es un buen ejemplo para hacer una prueba!, veamos ¿qué edad tienes?

- Doce años, los cumplí en mayo.

- ¿Crees que soñar con una niña es malo para ti?

- Pues... verla desnuda es pecado ¿no?

- Pues no, yo digo que no, al menos que lo hagas contra su voluntad, sigamos, ¿es malo para ella?

- Pues si ella quiere no.

- De acuerdo, ¿hay en ese sueño algo en contra de los mandamientos?, por ejemplo... ¿con ese sueño honras a tu padre y a tu madre?

- Pues no.

- ¿Los deshonras?

- Pues tampoco.

- ¿Deshonra ella a sus padres?

- Pues... creo que sí.

- ¿Por qué?

- Pues porque... porque está mal... esta mal, ¿no?

- Pues mira, lo que pasa es que no estamos acostumbrados a mostrar nuestra desnudez en público, y por lo general a las personas que nos quieren, nuestros papás, nuestros amigos, les parecería mal que de repente saliéramos sin ropa a la calle, pensarían que les estamos faltando al respeto y que no nos tenemos respeto. Pero en familia, o entre un hombre y una mujer que son adultos la desnudez no es mala, porque no se lastima ni se ofende a nadie.

Los pequeños, niñas y niños, cuando empiezan a crecer sufren cambios en su cuerpo que son muy bonitos y muy importantes, pero al tiempo que crecen, antes de compartir su desnudez y su cuerpo tienen que aprender a respetarse y respetar lo que piensan las personas que los quieren, de entre esos principalmente sus padres.

Tú como hombrecito tienes que respetar a las niñas y darles la oportunidad de que aprendan a respetarse, no es correcto decir que como ella está de acuerdo es su problema, porque para que algo sea bueno no deben dañar a otras personas. ¿Te queda más claro todo esto?

- Pues sí... creo que sí... pero tengo que seguir pensando...

- Eso es lo que tienes que hacer, ese es el camino.

En ese punto yo me quedé callado y pensativo; ya no tuve oportunidad de retomar el tema porque mi madre entró en escena.

- ¡Buen día Juan!, ¿durmió bien lo poco que durmió? –Preguntó mi mamá a mi tocayo-

- Sí, gracias, muy bien, pero opté por no dormir más para no desordenar mi sueño de hoy y estar listo para la jornada de mañana y los siguientes días.

- ¿Durará toda la semana?

- No, solo hasta el miércoles, de ahí en adelante tendremos tiempo para conocer algo de Madrid y sus alrededores.

- Eso se oye bien porque sería una lástima que se regresaran a Méjico sin conocer nada. ¿No apetece usted algo de comer?

- No señora, gracias, prefiero esperar a que Miguel despierte y me diga sus planes.

- Pues no tendrá que esperar mucho porque ahí viene ¿Ve usted?

Y sí, ahí venía mi tío Miguel con una amplia sonrisa, ojos entrecerrados y rostro pálido.

- Buenos días Miguel, la alegría cansa ¿qué no? -Le dijo mi tocayo -

- La alegría y el vino, que no recuerdo haber tomado tanto en mi vida.

- Pero seguro que tampoco recuerdas tanto gusto por compartir el pan y el vino.

- En eso también tienes razón, ¡que fiestón! y ¡que familión!

- ¡Olé! –Dijo mi madre con gracia de Manola-, que bien que sí, que somos tu familia y que estamos felices de tenerte, pero bien nutrido. Aquí don Juan está esperando que digas si quieres comer algo, ¿qué tal unos callos de esos que trajo Manuela, con un poquitillo de vino y....?

- Para, para, sí, definitivamente sí a los callos, no sé que me pasa, pero tengo un hambre inexplicable a pesar de que ayer comí como en mi vida lo había hecho.

- Ni hablar, quédense aquí que en un momentico les preparo todo.

- Gracias Pilar, ¿y tu marido?

- Roncando a pierna suelta, ese vendrá abriendo los ojos en no menos de una hora. La que ya se levantó hace buen rato es tu tía, que ya se fue a la iglesia a dar gracias a la virgen por haberte conocido.

- ¿Tú la viste?

- No, ella me lo dijo anoche, estaba feliz y dijo que tenía que ir a agradecer por la bendición de que finalmente te conoció.

- Pues entonces quisiera ir a su encuentro y traerla a que almorcemos juntos. ¿Tú me puedes llevar Juanillo?

- Y claro, es aquí bien cerca.

- Juan ¿te gustaría acompañarnos?

- Sí, por supuesto.

- Vayan entonces con Dios –Concluyó mi madre-, para cuando regresen ya estará todo listo para fortalecer el cuerpo.

Así esa mañana tuve una segunda oportunidad de platicar con mi tocayo, aunque en realidad ya no tocamos ni el tema de mis pecados ni el de mi misión en la vida, limitándonos a sellar el trato de mantenernos en contacto.

En los siguientes veintidós años intercambiamos unas quince cartas. Hubo años completos en los que no supimos uno del otro.

Un acontecimiento familiar que no puedo dejar de mencionar, es el de la visita que realizó toda la familia mejicana a Madrid al siguiente año de que conocimos a mi tío Miguel y a mi tocayo.

Eran nueve, mi tío Miguel, sus padres, mi tío Alfonso, su esposa, sus dos hijas y sus dos hijos. Todo fue de apoteosis, mi abuela y mi tía abuela lloraron al tiempo que reían, en realidad todos lloramos y sentimos que la alegría nos brotaba por toda la piel.

No estuvo ahí mi tocayo y precisamente por eso mi tío Miguel se explayó en alabanzas a su persona, así supe que era un hombre de letras muy respetado por la Compañía de Jesús y muy exitoso dando conferencias a ejecutivos de las empresas más importantes de México, pero no fue ese el tema por el que más recuerdo aquel encuentro familiar, sino por la planeación del retorno a España de mi tía abuela y su esposo, para junto con mi abuela regresar a Bilbao.

Yo quedé desolado cuando ese plan se concretó un año más tarde, no entendí como un pasado tan lejano podía arrebatarme a mi abuela, ni por qué Madrid era para ella solo el escondite donde había podido sobrevivir, no su lugar.

Durante los siguientes años mi vida se desarrolló todo lo normal previsible para los jóvenes españoles que atestiguamos el surgimiento de la España post-franquista.

En 1985, cuando cumplí veintiún años y terminé mis estudios en filosofía en la Universidad Complutense, mi barrio de Lavapiés era ya el centro del universo conocido. No había raza ni país que no estuviera representado ahí, por esas fechas, festividades como el ramadán o el año nuevo chino comenzaron a ser tan familiares como la Navidad.

Me había enamorado de una compañera de escuela y tras la graduación decidimos vivir en unión libre en un pequeño piso que rentamos en Lavapiés, pudimos habernos sumado a algún movimiento de "okupas" y no pagar nada, pero para eso hubiéramos tenido que escoger un edificio sin dueños y desde luego deteriorado por la falta de mantenimiento, otra opción era rentar y adherirnos a alguno de los grupos de vecinos que existían para pagar menos renta de la establecida por el dueño del inmueble, pero no lo consideramos correcto porque hubiera implicado seguir nuestro sueño afectando a alguien más.

Todo fue perfecto por un buen tiempo, pero al cabo de cuatro años nuestros objetivos personales nos revelaron distintos rumbos, ella recibió una oferta para dar clases en Barcelona, y yo decidí continuar mis cursos de postgrado en Madrid, así, al seguir nuestros sueños separamos nuestros destinos.

Nunca le dije que sus sueños destruían los míos de tener hijos y hacer huesos viejos a su lado, ella tampoco dijo nada respecto de mis sueños y su efecto en los suyos.

Supongo que los dos asumimos que el sueño profesional era en cada quién más importante que el sueño afectivo.

"... estas letras me salen empapadas en mis incertidumbres y temores"

Escribí a mi tocayo de México.

"Ana María era todo lo que necesitaba para ser feliz, ahora en su ausencia, me siento urgido de redefinirme y he pensado mucho sobre aquello de saber cuál es mi misión en esta vida.

¿Recuerdas nuestra primera conversación hace quince años?

Te agradezco que nunca hayas presionado al respecto y ni siquiera hubieras tocado el punto desde entonces, pero ahora soy yo quien tiene la necesidad de caminar en esa dirección, ¿qué me sugieres?, ¿aún deseas ayudarme?"

La respuesta fue breve y directa:

"Termina tus estudios, continúa dando clases, pero de cursos con alto contenido de temas de desarrollo humano.

Estudia los fundamentos de las religiones modernas y haz un análisis comparativo de sus conceptos de Dios, fe, amor, moral, valores éticos, sexualidad y vida.

Aprende a respirar, a meditar y a equilibrar tu energía interna, practica intensamente durante los próximos seis años.

No hagas ningún intento de regresión.

Planea venir a México en 1996 para quedarte aquí todo un año, para entonces yo estaré viviendo en un lugar ideal para que avances en el conocimiento de ti mismo".

Seguí sus recomendaciones y mientras tanto continué viviendo en Lavapiés.

Durante los siguientes dos años no salí de España, pero el mundo con todo y sus crisis económicas se acercó a mí porque mi barrio continuó llenándose de inmigrantes de todas las culturas, y se hizo más pobre debido a que la economía de los recién llegados era más precaria que la de los vecinos de siempre.

Fuera de mi barrio en el resto de Madrid tomó fuerza una conseja popular y añeja que rezaba que "de Tirso para abajo solo hay putas y maleantes", y aunque Lavapiés nunca fue ni ha sido merecedor de esa sentencia, fue desafortunadamente cierto que desde principios de la década de los ochenta se había iniciado un proceso de deterioro de la seguridad y la armonía de la que estábamos orgullosos.

Un buen día caí en cuenta de que ya había desaparecido la costumbre de los vecinos de sacar las sillas a la calle y hacer tertulia todas las tardes. "Ya nada es como antes", comentaba mi madre.

Empecé también a tomar conciencia de que mi barrio ya era un barrio peligroso, así que me dispuse a que antes de salir para México tenía que sacar a mis padres de ahí, pero me encontré con la férrea decisión de los dos de quedarse para siempre en Lavapiés, contra viento y marea. "Hemos vivido peores momentos".

Algo que continuó siendo parte importante y distintiva de mi barrio fue la actividad cultural y los movimientos integracionistas, yo mismo me sumé a una asociación de corralas para trabajar en la búsqueda de soluciones de los problemas comunes.

Pero Lavapiés no lo fue todo para mí en esos seis años, ya que durante los últimos cuatro tuve la fortuna de ser profesor o conferencista invitado en varias universidades extranjeras, así que finalmente logré visitar Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Bélgica, Alemania del Este, Austria e Italia.

Mi siguiente objetivo fueMéxico, y en ello me empeñé muy especialmente.

Continue Reading

You'll Also Like

LA LEYENDA By Patricia01234

Historical Fiction

170K 22.8K 90
EL RENACIMIENTO DE LA EMPERATRIZ ENVENENADA Total Capítulos 551 (novela original) Sinopsis Después del renacimiento, Shen Liang parecía un ser celest...
5.3K 1.4K 52
¿Recuerdas alguno de tus amores de preparatoria? Mi abuela siempre decía que los amores de preparatoria eran inocentes y una parte importante de nues...
Cerca del Cielo By JanPao20

Historical Fiction

86.7K 5K 24
En la época de las cruzadas, guerras y falsedades, hubo alguien que quiso mantener la paz por encima de la guerra: el rey de Tierra Santa, aquella ti...
175K 28.9K 110
Título en español: La amada emperatriz del tirano. Título original: 暴君的宠后[重生] Título corto: TBE Autor: 绣生, Xiu Sheng. Capítulos: 135 + 3 extras. Esta...