[Saga West] RAMÉ #1 [YA EN AM...

Av desirealba

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La granja West no era dónde las hermanas Haley planeaban pasar un caluroso verano. Su madre había conocido al... Mer

PRIMERA PARTE
1. Bambi
2. Leo
3. Bambi
4. Leo
5. Bambi
6. Leo
7. Bambi
8. Leo
9. Bambi
10. Leo
11; Bambi
12; Leo
13; Bambi
14; Leo
16; Leo
17; Bambi
18; Leo
19; Bambi
20; Leo
21; Bambi
22; Leo
23; Bambi
24; Leo
25; Bambi
26; Leo
27; Bambi
28; Leo
29; Bambi
30; Leo
31; Bambi
32; Leo
33; Bambi
34; Leo
35; Bambi
SEGUNDA PARTE
1; Leo
Me tienes, B.
2; Bambi
3; Leo
4; Bambi
5; Leo
6; Bambi
7; Leo
8; Bambi
9; Leo
10; Bambi
11; Leo
12; Bambi
13; Leo
14; Bambi
15; Leo
16; Bambi
17; Leo
18; Bambi
19; Leo
20; Bambi
21; Leo
22; Bambi
23; Leo
24; Bambi
25; Leo
Epílogo; Bambi.
Historia de Diego West.
RAMÉ EN FÍSICO

15; Bambi

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Av desirealba


Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Sᴇʟᴇɴᴀ Gᴏ́ᴍᴇᴢ ﹣ Vᴜʟɴᴇʀᴀʙʟᴇ

Necesito dormir una semana entera después de las fiestas, pero es imposible con el abuelo de los gemelos aporreando la puerta para que nos levantáramos.

“Es tarde” Había dicho.

¿Tarde? Las siete de la mañana, por el amor de Dios, ¿qué hago yo en pleno Julio levantada a las siete de la mañana?

Limpiar a las cabras.

Miro con una mueca a una de ellas, que se ha quedado atrapada entre dos tablas de madera en la cabreriza.

— Eres tontísima —le digo, aunque sé que no me entiende—. No sé cómo sacarte, la verdad. Vendré después.

Me giro y me dirijo hacia Diego, que está limpiando. Su espalda ancha está cubierta por una camiseta de tirantes y lleva su camisa de cuadros roja amarrada a su cintura.

Yo llevo los pantalones de Leo que me dejó el primer día y una camiseta amarilla que me ha dejado el gemelo que tengo en frente.

— No sé cómo diablos sacar a la cabra —me cruzo de brazos y él me mira.

Sus bíceps están bien trabajados, e imagino que debajo de esa camiseta también tiene sus abdominales bien definidos.

—  Ahora iremos a sacarla, ayudame con esto.

Estamos haciendo lo mismo que con el corral. Quitar la paja, limpiar y poner nueva. También hay que limpiar los comederos y bebederos y me encargo de eso.

Ellos siempre cogen el trabajo más duro y no es porque nosotras no podamos hacerlo, si no porque, básicamente, no nos hace especial ilusión y ellos lo entienden.

No es nuestra granja, estamos aquí de paso. Sé que no vamos a volver, o por lo menos yo, claro. Cuando se acabe el verano, cogeré la maleta y volveré a la ciudad.

— Leo tiene que estar maldiciendo —se ríe—. Bárbara está hoy en la cocina. ¿Cuándo me va a tocar a mí estar en la cocina?

— Cuando quieras, tu tía siempre necesita ayuda —le digo intentando levantar la carretilla.

Diego ocupa mi lugar y lo sigo. Sé que tengo que ir al gimnasio para fortalecer mis músculos, pero no tengo tiempo. Bárbara crítica mi manera de tomarme mi paso por la universidad. Me gusta salir de fiesta, por supuesto, pero mientras que todo el mundo está yendo a las primeras fiestas y yendo a clase ojerosa, yo estoy tomando apuntes y estudiando toda la tarde.

Si quiero ser contratada por una empresa importante, tengo que ser la mejor porque tengo una beca que me paga la universidad. No puedo suspender.

— ¿Por qué no vas a ver a Leo? Quizás necesita ayuda, aquí no hay mucho que hacer —lo veo caminar con la carretilla y mordisqueo mi labio inferior.

Camino sin prisas hacia el establo porque apenas hemos tenido relación desde que nos besamos en los naranjos. Hemos hablado, pero delante de sus amigos o nuestros hermanos.

No he podido dejar de pensar en él y mi corazón se acelera cuando lo veo, como ahora. He asomado la cabeza por el establo y él está cepillando a Tormenta, ese caballo donde tuvimos nuestro primer momento caliente.

Tengo mariposas revoloteando libremente por mi estómago desde que me besó la primera vez.

Creo en el amor, pero no en el amor a primera vista. Me han gustado muchos chicos al verlos en la universidad o en la residencia, pero no puedo llamarlo amor porque no conozco a esa persona. Puede ser atractivo pero un tremendo imbécil.

Leo no lo es. Imbécil, me refiero. Atractivo lo es un rato, por eso estoy embobada mirándolo hasta que se da cuenta.

Lleva una camiseta blanca que se ajusta a su torso y unos pantalones vaqueros. Sus ojos claros se posan sobre mí y decido caminar dentro del establo.

— Hola —lo saludo poniendo mis manos detrás de mi espalda—. Me envía Diego por si necesitas ayuda.

Leo mira hacia el caballo y la comisura de su labio izquierdo se levanta en una sonrisa. ¿Por qué sonríe?

— ¿Quieres cepillar a Tormenta? —Me pregunta.

— ¿Es una buena idea?

Leo gira su rostro para mirarme de nuevo y asiente. Me da el cepillo y tira de mí hasta que me pongo delante de él. Su mano se pone sobre la mía y me guía para cepillar a Tormenta.

Su cuerpo está detrás del mío demasiado cerca. No voy a decir que no me agrada, porque sí, pero estoy un poco asustada porque nunca he sentido esto por nadie. Jamás había querido saltar encima de nadie, salvo de Leo.

Mis instintos me dicen muchas cosas. Una de ellas es que podría echarme un poco hacia atrás y sentir completamente su cuerpo pegado al mío, cosa que no hago, me mantengo prudente.

— ¿Qué piensa esa cabecita tuya? —Pregunta.

Pienso que me dio mi primer beso y lo hizo tan especial que me estoy montando mil y una historias en mi cabeza; cosa que no es bueno.

— ¿Qué habrá hoy de comer? —Pregunto haciendo que él se ría— Creo que estoy engordando mucho este verano, necesito un caldo.

Eso lo hace reír más y se separa de mí, dejando que mi mano caiga con el cepillo a mi costado. Leo se pone a mi lado y me mira, con los brazos un cruzados.

— ¿Un caldo con este calor?

— ¿Una ensalada, quizás?

— ¿Hierba? El abuelo te mandaría a comer con las cabras —deja caer sus brazos y lleva a Tormenta a su lugar.

— Qué simpático tu abuelo —murmuro mientras lo observo guardar al caballo.

Muchas veces me pregunto qué está pasando entre nosotros dos. ¿En qué momento sucedió todo? ¿Y en qué momento a él se le pasó por la cabeza que era buena idea besarme?

Creo en el amor, pero no en los comederos de cabeza que conlleva.

Me acerco al sitio donde Tormenta está y él tira de mi brazo cuando llego. Desaparezco detrás de la madera y mi espalda no tarda en estar pegada a ella. Sus grandes manos se ponen a ambos lados de mi cabeza y muerdo todo mi labio inferior.

— Apenas hemos podido tener tiempo solos —murmura y niego con la cabeza—. Necesito que me repitas que también quieres esto porque me estoy volviendo loco, B.

Dejo ir mi labio y lo miro. Su pelo está revuelto porque no se ha peinado, —como siempre—, y sus ojos claros brillan. Estoy nerviosa ante su cercanía a pesar de que hemos estado más cerca unos día atrás.

— Es solo que estoy confusa, Leo —él chasquea su lengua y se aleja un poco de mí, girándose y poniendo las manos en su cintura.

Para él nada de esto es nuevo, pero para mí sí. Los sentimientos y el nerviosismo me juegan una mala pasada, pero supongo que sería diferente si él no fuera el hijo del novio de mi madre.

— Si esto es un rollo de verano o un entretenimiento, no lo quiero —me armó de valor y dejo que las palabras salgan de mi boca.

Leo se gira con el ceño fruncido. ¿Por qué besarme a mí? ¿Por qué yo? ¿Ya no quedaba nadie con quién liarse por aquí?

— No te veo como un rollo de verano, Bambi Haley. Te dije que quería ver dónde llegaba esto porque me gustas.

Aguanto la respiración un momento porque nunca nadie me ha dicho que le gusto. Sé que tengo que decir algo porque Leo está suplicándome con la mirada que lo haga.

— Tú también a mí —murmuro.

— No te he escuchado, B —vuelve a poner sus manos a ambos lados de mi cabeza.

— Que tú también.

— ¿Yo también qué? —Acerca su rostro al mío hasta que están a centímetros. Quiere que lo diga y siento como mis mejillas arden porque me da vergüenza.

— Tú también me gustas —digo.

Cuando voy a morder mi labio de nuevo, no puedo porque sus suaves y calientes labios se ponen sobre los míos. Leo es mucho más alto que yo, y para besarme tiene que estar encorvado, por lo tanto, pongo mis manos en sus hombros y me alzo sobre la punta de los zapatos todo lo que puedo.

Una de sus manos se pone en mi cintura y me acerca a él, haciendo que rodee su cuello.

Él lleva el beso, siempre lo lleva y yo me dejo llevar. No soy un rollo de verano, todo claro. Le gusto, ¡le gusto!

Dejo que su lengua entre en mi boca y se una con la mía en un juego. Muevo mi lengua contra la suya y cuando estoy apunto de jadear, unos golpes hacen que nos separemos.

— ¡¿Leo?! —Es Jack. Leo asoma la cabeza— Es hora de comer. ¿Has visto a Bambi?

— Ni idea, ¿no estará en casa ya?

Escucho sus pasos alejándose y apoyo mi espalda en la madera. Besarme con Leo siempre me deja un poco aturdida.

— ¿Vamos a comer? —Me tiende su mano y sonrío.

Antes de salir de los establos, soltamos nuestra mano y caminamos uno al lado del otro hacia casa. Ninguno dice nada, pero no hace falta.

Tengo que decir, que siempre huyo de las avispas porque ya me picó una cuando era una niña, por lo que esquivo a la que parece que viene por mí.

Bueno, parece no, ¡me está siguiendo!

— ¡Leo! —Lo llamo en busca de ayuda— ¡Me está siguiendo!

Estoy corriendo, intentando esquivarla, pero no me deja tranquila.

— Si no le haces nada no te hará nada —dice riéndose.

Lloriqueo mientras me muevo de un lado a otro.

— ¡Las avispas van a las cosas amarillas, Bambi! —Escucho gritar a Diego.

Pues ya está, me quito la camiseta y la tiro lejos para después alejarme un poco mientras escucho risas.

No me hace gracia.

••

¡Tenemos nueva portada! ¿Os gusta? Fue hecha por Carolinaalopezc es una maravilla y muy colorida.

Bambi y Leo.

Leo y Bambi.

Se gustan, pero apenas pueden tocarse porque siempre están acompañados.

¿Cómo les irá?

Por cierto, no he puesto "Cast" en esta historia para que os imagineis a los personajes como queráis.

Desde aquí os digo que os laveis mucho las manos (durante 20 segundos) y que si tu país está en cuarentena, te quedes en casa. Hagámoslo entre todos. Cuidaos ♥️

🌹

Fortsett å les

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