Secretos al aire

By aittes

1.7K 236 4

Madelaine Chedders nunca imaginó lo que la vida le tenía preparado. A sus diecisiete años, se vió obligada po... More

Prólogo
Capitulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capitulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8 parte I
Capítulo 9 parte II
Capítulo 10
Capítulo 11 parte I
Capítulo 12 capitulo II
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16 parte I
Capítulo 17 parte II
Capítulo 18 perte I
Capitulo 19 parte II
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Epílogo
Extra

Capítulo 2

68 7 0
By aittes

-¡Maddie, por fin te encuentro! –Salté en mi sitio al oír a Camila gritar a mi lado.

-Oye, baja la voz...

-Sí, disculpa. ¡¿Pero donde te habías metido?! Desapareciste después de que la profesora te echara de clase ¡y tampoco apareciste esta mañana! Ni siquiera bajaste a desayunar...

-No me sentía bien. –Me justifiqué encogiéndome de hombros para seguir con mi comida.

Camila no se había equivocado en nada. Después de mi disputa en el vestuario de chicas con Dante, me encerré en mi habitación cortando contacto con el mundo fuera de ella.

Por fuera podía dar la impresión de ser una bella flor indestructible, pero por dentro, era un puñetero espejo hecho trizas.

-Quería buscarte en tu habitación también, ¡pero luego no sabía cuál era! Y encima el prefecto no aparecía por ningún lado para preguntarle...

-Mala suerte... –Murmuré por lo bajo agitando el yogur que me tomaría de postre. 

-¿Dijiste algo? –Preguntó al no oírme lo más seguro.

-No, no. Y mi habitación es la dieciséis N.

-¿En serio? ¡La mía es la veinticuatro! Estamos solamente separadas por un pasillo y ni nos habíamos enterado.

-Ya ves...

Por lo que tenía entendido, los edificios estaban divididos en cinco plantas de diez habitaciones cada una. Los edificios Norte y Sur pertenecían a las chicas, en el primero las habitaciones eran individuales mientras que en el segundo eran compartidas. Lo mismo pasaban con el de los chicos.

-Bueno, al menos ya sé cómo...

-Señorita Chedders. –Fruncí el ceño girándome hacia el dueño de la voz. ¿Por qué diablos me llamaba por mi apellido delante de todos?

-¡Hola, prefecto Stephan!

-¿Pasa algo? –Pregunté después de que el prefecto saludara a Camila.

-Sí, debe acompañarme a dirección, su padre la espera. –Abrí los ojos sorprendida mientras que Camila a mi lado me imitaba.

-Yo no tengo padre...

-Por favor, jovencita. No haga esperar más al señor Máximo Chedders. Ambos sabemos que su vida es...

-¡¿Qué?! –El grito de Camila fue tan alto que casi le da algo. Mierda, mierda, mierda.

-Ese no es...

-Señorita, por favor. Que no tengo todo el día para usted. –Lo miré mal cogiendo mis cosas para seguirlo sin ni siquiera despedirme de Camila.

Genial, muchas gracias, señor prefecto, por arruinarme la existencia en este maldito internado.

El prefecto Stephan me llevó hasta la dirección donde había una salita de visitas que se ocupaba cuando algún familiar quería ver a un alumno en horario escolar.

-Es aquí. Y vuelve a clase en cuanto termines aquí. –Sí, seguro que volvería.

Abrí la puerta de mala gana para encontrarme con un hombre bien trajeado rodeado de sus fieles gorilas.

-Hola, hija.

-No soy tu hija. –Dije soltando la mochila junto al sillón antes de sentarme en éste. –¿Qué es lo que quieres? No, no, ¿para que vienes si quiera aquí?

-Esperar fuera, por favor. –Rodé los ojos viendo como los cuatro guardaespaldas salían del salón dejándonos solos. –Ya sé que sigues enfadada conmigo, hija, pero créeme cuando te digo que ésto es lo mejor para ti.

-¿Lo mejor para mí, dices? Lo mejor para mí habría sido no nacer. – Aseguré cruzandome de brazos sin apartar la mirada de sus ojos. No le tenía miedo y tenía que hacerselo saber.

-No digas eso, Telmah...

-No me llames así. –Gruñí mirándolo mal. –¿Qué diablos quieres, Máximo? Tengo cosas mejores que hacer que estar aquí. 

-Hija, por favor. ¿No ves que lo único que...

-Lo único que me estás haciendo es un favor, he de confesar. Al menos aquí dentro no puedo verte ese estúpido careto.

-¡Telmah!

-Que no me llames así, joder. –Me quejé ganándome una mirada fea por su parte. –Y dime de una vez para que me quieres.

-Tu hermana celebra su compromiso en... –Lo interrumpí comenzando a reír a carcajadas limpias sin poder evitarlo.

-¿Mi hermana dices? ¿Cúal hermana? Hasta donde yo sé, soy hija única.

-Para nosotros es importante que vayas...

-¿Nosotros? –Volví a interrumpirlo. – ¿Quienes son nosotros? ¿Tu familia real?

Se metió la mano en el interior de la chaqueta para sacar un sobre de color salmón y extendermelo.

-Janet te espera con los brazos abiertos.

-No, pues dile que los cierre e incluso que se siente, porque se va a cansar. –Máximo siguió con la mano extendida escrutandome con la mirada.

-¿Cuándo cambiaste tanto, hija? Tú no eras así...

-Hmm... No lo sé. ¿Quizás el día en el que me enteré que mi padre era un mentiroso compulsivo? Sí, puede ser que haya sido ese día, sí...

-Ya sé que hice las cosas mal, Telmah, pero tus hermanas no deben pagar por mis pecados.

-Ay, que lindo. Incluso va a darme pena y todo. –Fingí tristeza antes de ponerme de pie para darle fin a ésta perdida de tiempo. –No se te ocurra volver a venir a verme porque perdiste ese derecho el día que me encerraste aquí contra mi propia voluntad, ¿si? Y la invitación esa puedes metértela por el... –Mi frase quedó en el aire cuando su mano abierta chocó con mi mejilla pegándome una bofetada que no había visto venir. –Muy bien, papá. Solo ésto era lo que te faltaba en tu maravillosa lista de decepciones. ¡Felicidades! Ya te ganaste el mayor de los premios por haberla completado. –Le sonreí cínicamente para recoger mi mochila del suelo y salir de aquella habitación casi corriendo obviando las miradas de todas aquellas personas a las que me encontraba por el camino.

Si creía que una bofetada iba a hacer arrepentirme, lo llevaba claro. Ni siquiera le había dado el placer de llorar frente a él, por lo que nada más poner un pie en mi cuarto, las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas sin poder evitarlas más.

Todo lo que le había dicho era cierto y así lo pensaba de él y de su verdadera familia.

Lo mejor que me hubiera pasado a mi habría sido no nacer, nunca. Nunca le habría dado el gusto a ese sinvergüenza de cogerme en brazos o de oírme llamarlo papá. Nunca le hubiera permitido que me agarrara de la mano o me contara sus historias para quedarme dormida.

Nunca le hubiera dejado colarse en mi corazón siendo mi gran héroe para qué después fuera él mismo quién lo destrozara y pisoteara hasta dejarlo sin latir.

•••

-¿Maddie? ¿Maddie, estás ahí? – Parpadeé después de restregarme los ojos con las manos para prestarle más atención a esa voz que sonaba tras la puerta. –Maddie, soy yo. Camila... ¿Estás ahí? –Me estiré en la cama antes de levantarme a abrirle la puerta para que no siguiera tocando ni llamándome. –¡Maddie!

-No grites, por favor. Me duele la cabeza.

-Sí, disculpa. ¿Te vuelves a encontrar mal? Pensé que irías a clase después de que...

-No quiero hablar de eso. –Sentencié dirigiéndome hacia la mesa que había junto a la ventana para coger la botella de agua y bebermela hasta la mitad. 

-Está bien, no insistiré... Murmuró sentándose en el sillón antes de abrir su mochila. –Te traje los apuntes de hoy. Ah, por cierto, el prefecto Stephan me dió ésto para ti. Fruncí el ceño al ver el mismo sobre color salmón en sus manos.

-Tira eso a la basura, Camila.

-¿Qué? ¿Por qué? 

-No es mío por mucho que diga mi nombre. Es más, te lo puedes quedar.

-¿Pero sabes lo que es? –Preguntó mirándolo por todos lados intrigada.

-No exactamente, pero me hago una idea...

-¿Puedo abrirlo? ¡Tengo curiosidad!

-Haz lo que quieras, ya te dije que no la quiero. Como si la tiras a la basura... –Camila lo abrió rápidamente para abrir los ojos como platos. Mierda, no había caído que si lo abría iba a descubrir de que familia venía.

-¡Madre mía! ¡Pero si es una invitación para la fiesta de compromiso de Janet Chedders! ¡¿La conoces?!

-No, y tampoco quiero conocerla. – Gruñí mientras que ella intentaba controlar su entusiasmo antes de seguir hablando.

-Mmm... Ya sé que antes no quisiste hablar de ello, pero... Si el prefecto dijo que...

-No lo nombres.

-Está bien, lo siento... Ya me hablarás de ello cuando estés preparada, pero creo que ir a esa fiesta será genial.

-No, no lo creo.

-Y puedes invitar a alguien más... – Alcé las cejas. ¿Estaba mandándome una indirecta?Bueno, si quieres te la guardo yo hasta que decidas que vas a hacer, al fin y al cabo, aún queda mucho para ello...

-Haz lo que quieras, Camila. De verdad que me da igual. –Ella asintió volviendo a guardar el sobre en la mochila para cerrarla.

-¿Bajamos a merendar? También vine para que no siguieras perdiendote las comidas...

-De acuerdo, a eso no te voy a decir que no... –Camila rió aplaudiendo antes de que me arreglara un poco para bajar al comedor en busca de algo para comer.

-Y mañana quiero verte en clase ya. ¡Si faltas mucho pueden ponerte trabajos extras!

-Pareces mi madre, Cami...

-Pero tengo razón. Imagínate que hasta Dante preguntó por ti...

-¿Qué? –Pregunté sin esperar oír eso. –¿Qué dices?

-¡Si! Después del recreo me preguntó por ti, aunque tampoco pude decirle mucho puesto que yo tampoco sabía dónde estabas...

-Hmm... –¿Por qué preguntaría el buenorro gruñón por mi? ¿Qué significaba eso después de nuestro altercado en el vestuario? ¿Se querría disculpar por ello?

-Y hablando del rey de Roma... –Dante se dirigió al escaparate de la comida para coger algo antes de ir a sentarse a una mesa no muy lejos de nosotras. –Venga, vé a hablar con él.

-¿Qué? ¿Por qué debería hacer eso?

-¡Porque preguntó por ti! Lo que significa que le interesas.

-No, eso no tiene nada que ver, Camila...

-Claro que sí. ¡Venga, vé! –Me empujó por el hombro haciéndome levantar de la silla en dirección a su mesa. ¿Pero que se supone que debía decirle? ¡Si ni siquiera nos caemos bien!

-¿Querías algo? –Preguntó en cuanto levantó la cabeza y me vió.

-No, fue el intento de nueva amiga la que me obligó a venir. –Dante levantó las cejas antes de darle un mordisco a la manzana roja que tenía en la mano.
–¿Puedo? –No esperé a que dijera algo, puesto que me senté sobre la marcha. – ¿Por qué le preguntaste por mi en clase?

-Ya sabía yo que ibas a preguntarme algo de eso... –Sonrió de lado antes de darle otro mordisco a la manzana. Quién fuera esa manzana ahora mismo...

Moví la cabeza apartando esos pensamientos insanos para entrelazar los dedos bajo mi barbilla.

-¿No piensas responderme?

-¿Debería?

-Pues sí, porque no somos amigos como para que vayas preguntando por mi así como así.

-Y yo que pensaba que no me dirigirías la palabra después de lo que pasó ayer...

-Y no debería, desde luego. –Comenté mirándolo desafiante. –Me debes una disculpa muy grande.

-¿Yo?

-Sí, a menos que quieras que vaya a decirle al director que me acorralaste en el vestuario de chicas. –Dante alzó las cejas dejando la parte del centro de la manzana donde estaban las pipas sobre una servilleta.

-¿Me estás amenazando?

-Hmm... ¿Tal vez? O tal vez no... – Sonreí traviesamente apoyando las manos sobre la mesa para levantarme antes de que él tirara fuertemente de mi muñeca deteniéndome.

-Antes de tomarte el placer de amenazar a alguien, debes tener el poder para ello, guapa.

-Suéltame.

-¿Ya no eres tan valiente como hace un rato?

-Ésto también se lo puedo decir al director. Me estás acosando. –Dante soltó mi mano riendo amargamente.

-Adelante, dudo mucho que vaya a creerte.

-¿Eso crees?

-No lo creo, lo afirmo. –Achiqué los ojos en su dirección cruzandome de brazos. ¿Por qué diablos estaba tan seguro de sí mismo? –¿Qué? ¿Ya te arrepentiste?

-No, pocas veces me arrepiento de mis decisiones y ésta vez no será la excepción.

-Está bien. –Se puso de pie volviéndome a agarrar del brazo para arrastrarme con él fuera del comedor.

-¡Eh! ¡Suéltame! –Me quejé mientras que seguía caminando conmigo por los pasillos. –¡Esto es maltrato!

-Ya ves, otra cosa que añadir para decirle al director. –Abrí los ojos al ver dónde me había llevado.

-¿Pasa algo, jovencitos? –La secretaria del director nos miró colocándose sus gafas de pasta mejor.

-Sí, la señorita aquí presente quiere hablar con el director.

-¿Y se puede saber el motivo?

-¿Hablas tú o lo digo yo?

-¡Me está acosando! –La secretaria, que no recordaba su nombre, alzó las cejas mirándome dubitativa.

-Pero dile lo otro también, que te acorralé en los vestuarios, ¿no era? –Lo miré mal zafándome por fin de su agarre para cruzarme de brazos. – ¿Puede verlo para decirle todo ésto?

-Pero por supuesto que no. El director no tiene tiempo para vuestros juegos, niños. –Mi boca se abrió mirándola ofendida. ¿Qué el director no estaba para nuestros juegos dice?

-¿Ves? Lo mismo le dije yo. –Dante le sonrió inocentemente a la secretaría. –Disculpanos, Alice. Solo era una pequeña apuesta que había perdido. Ya nos vamos.

Y como mismo llegué, de igual manera me fui siendo arrastrada por el imbécil gruñón.

-¡Déjame ya! –Me removí para que me quitara las manos de encima. –No puedo creer que esa inepta no me haya dejado hablar con el director.

-Te lo dije, Chedders. No iban a creerte.

-¡No me llames así! Te lo prohíbo.

-¿Me lo prohíbes? –Repitió alzando las cejas mientras se colocaba mejor la mochila en los hombros. –Me parece a mi que te tomas tú muchas libertades para dirigir en algo, o en esta ocasión, en alguien a quien ni siquiera conoces.

-Empezaste tú.

-Claro, si ahora la culpa es mía. –Rió metiéndose las manos en los bolsillos delanteros del pantalón que llevaba. –Y si ya terminaste con las amenazas y habladurías, me voy. Tengo cosas más importantes que hacer que hablar contigo. –¿Perdón?

Lo ví alejarse dejándome con la palabra en la boca.

¿Pero que se creía el buenorro gruñón y engreído éste? ¿Y por qué seguía llamándolo buenorro? ¡Me está fastidiando el día y yo solo pienso en lo bueno que está! ¡¿Qué diablos pasa conmigo?!

Continue Reading

You'll Also Like

344K 16.8K 101
Anna una chica de 18 años que lucha por perseguir sus sueños, pero su padre, prácticamente la obliga a casarse con un hombre que ella no conocia. Agu...
107K 48 2
Ella tomó el camino de la izquierda. Él tomó el camino de la derecha. Ambos olvidaron algo muy importante, el mundo es redondo. ¿Qué harías si al ex...
124K 5.6K 60
Mi nombre es Susana Bryne,pero mis amigos me llaman San,mi vida a sido una locura,una aventura tras otra,nunca fui de romances ni de amores, pero ter...
66.3K 2.6K 30
"Un pasado, un presente y un futuro."