Capítulo 25

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-¡Madelaine! -Levanté la cabeza que había mantenido apoyada sobre mis rodillas para verlo aliviado. -Me asusté al no verte en tu habitación. ¿Estás bien?

-Tenemos que hablar. -Fue lo único que salió de mis labios mientras que me ponía de pie para abrazarme a mí misma por el frío que me había dado.

Hacia un rato bueno que había llegado al internado y había venido directamente a esperar a Dante en el pasillo de su habitación en vez de ir a la mía a cambiarme de ropa o incluso a mirar como estaba Frosty. Ahora me sentía culpable...

-Claro, entra. -Volví a agacharme para coger los tacones y el bolso que había dejado en el suelo en lo que él abría la puerta de su habitación. -Ralf, ya puedes retirarte. Me encargo de ella a partir de aquí. -Ni siquiera me molesté en despedirme de Rafael aunque el pobre no tuviera la culpa de nada.

Máximo solo me había dejado salir del hotel acompañada de Ralf para asegurarse de que llegaría sana y salva al internado.

Caminé hasta el borde de la cama después de soltar los zapatos y el bolso nuevamente junto a la puerta. Subí los pies sobre la cama sentándome con las piernas cruzadas atenta a sus movimientos.

Había aparecido sin chaqueta. Su pajarita roja, al igual que mi vestido, también había desaparecido y en su lugar tenia los botones desachochados con las mangas de la camisa blanca remangadas hasta el codo. Sus pantalones estaban algo sucios por la zona de las rodillas y arrugados como si hubiera corrido una maratón con ellos.

-Dime que Lilibeth está bien.

-Sí, claro que sí. Estaba algo asustada, pero en perfecto estado. -Asentí más aliviada. -Te prometí que la cuidaría y eso hice.

-Vaya, me alegra oír al menos que eso es verdad, Dante. O déjame adivinar, ¿tampoco te llamas Dante ni eres estudiante?

-Claro que me llamo así, Madelaine.

-Pero no eres estudiante. -Afirmé mirándolo seriamente mientras que él negaba con la cabeza cabizbajo.

-No, no lo soy...

-¿Por qué no me lo dijiste antes? -Sus ojos se abrieron con sorpresa ante mi pregunta.

-Yo... No podía, Avellana. Te dije muchas veces que no debías acercarte a mí. Me habían dicho que eras muy testaruda, pero nunca pensé que fuera a tal extremo. -Se le escapó una leve sonrisa que ocultó rápidamente. -En mi contrato estaba estipulado que bajo ningún concepto podías descubrir mi verdadera identidad. No podía cruzar más palabras contigo que no fueran las estrictamente relacionadas con cualquier cosa de las clases...

-Hicimos mucho más que eso... - Murmuré por lo bajo sintiendo mis mejillas arder.

-Lo sé, imagínate como se tomó eso tu padre. -Abrí bien los ojos. ¡¿Le había dicho que él y yo... No! No es para nada lo que estás pensando, Madelaine. Me refería a que casi me cuesta un disgusto cuando le dije que sería tu acompañante para la fiesta de compromiso de Janet.

-Fuiste tú... -Dije casi en un susurro al encajar varias piezas en mi cabeza. - Por eso mandó aquella corbata del mismo color que mi vestido y por eso sabía que me había caído antes incluso de verme. Se lo dijiste tú...

-Sí, tenía que informarle de todo lo que pasaba aquí dentro. Eres mi responsabilidad y tengo el deber de informarle de todo lo que te pasaba, sobre todo cuando estaba relacionado con tu salud.

-Ambos sabemos que eso no es del todo cierto... De haber sido así, Máximo no me hubiera estado firmando los pases para poder salir del internado.

Secretos al aireWhere stories live. Discover now