No sigas la música || ¡Ya en...

By NaiiPhilpotts

365K 27.8K 7.4K

🏆 DOBLE GANADORA DE LOS WATTYS 2021 🏆 MEJOR PLOT TWIST INESPERADO 🏆 Rain Cooper se siente atraída por una... More

{ primera parte }
{ sinopsis parte #1}
{ personajes }
{ playlist }
{ nota de autora }
1 [La princesa]
2 [La invasora]
3 [La nueva vecina]
5 [La irresponsable]
6 [La vieja amiga]
7 [La acechada]
8 [La presa]
9 [La ex]
10 [La discordia]
11 [La torcida]
12 [La vieja mejor amiga]
13 [La bailarina]
14 [La soñadora]
15 [La invitada]
16 [La aturdida]
17 [La amenazada]
18 [La encerrada]
19 [La prisionera]
20 [La sumida]
21 [El juez]
22 [La que ríe]
23 [El verdugo]
24 [La devorada]
{ wattys 2021 }
E 0 1 [La niña]
E 0 2 [La hermana]
E 0 3 [La suicida]
💜NO SIGAS LA MÚSICA💜 EN FÍSICO 📚
{ segunda parte }
{ sinopsis parte #2}
{ nota de autora }
1 [Proteger]
2 [Mentir]
3 [Añorar]
4 [Pertenecer]
5 [Prentender]
6 [Agradecer]

4 [La polilla]

10.1K 1K 641
By NaiiPhilpotts


Un grupo de risas estruendosas me hiela la sangre. Son varias y se acercan de prisa, despreocupadas. De manera innata, me oculto tras uno de los pilares de la casa, agitada. Estoy agitada y la semillita del miedo comienza a recorrerme de pies a cabeza.

«¿Qué demonios fue eso?», pienso, aturdida mientras trato de mirar a lo lejos y ver qué ocurre.

—Llegaremos tarde —creo que berrea la voz de una chica joven. Sé que están cerca pero no puedo identificar dónde.

El miedo comienza a menguar, mas la curiosidad a subir.

—Shhh... —Chistea otra demasiado alto—. Haz silencio.

—Apúrense o las dejaré atrás —asevera alguien más, ¿una joven más grande, tal vez?

Con los nervios a flor de piel, logro ver tres figuras que se mueven bajo el manto de la noche. Mis ojos, ya acostumbrados a la oscuridad, captan a tres chicas que están a unos cincuenta metros. Están vestidas como para ir de fiesta al mejor antro de la ciudad.

Mi boca se cae y una especie de ira adulta que creía desconocida me recorre:

«Malditas adolescentes».

De pronto, mi madurez desaparece para dejar paso a una suerte de admiración que invade mis pensamientos. Los niños de Deeping Cross ya no pierden el tiempo; qué ilusos que éramos nosotros en nuestra adolescencia, qué ilusa era yo...

Me recuerdo que es viernes y que tiene sentido que hagan algo así. Supongo que las fiestas en alguna casona abandonada deben sonar muy tentadoras para niños sin nada que hacer durante toda la semana, más que estar siempre con los mismos vecinos.

Las chicas se detienen y, justo antes de entrar al bosque.

«Un momento... ¿qué harán?», pienso.

Las muchachas se envuelven en unas capas de color negro, listas para entrar al bosque, y no puedo evitar que parecen brujas. Supongo que lo hacen para protegerse la ropa hasta el momento de llegar a la fiesta o que pertenecen a un culto morboso.

El cosquilleo en mi espalda vuelve a aparecer; la música sigue sonando a su manera retorcida. Sin embargo, ya no tengo dudas de donde sale.

Observo el bosque que me rodea, que rodea todo este maldito pueblo: es de ahí. Pienso que la canción debe ser alguna especie de código interno o de broma —casi macabra— que no entiendo.

En un impulso de idiotez, decido seguirlas. Mi instinto me dice que se meterán en problemas y por su conversación sé que deben estar muy ebrias. Tuve su edad, no hace mucho, y cometí muchas idioteces de las que a veces me arrepiento.

No obstante, no todo es bondad. No solo quiero protegerlas, admito que también tengo curiosidad de ver dónde demonios se meterán, de entender qué clase de reuniones se montan en el bosque.

En Deeping Cross, desde que naces, todo el mundo te mete una única regla en la cabeza: no entres al bosque, porque es peligroso.

Las sigo dejando unos cuántos metros de referencia. Mis pisadas son silenciosas comparadas a las suyas; sus tacones se entierran y hacen un ruido molesto cada vez que rompen ramitas o aplastan las hojas caídas. Sé que aún no saben de mí. Apenas pueden mantenerse en pie a causa de todo el alcohol que han bebido. De todos modos, no son las únicas así. A medida que nos adentramos entre los árboles, soy capaz de escuchar más risas y hasta algunos gritos que alteran cada fibra de mi ser. 

Mis pies se hunden en el colchón de agujas de pino y de hojas. ¿En qué me metí?

Trato de ver atrás, pero ya no noto la calle. Estoy rodeada por el inmenso bosque; es la primera vez en mi vida que cometo tal estupidez. Mi mente se llena de imágenes terroríficas donde me veo despedazada por alguna manada de lobos, un oso o donde me topo con cosas peores que el desmembramiento potencial de algún animal salvaje.

La música continúa sonando. No sé de dónde sale. No veo cables ni altavoces. Siento que me estoy volviendo loca. Creo que nace de la tierra, de las piedras, de los árboles hasta que sigue y sigue hasta terminar por retumbar en mis propios oídos, en mi propio cuerpo.

Quiero llorar.

Las chicas se alejan de mí tras una bajada peligrosa. Por apresurarme a alcanzarlas, me tropiezo. Me raspo las rodillas al caer en el suelo y me corto la unión del pulgar y el dedo índice. Cuando intento levantarme, confundida, una rama salida de quién sabe dónde me latiguea en la mejilla y trastabillo hacia atrás. Me desoriento y me toma un largo momento recuperar la compostura.

—Dios... soy una idiota, una idiota. —Lo único que deseo es correr y salir de este lugar. Un miedo irracional me recorre de manera casi instintiva.

Y es mi culpa. Solo es mi culpa.

De pronto, la música se detiene.

Ya no se oye nada, ni risas ni gritos ni ruidos. Nada. Hasta el bosque parece haberse quedado mudo. Creo que me acabo de volver loca. Las chicas se frenan, comparten una mirada críptica y comienzan a correr hacia adelante mientras comienzan a soltar gritos de euforia, casi guturales. Ellas y todos los demás. El bosque completo grita, ruje, se comunica.

Me quedo quieta, expectante, a la espera de un no sé qué, que no termino de comprender. ¿Qué demonios acaba de pasar? Actuaron como bestias poseídas por alguna clase de éxtasis que no puedo comprender.

Aturdida, me levanto del suelo y sacudo mis piernas. Con cautela, continúo avanzando. Si me voy, sé que me arrepentiré. Algo quiere que me quede: me lo pide, me lo anhela.

¿O soy yo misma la que lo desea?

«Ya estoy aquí», me digo, «tengo que saber qué mierda es lo que ocurre en este puto pueblo que ha perdido la cabeza». 

A cada paso que doy, el bosque se hace cada vez más denso. El camino es en subida, me cuesta mantener el ritmo. No veo a nadie a mi alrededor, estoy completamente sola. La gente parece haber desaparecido y la negrura engulle todo lo que tiene a su paso. Me enjugo las lágrimas que se acumulan en mis ojos y contengo un sollozo de angustia. Siento que mi corazón se saldrá de mi pecho y me perforará en las costillas en cualquier momento.

Estoy perdida en un bosque, sola. Pero me lo merezco. Esto me sucede por imbécil, mis decisiones son las que me trajeron hasta aquí. Pero... ¿quién le explicará eso a la policía cuando encuentren mi cuerpo tirado en vaya a saber dónde?

¿Acaso podré volver?

Continúo caminando un poco más. Las chicas no deben estar muy lejos. Suelto un suspiro contenido por la angustia y sigo caminando. El bosque es denso en esta parte, lleno de árboles y troncos tirados. El sweater que me tejió mi tía se engancha a cada rato con las ramas sueltas y cualquier cosita que roza mis piernas me hacer estremecer porque creo que puede ser una maldita araña o incluso algo peor.

«Pero es que romper con el silencio me sabe aterrador...», pienso.

De pronto, entrecierro mis ojos a causa de una luz molesta. A lo lejos veo un destello que me enceguece. Gracias a ella, las sombras de los árboles crecen y se hacen aún más terroríficas. Pronto comprendo que es fuego. Mi estómago se comprime del terror mientras intento pensar en que solo me encontraré con un grupo de adolescentes drogados, divirtiéndose ante una hoguera.

Un pájaro chilla y mi sangre deja de fluir. No encuentro a las chicas que seguí.

Intento acercarme al sitio sin que me vean. Me quedo al resguardo de un gran tronco caído que está tapado con varios arbustos.

«Esto es una locura», pienso mientras aparto las hojas para mirar.

A una distancia prudencial, observo un claro. Una gran fogata se abre en el centro. Lo primero que acude a mi mente al ver tal cantidad de fuego en un bosque como Deeping Cross es el peligro; un error y pueden incendiar todo. Angustiada, paso saliva en seco. Noto que hay una veintena de personas bailando a su alrededor. Algunos tienen latas de cervezas y ríen como si no hubiera mañana. Otros conversan en grupitos pequeños. Algunos fuman, otros no.

Sin embargo, hay más. La música ha cambiado y ya no aturde. Ahora es rítmica y movida, repetitiva, casi hipnótica. No hay ninguna voz, pero de igual manera me hechiza como un cántico al punto de hacerme perder mis sentidos. Me convence de hacer cosas que no deseo, pero sí anhelo en lo más profundo de mi interior. Algo en el ambiente me embriaga, pero no sé qué es. Me siento como una polilla que aletea hacia la luz, perdida.

Quiero ir allí, necesito ir allí. Me gusta lo que veo y yo también quiero que jueguen conmigo. 

Veo parejas que se besan y pegan su cuerpo entre sí de forma seductora. Me llevo mis dedos a los labios y toco mi boca con ansias, con seducción, con deseo. Algo dentro de mí me dice que esta no soy yo, que tengo que correr... Pero ¿a quién le importa? Ya estoy aquí. Comienzo a sacarme el sweater, la tela se desparrama sobre mis hombros desnudos, dejando a la vista la camiseta de tirantes y encaje. Mi piel caliente por el abrigo de la ropa reacciona ante la brisa fría de la noche, mi cuerpo entero lo hace, sobre todo, las pequeñas erecciones que se forman en mis pechos.

Bajo una mano y me acaricio con firmeza mis muslos desnudos; la tela de mi pantaloncillo es tan corta que no cubre casi nada. Mi mano pasea por mi piel y la subo hasta el elástico de mis pantaloncillos, toco mi pelvis por fuera y, mientras jugueteo contra la tela, sin atreverme a ir más allá observo la escena.

Allí hay...

Sangre. Sangre. Sangre.

Quiero conectar con ellos. 

Fijo mi atención en una chica, creo que es rubia o pelirroja, que está casi desnuda; vestida solo con unas pantis y un par de botas rojas. Rojas, rojas...

Roja como la sangre que chorrea por la mordida que le está haciendo un chico sin camisa en el muslo. Roja como la sangre que mana de su cuello y delinea un hilillo hasta la línea del ombligo. Roja como la sangre de las manchas que le deja otra chica al acariciarla.

Roja, roja, roja...

Veo cómo el chico que está en la parte inferior de su cuerpo clava sus dientes afilados en su piel brillante y ella parece gozarlo, más aún cuando él sube su mano y comienza a acariciarle sus senos. La chica se retuerce de placer, solo puedo oírla gemir, y el otro muchacho que la sostiene se ríe. Yo también sonrío. El hombre de sus piernas comienza a levantarse y pasa su lengua por el hilillo de sangre que recorre el cuerpo de la víctima. Inmerso en un éxtasis lo lame todo hasta devorarle la boca en un beso pasional, cargado de éxtasis. Noto que él tiene un intrincado tatuaje en sus brazos, pero no puedo ver qué es lo que está representado en la tinta negra.

Extasiada, observo a otra víctima. Es un chico. Lo sostienen tres chicas. Dos de ellas lo desvisten por completo mientras lo acarician. La otra, la tercera, está vestida con una de las capas que le vi a las jóvenes que seguí hace tanto tiempo que ya ni recuerdo. La muchacha besa al chico con una pasión desgarradora y, cuando se separan, noto que le dejó los labios hinchados y manchados de rojo. El joven respira agitado, no puedo reconocerlo, lleva una venda negra que le tapa los ojos. Cuando su camisa cae al suelo y toca la tierra, las chicas se lanzan sobre él y lo muerden como lobas hambrientas. Él cae sobre la tierra; creo que grita de placer. Ellas comienzan a desnudarse y terminan por desnudarlo. Un minuto después, la única prenda que él conserva es la venda sobre sus ojos.

El pelo de todo mi cuerpo se eriza.

«No».

No debo. ¿En qué estoy pensando? Estas ideas no son mías, es algo más primitivo, interior. Quito la mano que deslicé dentro de mis pantaloncillos y había comenzado a descorrer la tela de mis bragas, y la golpeó con mi otra mano.  

¿Qué demonios me ocurre?

Me mareo. Siento que el tiempo se mueve lento. Cada parpadeo me pesa. Mi cabeza da vueltas y no sé por qué. Me siento ebria, en otro planeta; pero no tomé nada... ¿o sí? ¿Qué es lo que hice?

¿Por qué me siento así? ¿Por qué deseo complacerlos?

Mis pensamientos caminan despacio. Se hilan, se deshilan y vuelven a hilar. Forman una red inentendible que no puedo procesar.

Doy un paso hacia adelante. ¿Acaso no es mi turno ya? 

—¿Te gusta lo que ves? —pregunta una voz a mis espaldas, en mi oído y dentro de las paredes de mis pensamientos.

Mi cuerpo se paraliza y mi respiración se agita. El deseo y el terror luchan por ver quién me posee primero. Quiero voltear, pero no puedo; quiero correr, pero no puedo; quiero hacer algo, lo que sea, pero no puedo. Sencillamente, mi cuerpo no reacciona.

Pronto, alguien grita de manera desgarradora y salgo del trance. Mis ojos se disparan hacia el sonido. Con rapidez, observo que una chica de cabello negro y largo aúlla por el dolor. Ella lleva una máscara veneciana de color gris, pequeña como un antifaz, y es sostenida por dos personas. Una la está mordiendo en el hombro y otra, en el cuello. La espalda de la joven se arquea por la agonía y, pronto, el horror es desplazado por el placer. La máscara se cae y las manos de los jóvenes pasean por todo su cuerpo, hasta alcanzar sus zonas más íntimas y saborearlas. Uno le abre las piernas y entierra su cabeza en su interior. No alcanzo a distinguir bien lo que ocurre, pues las luces y las sombras me impiden tener una buena visión.

Quiero gritar, sin embargo, no soy capaz de encontrar mi voz. Abro mi boca, lo intento, juro que lo intento, pero un grito mudo se queda atrapado en mi garganta. No obstante, alguien parece escuchar mis súplicas y grita por mí. Varios lo hacen, pero de júbilo. Aplauden y festejan todo el escenario que se Aplauden y festejan todo el escenario que se despliega al lado de la fogata.

Sé que varias personas ríen y hablan de cosas que no entiendo. Sus voces entran en mis oídos, sin embargo, al llegar a mi cerebro, las palabras ya no tienen sentido. Intento mover, aunque sea un dedo; pero me es imposible, no puedo. Estoy rígida y no soy capaz de reaccionar.

Alguien más suelta un rugido de dolor, de placer. Mis ojos lo siguen y observo que un chico de rulos está siendo mordido por otro chico. Ambos disfrutan; yo también quiero disfrutar como la pareja que tiene sexo desmedido a un costado.

«No. No».

«Esta no soy yo. Esto está mal. Me han hecho algo».

Los que jóvenes que tocan a la chica se relamen los labios. Uno va a besarse con alguien más, una persona que también usa una capa. La chica, pronto se queda sola, pérdida en su propio mundo, convulsionando por un placer que la abandona. Su otro acompañante se va hacia un sitio que no alcanzo a distinguir por los arbustos. Ella se cae al suelo, tiene una sonrisa en su rostro y parece desconectada, en otro universo.

Necesito ser como ella, quiero sentir lo mismo que ella.

«Sí. Sí lo soy».

—Así que te gusta lo que ves... —declara la voz a mis espaldas.

Se acerca a mí hasta que puedo sentir su aliento en la nuca. Soy la presa que acaba de conocer a su depredador, esa que sabe que ha llegado a ver el fin sin conocerlo. Me acaricia los hombros desnudos y me corre el cabello. Con delicadeza, me lo aparta de la piel y baja el abrigo un poco más hasta la mitad de mis brazos, mi espalda queda al descubierto, ya solo me queda la camisa de tirantes.

Mi corazón late, la adrenalina impacta contra mis huesos. Mi piel se eriza y me recorre una electricidad que me atormenta, mi vientre burbujea por la anticipación de algo que nunca llega. Algo primitivo me dice que lo conozco, que sé quién es, que sé que me encanta. Mi cuerpo me lo grita. Pero... pero mi cerebro sigue sin poder encenderse. Estoy encandilada. Soy la polilla que llegó a luz venenosa y que ya no puede hacer nada más que aletear hasta su último respiro.

Él se acerca a mí, de frente, y me olfatea. Pasa su lengua por mi mejilla magullada y emite un gemido que me desgarra en lo más profundo de mis entrañas. La humedad de extiende en mi parte baja sin que yo se lo permita, mi boca se queda seca y la música comienza a retumbar en mis tímpanos, ya no puedo comprender la melodía. Mi cazador me toma la mano herida y saborea la sangre de mi lastimadura.

Roja, roja, roja.

Sus ojos se encienden y me obligan a retroceder de manera instintiva: doy un paso hacia atrás pero él me sostiene y me obliga a quedarme quieta. Su aura irradia un aire animal que me obliga a entender cuál es la diferencia que hay entre ambos. 

Es depredador y yo, presa.

Él sonríe. Una parte de mí quiere huir; la otra, quedarse. Con mi mano, él se acaricia la incipiente barba de su rostro y se toca sus labios. Necesito más y mi cuerpo milagrosamente se mueve hacia adelante. Intento tocar los músculos de su pecho, pero él me detiene. Toma mis dos manos con fuerza, pero la que está herida se la lleva a la boca y succiona. Un gemido gutural se escapa de mi propia garganta y comienzo a perderme en un mar de placer que se me es imposible describir. Necesito que me dé más.

Decido quedarme.

Quiero perder.

Quiero ganar.

Quiero gritar su nombre; porque lo sé.

Quiero besarlo.

Quiero aullar de placer.

Quiero perderme en él.

Quiero esto y más.

Susurro un nombre:

—Kris.

Okey... ¿Qué creen que acaba de pasar? ¿Por qué Rain llamará a Kris? 

¿Qué opinan que sucederá a continuación?

Y, sobre todo, ¿qué les pareció esta nueva versión?

Los leo. ✌😘🤞

Continue Reading

You'll Also Like

145K 21.8K 65
De todas las novelas que leí, ¿por qué tenía que ser en una de zombies?! ¿Qué hice para merecer esto? ¿Habré destruido un universo en algunas de mis...
2.9K 480 13
Imagina ser alguien casi invisible para el resto de las personas... Estar ahí, pero que a nadie le importe o siquiera le sirva de algo tu presencia...
15.6K 2.1K 56
Fue enviada a investigar un asesinato en un pueblo pequeño, el único testigo y posible sospechoso es Cainán Done, un misterioso hombre que oculta un...
9M 1.2M 37
[COMPLETADA] Libro II en la Trilogía Almas Perdidas. ¡Almas Perdidas: El nuevo mundo, está disponible en librerías! Puedes comprarlo accediendo al li...