"Yo sé lo que estás pensando", dice de pronto Duncan.
No me sorprende. Este hombre pequeño parece haber planeado todos los detalles. Parece ser el que está detrás de todo lo que ha pasado esta noche. Si eso es cierto y está pensando en mi bienestar, quizás valga la pena escucharlo atentamente.
Aunque, la verdad es que no lo tengo claro. No sé a ciencia cierta si está pensando en nuestro beneficio o si es un charlatán. Un oportunista que ha convencido a un manojo de personas que lo apoyen.
Quizás un plan efectivo en matar vampiros y capturar ejecutivos. Pero un charlatán a final de cuentas. No sé si este plan tenga mucho futuro.
"Estás pensando si puedo cumplir lo que prometo", Duncan continúa. "Verás, no necesito tu aprobación. No necesito tu fe. No necesito nada de ti por el momento. Después de que hayamos hecho caer el martillo sería bueno contar con tu apoyo en la transición. Pero voy a ser sincero contigo. Tenemos un plan de contingencia para el caso en el que no quieras colaborar. Para cuando ese día llegue, dependerá de ti lo que suceda contigo y tu familia"
"Mi familia", pienso en ellos nuevamente. "William los va a ejecutar"
"No seas dramático", Duncan me sonríe. "William ni siquiera recuerda que tienes familia. Él es más básico. Si no le rindes, te va a torturar a ti. Pero no va a ir tras tu familia"
"Tiene a un nuevo secuaz. Griffin. Sabía quién era, pero nunca lo había visto en persona. Esta noche lo pude conocer. No es alguien que quiera como amigo"
"Oh, sabemos todo sobre Griffin", me dice Duncan. "Y en ánimo de la buena fe, estoy dispuesto a compartir un poco de esa información contigo. Verás, Griffin no es un vampiro viejo, pero sí es uno muy inteligente. Y muy ambicioso. Es uno de esos vampiros que darán problemas en el futuro. William no ha sido muy astuto al nombrarlo el reemplazo de Malena"
"¿Cuántos años tiene?", pregunto preocupado. Los poderes de los vampiros dependen de cuántos años han pasado desde que fueron transformados. William es uno de los más viejos que tenemos en la calle Abastos. Por eso él es el que manda por el momento.
"Fue transformado en 1972. No hace mucho. Sus poderes apenas se están manifestando. Pero como te decía, él no es peligroso por eso. Es peligroso porque es ambicioso y es muy inteligente. William es predecible. Griffin no"
Trato de recordar los archivos que tenemos sobre cada uno de los miembros de la familia De la Cruz. Por supuesto, no los he memorizado todos. Yo, en calidad de gerente general de la empresa, debo además tener un ojo en muchas otras cosas: la cotización de dólar, la inflación, la bolsa de valores... El que tiene monitoreados a los vampiros de la calle Abastos es Carolina Roman, gerente de recursos humanos del Grupo De la Cruz.
Más específicamente, el equipo de Elizabeth Jane. Una de sus funciones es monitorear a nuestros vampiros y advertirnos cuando uno muestra señales de estarse poniendo feral. Tiene un sistema de alertas que comunica al área de seguridad para que esté atenta. Yo también recibo esas alertas, pero no recuerdo haber recibido nunca una sobre Griffin.
"¿Qué era antes de transformarse?", pregunto. Debería recordar esos detalles, pero no puedo.
"Chófer de camión", Duncan cruza sus piernas. "¿Puedes creerlo? Ese estratega que William tiene a su lado y a quien temo más que al propio William antes de ser convertido en vampiro era un común y corriente chófer de camión"
"No me sorprende", comento. "La ocupación que terminamos teniendo no depende de nosotros, sino de las circunstancias en las que crecemos. Muchos de los mayores genios que ha tenido la historia comenzaron haciendo cualquier otra cosa"
"Es correcto. Como Einstein, que comenzó de burócrata"
"¿Cuál era el nombre humano de Griffin?", pregunto. Usualmente explorar la etapa previa a la transformación es útil para entender al vampiro.
"Juan. Juan Medina. Un nombre así de mundano y común para alguien que resultaría ser extraordinario", responde Duncan.
Es tradición entre los vampiros civilizados cambiarse el nombre luego de la transformación. A veces lo escoge el nuevo vampiro. A veces lo escoge el vampiro que lo está transformando.
"¿Quién fue su padrino?", pregunto.
"Aparentemente fue Hector Alba", Duncan revela y luego se para. "Como sea. Me encantaría quedarme aquí a conversar contigo lo que queda de la noche, pero tenemos algunos asuntos pendientes aun en la agenda. No te preocupes, la seguridad de ti y de tu familia es parte del plan. Hasta más tarde. Cuando nos volvamos a ver probablemente seremos más libres y con un futuro más prometedor. Por lo menos monetariamente hablando"
A quien llaman Piojo se para y sale del cuarto sin mayor gesto. Cierra la puerta y me deja solo.
Solo con dos sillas y mis pensamientos.
Lo último que dijo Duncan es lo que me deja preocupado. Hector Alba fue un vampiro que nos causó muchos problemas. Los Alba son una rama de la familia De la Cruz que sí jugaba a hacer oposición. Tenían un par de miembros en el directorio que insistían en medidas más agresivas de expansión. Actualmente solo hay un Alba en el directorio, Largo Alba. Es mucho más moderado de lo que han sido Albas anteriores. Sin embargo, sigue siendo una molestia.
Largo es de los que se oponen a todo, de los que siempre votan en contra, de los que encuentran siempre el enfoque que nadie había pensado para que el resto dude. Yo personalmente lo odio. Las veces que ha ido a las reuniones del directorio han sido tensas. Por suerte no va a todas.
Cualquiera diría que una persona como Largo, que quiere dar la contra todo el tiempo, no perdería la oportunidad de estar siempre en el directorio, haciéndose notar. No obstante, él es un vampiro. Los vampiros perciben el tiempo de manera distinta. Con ir a una de cada tres es suficiente para él.
Dependiendo de quién te transformó en vampiro, asumes el apellido que te corresponde. Formalmente se supone que el Grupo regula estas transformaciones. Solo autoriza una cuando hay una baja. No obstante, los De la Cruz tienen control del directorio, que es el que da las autorizaciones. En ese sentido, William se asegura de que haya más de los suyos que de las demás familias menores.
Largo Alba siempre ha reclamado por esto. Siempre ha estado proponiendo sistemas alternativos de regular las nuevas transformaciones. Nunca nadie lo ha apoyado. Ni siquiera los Anders.
Los Anders quieren evitar conflicto. Ellos tienen sus propias intrigas. No necesitan que un vampiro viejo haga mucho ruido. Las demás familias menores dependen de los De la Cruz para la protección. Para poder derrocar a William hace falta que los Anders y los Alba se unan. Eso nunca va a suceder.
Hector Alba desapareció hace años. No se sabe qué pasó con él. La teoría de mayor aceptación es que William lo enfrentó y lo destruyó. Él, en un intento por formar un ejército con el cual derrocar a los De la Cruz, desesperadamente en algún momento intentó transformar a varios humanos. Esto lo hizo clandestinamente.
Por suerte lo descubrimos a tiempo.
Naturalmente Hector tenía que ser aniquilado por su falta. El directorio había decidido capturarlo y hacer una ejecución abierta a la que todos los vampiros de la calle Abastos tuvieran que ir. No obstante, cuando llegamos al almacén en el que sabíamos que estaba, no lo encontramos. Nunca supimos qué fue lo que pasó.
Asumimos que William llegó ahí primero, porque es la explicación más simple. No se controló, salió volando directamente a este almacén en el medio de la ciudad y se enfrentó a Héctor, quien era viejo, pero no tanto como William. No creemos que haya habido pelea, porque el almacén estaba impecable.
Lo que sí encontramos fue un sótano en el que había dos humanos recientemente transformados. Uno de ellos era Largo Alba.
Por antigüedad no le tocaría ser miembro del directorio. Sin embargo, por las reglas del Grupo, tiene que haber por lo menos un Alba. Y de los que tenemos, Largo es fuera de dudas la mejor opción. Lo prefiero a él que a otros de esa familia, como Gonzalo Alba.
Gonzalo nos cuesta miles de dólares al año de distintas maneras. Solo pensarlo me deprime. A Murphy también.
Como sea, este Duncan que me tiene aquí encerrado parece tener un plan concreto. No me queda claro qué es y en dónde caigo yo dentro de toda su propuesta. Él no está dispuesto a contarme más de lo que ya me dijo, así que voy a necesitar hacer cantar a alguien más. Alguien que quizás sepa más de lo que está revelando.
Tengo dos personas que sé que están involucradas: Gustavo Jimenez y Laura Franken. A Laura la tenemos amarrada en un sótano de la calle Abastos. Jimenez debe estar por aquí dando vueltas. Cualquiera de los dos podría ser buena opción.
Antes, sin embargo, tengo que encontrar la manera de escapar de esta habitación. Incluso antes de eso debo encontrar la manera de desatarme de esta silla.
Observo alrededor. No veo nada que pueda usar. El único otro objeto en el cuarto era la silla que había usado Duncan para sentarse.
Procedo a probar los nudos de la soga que me sujeta a la silla. Los fuerzo un poco y desisto de inmediato. El que me amarró es un experto. No tiene sentido seguir intentando eso.
Después pienso en mi ropa. Estoy vestido con mi terno y mi camisa y mi corbata. Para cuando desperté ya estaba atado a la silla. Con un poco de suerte no han revisado mis bolsillos. No me han quitado mis cosas. O quizás solo me han quitado las más obvias.
Me retuerzo en la silla tratando de sentir los contenidos de mis bolsillos. Mi celular no está. Lo había dejado en el bolsillo interior de mi saco y ahora no siento nada ahí. Mi revolver tampoco está. No lo siento en mi cinturón. Pero sí siento mis llaves. Mi llavero con las llaves a mi casa y a mi oficina. Esto va a ser útil.