Me solté del agarre de su brazo y le hice una seña de que no llevaba más que lo puesto. Bufó. Entré al departamento y me escabullí en mi habitación. Tomé un bolso y lo llené. Mudas de ropa, bikinis, cremas, protector solar, anteojos. Repasé la habitación para agarrar más cosas.
Entré al baño para tomar mi cepillo de dientes. Salí para encontrarlo en el living.
-Ya estoy- Dije.
Lo observé. Estaba sentado en el sillón mirando televisión. Muy confianzudo y normal. Sí, normal. ¿Por qué no podía ser así siempre?
Se levantó relajado y volvió a tirar de mi brazo, esta vez para darme un beso en la frente. Se me erizó la piel. Que él,...haya tenido un gesto tan...tan no de él. Sacudí mi cabeza cuando vi que me había dejado sola en el medio del departamento. Cerré con llave y lo vi esperando al ascensor.
No pude dejar de pensar en el beso en la frente por un largo rato.
-¿A dónde vamos?- Pregunté luego de desbloquearme.
Reconocí rápidamente que el camino no era el de la quinta.
-A mi casa, tengo que agarrar un par de cosas antes de ir
Buscó algo en la guantera del auto y respiré hondo cuando vi que eran los cigarrillos. No estaba preparada para verlo fumar y manejar al mismo tiempo, otra vez.
Puso un cigarro entre sus dientes, se levantó un poco para tomar el encendedor del bolsillo trasero de su pantalón y lo prendió. El humo no tardó en salir de su boca. Controlé mi respiración.
-La otra noche...- Empezó y tuve que esforzarme aún más por respirar al saber que iba a decir algo de nosotros dos. -Fue increíble- Lanzó como si nada y yo tuve ganas de tirarme del auto.
-Sigo enojada- Dije entre dientes cuando recuperé el aliento.
-¿Por qué motivo?- Preguntó haciéndose el interesante y su tono me volvió histérica.
Bufé. Se rió.
-¿Y la gracia?- Indagué ya molesta.
-Vos
Sonrió de costado mientras cambiaba el cigarrillo de mano y giraba el volante.
-¿Yo te doy gracia?
Asintió. Me crucé de brazos. Fijé mi mirada en el camino para no mirarlo.
-Me gustas más cuando estás dormida- Agregó.
Se me detuvo el corazón, creo. No supe que decir y me molesté al saber que probablemente me había puesto colorada.
Aproveché el silencio para sacar el celular de mi bolso y escribirle a mi tan querida amiga.
No pude evitar largar una carcajada ante su comentario. No estaba siendo histérica, ¿o sí? Al menos no tanto.
-¿Me vas a decir por qué estás tan enojada conmigo?- Preguntó sacándome de foco. Pensé unos segundos.
-Me das órdenes- Le dije, quejándome.
-¿Cómo cuál?- Preguntó curioso. Realmente parecía interesado en saber.
-"Mira para adelante cuando manejas".
-Es peligroso, te puede pasar algo- Dijo, restándole importancia. Se encogió de hombros y me miró.
-Mira para adelante cuando manejas- Le hice burla. Se rió.
-Yo soy hombre.
-Bien, ahora estoy enojada por ese comentario tan machista.
-Continua- Prácticamente me obligó.
Bufé para que se diera cuenta que estaba dándome órdenes una vez más.
-Me dijiste que habías arreglado cosas el otro día, y no era así.
-¿Y vos como sabes eso?- Curioseó entre risas. Lo estaba odiando mucho en estos momentos.
-"No tengo ganas de verla a Valeria".- Agregué en tono burlón. Levantó una ceja confundido.
-¿Cuándo te dije eso?
-Lo...lo leí- Dije ahora con culpa. Él paso a ser la víctima de un segundo al otro.
-Se ve que no leíste la conversación entera- Comentó, y frenó el auto frente a un lujoso edificio.
Eché un vistazo por la ventanilla.
-¿Me esperas acá o bajas?- Pregunto y me miró expectante.
-Bajo.- Dije, sabiendo todo lo que eso podía significar.