Cinco años atrás.
— ¡____, ven a desayunar! —abri mis ojos con dificultad ya que me parecía difícil por lo pesados que estaban.
Baje de la cama y así como estaba en pijama, baje por las escaleras siguiendo el delicioso aroma del desayuno que preparaba mi madre con tanto amor y cariño.
Suspire por la delicia y entre a la cocina mirando a mi madre con esa sonrisa tan bonita que ella tenía.
La vi acercarse a mi y besar mi frente mientras que mi padre me entregaba el periódico ya que siempre me mostraba alguna cosa nueva que había en él.
— ¿Dormiste bien mi niña? —pregunto mi madre con su dulce voz y yo simplemente asenti sonriendo, llevando los hotcakes a mi boca.
— ¿Ya viste que abrieron una nueva juguetería cerca? Antes de tus 15 años dejame comprarte alguna muñeca para bebé, —dijo mi padre con un puchero. Reí por su hablar y el simplemente luego de hacer puchero sonrio mostrando sus dientes— ¿Me dejas?
— Claro, papi —dije con mis mejillas llenas como si fuera una pequeña ardilla comiendo.
— Bien, cuando llegue del trabajo iremos por una muñeca ¿De acuerdo? —asenti frenéticamente bebiendo mi té que llevaba un pequeño sorbete con un adorno de panda.
Todos comenzamos a desayunar como todas las mañanas riendo y diciendo alguna que otra cosa. Mis padres hablaban de sus trabajos y de vez en cuando me miraban para cuidar que estuviera comiendo bien como siempre.
[...]
Llegue de la escuela y mi madre estaba en la cocina bebiendo un té mientras leía algún libro. Normalmente tenía algunos días libres ya que a veces su compañera de trabajo se encargaba de sus pedidos o trabajos
Me acerqué a ella y la abracé como siempre al llegar y ella acaricio mi cabello con tanta suavidad que creía que no podría llegar a ser mimada de tal forma alguna otra vez en mi vida.
— Ve a ordenar tu cuarto y luego vamos por las compras.
El día fue tan tranquilo luego de eso.
Acompañe a mi madre a hacer compras, me compro algo de ropa y alguna chuchería para comer en el camino.
Era algo completamente normal en mi día a día - pero jamás llegué a pensar que este sería el último donde vería a mis padres, pensar que desde aquí, a partir de este día todo cambiaría-.
Llegamos a casa y papá estaba ahí, con una pequeña caja sobre la mesa, agarrando su cabeza con ambas manos mirando la pequeña caja, ¿Era un regalo para mi?
Sonrei y abrace a mi padre, tenía un rostro de preocupación pero cuando lo abrace este cambio a una sonrisa más que resplandeciente para mí. Sus ojos reflejaban tanto amor.
Su cabello color café y sus ojos color miel junto con su sonrisa tan bonita, me parecía tan bonito mi padre al igual que mi madre, ambos eran tan bonitos.
— ¿Que pasa papi? —pregunte.
— Nada, sabes... —murmuró en mi oído— en mi cuenta bancaria tengo mucho dinero para ti y solo para ti en el futuro.
Mi corazón se sintió dolido pero al mismo tiempo estaba feliz ya que él daba de sí mismo para poder yo tener lo mejor que pudieran darme.
— ¿Enserio? —él asintio y acarició mi cabello.
"Ya es tarde, luego baja a cenar ¿si?" Escuche salir de su boca con algo de tristeza pero decidí no darle mucha importancia ya que a veces se oía así solo por la pequeña lejanía.
[...]
Estuve alrededor de una o dos horas posiblemente en mi habitación leyendo algunos libros hasta que escuche un ruido demasiado fuerte hacerme temblar.
Deje mi libro con cuidado en la cama y me dirigí a la puerta pronunciando "mamá" con cuidado por el miedo que estaba inundandome.
Abri la puerta y baje lentamente por la escalera hasta llegar al piso principal, escuchando los gritos de mis padres y los sollozos de ambos, ¿Qué..?
Me asomé al umbral de la puerta hacia la sala y cocina y mis ojos se abrieron con sorpresa al ver la caja abierta y una pistola en la mano se mi padre, ¿¡Que está haciendo!?
— ¡No podemos tocar ese dinero! ¡Es para ella! —grito mi padre con enojo apuntando a mi madre.
— ¡Pero lo necesitamos, Sehun! ¡____ crecerá y conseguiremos más dinero! —grito acercandose a el para quitarle el arma.
— Somos un maldito estorbo para la vida de nuestra pequeña hija, ¿Te das cuenta de eso? —dijo moviendo la pistola de un lado a otro con el dedo en el gatillo.
Quise hablar pero cuando mi madre dio un paso el disparo hacia el estómago de mi madre haciéndome caer al suelo por el dolor que me dio al verla ser empujada por la fuerza de la bala.
La sangre brotaba de su ropa como si fuese una flor abriendose en primavera. Su cuerpo estaba en el suelo y no pude evitar sollozar llamando la atención de mi padre.
— Pequeña... —murmuró disparando otra vez a mi madre— te amamos, enserio te amamos, pero esto es lo mejor, estarás sola y no tendrás unos padres inútiles a tu lado —las lagrimas salian de sus ojos como si fueran unos malditos ríos y comenzaba a ser una tortura para mi el verlo matarse así mismo.
— Papi no lo hagas... —suplique arrodillandome frente a él sujetando a la única persona que me quedaba.
— Tengo que, deje mi libreta con todo lo que necesitas saber cuando crezcas, estas grande y ya eres una mujercita... —murmuró con suavidad en sus palabras, llevando la pistola bajo su mandíbula— ____, siempre voy a estar orgulloso de ti, de tus notas, de lo buena que eres... no dejes que ningún chico te pisotee, ¿De acuerdo? ¿Dile que tu padre lo asustará por la noche si hace eso? —sonreí pero al instante volví a mi misma y comence a llorar abrazando sus piernas, cerrando mis ojos y oyendo el fuerte disparo. Cayendo al suelo abrazada a él.
Abri mis ojos que estaban más que borrosos. El suelo lleno de sangre me hizo entrar en pánico y mi ropa estaba comenzando a mancharse por lo rápido que perdía sangre.
Me levanté desesperada y trate de marcar al 911, llamé más de 3 veces y no me creían pensando que era una maldita broma pero no lo era hasta que me canse y comence a llorar en plena llamada con una oficial quien dijo al segundo que me enviaría patrullas a mi casa.
Solte el teléfono cayendo al suelo, arrastrándome en este hasta llegar a mi padre, acariciando su rostro, sintiéndome morir por primera vez.
1 año después del suceso.
Estaba cansada, cansada de despertarme todas las mañanas y ver mi casa vacía, cansada de no despertar y oler el delicioso desayuno que me hacía mi madre, cansada de saber que es mi culpa.
"— ¿Tu los mataste verdad?" "— No te delatare lo prometo." Era lo único que escuchaba por parte de mis familiares que ya ni siquiera los consideraba como tales.
El caso estaba terminado y ser observada por mis parientes en los velorios que yo pagué con el dinero que dejaron a mi nombre al igual que la casa.
Diciendo cosas de mi, inventando cualquier tipo de falsedades para que yo quede como una culpable, siendo que presencie lo peor que cualquiera pudiera ver en su corta adolescencia.
Todos los días lloraba, trataba de salir adelante, iba con psicólogas, psiquiatras que me medicaban para poder dormir, siendo que cada vez que dormía tenía el mismo episodio reproduciéndose.
Quise suicidarme pero, ¿Que sería de esta casa? Tengo que cuidarla... aquí viven mis padres aún ¿Verdad? Ellos aún están aquí conmigo a pesar de que no los veo...