Al regresar a la torre, todo estaba en calma, no había ni un solo sonido, Rachel encontró que este escenario podría repetirse más a menudo, era bastante disfrutable este silencio tan acogedor, podía hacer que la persona más irritable del mundo, con el peor genio, pudiera caer bajo la tranquilidad del silencio profundo.
Rachel encontró unas rebanadas de pizza en el refrigerador, al verlas recordó que Damian no había comido nada desde que ha despertado, ya era de noche y le preocupaba que empeorará a causa de no alimentarse.
Las calentó, y fue a la habitación del enfermo.
"Ahora que lo pienso, es más como un paciente en estos momentos" pensó divertida a la imagen de un Damian siendo cuidado, de verdad era difícil de imaginar.
Al llegar tocó 3 veces y espero.
No hubo respuesta.
"¿Estará dormido?"
-¿Damian?... ¿Estás ahí?- preguntó en un tono sereno y frío.
No hubo respuesta.
Sin pensarlo mucho giro la cerradura para abrir lentamente la puerta con su magia.
Estaba oscuro, solo había un tono claro que provenía de la luz de la luna que entraba por las ventanas abiertas, envolviendo toda la habitación.
"Lo supuse, estaba dormido, se ve... Tierno"
Rachel enterándose de la mala jugada que le dio su mente, sacudió la cabeza para tratar de alejar esos pensamientos que no venían al caso, sin mucho éxito su cara se puso cómo una fresa recién cosechada.
Dejó el plato con pizza en su mesa de noche. Sentándose en el borde de la cama del terco petirrojo.
"¿Qué está pasando contigo Damian?... ¿Qué está pasando conmigo?"
Rachel bajo la cabeza para mirar sus manos, completamente perdida en sus pensamientos, quería saber porque todo de repente estaba en su contra, los hermanos sangre volviendo de su muerte, Damian extrañamente enfermo dando señales de no mejorar pronto, pero había algo más, una ansiedad producida por el chico que dormía plácidamente a unos centímetros de ella, cada vez que lo veía esforzarse en ese estado, le daban ganas de noquearlo para que dejara esa actitud autodestructiva, no le gustaba nada que se hiciera daño así mismo.
"Damian... ¿Qué me hiciste?"
Con el tren del pensamiento llevándola lejos de esta tierra, acercó sutilmente su mano al rostro del chico que miraba hacia arriba, con una respiración un poco silbante y cortante, pero el rostro dormido no parecía mostrar el dolor por el que su cuerpo estaba pasando.
Su mano se posó sobre una mejilla de manera gentil y cuidadosa para evitar que este despertara.
Al principio vaciló, estaba inquieta con la idea de que se despertara, pero siguió con su acción calmada.
Hizo contacto con la mejilla del muchacho tozudo, tuvo una grata sorpresa al sentir una suavidad inexplicable, y no sabía por qué, pero le agradaba este contacto.
Empezó a trazar pequeños círculos con su dedo índice en el pómulo izquierdo del chico impasible.
Podría quedarse así todo el día, admirando esa cara serena, excluida de todas las preocupaciones del mundo, de su labor, el sueño sin duda te dejaba ver una faceta distinta del chico maravilla, ojalá pudiera ser así de tranquilo en su día a día.
"Seguí trazando esos pequeños círculos en tu mejilla, sin darme cuenta mi dedo anular se posó sobre una pequeña parte de tu labio inferior, su suavidad y fragilidad me cautivó, empecé a enderezar mi cuerpo inclinándome hacía ti de manera lenta y cuidadosa, de un momento a otro tu respiración se mezcló con la mía. Vi tus bellos orbes cerrados por aquellos párpados, quería verlos, quería hacerle saber a esas esmeraldas que cuidaré de su dueño, sin importar que"
-Damian...- Salió en un susurro casi inaudible mientras el rostro de Rachel se acercaba peligrosamente al del chico dormido.
Se escucho un quejido del durmiente y, tomando por sorpresa a una transformada Rachel, la hizo volver a la tierra dándose cuenta de lo que estaba a punto de hacer.
Fugaz se alejó y se paró de la cama de un salto, su cara parecía fuego puro, rojísima, y con una expresión de vergüenza absoluta, tanta era que llevó sus manos a su cara mientras se criticaba mentalmente.
-Hmmm... ¿Rachel?- Habló un petirrojo adormilado mientras se frotaba los ojos con sus dos manos.
"¿Acaso no se da cuenta de lo tierno que se ve?
Sin duda la mente de Rachel no estaba con ella en esos momentos, no ayudaba en nada a la situación vergonzosa en la que se encontraba.
-¿Sí?- Respondió dulcemente mirando al chico esperando que no notará lo roja y avergonzada que estaba.
Pareció dudar un poco en qué decir a continuación, tenía una mano rascando su nuca, completamente despeinado.
-Que...¿Qué haces aquí?- Cada palabra salía lenta desde su boca adormilada.
-Ehhm, yo, bueno...-la vergüenza hizo que estuviera muy nerviosa frente al chico, mientras esté la miraba dormido e interrogante.
-Acabo de llegar, y como sabía que no has comido nada en todo el día, decidí traerte esto- señaló nerviosa la mitad demonio al plato en su mesa de noche.
-Oh, gracias Rachel, pero no tengo hambre-habló sin energía mientras se giraba y se recostaba dándole la espalda a Rachel, no se sentía muy bien al parecer.
Rachel suspiró por su actitud, nunca aceptaba ayuda de nadie, ni aunque se estuviera haciendo daño.
-Damian, por favor tienes que comer algo-
Lo único que obtuvo de respuesta fue un pequeño gruñido mientras el cuerpo del chico se encorvaba más que antes.
"Duele, está sufriendo, pero... parece que si el sufre, de alguna manera algo dentro de mí, también lo hace"
-Damian, aunque sea come una, ¿sí?- Rogó Rachel mientras movía ligeramente el cuerpo de Damian con pequeños empujónes. -Lo haces y no te molesto más, ¿Qué dices?- presentó la pregunta cómo un especie de chantaje para que el terco chico comiera.
Damian se giró para enfrentar a Rachel directo a sus ojos, esmeraldas bailaban con amatistas, emociones mezclándose y hablando con solo el remolino causados por su propia visión de cada uno.
-No quiero que te vayas-Pidió sin ánimo pero como si estuviera desesperado -por favor- volvió a pedir el chico, al parecer creía que si aceptaba el trato, ella se iría.
"Estás muy equivocado si piensas que me iré Damian Wayne"
Rachel se quedó mirando esas joyas mientras pensaba en lo que dijo, la manera en que lo pidió, su sinceridad, el tacto en sus palabras escondido por el dolor.
-Me quedaré -La expresión de Damian se iluminó -Sólo si comes lo que te traje- sentenció decidida mientras seguía perdida en aquellos fascinantes ojos verdes.
Damian parecía que iba a replicar y quejarse, pero sorprendentemente para Rachel, con un pequeño movimiento de su cabeza logró comunicarle que estaba de acuerdo, todo sin dejar de mirarse a los ojos, como si estuvieran buscando las partes que le faltaban a cada uno.
Damian extendió su brazo para alcanzar el plato sobre la mesa.
-Gracias Rach- se cortó bruscamente al sentir que no podía levantar el plato, miro asustado y sorprendido.
-¿Qué sucede?- Expresó preocupada al ver que la expresión de Damian cambió drásticamente, su cuerpo y brazo estaban temblando furiosamente.
-Tranquila, N-no sucede nada, todo está... Bien- Dijo haciendo una pausa para respirar, su frente estaba transpirando sin control alguno.
-¡Damian tranquilizante!- pidió sobresaltada mientras agarraba los hombros de Damian para evitar que este cayera recostándolo de espaldas sobre la cama.
-Todo estará bien, confía en mí- trataba de calmar al chico que estaba empeorando a cada segundo. Colocó su mano en su frente para tratar de confirmar su sospecha, y lamentablemente la confirmó, tenía una fiebre altísima, tanto que tuvo que retirar su mano después de unos segundos.
"¡Está ardiendo maldición! ¿Cómo enfermó tanto?"
Raven al instante supo lo que debía hacer, generalmente no hacía este tipo de hechizos por seguridad, pero la situación lo ameritaba, se envolvió así misma en su magia levitando, se colocó en posición de loto y empezó a recitar un conjuro.
-Ra...chel, ¿qué diablos estás haciendo? Cuestionó adolorido y sin ánimo por las acciones de la mitad demonio.
"Confía en mí Damian, solo trata de relajarte"
"No creo que sea buena ide-"
"Déjame ayudarte"
Damian abrió los ojos sorprendido por las palabras de Rachel, o mejor dicho... Sus pensamientos, chocaban con los suyos y generaba respuesta al instante, además hizo sentir más tranquilo al petirrojo, se parecía al enlace mental que compartieron por primera vez cuando ella lo curó por su imprudencia el primer día que llego al equipo, aquella vez estaba molesto e incómodo por la presencia ajena en su propia mente, pero ahora... No le importaba en lo absoluto, es más, le gustaba solo porque sabía que era ella la que estaba detrás de esa irrupción .
"Está bien"
Raven seguía modulando aquel extraño lenguaje proveniente de Azarath. Una manto negro se envolvió alrededor del cuerpo sólido de Damian.
-Mothrey- cerró el hechizo con un ademán de manos junto con la última palabra. El cuerpo de Damian empezó a brillar oscuramente mientras hacía su efecto.
"Que... ¿Qué me hiciste?*
"Sólo hice un conjuro que estabiliza tu metabolismo, deberías empezar a sentirte mejor pronto"
Y efectivamente, Damian poco a poco sentía que su dolor se hacía más soportable, su temperatura también estaba equilibrándose, la respiración se volvía más calmada, pero sobre todo su mente estaba en un estado de paz inexplicable, lo que sea que haya hecho Rachel, mejoró mucho su situación en tan solo segundos. y estaba agradecido por eso.
"Gracias Rachel"
"No hay de q-"
Los pensamientos de Raven fueron cortados cuando vio que la mano de Damian se empezó a mover lentamente en dirección a la suya.
-¿Damian?- No dejó encubierto su nerviosismo.
Damian hizo caso omiso de su pregunta hasta que llegó a la mano de Rachel, la tomó lentamente mientras entrelazaban sus dedos con los de ella con gentileza, saboreando la suavidad de su mano en comparación a la suya propia, áspera y dura, pero de algún modo suave. Al terminar de estar unidos, la miró cansado a sus perfectas y misteriosas amatistas.
"De verdad... Gracias"
Solo se quedaron mirándose uno al otro, no se movían, no articulaban palabra alguna, no había ruido, solo el remolino de emociones que expresaban en los ojos de cada uno.
Rachel irónicamente solo tenía un ligero sonrojo en sus mejillas, él tampoco se salvaba del color escarlata.
Ella empezó a jugar un poco con sus dedos en el dorso de la mano que estaba unida a la de ella.
Esto tensó un poco al chico, pero se relajaba lentamente conforme pasaban los segundos, ellos mismos estaban hablando sin necesidad del habla, tantas palabras, necesidades, emociones y preocupaciones soltadas en aire y en el roce que compartían.
-Damian... Yo-
-Oye Damian, ¿Puedo entrar?- se pronunció de repente la peculiar voz de Dick Grayson mientras entraba descaradamente a la habitación.
-Quería preguntarte cómo estab...-
Dejó de hablar cuando vio la Escena, Rachel y Damian estaban muy juntos, con las manos entrelazadas mirando a Dick sorprendidos y sonrojados.
El mayor se les quedó viendo unos segundos más hasta que se separaron bruscamente y Raven le echó una rápida mirada a Damian antes de salir apresurada colocándose su característica capucha.
-Hola Dick, adiós- Rachel recibió al mayor nerviosamente mientras salía casi corriendo del lugar.
-Okeeey, ¿me explicarás?- pregunto con una sonrisa maliciosa a su pequeño amigo.
-No, ahora vete-
-Ohhh vamos D, sabes que puedes contarme lo que sea, ¿por favor?- probó con pedirlo adecuadamente a ver si se apiadaba de el.
-hm, deja lo pienso, NO- dijo con severidad -ahora vete, tengo hambre- logro llevar un trozo de pizza a su boca mientras gruñía para que Dick lo dejara tranquilo solo por esta vez. Aunque no lo pareciera, estaba muerto de vergüenza por dentro, con el corazón a mil, no se había dado cuenta del tiempo que paso mientras miraba a Rachel y se tomaban de la mano, posiblemente varios minutos, era como si fuera magia, no su magia por su puesto, si no una magia más de fantasía, un hechizo que los transporto a otro mundo, pocas cosas había disfrutado tanto como esos minutos con ella.
-Ey, D, ¿Sigues conmigo?- Comentó divertido Nightwing mientras movía sus manos al frente de la cara del chico que se movió a la tierra de pensamientos.
-Por supuesto que sí, ahora vete, te hablaré luego- Decía mientras daba otro mordisco a la pizza que trajo Raven.
-Claaaro, me iré, después me cuentas todo-Cuando estaba en la puerta se volteó y lo miró con una sonrisa bufona.
-Así que solo una compañera, ¿eh?- Con esto se fue de la habitación.
Damian se le subió el color rojizo que venía escondiendo cuando Dick entró para evitar mas molestias, ahora sentía mucho calor en la cara, pero aun así con todo, la comisura de sus labios se estiraron un poco hacia arriba, sin que el lo pidiera, se sentía extrañamente feliz, pero a un punto tonto, ni siquiera estaba enterado cómo diablos había pasado todo esto.
"Sólo una compañera... ¿Cierto?"