VIVIENDO CON EL ENEMIGO (En e...

By RUDE_SWEET19

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"PARA VENCER A EL ENEMIGO, PRIMERO GANATE SU CONFIANZA" Cat Smith tenía una vida generalmente aburrida, ha... More

Antes de leer.
Prólogo.
1. La llegada.
2. Los Foster
3. Panda
4. Fiesta de bienvenida.
5. ¿Dónde está Seth?
6. A limpiar.
7. Las 20 preguntas.
8. El hermano guapo
9. La niña de papá.
11. Simplemente no te quiere.
12. Sorpresa.
13. ¿Cómo que novio? ¿Cómo que sin compromiso?
14. Stripers y un lo siento.
15. Pijamada con chicos. Parte 1
16. Pijamada con chicos. Parte 2
17. Karaokes, decepciones y vodka
18. Visitas inesperadas y Leo.
19. ¿Qué pasó ayer?
20. La mejor venganza es el perdón.
21. ¿Apostamos?
22. Te necesito aquí.
23. Let's go to the beach, bitch. 1/2
24. Let's go to the beach, bitch 2/2
25. Bebe o muere.

10. Odio los lunes

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By RUDE_SWEET19

El resto del fin de semana pasó sin grandes acontecimientos. Papá se iba temprano a la empresa y regresaba en la noche para cuando yo ya estaba confinada en mi habitación. De viernes a domingo, Mia y Ryan trataron de arrastrarme a un sinfín de fiestas caseras, pero cada una de la veces solo consiguieron llevar a la versión desmejorada de mi misma: Mi hermano.

Voy a ser completamente honesta, quitando el hecho de que la casa quedó patas arriba, en verdad había disfrutado la fiesta de bienvenida... me había sentido bien, divertida, distinta. La parte que odiaba era no tener el control luego de que el alcohol hacía efecto, pero a mi parecer podía manejarlo. Sin embargo, justo ahora sentía que tenía que solucionar varias cosas antes de volver al descontrol... Es confuso, pero lastimosamente así funciono. En mi mente no podía ir a una fiesta mientras tenía libros por organizar, horarios que escribir, ropa sucia que debía separar de la limpia... uf. Y para colmo, el tema principal: arreglar las cosas con papá. El problema no era que papá casi no estuviera en casa, bien podía madrugar y alcanzarlo o esperar a que llegara en la noche... el problema era la confrontación, siempre he odiado la confrontación, desde pequeña veía las películas enteras una sola vez, el resto del tiempo las ponía y me saltaba la parte conflictiva, ya saben, como la muerte de Mufasa o la de la mamá de Bambi. No lo manejo bien. En fin, cada quien con sus traumas.

Para cuando llegó el lunes había decidido que esa noche solucionaría el problema. Un momento de incomodidad era justo para recuperar mi paz mental.

Salí de casa sobre analizando todo. Todo el camino estuve repasando una y otra vez los posibles escenarios de aquella conversación. Ni siquiera supe cómo había llegado a la tercera hora de clase o al almuerzo por mi cuenta, estaba mentalmente ausente... hasta que Mia intervino.

-¿Te metiste algo?

-¿Además de tres tazas de café al desayuno?... No-respondió Ryan por mi mientras sacaba un nacho de mi bandeja.

-Mia te preguntó si quieres hacer una pijamada la semana que viene-me aclaró Amy, amable como siempre.

-Pensé que sería esta semana-apunté mientras le daba un golpecito a la mano ladrona de Ryan que no dejaba en paz a mis nachos.

-El viernes hay fiesta, y posiblemente dure hasta el domingo-Me contó Mia emocionada. Me asombraba como sobrevivía a sus fines de semana alocados solo para llegar al lunes pensando en los próximos.

-Pues bien. En mi casa, si quieren.

-Que tierna eres-me sonrió Amy.

-¿Dónde más pensabas que iba a ser?-Mia me señaló con el dedo. La emoción le desbordaba del cuerpo-Tengo curiosidad por conocer a Joseph Smith.-dijo su nombre como si se tratase de alguna celebridad internacional.

-Es el mejor amigo de tu papá-apunté.

-Pff. Posiblemente lo vi cuando era muy chica, pero no puedo ni recordar que cené ayer-se encogió de hombros.

Por el rabillo del ojo vi la mano de Ryan acercarse de nuevo y rendida empujé mi bandeja hacia él.

-Tómalos, no tengo hambre-rodé los ojos.

-Gracias-se rió y le dio una mirada aburrida a los nachos-Pero no saben igual sin la diversión de quitártelos-susurró arrugando el ceño.

-Ya madura-le susurré de vuelta. Hoy olía tan bien que alabé mi decisión inconsciente de sentarme a su lado. Sus ojos avellana se achinaron un poco, siempre con esa mueca burlona en su cara. Amy y Mia siguieron hablando sin prestarnos mucha atención.

-La fiesta del viernes es por el primer partido de la temporada. ¿Iras a verme jugar?-preguntó con ese tono de galán que lo había oído usar con muchas chicas en la escuela. Solté una carcajada, Ryan me resultaba muy entretenido últimamente. Sin apartar los ojos de mi, apoyó los brazos cruzados sobre la mesa y se inclinó más cerca de mi rostro.

-Ni siquiera saben si van a ganar, ¿No es algo pronto para planear una fiesta?-ignoré su pregunta y me negué a echarme atrás como la última vez. No iba a actuar como si me afectara tanta cercanía.

-Siempre ganamos-su sonrisa se amplió-Tenemos al mejor delantero-se regodeó.

-¿Tú?-me reí-¿No te duele la espalda de cargar ese ego?

-Nah, he cargado cosas más pesadas.

-Tengo miedo de preguntar.

Aquello le hizo soltar una risa que sonaba un poco más sincera que la mayoría. Negó con la cabeza justo cuando sonó el timbre y antes de levantarse se acercó a mi oído y susurró:

-Te guardaré una silla adelante.

-Que no sea junto a tu novia, por favor-arrugué la nariz.

-No es mi novia-me señaló mientras se levantaba y se iba.

De camino a clase de geografía me entró un mensaje de un número desconocido. Era un simple "Hola" al que no le presté mucha atención, no solía responder nunca a números desconocidos. La clase estaba a punto de terminar cuando mi teléfono volvió a vibrar. El desconocido había enviado una foto. Aquello ganó mi completa curiosidad y terminé abriendo el chat con cuidado de no llamar la atención del maestro que calificaba tareas con aburrimiento en su escritorio.

Reconocí al chico de inmediato. Era Dylan, el hermano guapo de ojos azules que no se parecía ni un poco al loco de Will. La foto era una selfie sencilla, junto a él, tras una pared de vidrio, estaba el bebé panda durmiendo plácidamente sobre una roca.

Tufi vuelve a estar a salvo, y tu amiga igual

Esperé hasta el cambio de clases para responderle. Resultaba que además de guapo, Dylan era sumamente entretenido y se negaba rotundamente a dejar morir la conversación. Cada vez que volvía a entrar en alguna clase me sentía en la obligación de avisarle que no podría responder en un buen rato porque el chico seguía y seguía.

Para cuando la jornada terminó, Amy comenzó a quejarse de que no le había puesto atención en todo el día. Apenas era lunes pero ella ya había comenzado los preparativos de nuestra pijamada, hasta hizo mención de un menú que consistía prácticamente en dulces de todo tipo y mucha comida chatarra. Podía oír a mis tripas protestando desde ya. Mia, por otro lado, desapareció las últimas dos horas de clase, aprendí que eso era algo común en ella, desaparecer durante las asignaturas que la aburrían más.

-Si quieres te llevo, así no te vas sola a casa-se ofreció Amy mientras salíamos del salón. Me lo pensé un poco. Ryan y Seth tenían entrenamiento de fútbol los lunes, miércoles y viernes. Así que Javier solía venir solo por mi, lo cual me precia un poquito injusto de mi parte.

-Claro, llamaré a Ja...

Dejé las palabras en el aire al captar la imagen a unos metro de distancia. Ante mi, Dylan caminaba por los pasillos de la escuela en ropa deportiva, una bolsa le colgaba de un hombro y llevaba una botella de agua en la mano. Una extraña sensación de deja vu me recorrió, se veía tan estético como la caminata usual de Alison, te hacían sentir pequeña y deslumbrada.

Amy notó mi aturdimiento unos segundos después, y se volteó buscando la causa. Percibí que volvió la mirada hacia mi y de nuevo hacia él un par de veces, pero no pude prestarle atención luego de que los ojos de Dylan atraparon los míos, acto seguido, sonrió.

-Hey-se detuvo a nuestro lado, resplandeciente-¿Llegué muy tarde?-preguntó achicando los ojos.

-A tiempo para el entrenamiento-respondió Amy en un tono que hasta el momento no había oído en ella... No era amable para nada.

-Tenia que devolver a Tufi a la reserva del socio de mamá-nos explicó. Si se dio cuenta de la actitud impropia de Amy, no lo hizo notar.

-Hablando de reservas...-me sacudí todo aquel encanto de encima para poder hablar como una persona normal y no como una fan patética.-¿Has hablado con tu madre sobre...?

-¿Tu trabajo?-asintió-Pero me ha dicho que tenemos todo copado allí-frunció los labios y se recargó en la pared tras de él.-Aunque, he estado preguntando y tal vez tenga algo que te interese...

-Lo que sea-confirmé con rapidez-Tengo un deudor un tanto pesado...

En mi cabeza se dibujó una imagen de mamá reclamándome por su dinero... que en realidad era el dinero de papá. Pasaría tarde o temprano, y era irónico, ya que yo nunca he podido recuperar ni un solo centavo de lo que le he prestado a ella. Al parecer todas sus deudas conmigo fueron pagadas en el momento que me dio a luz.

-Voy tarde al entrenamiento. Ven conmigo, te contaré allí-ofreció inclinándose un poco.

-Nosotras ya nos vamos-Amy tomó mi brazo y tiró de mi con firmeza-No nos quedaremos para verlos sudar como unos malditos puercos dos horas-le dijo a Dylan.

La observé pasmada. Aquello parecía haber salido de la boca de Mia, pero no. Amy tenía el ceño fruncido, la espalda recta y se veía dispuesta a hacerle frente a cualquiera.

-No tienes que hacerlo, solo la invité a ella.

Eso no ayudó en nada.

-Oye-tiré de Amy para que me prestase atención.-No te preocupes, volveré a casa con Seth y Ryan.

Amy le dio una última mirada llena de fastidio a Dylan antes de asentir en mi dirección. Se acomodó mejor su bolso rojo y brillante en el hombro y se alejó, no sin antes susurrar:

-No te le acerques demasiado.

Quedé con la cabeza llena de preguntas por lo ocurrido pero lo seguí por los pasillos hasta salir por la puerta trasera de la escuela que daba a las canchas al aire libre. Hasta ahora no había ido a esos lados ya que las clases de gimnasia habían sido en el interior debido a la época, cosa que aborrecía porque si existe algo peor que hacer ejercicio, es hacerlo en un espacio cerrado. El folleto publicitario de la escuela apenas y le hacía justicia a las canchas de fútbol; eran impresionantes, casi me sentía en un estadio con la única diferencia de que las gradas aquí se veían impresionablemente limpias. Mientras nos acercábamos fui reconociendo los rostros de los chicos agrupados fuera de los vestidores, en especial el de mi hermano, que me atendió con una mirada asombrada y confundida que bailaba entre Dylan y yo. A su lado, reconocí la espalda de Ryan, y como no, si venía a ser probablemente la más grande de todo el equipo, eso y su altura te hacían parar los ojos en él de inmediato.

Mi hermano arrugó las cejas y le susurró algo a Ryan. El moreno volteó en seguida sin interrumpir su estiramiento de brazos. Su reacción fue muy similar a la de mi hermano, con la diferencia de que era extraño no ver a Ryan con esa sonrisa socarrona en el rostro. Seguimos acercándonos hasta llegar el grupo.

-¿Qué haces aquí?-me interrogó mi hermano sin dejarme si quiera saludar.

-Viene a ver el entrenamiento-respondió Dylan a mi lado frustrándome un poco, a juzgar por la guerra de miradas entre los tres chicos, yo era invisible.

-Ella puede hablar-apuntó Ryan con obviedad y pasó su mirada hacia mi, cambiando su ceño fruncido por una de sus sonrisas comunes, esta, un poco más cínica que las otras.-¿O te comió la lengua el gato?

Salte de inmediato frente a su provocación.

-Yo no...

-¡Cinco minutos tarde, Scrivens!-me interrumpió un grito a nuestras espaldas. El entrenador Johnson, que a su vez era nuestro maestro de gimnasia, se hizo paso entre el grupo y señaló a Dylan con un dedo acusador-Diez vueltas extra.-Notó mi presencia  y suspiró con aparente cansancio-Las novias van en las gradas-señaló a nuestro lado.

-Es mi hermana-Seth se apresuró a aclarar.

-Como sea...-el señor Johnson le quitó importancia con un gesto de su mano pero luego me observo con curiosidad por algunos segundos-Smith, eres la que no puede dar ni dos vueltas a la cancha de voleibol-afirmó pareciendo orgulloso de su memoria. Frente a él, Ryan reprimió una risa y Seth me agarró del brazo para tirar de mi hacía las gradas.

-¡Es una cancha muy grande!-me defendí mientras me alejaba.-¿Puedes creerlo? Ja, al menos me presento a sus clases...

-Cat-me interrumpió-¿Que haces aquí? Te aburres con los deportes y ¿Qué haces con él? Ni siquiera nos agrada.

-Ya no estamos en primaria, Seth, no tienen porque caerme mal las personas que no te agradan.-me cruce de brazos y me senté en las gradas.

Seth tenía razón, era probable que me aburriera en las próximas horas, pero siendo sinceros no tenía mucho más que hacer. Estar sola en casa era tedioso y además después de esto podría posiblemente conseguir un empleo para pagar los destrozos.

-¿Dijiste "nos"?"-pregunté.

-Dylan Scrivens quiere el puesto de capitán igual que Ryan. Está malditamente desesperado, el año pasado hasta intentó ligarse a su prima para manipularlo-me contó.

-¿A Amy?-pregunté atónita. Las piezas de la pequeña escena anterior en el pasillo parecían comenzar a juntarse-¿Por qué lo manipularía? Tal vez fue un malentendido.

-Bueno, Amy es su única familia mientras su padre no está, la protege de más.-Contó Seth pasando su peso a la otra pierna. El podía mostrarse tan respetable como quisiera, pero a la hora del chisme, era la mejor compañía.

-Ya veo. De cualquier forma ya juzgaré yo si me agrada o no.

-Tal vez yo también comience a protegerte de más-me amenazó, sin embargo, por su gesto no lo tome en serio.

-¡Smith! ¿Quiere que le traiga una taza de café?—aunque el entrenador había llegado hasta nuestro lado, gritaba como si estuviese a varios metros de distancia. Seth abandonó su pose de señora chismosa y me hizo una seña antes de comenzar a alejarse junto al señor Johnson.-No te le acerques mucho, no quiero que se te pegue la flojera-oí al entrenador advertirle a Seth.

-¡Oiga!

*******

-¿Una fiesta de disfraces?-interrogó Seth-No iré a que un montón de niños me babeen encima.

Javier nos había recogido después de que el entrenamiento terminó y ahora íbamos de camino a casa. Ryan venía a mi lado en el asiento trasero estirando de una y mil formas el brazo que se había lastimado en el cuerpo a cuerpo que hizo con Dylan en el calentamiento. Y Seth, sentado en el asiento delantero, solo hacía lo que mejor sabía, quejarse como el niño mimado que era.

-Irás. Dylan dice que su tío es un derrochador y nos pagará muy bien por animar la fiesta de sus hija-le conté lo que Dylan me platicó cuando nos quedamos solos mientras los demás se duchaban.

-Es de princesas.

-¡Pagaremos el Tv por un solo día de trabajo!

-Pero yo no...

-Iremos-interrumpió Ryan. Lo miré confundida y comencé a negar con la cabeza.-Necesitas más personas, podemos decirle a Mia y a Amy... Javier, ¿Cómo te ves con mallas?-preguntó en tono serio.

Javier nos miró por el retrovisor con una sonrisa orgullosa respondió:

-¿Poliéster o tul?

-¿Hablas en serio?-le preguntó Seth divertido provocando que Javier comenzara a contarnos si años de gloria en el teatro callejero.

Ryan volteó de nuevo hacia mi entre risas, y como si supiera que iba a protestar por su colaboración añadió en un susurro:

-¿Para qué son los amigos?

Aquella sonrisa diabólica seguía en sus labios.

-No para que paguen tus deudas-susurré para no interrumpir la animada conversación de Seth y Javier.

Ryan entrecerró los ojos examinándome por algunos segundos con tal intensidad que estaba segura que tenía un ligero rubor recorriéndome las mejillas en aquel instante.

-¿Sabes lo que está haciendo, verdad?-preguntó frunciendo ligeramente el ceño-Quiero pensar que hay una listilla detrás de esa cara bonita tuya.

-¿Hablas de Dylan?-pregunté-No está haciendo más que ser amable.

-No es un buen tipo, Cat.

-¿Según, tú?-ataqué. Su sonrisa creció y sin responder estiró el cuello para verse en el retrovisor, de perfil, de frente y de nuevo de perfil.

-Creo que yo podría ser Aladdin, ¿Tú que piensas?

-Más bien el mono-murmuré para mi, aunque supe que me había escuchado cuando lo oí reprimir una risa.

Para cuando llegamos a casa ya habíamos escuchado una parte importante de la vida de Javier, al parecer siempre quiso ser una gran estrella de Broadway pero no llegó muy lejos por los nódulos en su garganta. Por más que quise seguir hablando con Javier, el parecía realmente cansado y hambriento, así que entró derechito a la cocina buscando a Martha. Ahora, no me quedaba de otra que entrar y afrontar la conversación que me esperaba con papá.

Para mi sorpresa, no estaba sentado en la mesa como de costumbre. Giré hacia la cocina pero solo me encontré con mis tres compañeros de auto atacando la cena que aún no estaba servida. Junto a ellos, Martha les pegaba en sus manos ladronas con un cucharón de acero.

-¡Alto!-gritó señalando con el cucharón a Ryan quien estaba a punto de meterse una albóndiga a la boca, sin embargo, se detuvo ante la advertencia de Martha-Cómete eso y será la ultimo que comas en mi cocina-lo amenazó entrecerrando los ojos haciendo que sus prominentes mejillas se levantaran.

Bajo la mirada de todos, Ryan comenzó a bajar lentamente la albóndiga hacia la bandeja pero en el último momento se lo comió con rapidez y salió disparado de la cocina. Martha trató de ir tras él echa una furia, pero me atravesé en la puerta luego de esquivar un golpe ciego del cucharón. Ella resopló con indignación.

-Lo siento-sonreí con inocencia-Estoy buscando a papá, ¿Aún no llega?

-Llegó hace unos momentos, querida-respondió tratando de mirar sobre mis hombros con urgencia de encontrar a Ryan. Cuando no lo vio, suspiró con cansancio y se rindió-Me ha dicho que le lleve la comida a su cuarto-me indicó señalando tras ella la bandeja que había sido atracada.

Rodé los ojos. Ryan era un descarado.

-Yo se la llevó-me ofrecí.

La cara de papá pasó de su bandeja a mi varias veces antes de hacerme pasó y preguntar:

-¿Molesté a Martha o...?

-No-me apresuré a responder mientras ponía su bandeja en el escritorio. Para ser un derrochador profesional, su cuarto en realidad era muy común-Está molesta, pero no contigo. Le dije que te traería la comida porque quiero hablar contigo.

Papá suspiró y se sentó frente a su bandeja mientras me señalaba el sofá junto a él.

-Debí disculparme, lo sé. Es solo que no he tenido mucho tiempo últimamente-comenzó. Honestamente pensaba tomar la batuta en la conversación, pero si el quería hacerlo no iba a detenerle.-Sé que Seth y tú han hecho cambios muy importantes para poder estar aquí y sé que extrañas estar en casa, y a mamá.

-Y a Lucy, a Ty, a Esteban...-comencé a enumerar con los dedos.

-Lo se-me detuvo mostrando las palmas-Pero eso se puede arreglar. No los traje solo para tenerlos cerca, debes ser consciente de que entrar a RWU requiere esfuerzo pero sobre todo buenas referencias que está escuela te puede dar-explicó-Solo queremos un buen futuro para ustedes.

-Lo sé-encorvada cual niña regañada, levanté la mirada hacia él-Y siento haberme comportado mezquina. No tengo nada en contra de que Ryan viva aquí, creo que fue un buen detalle de tu parte traerlo.-"solo que el si parece tu hijo y nosotros no"
Me salté aquello para evitar desviar la conversación hacia un terreno que sabía que no me favorecía.-No está nada mal está ciudad... Mis amigas son... entretenidas.

-Ya creo que si-rio-Invítalas a cenar, me encantaría conocerlas-propuso, pero su atención se desvió a su teléfono que comenzó a sonar a su lado. Trató de dirigirse a mi de nuevo, pero noté la ligera ansiedad extendiéndose por su cuerpo.

-Responde, ya debo ir a cenar de todas formas.

No espero si quiera a que dejara de hablar para responder la llamada. Por ilógico que pareciera, aquello me hacia sentir que la conversación anterior había sido una creación de mi muy limitada imaginación. Y aquel peso sobre mis hombros que me había atormentado todo el día, había vuelto de su efímero descanso.


Tras una aburrida cena en la que me la pase convenciendo a Seth de aceptar el trabajo con el tío de Dylan, finalmente me fui a reencontrar con mi preciada cama, sin embargo, la encontraba extrañamente fría. Parecía que Martha había limpiado hoy, y entre recoger mi tiradero y tender mi cama (que siempre dejaba así a propósito porque ¿Para que tenderla si voy a volver a acostarme?) también había dejado el gran ventanal abierto. Mi trasero prácticamente dio un brinco en cuanto tocó el colchón, y resignada, tomé mi manta y bajé a recostarme en el sofá de la sala a ver algo en la Tv. Mi dichoso descanso no duró ni cinco minutos, porque el timbre de la reja recién arreglado sonaba impaciente. Me obligué a mi misma a levantarme de nuevo y miré por la pantallita de la cocina. Era Mia, envuelta en una colcha y con cara de querer empezar a treparse la reja. Confundida, oprimí el botón para abrirle y esperé pacientemente junto a la puerta abierta.

-Diablos ¿Sufren de sordera colectiva?-se hizo paso junto a mi y entró.

-Es una casa muy grande, tienes suerte de que estuviera aquí abajo-me encogí de hombros mientras miraba como se retorcía bajo la colcha tratando de alcanzar algo en su espalda. Finalmente rendida y enojada, dejó caer la colcha y alcanzó la mochila que llevaba en los hombros, la abrió y sacó un paquete de botanas.

-¿Pijamada?-preguntó sonriente extendiéndome el paquete. Lo tomé para que ella pudiera volver a enfundarse en la colcha. Venía en pijama.

-¿Era hoy?-pregunté avergonzada. Sabía que no les había puesto mucha atención en clase, pero estaba segura de haber escuchado que era la próxima semana.

-No-desvió la mirada momentáneamente-Pero, pensé que podía quedarme hoy aquí... No tienes problema ¿Verdad?-preguntó agarrando con fuerza la colcha. Incliné la cabeza llena de repentina curiosidad. Generalmente Mia lograba intimidarme con su sola postura, pero allí, la situación parecía ser al revés.

-¿Pasó algo?

-¿Qué iba a pasar?-saltó-Olvídalo, Amy está a unas calles de todos modos-comenzó a alejarse pero la hale de vuelta.

-No hay problema, no seas boba-me reí para aligerar el, ahora, extraño ambiente.-Eso si, agarra bien esa manta porque allá arriba parece el invierno congelado-bromeé. Mia pareció relajarse mucho y comenzó a decir algo sobre mi trasero friolento, pero en ese momento mi teléfono comenzó a sonar desde el sofá. Extrañada lo alcancé para responder.

-Hola

Era Dylan.

-¿Te desperté?-preguntó. Su voz dulce como de costumbre.

-No-respondí casi ofendida revisando la hora el pantalla, eran un poco más de las ocho-¿A que hora crees que me duermo?-me reí. Mia me dio una mirada extrañada y me quito las botanas para comenzar a comérselas.

-¿Siete?-rio-Lo siento, no conozco tus horarios. Pero agradezco que estés despierta o habría perdido el viaje hasta aquí-dijo.

-¿Cómo dices que dijiste?

-¿Estás citando a Hanna Montana?-preguntó Mia confundida y con la boca llena de botanas.

-Traté de timbrar, pero creo que no funciona-continuó.

-¿Dañaste el timbre?-exclamé hacia Mia, quién solo estiró su boca hacia abajo sacudiéndose la culpa.-Acaban de repararlo-me quejé.

-¿Lo hice? Carajo, lo siento. Yo lo pagaré...

-No no-detuve a Dylan dándome cuenta de lo tonta que había sido al no tapar el micrófono-No hablaba contigo. ¿Por qué estás aquí?-aquello salió del todo agresivo. Mia abrió su ya de por si gigantes ojos y salió corriendo a chismear en la cocina-Perdón, digo, voy a abrirte.-la seguí y nos apretujamos para ver la pantallita.

-Ay no-soltó Mia cuando lo vimos. Ahora si tapé el micrófono y le di al botón de abrir-¿Scrivens? ¿En serio, Cat?

-Es muy lindo-lo defendí.

-Carajo, ya viví esto una vez-se masajeó las cienes-Sabes qué, no me voy a meter. Lo hice con Amy y terminé siendo la mala así qué...-se encogió de hombros-Saca la lengua.

-¿Ah?

-Tú sácala.

Le hice caso con precaución. Se limpió el pulgar en la pijama y lo pasó por mi lengua.

-¡Oye!-me quejé. Ella rodó los ojos y con el pulgar húmedo me frotó debajo de los ojos.

-¿Qué clase de rímel es este?-la aparté cuando comenzó a frotar con más fuerza.

-Son mis ojeras-le respondí con cara de pocos amigos. La risa se le escapó con mucha facilidad.

-Uy, error mío.

Escuchamos un nuevo timbre. El de la puerta principal.

-Ya no hay tiempo para eso-dijo y me pasó la mano libre por el cabello intentando domarlo un poco. Finalmente me lo recogí en una coleta y fui a abrir la puerta rogando no tener la cabeza llena de restos de botanas.

-Hola-la voz me salió más aguda que de costumbre y me hice a un lado para que pasara.

-Hola-sonrió y por varios segundos que parecieron eternos me quedé perdida en sus ojos azules pálidos, en sus pómulos bien marcados y su preciosa sonrisa. Dylan Scrivens era realmente encantador.

-¿Vas a entrar o no? Por que el frío se me está colando hasta el culo-exclamó Mia asomándose a mi lado. La mirada de Dylan bajó hasta su altura y lo que parecía confusión, se transformó en puro fastidio.-Si si, lo sé, que deja vu de mierda. ¿Entras o qué?

Ignorándola por completo volvió a fijarse en mi.

-Estaba pensando en ir fuera, si no tienes ningún otro plan...

Mia comenzó a empujarme fuera para lograr su objetivo de cerrar la puerta.

-¿A dónde?-pregunté resistiéndome a ser lanzada fuera de mi propia casa aunque el frío me estuviera comiendo viva a mi también. Dylan llevaba un abrigo que se veía tan calentito que seguro no entendía nuestra posición.

-A dónde quieras-me dio otra sonrisa más encantadora que la anterior.

-¿Es como una...?

-Es una cita-me interrumpió- Si quieres, claro.

La emoción me creció en el vientre. Claro que quería. Le di una mirada a mi atuendo, el mismo de la escuela. Mi cara debía estar ojerosa y mi cabello sucio.

-Eh... Claro, solo subiré un momento a...

-¿Cat?-la voz lejana de mi hermano me llegó desde las escaleras.-¿Eres tú?-más cerca.

-Carajo-solté. Mia dio una mirada molesta a nuestras espaldas.

-Que inoportuno-se quejó mi amiga y volvió a mirarme. Algo en mi rostro debió advertirle la ansiedad que me estaba entrando en ese momento. Sabía bien que papá no me dejaría salir a esta hora un lunes y Seth no dudaría en despertarlo para evitar que me fuera con el tipo que no le agradaba. Mia tomó un abrigo negro del perchero y me lo entregó con apuro, luego nos empujó hasta que pudo ajustar la puerta lo suficiente.-Vete, yo me encargo.-sin esperar mi respuesta, se fue tras Seth.

Dylan me miró expectante.

-Espera-le susurré y me asomé por el pequeño espacio que quedaba-Tal vez no lo consiga.

-¿Qué haces tú aquí?-mi hermano, que llegó hasta la mesita de las llaves, dio un frenón frente a la pequeña figura de Mia. Literalmente estaban a unos diez pasos de nosotros.

-Estamos de pijamada, ¿No es obvio?-preguntó estirándose con la colcha, tratando de distraerlo de mirar hacia la puerta.

-¿Y mi hermana?

-Está arriba-aunque estaba de espaldas, podía imaginar la seguridad en su cara tras cada mentira.-Yo estoy esperando al idiota de la pizza, pero parece que se fue a dar el rolón con nuestro pedido.

-¿Ah si? Creí haber escuchado el timbre-insistió Seth. Sin embargo, Mia había logrado capturar su atención sin el menor esfuerzo.

-No seas mentiroso, no escuchas nada desde allá arriba-Mia se movía más cerca, intentado que retrocediera, pero él permanecía firme, dejándola acercarse.

-Tal vez fue mi instinto o algo-alardeó mi hermano y sonrió. Eww. Sonrió como Dylan me sonreía. De repente me sentí como una pervertida que observaba algo que no debía.

-Asco-susurré.

-Puedes revisar si quieres-Mia se encogió de hombros señalando la puerta. Maldita sea.-O mejor...-se apresuro a decir y sin darle tiempo a pensar, le estampó un beso. Un beso que él le siguió gustoso.

-Bien, suficiente, vámonos-susurré volviéndome hacia Dylan quien sorprendentemente se paraba en puntitas intentando ver que pasaba, pero para su desgracia, cerré del todo la puerta.-No quieres ver eso-me burlé mientras me ponía el abrigo.

Volvió a sonreír.

-Vamos-me extendió su mano y la tomé encantada.

N/A
Feliz miércoles ✨❤️ nos leemos la próxima semana
IG: _rude_19

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