La sala de los menesteres

By TomorrowJuana

4.4M 162K 148K

Alba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famos... More

Capítulo 1. Situémonos.
Capítulo 2. Anestesia y rosas.
Capítulo 3. Recalculando ruta.
Capítulo 4. Vibraciones.
Capítulo 5. Reglas.
Capítulo 6. Humedad.
Capítulo 7. La sala.
Capítulo 8. Al habla.
Capítulo 9. El juego.
Capítulo 10. Dos galaxias de distancia.
Capítulo 11. Pasteles.
Capítulo 12. Whatsapp.
Capítulo 13. Punto de contacto.
Capítulo 14. La oveja negra.
Capítulo 15. Tacto.
Capítulo 16. La cuerda.
Capítulo 17. Pavas.
Capítulo 18. Amable.
Capítulo 19. La barbacoa.
Capítulo 20. Aquí, madurando.
Capítulo 21. La apuesta.
Capítulo 22. La gasolina.
Capítulo 23. Notting Hill.
Capítulo 24. Platónico.
Capítulo 25. Callaita.
Capítulo 26. Caníbal.
Capítulo 27. Casa.
Capítulo 28. Funciona.
Capítulo 29. Poesía.
Capítulo 30. El alma mía.
Capítulo 31. Gilipollas.
Capítulo 32. Desaparecer.
Capítulo 33. Morrearse.
Capítulo 34. Ensayar.
Capítulo 35. El mar.
Capítulo 36. Igual un poco sí.
Capítulo 37. El furby diabólico.
Capítulo 38. Fisios y cantantas.
Capítulo 39. La noche se vuelve a encender.
Capítulo 40. Put a ring on it.
Capítulo 41. Obediente.
Capítulo 42. El pozo.
Capítulo 43. Palante.
Capítulo 44. Cariño.
Capítulo 45. Colores.
Capítulo 46. El concierto.
Capítulo 47. La sala de los menesteres.
Capítulo 48. Mojaita.
Capítulo 50. El photocall.
Capítulo 51. Un plato de paella.
Capítulo 52. Trascendente.
Capítulo 53. Mi familia, mi factoría.
Capítulo 54. Elegirte siempre.
Capítulo 55. El experimento.
Capítulo 56. La chimenea.
Capítulo 57. El certificado Reche.
Capítulo 58. La última.
Capítulo 59. Ella no era así.
Capítulo 60. Volveré, siempre lo hago.
Capítulo 61. Puente aéreo.
Capítulo 62. Natalia calva.
Capítulo 63. Prioridades.
Capítulo 64. Una línea pintada en el suelo.
Capítulo 65. Mucha mierda.
Capítulo 66. Roma no se construyó en un día.
Capítulo 67. Como siempre, como ya casi nunca.
Capítulo 68. 1999.
Capítulo 69. El ruido.
Capítulo 70. Desatranques Jaén.
Capítulo 71. Insoportablemente irresistible, odiosamente genial.
Capítulo 72. El clavo ardiendo.
Capítulo 73. Miento cuando digo que te miento.
Capítulo 74. Los sueños, sueños son.
Capítulo 75. Un Lannister siempre paga sus apuestas.
Capítulo 76. El frío.
Capítulo 77. Voy a salir a buscarte.
Capítulo 78. La guinda.
Capítulo 79. El hilo.
Capítulo 80. Año sabático.
Capítulo 81. Incendios de nieve.
Capítulo 82. El taladro.
Capítulo 83. Nadie te ha tocado.
Capítulo 84. Baja voluntaria.
Capítulo 85. Polo.
Capítulo 86. Comentario inapropiado.
Capítulo 87. Cumpliendo las normas.
Capítulo 88. Puntos flacos.
Capítulo 89. Idealista.
Capítulo 90. Estoy enfadada.
Capítulo 91. Bombillas.
Capítulo 92. Amor bandido.
Capítulo 93. Galletas de mantequilla.
Capítulo 94. Un día chachi.
Capítulo 95. Click.
Capítulo 96. Doctora.
Capítulo 97. Plantas.
Capítulo 98. Como si estuviera enamorada de ti.
Capítulo 99. Un salto en el tiempo.
Capítulo 100. 24 horas después.
Capítulo 101. Una puta maravilla.
Capítulo 102. No dejo de mirarte.
Capítulo 103. Un temblor de tierra.
Capítulo 104. La chica de las galletas.
Capítulo 105. Maestra Pokémon.
Capítulo 106. La matanza de Texas.
Capítulo 107. ...antes la vida que el amor.
Capítulo 108. Adelantar por la derecha.
Capítulo 109. Lo circular nunca se termina.
Parte sin título 110. Poli bueno, poli malo.
Capítulo 111. La patita.
Capítulo 112. Una suscripción premium.
Capítulo 113. Yo por ti, tú por mí, nanana, nanana.
Capítulo 114. No te echo de menos.
Capítulo 115. Días, meses, años.
Capítulo 116. El collar.
Capítulo 117. Madera.

Capítulo 49. Mi chica.

46.6K 1.5K 1.9K
By TomorrowJuana

Natalia se estaba secando al sol, estirada en la toalla, con las manos apoyadas en la arena. Alba salía del agua y la vio allí tirada con los ojos cerrados y el pelo recogido hacia atrás con una coleta y una cinta. Se le marcaban uno a uno todos sus cuadraditos, los tatuajes de sus brazos brillaban por la crema y sus piernas parecían más largas aún de lo que ya eran al subirse las bragas por los lados. No me puedo creer que me esté acostando con esta persona, es demasiado para cualquiera. 

Se agachó a la mochila, cogió su móvil y le hizo una foto. Parecía una modelo, la virgen. 


- Pensaba que me había librado de los paparazzis. 

- Nat, es que tengo que inmortalizar este momento, estás para hacerte una estatua de la libertad. 

- Ven aquí, mojaita -abrió las piernas para hacerle hueco y Alba se sentó entre ellas, apoyando los brazos en sus rodillas. 

- Yo mojaita y tú callaita. Bad Bunny patrocinando esta relación. 

- JAJAJAJAJAJAJA pues es verdad. Oye, ¿sabes de lo que me he dado cuenta? -dijo colando su nariz entre el pelo suelto de la rubia.

- ¿De qué? -Alba se quedó muy quieta, temiendo que se refiriera al término relación que acababa de utilizar. 

- De que no tenemos ni una foto juntas, Albi. Qué fatal. 

- Yo lo pensé el otro día -se giró y la miró de lado con una gran sonrisa. 

- Pues venga, que tienes el móvil en la mano. 

- Nat, estoy hecha un cuadro, con estos pelos y esta cara... 

- Tú estás preciosa siempre, Alba -le dijo muy seria, casi enfadada. 

- Es que no es justo, mírate a ti -se quejó poniendo el móvil con la cámara abierta delante de sus caras-, que parece que estás en una jodida sesión de fotos. 

- ¿Y tú? Pero Alba, ¿TE HAS VISTO? -dijo señalándola en la pantalla. El pelo ondulado a ambos lados de su cara, la mirada aclarada por el sol y los labios coloreados por el frío. Menuda belleza, joder. 

- Que no me hagas la pelota, esa cinta granate que te has puesto te queda insoportablemente bien. 

- Si vas a sentirte mejor... -hizo una mueca hinchando los mofletes y el labio de arriba y poniéndose bizca. Alba estalló en una carcajada sin precedentes. Hizo la foto. 


Natalia le arrebató el teléfono y la abrió. Salía ella haciendo el payaso y Alba mirándola de medio lado y riéndose como una demente. Se apreciaban los músculos de su cuello y los lunares que la traían loca, la boca llena de dientes y los ojos apenas dos rendijas. Es la mejor foto del mundo, pensó impresionada, mirando a su rubia que, por el brillo de sus ojos, andaba pensando lo mismo. 

Sin decir nada se la pasó a su propio WhatsApp, cogió su móvil y se la puso de fondo de pantalla frente a la mirada atónita de la fisio. 


- Es una foto preciosa, y nos define bastante bien: yo siempre haciendo el tonto para escucharte reír. 


Alba suspiró y metió la frente en su cuello. Estaba loca por esa chica, completamente perdida. 




-------------------------------------------------------------------------------------------------




- Nat, ¿qué coño haces en el baño? Me quiero duchar. 

- ¡Espera un momento, ya salgo! 

- Seguro que está cagando, esto ya es un jodido matrimonio -murmuró mientras estiraba la ropa que se iba a poner esa noche. 

- Hola, nena -Alba se giró y tuvo que morderse los labios para no reír. 


En el dintel de la puerta se apoyaba Natalia Lacunza, vestida únicamente con la chupa de cuero desabrochada y unas gafas de sol que se había bajado hasta la punta de la nariz. Agitaba las cejas y le lanzó un beso. La chaqueta estaba estratégicamente colocada, de manera que apenas se podía ver nada de su desnuda anatomía, solo aquellas piernas que le llegaban hasta el estómago. 


- Hola, morena -entró también en el mood chula de discoteca, agarrando el lazo de la parte de abajo de su bikini, tentando con tirar de él para deshacerlo. 

- Tengo entendido que te gusta mi chupa -se separó del marco y se señaló el cuerpo. Nada, que la puñetera chaqueta no se abría-. Aunque imagino que te gustará más tirada en el suelo -levantó una ceja y se humedeció los labios. 

- Por esta vez prefiero que te la dejes puesta -tiró mínimamente del cordón de su bikini-. Aunque te aconsejo que, si le tienes mucho cariño a esas gafas, te las quites. 

- ¿Me las vas a romper? -insinuó dando un par de pasos hacia ella. 

- Es que creo que se me van a clavar en los muslos cuando me siente en tu cara -tiró definitivamente del cordón, aunque no lo soltó. 

- Entonces creo que te va a sobrar esto -le separó la mano y ella misma deshizo el otro nudo que le quedaba-. Vaya, pensaba que iban a caer al suelo -levantó la vista hasta sus ojos. 

- Es que se me han pegado de lo mojada que estoy. Mira -le cogió la mano y la deslizó entre la tela y su entrepierna. 

- Uy, parece que se han despegado -susurró contra su boca mientras le acariciaba entre los pliegues. 

- Lo que no se despega ni con agua caliente es esta chaqueta, me gusta ver lo que me voy a comer. 

- Podríamos probar una cata a ciegas -lamió su cuello mientras le agarraba la nuca. Era tan suave y tan lento su roce que resultaba desesperante. 

- Pero hoy no -la cogió de las caderas, la condujo hasta la cama y la tiró sobre ella. Al fin se abrió la chupa, dejándole ver sus estupendas tetas. Tiró las gafas sobre la mesita. 


Se sentó a horcajadas sobre su vientre y la besó despacio, paladeando sus labios y su lengua como si no tuviera hambre, con simple gula, por el placer de saborearla. Natalia le mordió el labio con dureza y se miraron a los ojos, desatando la quimera que llevaba bullendo en sus tripas todo el día, entre chapuzones sensuales y agua que se evaporaba de la piel. 

La fisio empezó a escalar por su cuerpo hasta colocar su centro contra las tetas de la morena. Allí se rozó, más excitada por el dónde que por el cómo, infectando a su vez a la cantante, que casi se muere al sentir su coño empapado follarse sus tetas. 


- Me flipas -le soltó, fascinada, admirándola desde abajo. 


Alba aceleró los movimientos, con las manos apoyadas en su esternón. Natalia la cogió del culo y la instó a seguir subiendo. Se le estaba haciendo la boca agua. La rubia obedeció y clavó sus rodillas a ambos lados de la cabeza de Natalia, que elevó el rostro para dar un lametón a aquella inundación que Alba tenía entre las piernas. La fisio bajó las caderas hasta colocarse sobre su boca, bien abierta, de par en par para ella. Apoyó las manos en la pared sobre el cabecero, levantando el mentón y mordiéndose el labio con saña mientras la cantante le hacía maravillas con la lengua. Alba empezó a moverse sobre ella. 


- Qué ganas tenía de follarte la boca, Nat -jadeó con los labios entreabiertos, mirándola desde su altura. Parecía un ser divino con su pelo enmarañado y las mejillas encendidas. 


Natalia le apretó el culo y pegó su coño a sus labios a todo lo que daba. Le daba igual asfixiarse. Menuda muerte dulce sería esa, entre las piernas de Alba Reche escuchándola gemir y sintiéndola temblar a punto de correrse. 

El vaivén de las caderas de Alba sobre su lengua se volvió frenético, apresurado, necesitado, y Natalia se dejó follar sin apartar los ojos de la cara excitada de su rubia. Se deshizo el vientre de la fisio, arqueó la espalda hacia atrás, dejando caer su cabeza en un grito desgarrado de puro placer, y de su pecho salió un haz de luz que atravesó el techo, como el de la estrella de la muerte cuando se dispone a destruir un planeta. 

Alba, con la respiración agitada aún, bajó la mirada. Apoyó el culo sobre su pecho y le acarició el cabello con los dedos, mirándola con adoración, con ternura, con deseo, con amor. 




----------------------------------------------------------------------




- ¡Pero bueno, enana, qué guapa estás! -Miki la abrazó tan fuerte que casi le parte el tórax en dos. La levantó dos palmos del suelo, lo cual quedaba un poco raro teniendo en cuenta que era un poco más bajo que ella. 

- Hola, ratoncillo -le dio un sonoro beso en la mejilla mientras reía. Alba los miraba, feliz del reencuentro. Se notaba que se querían. 

- ¿Cómo es posible que cuántos más años pasan estés más pibón? -se separó de ella y la miró de arriba a abajo. 

- ¿Ves? Te lo dije, es un plasta -le comentó a Alba-. No se cansa de tirarme la caña. 

- Sabes que es de broma, para mí eres como mi hermana -se quejó. 

- Sí, hermana, qué cringe  -y ambos se carcajearon-. Mira, te presento a Alba Reche. Alba, este cabezón es Miki. 


Se dieron dos besos y Miki incluso le dio medio abrazo. Era un chico más bien bajito, aunque muy guapo y con unos brazos que podrían partirte el cuello si no andabas atenta. Su pelo no conocía el peine y la barba de una semana le daba un aspecto atractivo. Sonreía todo el tiempo y en seguida se dio cuenta de que era un buen tipo. 

Fueron a cenar a un kebab que quedaba cerca de la playa donde iban a tocar en apenas dos horas. Una estrella de la música, un artista local muy reconocido y ella misma cenando en un kebab de mala muerte. Cómo le gustaba esa sencillez de Natalia y, ahora, también de su amigo. 


- Bueno, Alba, cuéntame, ¿cómo aguantas a esta pesada?

- Se ríe como una morsa. Eso compensa todo lo demás. 

- Natalia, deberías casarte con esta chica -le aconsejó el moreno. 

- Solo nos estamos conociendo, no seas pesado. 

- ¿Cómo? -las miró alternativamente sin podérselo creer-. ¿Que tenéis... tenéis algo? ¿Vosotras dos? ¿Tú? -señaló, por último, a Natalia. 

- Hostia, no te lo había contado -se mordió los labios y abrió mucho los ojos. 

- Dame un segundo -le pidió levantando una mano y mirando ensimismado la mesa-. Natalia Lacunza está con alguien, con una persona, un ser humano -acercó dicha mano al brazo de Alba para asegurarse de que era real. La rubia rió escandalosamente. Qué gracioso

- Cuando termines el numerito, me avisas -dijo la cantante cruzándose de brazos. 

- Vale, vale, ya está, perdón. Es que -sonrió con los ojos brillantes-, es que me alegro tanto... 

- Va, imbécil, que al final me vas a hacer llorar. 


Se levantó de la silla, se dirigió hacia Alba y le dio un abrazo tan sentido que se le hizo un nudo en la garganta. Miró interrogativamente a Natalia, que le dijo en un susurro 'Es un dramático'. 


- ¿Cómo lo has conseguido? -le preguntó a la fisio. 

- Más bien diría que lo he conseguido yo. Me alucina desde que la conocí -Miki advirtío las chispas de sus ojos, su manera de mirarla. Hostia puta, que se ha encoñado de verdad

- ¿Ah, sí? -preguntó Alba, curiosa. 

- Sí, y cuanto más tiempo pasa más cuenta me doy -reconoció dando un trago a su Coca-Cola. 

- Poner las cosas en perspectiva te hace darte cuenta de la realidad -intervino Miki, divertido. 


Avisaron de que su cena estaba lista y Natalia se levantó para recogerla. 


- Nunca había visto a la Nati tan... feliz -reconoció el chico, mirándola en la barra. 

- Yo no la conocía antes, así que no sabría decirte -se encogió de hombros. 

- Era una chica triste, una payasa, pero triste. Y ahora... -clavó sus ojos en la rubia-. Tiene luz. No sé qué le haces, pero no dejes de hacerlo. 

- Lo intentaré -tragó saliva-. ¿Cómo os conocisteis? 

- Me la presentaron después de un concierto. Había venido con la Mari, supongo que la conoces -Alba asintió-. Estuvimos hablando durante la semana que estuvieron aquí y la convencí para que colaborara conmigo en una canción. Nos hicimos amigos enseguida, aunque la canción era una mierda -rió con amargura. 

- Tiene su punto -sonrió. Claro que la conocía, Alba Reche conocía cada colaboración, cada tema para otro que hubiera escrito. Como buena fan de póster. 

- Me caes bien -concedió-. Espero que me visitéis cuando vengáis. 

- No me la asustes -intervino Natalia, que ya volvía con la bandeja. 

- Muy enchochada y todo lo que tú quieras, pero sigues siendo una rancia de mierda. 

- Nada, que no se calla esta persona nunca -rodó los ojos mirando a Alba. 

- Sí que parecéis hermanos -rió Alba viendo el intercambio de pullas que nunca se detenía mientras se levantaba para ir al baño. 

- Es encantadora -dijo el chico, dando de ese modo su visto bueno, aunque la morena no lo necesitara. 

- En un ángel, Miki. Alguien la ha fabricado exclusivamente para mí. Te lo juro -dijo aún alucinada. 

- Parece que ella piensa lo mismo. Te mira como si no hubiera nadie más en diez kilómetros a la redonda. 




---------------------------------------------------------------------------




La noche era cálida. Natalia llevaba una falda de cuero negra y un top naranja anudado al cuello, y Alba un peto vaquero con una camiseta blanca. Se les hundían los pies en la arena mientras caminaban hacia la barra más próxima para aprovisionarse de bebidas. 


- ¿Qué te ha parecido Miki? 

- Es muy gracioso, y me encanta cómo os picáis todo el tiempo. Sois muy monos. 

- Parece tonto del culo, pero es una de las mejores personas que he conocido, y más viniendo de este mundillo. Se preocupa, se involucra en las cosas. Me ayudó mucho en mi época negra. Es divertido, es capaz de animar a una piedra. 

- ¿Por eso te compraste la casa aquí? 

- No, no, me encanta la ciudad, el mar. Pero Miki es una de esas personas que quieres tener cerca, así que es una suerte que viva aquí. 


Había tanta gente y estaba tan en penumbra que apenas se les acercaron fans a saludar y hacerse unas fotos, y en el momento en el que las luces se apagaron y la música dio comienzo, nadie les echó cuenta. Y si lo hacían pues oye, qué se le iba a hacer, solo eran dos chicas que se besaban y se abrazaban en mitad de un concierto. 


- ¡Estás preciosa, Alba Reche! -le gritó cerca del oído para hacerse escuchar. 

- ¡Que lo digas tú tiene un mérito de la hostia! 


Después de un par de horas de música alegre y festivalera hizo su aparición Miki y empezó su show. Mucha trompeta, mucha charanga y un buen rollo impresionante. La gente se volvía loca con él. Era el último de los artistas y se notaba, aquello estaba abarrotado. 


- ¡LA VENDA YA CAYÓ OOOOOHHHHH, SOLO QUEDÓ LA ALEGRÍA! -vociferaba la rubia dando saltitos que apenas le hacían llegar a su hombro. 


Casi no se le veían los ojos de la sonrisa tan colosal que llevaba pintada. Estaba feliz, se la notaba exultante, efervescente. Las luces intermitentes le bañaban el rostro, provocando cambios sutiles en su perfil, y, a cada bote que pegaba, el sonido de su risa escandalosa se le metía entre la carne, inundando la habitación que había preparado solo para ella. 

La miró con amor, con amor y basta, y el corazón dio el tirón final para soltarse de aquel par de centímetros que lo mantenían aún adherido a su pecho. Aleteó torpemente, aún con las alas dormidas después de tanto tiempo, pero pronto cogió impulso y voló por encima de las cabezas de la gente, que saltaba como una marea imparable. Levantó la vista y lo vio estirarse, como el genio que acaba de salir de la lámpara. Hizo unas piruetas acrobáticas para comprobar que seguía sano y fuerte tras el letargo, y la cantante, como una espectadora más, observó cómo se quedaba inmóvil al contraluz del escenario, prendado de su rubia, que estaba a un metro de distancia de su cuerpo detenido. 

El corazón se la quedó mirando, loco por ella, y Natalia le entendió. Vio cómo este, obnubilado por la belleza que habitaba tras su piel, pues solo ellos dos eran capaces de verla tan cruda, fue dejándose caer hacia la fisio, que, ajena a todo, miraba de vez en cuando por encima de su hombro para comprobar que la sonrisa estúpida de su morena seguía allí. 

Cayó hacia Alba con la ligereza de una pluma, planeando el viento del mar que les removía el cabello y las faldas, y, cuando estuvo frente a ella, se le metió dentro del pecho, con delicadeza, casi con dulzura, como si traspasara un velo de aire de nada. 

Justo antes de desaparecer en el cuerpo de su rubia sonrió a Natalia a modo de despedida. Ella asintió y lo dejó marchar. Ya no le pertenecía. 


¿Me lo cuidas, porfa? 


Se acercó a la espalda de esa chica que le había puesto el interior del revés, que le había pintado de colores, de nuevo, la vida, la rodeó con los brazos y hundió su cara entre su pelo, aspirando su aroma a hogar. Notó en su calor un matiz nuevo, un aleteo atolondrado, y reconoció en él a su estúpido corazón. Se acercó a su oído y le cantó el final de la canción que estaba sonando. 


- Escriurem que tot si va ser fàcil -cambió la letra, para ella-, cantarem la nostra vida en un paper, marxarem caminant per les estrelles i amb el somriure que tu sols podies fer. 


Alba se giró en su abrazo y la miró con una intensidad que parecía haberle arrebatado, pues era más propia de Natalia que de ella. Le acarició la nuca con los dedos, se puso de puntillas y alcanzó sus labios. Aún así, la cantante tuvo que agacharse; metió los brazos bajo los de Alba y la elevó del suelo, reventando ambas en risas nerviosas y de pura felicidad. 

No se podía creer tantísima suerte. 

La dejó de nuevo en el suelo y apretó su abrazo como si no quisiera soltarla jamás. Y quizá era cierto. 


- Albi, ¿te lo estás pasando bien? -le brillaban los ojos y la fisio sonrió aún más. 

- Es el primer concierto al que vengo contigo, estoy en una nube. 

- El primero de muchos, rubia -dijo entre la afirmación y la pregunta. 

- El primero de todos, Nat -asintió, dándole fuerza. La cantante suspiró. 

- ¿Sabes? He estado pensando últimamente en un par de cosas -la acercó por la cintura y le besó la frente. 

- Todo un logro para ti. 

- Imbécil -cambió los labios por la barbilla para darle un golpe-. Hay algo de nuestra relación que no me gusta. No me gusta nada. 


La cara divertida de Alba se oscureció, preocupada de repente. 


- ¿Y qué es? 

- No poder besarte cuando quiera. Es un fastidio -negó con la cabeza, sonriendo, para transmitirle calma. 

- Qué putada que seas famosa, qué te puedo decir -se encogió de hombros. 

- Podrías, no sé, decirme que sí -dijo como si tal cosa. 

- Si me convence la pregunta, a lo mejor -Alba parecía indiferente, pero notaba el corazón galopar con tal potencia que parecían dos, reventándole el pecho y los oídos del estruendo. 

- Yo no necesito pedirte salir para besarte en público, porque me da igual que nos hagan unas fotos y que tu madre te llame por teléfono como una histérica. Tampoco me importa que te molesten un poco los periodistas, porque es algo a lo que vas a tener que acostumbrarte, rubia. Ni siquiera me preocupa que el mundo lo sepa por si en un par de meses nos cansamos la una de la otra y tanto revuelo al final no ha servido para nada. Porque sé que eso no va a pasar. Y tú también lo sabes -Alba no dijo nada, pero su cara gritaba que sí, que lo sabía-. Así que no voy a pedirte salir por eso. 

- ¿Y por qué vas a pedirme salir? -abrió los ojos tanto que dejó al gatito de Shrek a la altura del betún. Había todo un universo dentro de ellos. 

- Porque quiero que salgas conmigo. Solo por eso -se encogió de hombros-. Quiero ser una cursi que va contigo de la mano por la calle, que vengas conmigo a todas las cenas a las que me inviten, besarte en los portales de vuelta a casa, hablarle a mi madre de ti. 

- Esos motivos me gustan más -musitó la rubia. Se había callado el mundo, solo brillaban las luces, a lo lejos, pero el silencio las envolvía como un inhibidor de frecuencias. 

- Entonces, ¿quieres salir conmigo, Alba Reche? 

- Igual sí -entrecerró los ojos y Natalia sonrió más que si solo le hubiera dicho que sí. Es mi persona


Se besaron. Se besaron como si la vida acabara de empezar en ese momento. 




-----------------------------------------------------------------




Se habían acostado borrachas de gintonics y de amor. El taxista casi tiene que abrirles la puerta del portal, pero poco les importó. Se murieron de la risa sentadas dentro del ascensor, subiendo y bajando durante casi media hora por la pereza y la dificultad para volver a tomar la vertical. Intentaron el amor del cuerpo, pero entre la risa incontrolable y los sentidos aturdidos decidieron dejar la celebración para otro momento. Se quedaron dormidas a medio desvestir. Cualquiera que las hubiera visto habría pensado que eran felices. 

Natalia se despertó antes, como siempre. Eran las once, por lo que el plan de ir a ver la Sagrada Familia tendría que esperar a otra ocasión. Entre despertar a la marmota con la que salía y ponerse en marcha le daría casi la hora de comer, y su tren salía a las cinco de la tarde. 

La marmota con la que salía. Uf, qué bien suena, joder

No quiso encender a la bestia, por lo que se quedó en la cama dándole besos en el pelo, acariciándole toda la piel que tenía a su vista y recordando la noche anterior. Había estado muy nerviosa. Tenía pensado pedírselo ese fin de semana, pero no había establecido el momento, decidiendo dejarse llevar por lo que le pidiera el cuerpo. Y, según su criterio, no podría haber salido mejor. 

Empezó a notar movimiento a su lado. Le fascinaba ver el momento en el que dejaba de estar dormida y abría los ojos. Era el momento del día en el que más limpios le parecían. 


- Buenos días. 

- Grrrrhhmmmmñññññ -ronroneó como un gato-. Buenos días, Nat -estaba ronquísima. 

- ¿Tenemos resaquita? 

- No para morirme pero no le haría ascos a un ibuprofeno -dijo con un ojo abierto y otro cerrado.

- ¿Me dejas que me levante para traerte algo de desayuno y que te puedas tomar la pastilla? 

- Así me gusta, que me pidas permiso -le dio un pico y la empujó para que saliera de la cama. 

- OYE. 

- Porfi -puso carita de cachorra y no se pudo resistir. 


Volvió con bollería industrial, dos cafés y dos zumos de naranja. Cuando dieron cuenta del desayuno volvieron a tumbarse en la cama, deseosas de pasarse el día dándose mimos y siendo empolagosamente moñas. 


- Tenías planeado pedirme salir este finde, ¿a que sí? -le preguntó con suspicacia. Estaba tendida sobre su cuerpo, con las manos apoyadas en su pecho y la cabeza sobre ellas. 

- Sí. 

- ¿Y mi anillo? 

- ¿Te entrego mi corazón y me pides un anillo? -se hizo la ofendida. 

- ¿Tu corazón? -levantó una ceja, incrédula. 

- Envuelto en papel de regalo. 

- Ay, Nat -suspiró, muy seria de repente.

 - ¿Qué pasa? -se asustó. A ver si no lo va a querer, a lo mejor es pronto y he metido la pat... 

- Que igual un poco sí. 

- Igual un poco sí, ¿qué? 

- Que igual un poco sí que te quiero, Nat -reconoció con un suspiro. 


Esas palabras le explotaron a Natalia dentro, un estallido y luego el silencio. Los labios le empezaron a temblar, arrugó la frente y se le inundaron los ojos. 


- Pero no llores, tonta -acunó sus mejillas y le llenó la cara de besos. 

- Es que igual yo también te quiero, Albi -dijo con voz lastimera mientras empezaba a llorar. 

- Pero eso es bueno, cariño -se mordió el labio por no comérsela. 

- Lo sé -sorbió por la nariz-, pero es que yo creo que en realidad te quiero un montón -casi no escuchó el final de la frase, pues el llanto la volvió a atacar. 

- Y yo a ti -le levantó la cara para que la mirara. 

- Pues menos mal -dijo con un puchero, y Alba la atrajo hacia su pecho para que le traspasase la piel. 


Se dejó llorar un poquito para sacar toda la emoción que llevaba contenida desde hacía semanas. Todo lo que se había callado, todo lo que le había asustado sentir, todo salió por fin, dejándole un hueco enorme dentro para empezar a decorarlo con ratitos de su rubia. 


- ¿Entonces eres mi novia? -le preguntó con voz infantil. Se había quedado pequeñísima después del berrinche. 

- Yo creo que novia es como muy formal, muy de presentar a la familia y cenar juntas en Navidad. ¿Qué te parece ser mi chica de momento? 

- Eso suena súper bien, Albi. Eres la mejor -levantó la mano y la rubia chocó los cinco. 

- Ay, mi chica. 

- Eres mi chica -esbozó una sonrisa sin dientes y brilló la ilusión en su mirada. 


Alba también tuvo ganas de llorar de alegría. Necesitaba volver a casa y tener tiempo para asimilar todo lo que había pasado ese fin de semana. Joder con Barcelona

Natalia le había pedido salir en la playa, en medio de un concierto, rodeadas de gente pero, curiosamente, a solas. No había montado la gran cosa y le había seguido el rollo con lo de tener que pedírselo. Una chica que aceptaba sus excentricidades y se unía a ellas era alguien a quien no podía dejar escapar. Había hecho de un pique divertido algo precioso, de una formalidad estúpida que solo servía para poner de manifiesto las ganas de seguir adelante con lo que tenían, un detalle que le llenaba el pecho de pájaros y el corazón de ilusión. Le había pedido salir, como cuando eran adolescentes, pero con todo lo que eso implicaba siendo adultas: que la cosa iba en serio, que se gustaban, que se querían, que no era un rollito entretenido. 


- Por cierto, si lo de ser novias va de presentar a la familia... 

- ¿Qué? 

- Que en una semana vas a conocer a mis padres. 

- HOSTIAS. 

Continue Reading

You'll Also Like

1.3M 77K 68
Dos mundos diametralmente opuestos. Dos maneras de entender la vida. Dos líderes naturales de bandas rivales. Dos tunas estudiantiles, enfrentadas...
15.6K 1.4K 25
Lena regresa a su hogar, Ciudad Nacional, después de una apuesta con su mejor amiga, enfrentando en el proceso crisis existenciales. Durante su estan...
70.4K 3.2K 39
La luna, el tiempo y la oportunidad pueden llevarte por caminos inesperados... y eso, es más que suerte
575K 90.7K 36
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...