La sala de los menesteres

By TomorrowJuana

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Alba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famos... More

Capítulo 1. Situémonos.
Capítulo 2. Anestesia y rosas.
Capítulo 3. Recalculando ruta.
Capítulo 4. Vibraciones.
Capítulo 5. Reglas.
Capítulo 6. Humedad.
Capítulo 7. La sala.
Capítulo 8. Al habla.
Capítulo 9. El juego.
Capítulo 10. Dos galaxias de distancia.
Capítulo 11. Pasteles.
Capítulo 12. Whatsapp.
Capítulo 13. Punto de contacto.
Capítulo 14. La oveja negra.
Capítulo 15. Tacto.
Capítulo 16. La cuerda.
Capítulo 17. Pavas.
Capítulo 18. Amable.
Capítulo 19. La barbacoa.
Capítulo 20. Aquí, madurando.
Capítulo 21. La apuesta.
Capítulo 22. La gasolina.
Capítulo 23. Notting Hill.
Capítulo 24. Platónico.
Capítulo 25. Callaita.
Capítulo 26. Caníbal.
Capítulo 27. Casa.
Capítulo 28. Funciona.
Capítulo 29. Poesía.
Capítulo 30. El alma mía.
Capítulo 31. Gilipollas.
Capítulo 32. Desaparecer.
Capítulo 33. Morrearse.
Capítulo 34. Ensayar.
Capítulo 35. El mar.
Capítulo 36. Igual un poco sí.
Capítulo 37. El furby diabólico.
Capítulo 38. Fisios y cantantas.
Capítulo 39. La noche se vuelve a encender.
Capítulo 40. Put a ring on it.
Capítulo 41. Obediente.
Capítulo 42. El pozo.
Capítulo 43. Palante.
Capítulo 45. Colores.
Capítulo 46. El concierto.
Capítulo 47. La sala de los menesteres.
Capítulo 48. Mojaita.
Capítulo 49. Mi chica.
Capítulo 50. El photocall.
Capítulo 51. Un plato de paella.
Capítulo 52. Trascendente.
Capítulo 53. Mi familia, mi factoría.
Capítulo 54. Elegirte siempre.
Capítulo 55. El experimento.
Capítulo 56. La chimenea.
Capítulo 57. El certificado Reche.
Capítulo 58. La última.
Capítulo 59. Ella no era así.
Capítulo 60. Volveré, siempre lo hago.
Capítulo 61. Puente aéreo.
Capítulo 62. Natalia calva.
Capítulo 63. Prioridades.
Capítulo 64. Una línea pintada en el suelo.
Capítulo 65. Mucha mierda.
Capítulo 66. Roma no se construyó en un día.
Capítulo 67. Como siempre, como ya casi nunca.
Capítulo 68. 1999.
Capítulo 69. El ruido.
Capítulo 70. Desatranques Jaén.
Capítulo 71. Insoportablemente irresistible, odiosamente genial.
Capítulo 72. El clavo ardiendo.
Capítulo 73. Miento cuando digo que te miento.
Capítulo 74. Los sueños, sueños son.
Capítulo 75. Un Lannister siempre paga sus apuestas.
Capítulo 76. El frío.
Capítulo 77. Voy a salir a buscarte.
Capítulo 78. La guinda.
Capítulo 79. El hilo.
Capítulo 80. Año sabático.
Capítulo 81. Incendios de nieve.
Capítulo 82. El taladro.
Capítulo 83. Nadie te ha tocado.
Capítulo 84. Baja voluntaria.
Capítulo 85. Polo.
Capítulo 86. Comentario inapropiado.
Capítulo 87. Cumpliendo las normas.
Capítulo 88. Puntos flacos.
Capítulo 89. Idealista.
Capítulo 90. Estoy enfadada.
Capítulo 91. Bombillas.
Capítulo 92. Amor bandido.
Capítulo 93. Galletas de mantequilla.
Capítulo 94. Un día chachi.
Capítulo 95. Click.
Capítulo 96. Doctora.
Capítulo 97. Plantas.
Capítulo 98. Como si estuviera enamorada de ti.
Capítulo 99. Un salto en el tiempo.
Capítulo 100. 24 horas después.
Capítulo 101. Una puta maravilla.
Capítulo 102. No dejo de mirarte.
Capítulo 103. Un temblor de tierra.
Capítulo 104. La chica de las galletas.
Capítulo 105. Maestra Pokémon.
Capítulo 106. La matanza de Texas.
Capítulo 107. ...antes la vida que el amor.
Capítulo 108. Adelantar por la derecha.
Capítulo 109. Lo circular nunca se termina.
Parte sin título 110. Poli bueno, poli malo.
Capítulo 111. La patita.
Capítulo 112. Una suscripción premium.
Capítulo 113. Yo por ti, tú por mí, nanana, nanana.
Capítulo 114. No te echo de menos.
Capítulo 115. Días, meses, años.
Capítulo 116. El collar.
Capítulo 117. Madera.

Capítulo 44. Cariño.

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By TomorrowJuana

- Alba Reche, Alba Reche, hay una fan que te está esperando en recepción -dijo Natalia a través del interfono de Marta mientras las dos morenas se miraban como niñas pequeñas haciendo una trastada. 

- ¿Está buena? -preguntó la voz de la rubia, divertida. 

- Está to buena, Alba Reche -le arrebató el micro la recepcionista. 

- Entonces voy volando -y cortó la comunicación. 

- ¡Joder, Marta, que quería decirle que la que está buena es ella! -se enfurruñó como una niña pequeña, cruzándose de brazos. 

- Ahora se lo dices, tonta. 

- Jo, me has jodido el invento. 

- Illo, que no, que con lo que has dicho seguro que viene flotando -levantó la mirada por encima de la cantante-. ¿Ves? A tres metros sobre el cielo viene. 


Natalia se giró y allí estaba, con su sonrisa de anuncio y los ojos como chispas de soldar, de tan estrechos y brillantes. Jo der


- Así que una fan, ¿eh? -se acercó a ella y le dio un beso en la comisura del labio. 

- Soy fan de ti -canturreó mientras le acariciaba la espalda, deseando huir de miradas indiscretas. 

- No me cantes esas cosas que me enamoro -se pegó un poco más de la cuenta a su costado. 

- Ah, ¿pero no lo estás ya? -sonrió la morena con suficiencia. 

- Tus ganas, Lacunza -dijo con altanería. 

- Bueno, ya está bien, a zorrear a la zorrería -las empujó Marta, echándolas de la recepción-. Aquí, comiendo delante del hambriento, será posible -rezongaba mientras fisio y cantante se alejaban hacia el pasillo, risueñas. 


Traspasaron la puerta y corretearon hasta la sala, donde se dedicaron los diez minutos que la morena había llegado antes para darse todos los besos que se venían debiendo. 


- Así que no estás enamorada, Reche? -puso un puchero mientras se sentaba en la camilla.

- Tú estás flipando si crees que lo vas a tener tan fácil -se carcajeó. 

- Mierda, estoy perdiendo facultades. 

- Además, ¿qué interés tienes tú en que me enamore de ti? No será eso que me dijiste ayer de proyectar en el de enfrente tus movidas, ¿no? -qué hija de puta y qué lista mi rubia

- Es que se supone que soy una latin lover, una rompecorazones, una estrella del rock, y se me va a resistir un hobbit rubio, tiene cojones -cabeceó con fastidio. 

- Habló Légolas, no te jode.  

- ¿Légolas?

- Sí, por las orejitas saliéndote entre el pelo -casi se ahoga de risa al ver la cara de ofendida de Natalia. 

- Hala, te has pasau', cinco minutos sin amigas -desvió el rostro hacia la ventana levantando el mentón con indignación. 

- Anda, tonta, si me flipan tus orejitas de elfo -se mordió el labio y se acercó a ella. 

- Pídeles perdón -se colocó el pelo tras una de ellas y se la señaló con un dedo. 


Alba se acercó con lentitud a la morena y, una vez entre sus piernas, a su oreja. Poco a poco aproximó su boca al pabellón auditivo de la más alta, que ahora estaba a su altura, y se dedicó a respirar unos segundos allí. Separó los labios con lentitud y la lengua del paladar para que escuchara bien el sonido de la saliva contra su carne. Notó la piel de gallina de Natalia y supo que había funcionado. 


- ¿Me perdonáis? -susurró con un tono ronco que provocó un paro cardíaco en la morena. 

- Dicen que se lo van a pensar -intentó mantener su tono agraviado pero le salió un hilo de voz. 


Alba comenzó a besar el punto bajo el lóbulo, con besos chiquititos y húmedos, hasta atraparlo delicadamente entre los labios. No había sexo en su acción, pero sí una insoportable sensualidad. 


- ¿Y ahora? -ronroneó de nuevo contra su oído. 

- Mucho mejor -musitó. 

- Perfecto -le dio un beso sonoro en plena oreja para molestarla y se apartó riendo. Qué fácil le resultaba tener a su morena a sus pies. 

- Eres una hija de puta -se frotó la zona, dolorida. 

- Al final va a ponerme a mí también que me insultes -comentó mientras escogía una crema. 

- Va a ser una jodida fantasía cuando discutamos -se rió entre dientes. 

- Tú y yo no discutimos, baby -le guiñó un ojo. 

- De momento. Ahora todo son piruletas y purpurina, ya me lo dirás cuando pasen un par de meses. 

- ¿Piensas mantenerme en tu vida tanto tiempo? -probó. 

- Todo el que tú me dejes -no se achantaba la cantante. 

- Vale -dijo ligera, intentando controlar el temblor de sus manos. Maldita Lacunza, un día me va a matar. 


Empezó a tratarle el hombro. De momento iban a dejar la espalda, que ya tenía en hora, y solo le dedicaría algo de tiempo cada dos semanas, para mantenerla a raya. Natalia la miró de reojo. Le encantaba cuando se ponía tan profesional, tan concentrada con la lengua entre los labios. Cuando se vestía el traje de fisio la notaba más imponente que nunca. Tan segura, tan resuelta, tan capaz. Su Alba favorita. Aunque su favorita también era la que le daba besitos en el sofá, o la que la miraba cuando creía que no se daba cuenta, aunque sí se daba, o la que le pedía más entre jadeos. Bueno, yo me entiendo


- Oye, Albi, ¿haces algo en tres semanas? 

- Joder, Nat, lo tuyo es anticipación jajajajajaja. Pues no, creo que no tengo nada para dentro de casi un mes -se burló. 

- Pues ahora no te lo digo -bufó. 

- Estás hoy muy enfadadita, ¿no? ¿Es que no has dormido bien? 

- En la puta gloria he dormido, Reche -aceptó el juego. 

- Anda, mira, como yo. Recibí un audio súper interesante anoche y dormí con una sonrisa de oreja a oreja. 

- ¿Un audio así? -se acercó a su oreja-. Mmmmm, joder, sí, pffff, Albi, mmmm, dios -del mismo modo que a Alba le parecía sencillo poner a Lacunza a sus pies, era consciente de lo fácil que también le resultaba a la cantante tenerla a ella. Hala, cachonda como una mona para lo que queda de día. 

- Nat... 

- Vale, ahora te noto más receptiva -aquellas pequeñas victorias le daban siempre una confianza arrolladora, pues a veces se sentía intimidada por la seguridad de su rubia-. No quiero que hagas planes para el finde del 20. Y avisa a las chavalas, que también vienen. 

- ¿Y eso? ¿Qué tienes en mente? 

- Tengo entradas para un musical. 

- Joder, Nat, sabes que odio los musicales. 

- ¿Ni aunque salga yo? -no había contado con la alergia de la fisio a los musicales, así que aguardó la respuesta con un ojo cerrado, esperando el golpe. No me jodas que se me va a fastidiar todo el tinglado

- ¿¡QUÉ!? ¿¡QUE VAS A SALIR EN UN MUSICAL!? -aquella emoción no podía ser fingida, por lo que Natalia Lacunza respiró más tranquila. 

- Sí -sonrió tan en grande que sus ojos apenas eran dos ranuras-. La llamada 2. Hago de Dios -hinchó el pecho. 


La rubia se lanzó hacia ella para darle un abrazo tan enorme que había que medirlo en campos de fútbol y le llenó la cara de besos. Cómo se alegraba por ella. 


- ¿Pero cómo es eso? ¡Cuéntame! -estaba más ilusionada que la cantante, y había olvidado por completo que se trataba de un musical: eso era lo de menos. 

- ¡Pues eso, Albi, que voy a hacer el papel de Dios en el estreno! -la achuchó más fuerte-. ¿Te..., te apetece venir? 

- Nat, pues claro que me apetece, o sea, estoy en una jodida nube con verte en un teatro -no mentían, sus ojos. Qué guapa, joder

- ¿Aunque sea un musical? -preguntó con carita de cachorra. 

- Aunque fuera una maratón de musicales -sonrió con todo su cuerpo-. ¿Y dices que también vas a invitar a las chicas? 

- Claro, fisios y cantantas juntas para luego reíros de mí si la cago. 

- No la vas a cagar porque eres la mejor artista del panorama musical español. Joder, ¿y qué me pongo para una cosa de esas? Voy a llamar a Afri para que me ayude -empezó a divagar mientras volvía a su hombro. 

- Vienen mis padres -soltó la bomba. 

- Muy bien, así los conocemos -dijo sin más. 

- ¿Y ya está? -se rió la morena por la nariz. 

- No es como si fueran mis suegros, Nat. Ahí probablemente estaría hiperventilando. 

- Claro, como no te he pedido salir... -ató cabos. Qué cabrona

- Exacto. Yo estoy aquí, calmadita, relajada. Vamos todas tus amigas, es perfecto -qué chulita

- Genial entonces, me quedo mucho más tranquila -se mordió los labios para aguantar la sonrisa-. Dile a Marina que si se apunta al plan. 

- Ya te digo yo que sí, pero cuando le pregunte te confirmo. ¿Cuándo empiezas los ensayos? 

- Yo el miércoles, pero creo que voy a pasarme todos los días para ver cómo va esa vaina. Nunca he hecho nada parecido y quiero ver cómo funciona. 

- Mi chica responsable -le dio un besito en el hombro y continuó con el codo. 

- Entonces vienes en calidad de amiga, ¿no? 

- Claro. Amiga, amiga, amiga. 

- No me convence -se acarició la barbilla con sorna negando con la cabeza. 

- Es lo que hay, Lacunza -la chinchó. 

- Y si no sabes lo que quieres ser, na na na nanananana -entonó haciéndole cosquillas en un costado. 

- ¿Qué canción es esa? 

- Elástica galáctica, de Supersubmarina. 


Alba cogió su móvil y la apuntó. Natalia se dio cuenta y quiso saber de qué se trataba. 


- Me estás enseñando mucha música, Nat, que bueno, siendo cantante no es como para echarse las manos a la cabeza, así que estoy haciendo una lista con todas las canciones me comentas. 

- ¿A ver? -le pidió el móvil y la rubia se lo prestó-. Te falta una. 


Puso Espectáculo, de Iván Ferreiro. 


- No me habías hablado de esta -frunció el ceño. 

- Pero la pensé delante de ti. Tu sonrisa fue espectáculo, algunas palabras se quedan calladas al sonar tus carcajadas -cantó junto a Iván. 


Alba la miró como se miran las cosas extraordinarias, las cosas que no tienen explicación. La existencia de alguien como Natalia no la tenía. No le cabía en la cabeza que pudiera existir un ser como aquel. 


- Si dices mi nombre es espectáculo y me tiemblan las entrañas y se aprietan las paredes de este mundo

- ¡LA CONOCES! -se emocionó, como siempre, con aquellas tonterías de nada. 

- Pues claro que la conozco -sonrió sin dejar de trabajar-. Añádela a la lista, va. 


La morena empezó a buscar canciones y, cuando Alba se dio cuenta de lo que pretendía hacer, le arrebató el móvil de las manos. 


- ¡No, Nat, no! Eso no sirve, tienen que ir surgiendo. 

- Pero Albi, ¡si es que son canciones que te voy a decir en algún momento!

- ¡Me da igual! Así no es y punto. 

- Mandona -refunfuñó-. Devuélveme el móvil, que voy a meter Elástica galáctica. Ah, y alucino con que no tengas Callaita -se indignó. 

- ¡Hostia, es verdad JAJAJAJAJAJAJA! Toma, pero pórtate bien. 

- Que sí, las meto y luego ponemos una de tus listas. 

- Mejor que no, sales mucho en mis listas -se ruborizó. 

- ¿Sí? 

- Claro. 


Continuaron la sesión entre mofas de la cantante por la cantidad ingente de canciones suyas que poblaban sus listas de reproducción y, sobre todo, la carpeta de 'favoritos'. Cuando le puso el hielo en el brazo, le devolvió el móvil y sacó el suyo. Apuntó hacia el agujero de la camilla para hacer una foto y lo volvió a guardar. 


- ¿Nos vemos esta noche para cenar? -preguntó la rubia. 

- No puedo, tengo cena-reunión con los directores de la obra, para conocernos y tal -le hubiera gustado invitarla, pero sabía que eso quizá era un poco de novias y no quiso darle alas a la fisio para que siguiera metiéndose con ella con lo de pedirle salir-. Pero mañana soy toda tuya. 

- Vale. ¿Te vas a pasar antes por el teatro? 

- Sí, esta tarde ensayan y voy a echar un vistazo. Voy con la Mari. 


Alba no era una persona que se enfadara a menudo, era bastante ligera para eso, pero, después de que llevaran un día entero sin verse apenas y sin posibilidad de quedar hasta el día siguiente, no le hizo mucha gracia que prefiriera invitar a María a esa cena antes que a ella. 


- Bueno, pues pasadlo bien -intentó sonreír con frescura. Le salió regular. 

- La verdad es que tengo muchas ganas de ir, creo que es un mundo que me va a gustar, y la Mari dice que esos tíos son geniales. Seguro que me vicio a esto, Albi, ya verás -no podía escapar a la ilusión que desprendía su morena. Es que mírala. 

- Me va a tocar ir a muchos musicales, ¿verdad? -lloriqueó. 

- ¡A cientos! -empezó a reír como una hiena. Qué bonita está cuando se emociona. 

- Tendrás que enseñarme qué tienen de especial. 

- Claro, rubia, yo te enseño lo que tú quieras -le cogió una mano y se la acarició, y vio en sus ojos una luz que no había visto jamás. 




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<Natalia.Lacunza ha añadido contenido a su historia>


Alba acababa de comer y tenía una hora libre. Terminando ya los últimos días del mes las tardes se iban liberando de cara a las vacaciones de julio. Abrió instagram para ver qué había subido su cantante favorita. 

En la foto aparecía la camilla de su sala y la canción de Supersubmarina cortada en la parte que decía 'Sé cuánto te gusta a ti ser así, ser tan distinta a lo que hay por aquí. Y si no sabes lo que quieres ser yo te lo digo sé mi no sé qué'. 

Qué sutil, Lacunza. 

Cabeceó de un lado al otro con una sonrisa de idiota que hubiera hecho volcar un portaaviones. Decidió contestarle. 


*Alba.Reche*

Qué bonita la camilla

*Natalia.Lacunza*

Para bonita la dueña de la camilla


La dejó en visto con una sonrisa. Aún le escocía el tema de no verse, pero sin rencores. Bien.


¿Pero eres tonta? ¿De verdad te vas a enfadar por eso? No pensaba que fueras así, Alba Reche.

Déjame, es solo que tengo ganas de pasar un rato con ella, en realidad sabes que me la suda que no me invite a esas cosas.

Pues mejor, porque no procede que te lleve a una cena de trabajo, solo os estáis conociendo.

Que ya lo sé, joder, a ver si no voy a poder reaccionar irracionalmente por una vez.

Sí, sí puedes, pero no te vendría mal hacerte a la idea de que a lo mejor no tiene exactamente las mismas ganas de verte que tú a ella, para que no seas irracional cada vez que pase algo así.

Ni que fuera yo una loca posesiva, vaya.

Pues lo pareces.

No lo soy, y lo sabes. Es solo que... ya sabes, me jode que me chafen los planes.

Vale, eso lo puedo entender, y después de pasar un finde entero juntas es normal que estés con el mono, pero relaja porque si no lo vas a pasar mal.

Tampoco es como si quisiera pasar cada minuto del día con ella, pero supongo que tienes razón, el fin de semana me ha dejado un poco flotando. Mañana se me pasa. 

¿Solo un poco, señora reacción exagerada?

Bueno, ya vale. Ah, y no tengo problema con que ella no tenga tantas ganas de verme como yo, tampoco tenemos por qué avanzar en todo a la vez, no pasa nada.

Pues díselo a tu cara.

Déjame en paz.

No sé por qué te enfurruñas si tú eres la primera que se agobia si quedas demasiado a menudo.

YA LO SÉ. 




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- ¿Qué te parece? -preguntó la Mari, acompañándola en el tour que les estaban haciendo los directores. 

- ¡Esto es una pasada! -parecía una niña pequeña en Disneyland. 

- Cómo te gusta un escenario, desgraciada. 

- No lo sabes tú bien, Mari. Tengo escenariodependencia. 

- ¿No te has desintoxicado un poco en vacaciones? 

- Un poco, pero mira, ya estoy sudando y con temblores, necesito mi dosis. Oye, Javi-se dirigió a uno de los directores-, ¿no podemos estrenar esta misma semana? -dijo en broma. 

- Hay alguien por aquí con ganas de jarana, ¿eh? 

- Pff, estoy como una moto. Llevo seis meses sin subirme a una tarima. 

- Puta droga esta, ¿eh? -asintió el moreno-. Te presento, esta es Anna, Anna Castillo -Natalia abrió los ojos de par en par, ya lo creo que conocía a esa actriz. 

- Ho-hola, encantada -su tono de piel mutó al rojo pimiento. 

- ¡Natalia Lacunza! ¡Flipo! -saludó, desechando la mano y dándole un abrazo. 

- Yo sí que estoy flipando -sonrió sin dientes, y perdió en el proceso diez o doce años-. Te admiro muchísimo. 

- ¿Que tú me admiras? Ay, que me meo, YO te admiro a ti. 

- Qué fantasía, chicas, que os adoráis mutuamente -sonrió Javi 2, el más bajito. Aún no se había aprendido sus apellidos. 

- Pero tía -abrazó la Mari a la actriz. Se ve que ya se conocían-, ¿cómo tú por aquí? ¿También sales en la obra? 

- Sí, en el estreno hemos querido que estuvieran la mayor parte de las actrices la La llamada, y como una es mi hermana y la otra su mejor amiga, no hemos tenido que mover muchos hilos -se rieron todos. Anda, qué bien, qué buen rollo

- Buah, pues de puta madre -asintió la Mari con la cabeza. Se notaba que eran amigos desde hacía muchos años. 

- Bueno, y, ¿qué tal, cómo lo llevas? -le preguntó Anna a Natalia, dejando que los mayores hablaran de sus cosas. 

- Estoy muy impactada, la verdad -dijo con timidez. Se había acostumbrado tanto a sus fisios que salir de esa zona de confort le estaba costando un poco. Va, tranquila, les caíste bien a ellas y eran tres, puedes con una, vamos, las chicas dicen que molas. 

- ¿Alguna vez has hecho algo de actriz? -le preguntó con un tono cálido. Era una persona empática, Anna Castillo. 

- No, nada. 

- Pues mira, si quieres que leamos el guión, ensayemos un poco y te dé un par de trucos solo tienes que decirlo, ¿vale? 

- Vale -venga, Lacunza, joder, utiliza más palabras-. Pues te lo agradezco un montón porque estoy súper perdida, así que igual te tomo la palabra -uf, qué montón

- Buah, pues genial, ¿te veo el miércoles? -sonrió ilusionada. 

- Sí, el miércoles estaré por aquí. Espero no liarla mucho -rió por la nariz con timidez. 

- Seguro que no, por tablas no va a ser -le acarició un brazo, le dio un beso en la mejilla y se despidió de ella-. ¡Nos vemos el miércoles, Natalia!


La morena se quedó allí plantada, con el beso ardiente de Anna en la mejilla y una cara de ilusión que te puede dar algo. 


- Bueno, qué tal el encuentro con tu crush -empezó a burlarse la Mari. 

- Tía, Anna Castillo, ¡ME MUERO! ¿Tú sabías que ella estaba? -la agarró por los hombros. 

- Pues claro, pero esta es la cara que no me quería perder. 

- ¡Zorra! Joder, es que encima de un pibón es majísima, me ha dicho que si necesito ayuda que la avise para ensayar, enseñarme y todo eso. 

- Es un amor de niña, no sé por qué siempre te habías negado a que te la presentase. 

- Bueno, es que ahora soy más sociable -sonrió en grande. 

- Te voy a comer esa cara de guapa que tienes -y se puso a perseguirla por el backstage. 




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<Natalia.Lacunza ha añadido contenido a su historia> 


Alba estaba terminando de recoger sus cosas, tenía la última hora libre y decidió irse a casa en lugar de esperar al cierre. Marta se ocupaba de todo. 

En la primera storie se veía el decorado del teatro y un corazón amarillo en una esquina. La segunda era un selfie con el escenario de fondo, un 'Tengo cositas que contaros' y una carita feliz debajo. Aunque la verdadera carita feliz era la de su morena. Qué guapa es esta persona, la virgen santísima. 

Llegó a casa, se dio una ducha y se tiró en el sofá. Una storie nueva de Lacunza. Joder, está hoy activa. Era un vídeo en el que anunciaba su participación en el estreno de La llamada. Daba las gracias por la oportunidad, comentaba lo ilusionada que estaba y prometía proporcionar un enlace para comprar las entradas. Lo vio por lo menos doce veces. Y cuando decidió que era suficiente le entró una llamada suya. Sonrió al instante. 


- Hola, bella. 

- Oye, deja de robarme mis frases -se quejó-. ¿Qué haces? 

- Pues tirada en el sofá como una manta. 

- ¿Pero y el curro? Son las ocho, estaba esperando a que salieras... -estaba desconcertada y la rubia, enternecida, la cortó. 

- Hoy tenía la última hora libre, ya estoy en casa, tonta. ¿Tú qué tal? Ya he visto la actividad desorbitada en tu instagram. 

- ¿LO HAS VISTO, ALBI? Buah, qué bonito todo, y qué grande, porque igual no lo aprecias en las fotos, pero es gigantesco, yo soy enana ahí, imagínate. Albi, si tu vinieras tendría que ponerte un GPS y un collar con luz, como los perros, de verdad, qué enorme todo. 

- Vaya ataque más gratuito -se quejó entre dientes, con una sonrisa que parecía que se le fuera a saltar de la cara de escuchar tan feliz a su Nat. 

- Y es que encima, Albi, ¿estás sentada? 

- Estoy sentada -se rió por la nariz. Valiente idiota está hecha

- Agárrate porque te vas a caer del sofá -podía, perfectamente, imaginarse la cara que estaría poniendo. 

- Estoy agarrada -se mordió el labio. 

- ¡HE CONOCIDO A ANNA CASTILLO! 

- ¡HOSTIA! ¡MI CRUSH!

- ¡ALBI, LA MÍA TAMBIÉN! -se partía de la risa. 

- JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA QUÉ ZORRA, ME LA VAS A QUITAR. 

- Ay, Alba, para que me meo -tuvo que detenerse a respirar-. Pues claro que te la voy a quitar, me ha dicho que si quiero podemos ensayar juntas -dijo con tonito insinuante. 

- Hala, qué fuerte. 

- Y que me puede enseñar, abro comillas, algunos trucos, cierro comillas. 

- JAJAJAJAJAJAJA te voy a comer.

- No si Anna Castillo me come primero. 

- A ver si después de esperarte dos putos meses para que te decidieras a comerme la boca va a llegar Anna Castillo a llevarse lo que me he labrado con el sudor de mi frente, vamos, es que me niego. 

- Jajajajajajajaja, ay Albi, te... te voy a ronchar -joder, Nat, ¿otra vez?-. Ni aunque viniera Wonder Woman me llevaría de ti. 

- ¿Wonder Woman está más buena que Anna Castillo? 

- ¡NO HAS VISTO WONDER WOMAN! Dios, una puñalada duele menos. 

- Ya la veremos, eso si Anna Castillo no destruye esta familia, claro -dijo con retintín fingido. 

- Joder, Albi -sacudió la cabeza, obnubilada absolutamente por su rubia-. Ojalá pudieras venir esta noche. Qué putada que sea de trabajo. 

- ¿Entonces por qué va la Mari? -frunció el ceño, muy perdida.

- ¿Porque es mi representante? -le dijo con obviedad.

- ¡Hostia, es verdad! -empezó a carcajearse como una demente. Eres ridícula, Reche-. Ya es que se me olvida -volvió a reír-. Y yo rayada porque pensaba que preferías cenar con la Mari que conmigo. 

- Pues no es el caso, pero podría serlo -dijo alegre, pero ya sin reír. Mierda-. Habrá veces que prefiera cenar con mis amigas que contigo, maldita acaparadora. 

- Ya, joder, pero... Bueno, da igual -se sentía muy ridícula, y más por el rapapolvo, aunque amable, que le estaba echando la morena. 

- No da, ¿qué pasa? ¿Me quieres solo para ti? -se rió-. No te tenía yo por una lapa, Alba Reche. 

- ¡Es que no lo soy! -puso su vocecita adorable-. Solo que..., no sé, ayer no nos vimos, hoy tampoco, y como salía una hora antes había pensado, ya sabes, salir por ahí a tomar algo, o ir al cine, incluso avisar a las chicas, no es que quiera absorberte ni nada de eso -cada vez bajaba más la voz. 

- Pero eso lo podemos hacer mañana, pava. 

- No sé, es que después del finde creo que me he puesto un poco tontita, Nat. Te prometo que no soy nada acaparadora, de verdad, pero soltar la droga así, de repente... -se quejó con un bufido.

- Cuando te vea te voy a comer, te lo juro, Albi -no podía más con tanta adorabilidad. De verdad que le dolía el corazón de ternura. Mi rubia insegura

- Vali -dijo más tranquila, con una sonrisa sin dientes. Tampoco a ella le gustaba esa versión de sí misma. 

- Yo también estoy muy tontita después del finde, así que había pensado ir a dormir a tu casa al salir de cenar, pero como te has portado mal te voy a castigar sin dormir con Dios. 

- Jo, Nat, no me puedes decir que ibas a venir y luego no hacerlo. 

- Necesitas un correctivo, Reche. ¿Qué es eso de 'pensaba que preferías cenar con otra persona antes que conmigo'? Eso está muy mal. 

- Pero ya te he explicado por qué. 

- No me pongas esa voz que no me vas a convencer -le costaba negarse a esa Alba chantajista, así que tomó la tangente-. Me voy, cariño, que me están esperando para ir a firmar unos papeles. 

- Pásalo bien, anda. Un besito. 

- Otro. 


Y colgaron. No hicieron ningún comentario, pero a ninguna de ellas les pasó inadvertido ese cariño. Sonaba tan bien que no habían querido prestarle mayor importancia, como si hubiera sido un espejismo y fuera mejor dejarlo allí, flotando, etéreo e inalcanzable. Lo miraban de reojo pero nunca de frente, para no espantarlo. Qué bonito era. 

Tardaron un buen rato en calmar el revoloteo, que parecía más un vendaval, que se produjo en su corazón con esa palabra tan simple y tan pasada de moda. 



Alba estaba a punto de quedarse dormida en el sofá, así que apagó la tele y se dispuso a lavarse los dientes y meterse en la cama. Sintió vibrar su móvil en la mesita del comedor mientras se metía el cepillo en la boca. 


*Natalia*

Abre, rubia

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