El inesperado cliché

By karina2019

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En un instituto donde las cámaras son el motivo de alegría, las porristas son la sensación, y los futbolistas... More

Sinopsis:
Capítulo 1 ( ¿Debería llevarte a tu casa? )
Capítulo 2 (Quizás quieres que te encuentren)
Capítulo 3 (¿Te gustan los parques?)
Capítulo 4 ( ¿Te gusta? )
Capítulo 5 ( Nos veremos pronto )
Capítulo 6 ( Eres efímero? )
Capítulo 7 (Entrégamelo, y lo cuido por ti)
Capítulo 8 ( El juego y la pantalla )
Capítulo 9 ( ¿Te sirvió de algo? )
Capítulo 10 ( Un melodrama )
Capítulo 11 (Desastre)
Capítulo 12 (¿y si lo intentas y es peor?)
Capítulo 13 ( Y eso me estaba doliendo )
Capítulo 14 (Dos deseos)
Capítulo 15 ( El caos )
Capítulo 16 ( Prometí convertirme en tu prioridad )
Capítulo 17 ( Eres un hermoso desastre )
Capítulo 18 (Tienes que estar bromeando)
Capítulo 20 (Decepciones)
Capítulo 21 (Pagar por tu error)
Capítulo 22 (Algo que nunca esperé)
Capítulo 23 (El primer paso)
Capítulo 24 ( Cuando tuve el placer de conocerte )
Capítulo 25: (¿Qué pensaste la primera vez que me viste?)
Capítulo 26 (Tú y yo hacemos arte)
Capítulo 27 (Capítulo final)
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Capítulo 19 ( ¿Puedes volver a mí? )

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By karina2019


Al abrir la puerta lo que menos pensaba era encontrarme aquella situación.

Había una chica sentada en el escritorio, besando a Alexis con ferocidad, pero no cualquier chica...

Su hermana.

Ellos no se habían percatado de mi existencia aún ahí.

—Hola, bonita —pegué un salto brusco y cerré la puerta de un tirón.

Me giré con el corazón en la mano.

Era el chico de rulos.

Mi cuerpo se quedó congelado.

¿Podría pasar algo peor?

No, no, mentira, no te estoy retando escritor.

Carraspeé incómoda.

—¿Qué quieres? —intenté que mi tono no sonara nervioso. Actué con indiferencia.

—Este es mi curso —señaló el aula y me miró de arriba hacia abajo.

—A mí no me mires de esa manera asquerosa —le reproché.

El bufó aburrido.

—Estás en mi camino, técnicamente estás interviniendo en mis planes, no te estoy buscando.

—Ahora no puedes entrar —respondí al instante.

Frunció el ceño.

—¿Y eso por qué? —se cruzó de brazos.

—Tengo que... que hablar algo privado con el novio de Kathe.

—Él está en una reunión de grupo.

Me quedé mirándolo sin ideas.

—¿Y tú que carajos haces aquí si hay una reunión?

Se quedó callado.

—¿Qué ibas a buscar?

—No es de tu incumbencia —me retó.

—Escúchame bien, idiota —me acerqué un poco más a él, pero sin alejarme tanto de la puerta —No sé que diablos estás tramando, pero si algo pasa, te delataré y hablaré sobre como intentaste aprovecharte de mí. ¿Eso te parece que me incumbe más? —lo reté mirándolo de manera cruda.

Me sostuvo la mirada y bufó, luego se alejó.

Solté el aire que no sabía que había retenido.

Dios mío.

Cómo son capaces de hacer esto justamente en el colegio, sin seguro en la puerta.

Me pasé la mano por la cara intentando aclarar mis ideas, lo que acababa de pasar, lo que vi.

Alexis y su hermana.

Todavía no lo entendía, simplemente no podía. Sentía que me estaba faltando el aire y que todas las cosas que creía verdaderas en mi vida, ahora  carecen de ello.

¿Desde cúando está pasando esto?

De todas las tipas, ¿Tenía que ser ella?

Alexis abre la puerta con los ojos más abiertos de lo normal.

—Eve, ¿Qué carajos...

No lo pienso mucho y antes que salte con alguna explicación le digo:

—Te sugiero que salgas de ahí antes de que otra persona llegue —lo interrumpí sin siquiera mirarlo y me alejé lo más que pude de él.

Caminaba mirando el suelo, con la cabeza casi al explotar. Me quedé en una esquina un poco alejada y me tumbé, ahuecando mi rostro entre el espacio que creé en mis piernas al estar en aquella posición.

Esto era dificil de asimilar. Hice una pausa de absolutamente todo en mi vida. Intentando darle sentido y es que no, no lo tenía.

¿Qué clase de cosas hicieron que ellos llegaran a ese extremo? Por la forma en que estaban, diría que los límites se habían cruzado.

No estaba preparada para darle cara luego de ver eso. Ni yo misma entendía, menos podía explicar ni dar una respuesta lógica.

Sentí a alguien sentarse a mi lado y estaba preparada para echar un buen sermón, antes de ver a Jonathan.

—¿Por qué tan sola? —me pregunta con una media sonrísa.

No lo quise mirar por mucho tiempo.

Su colonia me llegaba, fuerte, atrapante.

—¿Qué haces tú viniendo por estos rumbos?

—Kathe me ha dicho que te estaba buscando, así que quise ayudarla —respondió, pero su tono no sonaba para nada alegre. Intentó disimularlo manteniendo aquella media sonrísa y tirando piedras a lo lejos.

—¿Qué pasa entre ustedes?

Paró de tirar las pobres piedras sin culpa, pero no me miró, solo botó el aire lentamente.

—No lo sé, ¿Puedes creerme? Por primera vez no sé que la pasa a una chica y peor aún, a mí chica —se veía consternado.

—¿Por qué lo dices? —empecé a preocuparme.

Aclaraba sus ideas, o tal vez, no quería contarme, pero luego respondió:

—Ha estado evitándome—se encogió de hombros —no me permite besarla ni tocarla, nada.

Lo miré apenada. Toqué su hombro como apoyo.

—¿Has intentado hablar con ella?

—Creo que la palabra me evita, esta en mayúscula, no me lo ha permitido siquiera.

—Hablaré con ella.

—No —respondió al instante —esto es entre ella y yo, intentaré arreglar lo que sea que pasó. Aveces no sabes si fue que hiciste algo malo, o es que, les vino la regla —se ríe y lo imito.

—Ambos sabemos que Kathe no es de esas —le digo sincera.

—Ambos sabemos que para que ella se comporte así, no debe ser algo muy fácil de resolver —respondió con un destello de tristeza.

Apoyé mi cabeza en su hombro.

—Sé que la amas mucho —le digo en un tono apenas audible, entendiendo su dolor, su preocupación por su chica.

Él asiente y luego baja un poco el rostro para poder verme un poco más.

—Creo que tú lo sabes más que nadie —admitió.

—Seguro que no quieres que...

—Seguro —asintió. Luego de unos momentos, traga fuerte y luego dice:

—¿Crees que quiera terminar?

—¿Tendría una razón para ello?

Se encoge de hombros.

—Muchas.

—¿Cómo cuáles?

Niega y luego mira hacia atrás para ver si nadie está escuchando.

—Quizás por el poco tiempo que tengo para ella.

Negué con pesar.

—Le das todo el tiempo que puedes y lo sabes —refuté con certeza.

—Sigue siendo poco. Aveces, por más que una persona lo intente, si no eres tú, todo lo que hagas será insuficiente —admitió esta vez mirándome.

Sus palabras resonaron en mi cabeza y me quebraron el corazón.

Lo abracé, porque simplemente, no tenía palabras para decirle que se equivocaba. Lo abracé fuerte y le dije al oído:

—Ella te ama, sea cual sea el problema, sabes que ella te ama —cerré los ojos con fuerza y solo escuché un "Lo sé" horrible de su parte.

Me dolió verlo así, y me dolió aún más sus palabras, la manera en que pensaba que era insuficiente para ella.

La ama, él la ama con todo lo que tiene.

El receso había acabado.

No había comentado absolutamente nada, estaba todavía en Shock. No quería hablarlo con Kathe y Jeanine ya que, esto no es algo que se tome a la ligera, estoy casi segura de que nadie sabe lo que pasó allá y de lo que pasa entre esos dos.

Con todo lo de Alexis y su hermana, se me había olvidado por completo lo que Ashton había escrito sobre mí. El periódico tenía lo siguiente:

Muchos están de acuerdo con que Eve Giordano es una de las más hermosas chicas del instituto Greys, Pero, la pregunta es: ¿La conoces bien?

En la actualidad la belleza externa lo es todo, te resulta fácil conseguir lo que deseés. Eve Giordano es mucho más que una cara bonita, y explicaré porqué.

Aquella chica que ama a desmedida a quienes comparten con ella su tiempo, sabe lo que quiere, y lo consigue. Así es ella, segura, admirable y optimista.

Una chica que Tiene muchas ideas, intenta hacer todo de la mejor manera posible, se esfuerza en cada cosa que hace. Está muy lejos de ser sencilla, ¿Y saben qué es lo mejor? Que eso no está mal.

Su color preferido es el Rosado. Con alrededor de 10 pecas en la cara, un entusiasmo por crear las diversas rutinas que hoy en día disfruta todo el instituto, aquella chica de ojos azules más que una buena amiga, es un trofeo de persona, medicina para muchos. Se caracteriza por su belleza, pero más que eso, fuerte y decisiva, enfrentándose a todo con la cara en alto.

En su tiempo libre le gusta ir de compras, hablar con sus amistades, ver alguna película, pero nunca puede faltar el chocolate.

La moda va con ella a donde sea. Selectiva desde que tiene memoria, no cualquiera entra en aquel corazón de oro. Fiel así misma, a sus sentimientos, y a sus amigos. Una peligrosa combinación entre  atrayente y coqueta.

En el momento en que lo había leído, se me había escapado una que otra sonrísa.

Tenía suerte de haberlo encontrado.

Ahí estaba yo, frente a él al salir del instituto.

Me había estado viendo una herida que había tenido en la mano, mientras él me hablaba sobre lo ocupado que estaría todo el día. Le había dado gracias por aquellas palabras tan bonitas y por ver lo mejor de mí.

Él captó la atención de mis ojos y luego miró mi mano herida.

—A ver... —me toma la mano con delicadeza. Frunce el ceño como si fuera un doctor revisando a su paciente —No es profunda, pero ¿Quieres ir a casa para ayudarte y que no se infecte? Tengo curitas y...

—Estoy bien —le interrumpí pero en un tono amable, mirándolo con dulzura —gracias.

—¿Segura?

Iba a asentir, hasta que vi como pegó sus labios cerca de la herida dejando un corto beso.

—Al menos trátatelo, ¿Sí?

Asentí nerviosa. Tenía que estar ruborisada. Sentía la sangre caliente llegarme a las mejillas.

Sus labios se habían sentido tan suaves contra mi piel.

Empecé a pensar en aquellos labios más tiempo del que debía.

Evans había llegado, dirigiéndose hacia nosotros, no paró de hablar hasta que Ashton le había dicho lo apresurado que iba, tenía el tiempo encima, prácticamente solo iría a casa a comer y luego volver.

Les había dicho que tenía que ir a buscar a Ian, y que los alcanzaría luego, pero ellos insistieron en irlo a buscar.

Esos pequeños gestos los apreciaba bastante, ya que, aunque sus vidas aveces se tornaban complicadas, hacian un espacio de tiempo para otros.

Pasamos por Ian y lo mantenía en la parte de atrás conmigo, en mis piernas.

Se la pasó hablando de las caricaturas que quería ver, porque en el colegio lo empezaron a ver todos juntos. Me reía al verlo feliz, ajeno a lo que en verdad pasaba en la vida, en la mía por lo menos.

Miré de pronto hacia Ashton, no contaba con que me estaría viendo por el retrovisor y quitó su mirada al instante.

Esa sensación, al saber que la otra persona ya te estaba mirando, es indescriptible. Me tragué una sonrísa que amenazó con salir de mis labios y me quedé callada, prestándole atención a Ian.

El tiempo pasaba rápido, eso significa, menos tiempo a su lado. Al llegar a su casa, les preparé algo fácil y rápido de hacer, no quería que se estresaran más.

Ashton insistía en estar junto a Ian, aunque yo le dijera que no era necesario.

No me gustaba molestar a los demás, sabiendo que no tenían obligación de hacerlo. Verlos a ellos dos hablando tan animadamente era como una de esas fotografías que te producen una felicidad inmensa, y ternura.

Cuando tuve un pequeño momento a solas con Ashton, él se acercó a mí.

—¿Cómo van las cosas con Jeanine y Kathe? —su pregunta me vino desprevenida.

Me giré hacia él y luego seguí lavando los platos.

—Vamos bien, estamos preparándonos, ya sabes —me encojo de hombros.

Él asiente.

Recuerdo a Jonathan hablarme sobre la relación con Kathe y de pronto, pienso en decirselo a Ashton, solo para ver qué piensa, ya que ese tema me ha estado irritando durante todo el día.

Llego a su lado.

Respiro hondo, pensando en cada palabra que Jonathan me había dicho, cada vez que veía en sus ojos el dolor que le provocaba estar en esa situación.

—Jonathan cree que ella quiere terminar —le suelto, mirando hacia otro lado.

Hubo un incómodo silencio de su parte.

—¿Y qué crees de eso? —preguntó un tanto desconfiado.

Parpadeé varias veces.

—Obviamente creo que no deberían terminar. Él la ama más de lo que he visto a una persona amar a otra —respondí con tristeza.

—No puede exigirle algo que no tiene o ni quiere dar —dijo de repente.

Fruncí el ceño.

—¿A qué carajos vino eso?

Suspiró.

—Digo que, por más que él de todo de sí mismo, no puede exigirle más de lo que ella está permitiéndose compartir. Si no quiere compartir todo de ella, es por alguna razón, quizás porque encontró a alguien que si la llenara, y aveces eso no es culpa del otro. Estoy seguro que él hizo bien su papel en su vida. Quizás el alma de ella simplemente se siente completa con otra persona y con eso no puedes competir, eso no quiere decir que ella es la mala. ¿Le has preguntado a ella qué ha pasado? —esta vez me miró y fruncí más el ceño de la cuenta.

Pero lo que había dicho tenía sentido.

Asentí, dándole la razón.

Estaba segura que ella tendría sus razones para tratarlo así, aunque yo en estos momentos no lo entendiera.

Me sentí un poco mal, al recordar los ojos tristes de aquel chico enamorado.

—Solo espero que si termina con él, deposite toda su confianza y le explique bien lo que está pasando.

Él asintió.

—Yo tambien, nadie se merece dormir pensando en qué hizo mal.

Lo miré. Esos ojos café tan hipnotizantes. Su forma de ser tan... tan él.

De pronto me vi pensando absolutamente en él, en sus labios, en esa sonrísa...

Empecé a recordar la primera vez que escuché su voz y me reí disimuladamente por ello.

Él ha sido mi primera vez en muchas cosas, nisiquiera sabe como se ha estado ganando mi corazón. Estar con él era como estar en casa.

Me miró como si se diera cuenta lo que hacía.

—¿Qué? —me preguntó divertido.

Me acerqué a él, tanto así que nuestras rodillas chocaban.

—¿Estás enamorado? —pregunté directamente, sin pelos en la lengua y su rostro tomó un giro. Estaba serio.

—No quiero responder a eso —volteó la mirada.

—¿Y eso por qué?

—porque no —me evadió.

Suspiré frustrada.

—Eres el chico más listo, más divertido y tierno que he conocido, y a la vez tan extraño. Me haces hacerme tantas preguntas.

El sonrió sin ganas.

—Tomaré eso como un halago.

—Lo es —aclaré —me gustaría que fueras más claro con tus sentimientos, con lo que quieres.

Él se volvió hacia mí y frunció el ceño.

—¿A qué quieres llegar, rubia?

Me quedé callada por unos tortuosos momentos.

Le digo, no le digo, le digo....

—Nunca te he visto hablar de que te guste alguien, solo me pareció curioso —estúpida.

Él asintió, como si estudiara mis palabras  como si estuviera saboreándolas.

—¿Lo que quieres saber es si me gustas tú? —me preguntó de pronto y casi empiezo a respirar con dificultad.

No me digno a mirarlo por miedo a su respuesta.

No miedo a que no sienta lo mismo, sino a que se ría de ello. Nunca he tenido problemas con atraer la atención de un chico, él ha sido el primero, y he permanecido a su lado sutílmente, intentando dejar que el destino haga lo suyo, pero al parecer, el destino no quiere, y solo hace que la cague una y otra y otra vez.

Cogí toda mi valentía y me volteé hacia él.

—Sé que no te gusto, solo quería saber si necesitabas que te presentara a una amiga —me encogí de hombros con indiferencia.

Se rio de esa manera tan suya, con esas sonrísas que te deja sin aliento y que te enamora al instante.

Se voltea y dice antes de irse:

—Si yo fuera un examen ya estuvieras quemada —podía jurar que el corazón se me congeló, que él mantenía aquella sonrísa aún sin yo poder verlo y que yo estaba con los ojos bien abiertos, intentando entender lo que había dicho, y no mal interpretarlo.

—¿Acaso has admitido algo?  —le pregunto rodeándolo y plantandomele  alfrente.

Me miró de arriba hacia abajo sin disimulo, como si no quisiese perderse ningún detalle y sonrió de lado, con un brillo de diversión en esos ojos, que me atrapaban.

—¿Tú qué crees?

Oh, cielos.

Solo esperé a que mi cerebro procesara esas palabras, a que no me estuviera equivocando y luego me arrepienta cuando pase los límites, estaba a punto, a punto, pero Evans entró con Ian a la cocina, interrumpiéndonos.

Me alejé, disimuladamente y le sonreí a Ian.

¿Esto siempre sería así?

Cada vez que tengo la oportunidad de cruzar la linea, algo pasa.

Ashton no se abría de esa manera, no daba explicaciones sobre su vida amorosa, nada. Que se atreviera por lo menos a decirme aquello había sido algo muy importante para mí.

Empecé a pensar en las chicas que habían tenido la oportunidad de estar con él y me pregunto que pacto con los dioses tuvieron que hacer para que él se permitiera quererlas, con lujos y detalles.

Bufé un tanto rendida.

Seré yo la del problema, entonces...

¿Es que acaso era a mí solamente que me pasaban estas cosas? Sentirte impotente porque las cosas no te salían como querías.

—¿Vienes en la noche? —me pregunta Evans

Niego lentamente, todavía con mis pensamientos atormentandome.

—Deberías quedarte, ¿Por que no?

—Me quedaré donde Kathe.

De pronto el empieza a toser, después de haber bebido agua.

—De acuerdo —carraspeó.

—Ya me tengo que ir, tengo que llegar en media hora, así que los dejo —les dedico una media sonrísa que no me la compro ni yo.

Ashton se queda callado, pero su mirada es como si quisiera meterse en mi cabeza y hablarme telepáticamente. Mira al suelo y no dice nada más. Es como si se perdiese entre sus pensamientos.

Me reprocho mentalmente, porque sé que esto es lo que pasa cuando él da un paso más hacia mí... se aleja.

Me giro, agarrándole la mano a Ian después de que él se despidiera.

Un pequeño dolor se instala en mi pecho, ¿Decepción tal vez? No lo sé, solo sé que me sentía terriblemente mal, como si intentara atrapar las nubes, demasiado altas, muy inalcanzables. Me sentía como si estuviera en una habitación que se hacía cada vez más pequeña y el aire empezaba a faltarme.

Llego a la puerta, y de pronto siento una mano en mi muñeca.

Me giro de inmediato y veo a Ashton. Su rostro demostraba lo nervioso que estaba, en cierto sentido, como si se pensara una y otra vez las cosas.

—Después que vayas donde Kathe, ¿Puedes volver aquí? —sus ojos me mantenían estática, perpleja — a mí.

Volver a él

¿Enserio me lo ha pedido?

Mi corazón dio un brinco con ferosidad, dejándome sin habla.

Asentí sin darme cuenta y una verdadera sonrísa se plasmó en mi rostro.

Él me sonrió, se acercó a mí y me susurró al oido:

—En la noche lo hablamos —se iba alejando poco a poco, pero no sin antes dejarme un tierno beso en la mejilla.

¿Cómo una persona puede hacerte sentir tan feliz en menos de un minuto?
Las personas aveces tienen mucha capacidad, la que le damos nosotros tanto para hacernos, como para destruirnos.

Y ahí estaba el chico de la cámara, conmigo. Ese sentimiento profundo que te abarca completamente, cuando tienes justo al frente a la persona que te gusta, y te pide que te quedes, hace que te pierdas, pero que lo hagas totalmente en la otra persona.

Quisiera fundirme en él, entender esa mente tan grande, y ese corazón tan hermoso, las palabras quedan cortas para el ser que ha estado irrumpiendo en mi vida de una manera maravillosa.

Quien diría que las cosas cambiaran en un abrir y cerrar de ojos...

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