La última nota

By JoanaMarcus

84.2M 5.8M 23.8M

Apenas sé nada de él. Sé que toca la guitarra. Sé que está en una de las bandas más famosas de la ciudad. Sé... More

Sinopsis
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIX
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Epílogo
Extra I
Extra II
Extra III
Extra IV
Extra V - FINAL

Capítulo VIII

1.8M 146K 789K
By JoanaMarcus

VIII - PALABRAS

Admito que mi humor es un poco demasiado bueno al día siguiente cuando termino las clases y voy a trabajar. Liam me pregunta si he echado un polvo antes de que él, Keira se ocupa de sus mesas haciendo pausas para decirme que ha vuelto a pelearse con su novio y yo voy felizmente de un lado a otro.

Estoy tan ocupada que no me doy cuenta de que Sam y Riley han entrado. No puedo evitar torcer un poco el gesto cuando me acerco a su mesa.

—Hola —los saludo. No hace falta que les diga el discursito de siempre.

—Hola, Brooke —me saluda Riley alegremente—. ¿Puedes ponernos dos cervezas?

Qué sorpresa. Cervezas. Lo que no pide nadie jamás.

—Ahora mismo.

Me acerco a la barra para llenar dos jarras, pero no tardo en darme cuenta de que Sam me ha seguido. Lo miro de reojo cuando se sienta en la barra, claramente incómodo.

—Oye... —empieza.

—No hace falta que te disculpes —le digo.

Hay un momento de silencio entre nosotros antes de que deje una cerveza en la bandeja. Liam revolotea a nuestro alrededor con una sonrisa de oreja a oreja, como siempre. Finge que coge algo del armario para poder escuchar.

—Quiero disculparme igual —me dice Sam—. No estuvo bien hablar de... eso.

Liam deja de disimular y me mira directamente.

—¿De... eso? —repite, levantando las cejas—. Vale, ahora quiero saberlo todo.

—No hay nada que saber —le aseguro enseguida.

—Le hablé de algo que no le gustó y se enfadó —aclara Sam.

Liam finge sorpresa al apretujarme las mejillas con los dedos. Le pongo mala cara.

—¿A la pequeña Brookie-pookie no le gusta que le hablen de algo?

—A la pequeña Brookie-pookie no le gusta que la estrujes así —mascullo como puedo—. Ni que la llames Brookie-pookie.

—Whoa, sí que estás de mal humor —se separa, haciéndose el ofendido—. Asumiré que no has echado ese polvo.

Sam enarca una ceja y lo miro de reojo. Liam empieza a reírse.

—Oh, ya veo. Esperaremos a que papá vuelva a su mesa antes de hablar de sexo y cosas de niños grandes.

Sam pone los ojos en blanco cuando los dos nos reímos y se vuelve a su mesa. Les llevo sus cervezas y me detengo un momento a hablar con Riley antes de volver con Liam, que parece querer saber más detalles.

—¿Y bien? —pregunta mientras finge que está secando una jarra de cerveza.

—Y bien, ¿qué? —me hago la inocente.

—¿Tengo que ser gráfico? Sabes a lo que me refiero.

—No he hecho nada.

—¿Ya no hablas con ese chico?

—Bueno... sí.

—Y no ha pasado nada.

—No.

—¿Ni un beso?

—No...

Me mira, extrañado.

—¿Y a qué esperas? ¿A que baje Dios y te lo diga?

—No es... —se me encienden las mejillas—. Él tampoco se ha... lanzado.

—¿No? —parece sinceramente sorprendido—. ¿Y por qué no te lanzas tú?

—¿Lo has visto alguna vez, Liam? —mascullo.

—Sí, guaperas tatuado con cara de amargura vital. Camino directo. Imposible perderse —sonríe ampliamente.

—Vale, cambio la pregunta, ¿has visto cómo es la gente a su alrededor?

Lo considera un momento.

—Vale, intimida —me concede—. No tanto como yo, claro, pero intimida.

—Sí —enarco una ceja—. Das mucho miedo, Liam.

—Lo sé —pestañea varias veces—. Bueno, entiendo lo que dices.

Él se queda pensativo un momento. Yo medito lo que voy a decir.

—Bueno... —me remuevo, incómoda, y él se gira con expresión chismosa—. Digamos que... mhm... anoche hablamos un rato sobre... música.

—Sobre música —repite, enarcando una ceja—. Muy interesante.

—Música... con significado.

—¿Significado sexual?

—¡No! —lo pienso mejor—. Mhm, bueno...

Se le forma una sonrisa perversa en los labios cuando vuelvo a ruborizarme.

—¿Te dedicó una canción que hablaba de cómo iba a foll...?

—No me la dedicó. Me... mhm... me dijo que la escuchara.

—Vamos, que te la dedicó.

—¡Solo me dijo que la escuchara!

—Claro, claro. ¿Cuál es?

I'm on fire, de Bruce Springsteen.

Silencio. Levanta las cejas.

—Bueno, no es que sea una canción muy discreta —dice, divertido.

—No es... bueno... es decir...

—¿Cuál le dedicaste tú?

—¿Cómo sabes que le dediqué alguna?

—Ahora lo sé —sonríe maliciosamente.

—No creo que la conozcas —murmuro—. All this love, de JP Cooper.

—No, no la conozco —me señala—. Pero la conoceré. La pienso escuchar.

—Cuando la conozcas, seguiremos esta conversación.

—Oye, Brookie —me llama cuando me doy la vuelta—. Si necesitas un poco de amor mientras esperas a que el otro se lance, que sepas que el baño de tíos y yo estamos a tu disposición.

Se lleva una mano al corazón, como si lo jurara.

—Vale, Liam, te haré señas cuando esté lista —niego con la cabeza y vuelvo al trabajo.

Después de eso, aparece mi jefa, la señora Wells, que está de especial mal humor esta noche. El turno se me hace eterno. Me despido de Riley y Sam cuando se marchan y me quedo en mi zona vigilando que todo el mundo esté servido...

...justo cuando veo a Hunter, Cris y Ally entrando por la puerta.

Mi respiración se acelera cuando busco con los ojos a su alrededor, pero no entra nadie más al local. ¿Dónde está Jared?

Ah, bueno, y Kevin y Bruce, claro... pero... ¿dónde está Jared?

No puedo evitar un poco de decepción, pero consigo disimularla al acercarme a la mesa nueva.

—Hola —les digo, olvidándome por completo de la frase de siempre. Menos mal que mi jefa no me ha oído.

—Hola, Brooke —me saluda Ally alegremente.

—¿Aquí tenéis comida? —me pregunta Hunter directamente, mirando la carta.

—Eh... sí, bueno... tenemos aperitivos, pero no sé si te los recomiendo. Tienen aspecto sospechoso.

Pone una mueca y mira a Cris como si ella tuviera la culpa de todos los problemas de su vida.

—Te he dicho que me dejaras traer unos bollos.

—Es de mala educación ir a un local con comida de casa —le dice ella, poniendo los ojos en blanco antes de mirarme—. ¿Cómo estás, querida? Hacía ya unos días que no te veía.

—Bien —digo torpemente, aclarándome la garganta—. Em... ¿os recojo el pedido o va a venir alguien más?

Buen trabajo.

Espero haber sido lo suficientemente disimulada.

—Solo somos nosotros —me dice Ally distraídamente—. Yo quiero... mhm... un Tequila Sunrise.

—¿Un qué? —Hunter le pone una mueca—. Pídete una cerveza, rarita.

—Soy una dama. No me pido cervezas.

—Pues suerte que yo no soy una dama —Hunter pone los ojos en blanco y me mira—. Una cerveza.

—¿Cris? —la miro.

Ella tiene el ceño fruncido a su móvil.

—Ya empezamos —se pone de pie y se lo lleva a la oreja—. Kevin, más te vale no haber roto nada esta vez o...

Y se pierde en la salida del bar. Hunter se encoge de hombros y me mira.

—Volverá para pagar la cuenta, tranquila.

Como si eso fuera lo que me interesa saber en estos momentos.

Voy a por su pedido y se lo llevo a la mesa un poco distraída. Me da tiempo a encargarme de tres mesas más antes de que se marchen. Le sonrío cuando Ally agita la mano para despedirse.

Por suerte, mi turno termina temprano. La señora Wells está insoportable. Mira fijamente todo lo que hago buscándole algún defecto. Cada vez que limpio una mesa, espera a que empiece a alejarme para detenerme con su voz nasal.

—¿Brooke? Creo que te has dejado una mancha ahí —me sonríe dulcemente.

Liam intenta no reírse mientras yo limpio la inexistente mancha solo para que mi jefa se calle. Keira corre la misma suerte, claro.

Liam me acompaña podo después a la residencia mientras me habla de no sé qué ligue que tuvo el día anterior. Ya estoy metida en la cama con el pijama —y la estúpida camiseta, no lo voy a negar— cuando miro mi móvil por enésima vez. Nada.

Mhm...

Igual yo...

No.

No quiero parecer una desesperada.

Pero... ¿lo parecería?

Hace cinco años, empecé a salir con un chico. Con el capullo de Nick. Yo tenía quince años en ese entonces y... honestamente, él hizo todo el "trabajo sucio". Nunca tuve que perseguirlo para que quisiera estar conmigo. De hecho, solía ser yo la que lo rechazaba aunque me muriera de ganas de que siguiera hablándome. 

Soy rara, soy consciente de ello.

La cosa es que... al cuarto año de nuestra relación, las cosas empezaron a ser diferentes. Vivía con él por lo que había pasado con mis padres y me di cuenta de muchas cosas que me empezaron a dejar de gustar de él. La mayor era que desapareciera tantas veces y tuviera que perseguirlo yo mediante mensajes para asegurarme de que estaba bien. 

Paranoica, celópata, insegura y pesada fueron las palabras que más se repitieron cuando le preguntaba por qué olía a perfume de chica, o por qué tenía una mancha de pintalabios en la camiseta...

Después de que cortáramos hace ya ocho meses, estaba tan triste que lo último que quería era salir con otra persona. De hecho, no me he besado con nadie después de él. Sé que es bastante patético, pero creía que no tenía la capacidad de que me gustara alguien y...

...ahora, Jared ha aparecido.

Y no es que me guste, ¿vale? No me gusta.

Me... mhm... ¿atrae?

¡No me gusta!

Lo que pasa es... que no quiero volver la paranoica, celópata, insegura y pesada que lo espante. Me froto la cara con las manos.

—Estúpidos hombres —mascullo, dejando el móvil en la cómoda y dándole la espalda.

Cierro los ojos con fuerza y me centro en cualquier cosa que pueda mantener mi mente ocupada porque no me gusta como me estoy sintiendo. Tiene que haber algo que me distraiga. Lo que sea.

Entonces, abro los ojos y veo, a lo lejos, mi cámara favorita en la cómoda. El maldito proyecto. Todavía me quedan dos meses, pero... sé lo que pasa cuando dejo las cosas para el último momento.

Eso es. Esta semana iré a hacer fotografías a cualquier cosa y pondré el móvil en silencio para olvidarme de él por un rato.

A la mierda.

***

Al menos, he cumplido mi palabra.

Y él no me hablado.

Seis días más tarde, tengo la mochila colgada de los hombros y la cámara del cuello mientras bajo la pequeña colina. Este es mi lugar favorito para hacer fotografías de la naturaleza. Tengo que pillar dos buses para poder llegar, pero vale la pena. Es una pequeña franja de arboleda que desemboca en una bahía de rocas. 

Así, todo lo que no me sirva para el proyecto final, me servirá para el pequeño trabajo de fotos de la naturaleza.

Me pasó ahí casi tres horas sola, tarareando sin darme cuenta I'm on fire mientras fotografío todo lo que me llama la atención.

Lo mejor de venir en invierno es que está prácticamente vacío. Solo ha aparecido un hombre que paseaba a su perro, pero no ha tardado en irse.

Al final, me marcho cuando empieza a anochecer y me subo al primer autobús. No saco mi móvil de la mochila hasta que estoy en el segundo, de camino a la residencia. Lexi me ha mandado unas cuantas fotos suyas para que elija la que más me gusta y subirla a Instagram, Liam me ha pasado el perfil de la chica de la que me habló anoche y... Jared.

El suyo es de hace veinte minutos. El más reciente.

Y no me he emocionado porque me haya hablado.

¿No?

Bueno, me da igual. Solo quiero leerlo.

Jared: Me he quedado sin canciones. Creo que podrías echarme una mano.

Oh, quiere que le recomiende una. Odio que mi corazón se acelere al instante. Trago saliva y repaso todas las canciones que podrían hacer que pensara en él, ¿por qué son todas son sexuales o románticas? Soy una idiota.

Pero, ¿qué estoy haciendo? ¡Ya es la segunda vez que estoy una semana sin saber nada de su existencia! No tengo por qué fingir que no pasa nada cada vez que vuelve a mi vida. 

Enarco una ceja al móvil y empiezo a teclear.

Brooke: Lo siento. Falta de inspiración. Tendrás que arreglártelas solito.

En todos los sentidos, capullo.

La respuesta apenas tarda un minuto en llegar. Intento no bajar la mirada hacia el móvil con todas mis fuerzas, pero no puedo evitarlo. Lo miro de reojo.

Jared: ¿Puedo inspirarte de alguna forma?

¡No! ¡Basta! ¡No quiero estar ruborizándome! ¡No se lo merece!

Pero... me encuentro a mí misma escribiendo de nuevo.

Brooke: Solo Dance, Martin Jensen.

Toma esa.

Espero que pille la no muy indirecta. Y que se quede pensativo un buen rato. Se lo ha ganado él solito. Me pongo yo también la canción y esbozo una sonrisa malvada cuando llegan las partes que quiero que escuche específicamente.

Think you got me, right? Where you want me

¡Pues no!

But you're just un my way.

Si fuera un texto, lo subrayaría.

I came the party on my own.

On my own, estúpido Jared.

Don't need nobody in my song.

Esbozo una sonrisa malvada mientras me lo imagino escuchándola.

Vale, definitivamente tengo doce años otra vez.

I know you want me, but I don't care baby.

Just wanna dance, dance, dance...

Eso. Me da igual. Solo quiero bailar. Bueno, no en el bus, pero ya me entiendes.

O de eso intento convencerme a mí misma mientras las últimas notas van sonando y miro el móvil, esperando una respuesta.

Y, entonces, veo que me está llamando. El autobús está medio vacío y nadie me presta atención, pero me siento como si fuera a mirarme todo el mundo porque saben que, por dentro, hago el baile de la victoria.

Respondo a la llamada con mi tono de voz más angelical.

—¿Quién es?

Escucho una risa suave al otro lado de la línea.

—Sabes quién es.

—¿Nombre, por favor?

—Jared —casi puedo visualizar que enarca una ceja.

—¿Jared? Oh, sí, Jed... sí, claro. Perdona.

—¿Estás enfadada? —esta vez, suena menos divertido.

Vale, a la mierda el plan de fingir que esto me importa una mierda. Pierdo las ganas de bromear por un segundo.

—¿Yo? No, claro que no. Es que me olvido fácilmente de la gente. Especialmente, cuando no hablo con ella en una semana. Por segunda vez. Consecutiva.

Hay un momento de silencio.

—He tenido que ensayar mucho —me dice, aunque no suena muy afectado—. Esta semana tenemos el último concierto de la temporada.

—Yo también he estado ocupada —digo enseguida—. Tuve que cubrir un turno a Liam porque había ido a vuestro concierto y...

¡Mierda! ¡Algo más interesante!

—Y... muchas otras cosas... interesantes.

Silencio. Me pongo roja cuando oigo que vuelve a reírse suavemente.

—¿Estás enfadada conmigo? —repite después.

—No tengo por qué estar enfadada.

Y es verdad. Es asquerosamente verdad. No me debe nada.

—No te culparía si lo estuvieras. Pero prefiero que me lo digas.

Pongo mala cara a la ventanilla.

—Sí, un poco —murmuro.

Silencio. No me arrepiento en absoluto de haberlo dicho.

—¿Puedo hacer que dejes de estarlo?

—No —murmuro.

—¿Y si te invito a nuestro último concierto?

—Te diría que invites a otra, porque no me apetece ir.

¿Y que después me vuelva a dejar tirada por una semana? No, gracias. No me gusta esto.

—¿Qué otra? —pregunta, y suena confuso.

—A... cualquier otra —frunzo el ceño porque no me gusta esa imagen—. No quiero ir.

—¿No puedo convencerte?

—No.

Suspira.

—Brooke, realmente quiero que estés ahí.

—¿Para qué?

La pregunta se queda sin respuesta durante unos segundos.

—Quiero verte.

—Si quieres verme, ven a verme, no me invites a otro concierto y luego estés una semana más sin dar señales de vida, Jared. Si quieres a alguien para hacer eso, lo siento, pero yo no soy esa. Búscala en otra parte.

Y cuelgo.

Boom.

Me quedo mirando la ventana un momento antes de darme cuenta de lo que acabo de hacer.

¿He... cortado con él?

Bueno, cortado no. No estábamos saliendo. Pero... le he dado a entender que no estoy interesada en nada con él, ¿no? Porque no es verdad.

Pongo una mueca y miro el móvil. Igual va a volver a llamarme o a escribirme.

Espero cinco minutos.

Nada.

Me muerdo las uñas sin darme cuenta mientras aparto irritada la conversación con Riley. Ahora no me apetece hablar. No quiero pagar mis estupideces con ella. Cinco minutitos más.

Y... nada.

Vale, me lo merezco.

Espero lo que queda de trayecto mirando el móvil como si tuviera la culpa de que yo sea una idiota. Al final, después de veinte minutos de bus, me doy cuenta de que no va a decirme nada.

Yo he sido la que lo ha provocado, así que no puedo quejarme.

Pero... ¡UGH!

Bajo del autobús y ando un poquito más deprisa que de costumbre. De pronto, quiero ir a la máquina del pasillo y comprar todas las barritas de chocolate disponibles para hincharme mientras miro una serie. Y olvidarme de que soy idiota. Y de que él también lo es. 

Abro la puerta de la residencia casi de una patada y subo las escaleras, malhumorada, buscando en mi mochila la cartera para hincharme a comer. Genial. No la llevo encima.

Me acerco a mi habitación buscando mis llaves en mi mochila y me detengo al no encontrarlas, rebuscando con el ceño fruncido.

—¿Dónde demonios...? —mascullo.

—¿Estás buscando esto?

Levanto la cabeza de golpe.

Jared está sentado en el suelo con la pared apoyada en la puerta, mirándome con una sonrisa divertida en los labios. Y tiene mis llaves en la mano.

Estoy tan sorprendida por toda la escena que no sé ni por dónde empezar a preguntar.

—¿Qué...? —intento.

—Cuando he llegado —se pone de pie, suspirando— estaban en la cerradura de la puerta. Ideal para ladrones.

Las lanza al aire para mí y es un milagro que logre atraparlas. Estoy demasiado embobada mirándolo fijamente.

—Hola —añade, ladeando la cabeza.

Y vuelve a mirarme de arriba abajo, como siempre. También como siempre, se me seca la boca.

—Hola —digo, medio atontada—. ¿Qué haces aquí?

Si quieres verme, ven a verme —repite mis palabras—. Aquí estoy.

Mierda.

No te emociones. No te emociones. No te emociones. No te...

¡Ha venido a verme!

Ya te has emocionado.

—Yo... eh... —miro mis llaves y lo miro a él. No sé ni qué decir.

—¿Puedo pasar? —pregunta, señalando la habitación con la cabeza.

—Yo... eh... sí...

Dios, ¿por qué soy tan torpe cuando está alrededor?

Meto la llave en la cerradura y abro la puerta para los dos. En cuanto estoy dentro, escucho que él la cierra a su espalda y el mundo se detiene.

Estamos en mi habitación. Los dos solos. Y yo estoy sobria.

Creo que todavía no lo tengo asumido.

Me giro y veo que se ha quitado la chaqueta, quedándose en manga corta. La deja en el respaldo de la silla de mi escritorio y sonríe de lado al ver las fotos que tengo tiradas en él.

—Esto... normalmente está más organizado —murmuro, mirando a mi alrededor para asegurarme de que no hay ropa interior por el suelo.

—Me gusta tu pequeño caos —me dice, sonriente, recogiendo una fotografía y mirándola con más detenimiento—. Es... interesante.

Sé que ha elegido esa palabra, precisamente, porque es la que utilicé yo para su canción. Me quito la mochila y la dejo en el suelo, sacando la cámara para dejarla en el escritorio. Él sigue mis movimientos con los ojos.

—¿Esa es tu cámara favorita? —pregunta, curioso.

—Sí, se llama Betty —me pongo roja al darme cuenta de lo que he dicho—. Es decir... eh... no le pongo nombre a mis cámaras, pero...

—Déjame ver a Betty —me pide, divertido.

Le dejo mi bebé en la mano. No se la dejo sujetar a mucha gente. Especialmente, después de que a Lexi se le cayera al suelo una de mis cámaras. Pero dudo mucho que a él le pase lo mismo. De hecho, me pasaría antes a mí.

—¿Por qué te gusta la fotografía? —pregunta, mirando las fotos que he hecho hoy.

Me quedo de pie a su lado, más nerviosa que nunca. ¿Por qué él no está nervioso? Se supone que este es mi terreno. Estamos en mi habitación. Y está más tranquilo que yo.

—No lo sé —murmuro.

Él levanta un momento la vista para mirarme de reojo.

—Sí lo sabes.

Aprovecho para tragar saliva cuando vuelve a centrarse en las fotos.

—No lo sé —repito—. Siempre me ha gustado. Y siempre me han dicho que se me da bien, así que... me dije, ¿por qué no? Y aquí estoy.

Él sonríe de lado.

—Son buenas —dice, enseñándome la que le he hecho al hombre con el perro cuando se alejaban—. ¿Nunca haces fotos a modelos?

—Las personas no son mi fuerte —murmuro.

—¿En general o para fotografiarlas? —pregunta, pasando la foto y mirando la siguiente.

—En general —suelto una risa nerviosa muy impropia de mí—. No suelo gustarles.

Él tarda un momento en mirarme con el ceño un poco fruncido.

—¿Qué?

—No suelo gustarle a la gente —repito.

—A mí me gustas.

No te pongas roja, por favor.

Como si pudiera evitarlo.

Sonríe y vuelve a la cámara, aunque esta vez veo que la levanta y me apunta con ella.

—¿Por qué no sales en ninguna foto, Brooke? —pregunta, ajustando el zoom en mi cara.

—No quedo bien —intento tapar el objetivo con la mano, pero me esquiva con ridícula facilidad y hace una foto—. ¡Oye! ¡No...!

—Quedarías mejor si te relajaras —me dice, enarcando una ceja por encima de la cámara.

Lo miro con cara de fastidio y hace otra foto, sonriendo malévolamente.

—¡Devuélvemela!

Hago un ademán de agarrarla y él echa el brazo hacia atrás, sujetándola por encima de su cabeza. Es imposible que consiga alcanzarla así. Le frunzo el ceño.

—¿No te gusta que te hagan fotos? —pregunta con curiosidad.

Empezamos a andar en círculos sin dejar de mirarnos cuando yo hago un ademán de agarrar la cámara y él vuelve a esquivarme.

—No —digo, enfurruñada—. Devuélvemela.

—¿Por qué no?

—A ti tampoco te gusta —le digo a la defensiva—. Te vi en la fiesta del concierto. No dejaste que se hicieran ninguna foto contigo.

Él se detiene. Su mirada brilla por la curiosidad.

—Eres muy observadora —me concede, pero vuelve a esquivarme cuando intento quitarle a Betty—. No, no me gusta.

—¿Y por qué no? —enarco una ceja.

—Quizá no he encontrado a la fotógrafa ideal.

Sonríe cuando ve que me detengo un momento, sorprendida. Después, me tiende a Betty. La recojo y la dejo en la mesa como si fuera mi mayor tesoro.

—No vuelvas a jugar con Betty —le advierto.

Él se deja caer en mi cama y creo que me he olvidado de cómo respirar. ¿Por qué me afecta tanto verlo ahí sentado?

Jared me sonríe de lado.

—¿Me vas a dejar sentándome solo?

Mis pies se mueven automáticamente hasta que estoy sentada en el lado opuesto de la cama, con la espalda en el respaldo. Él se gira para quedar de frente y veo que los ojos le brillan con malicia, como si supiera cómo me hace sentir eso.

—¿Cómo... mhm... te ha ido el ensayo? —pregunto torpemente, cruzándome de piernas como un indio. Él las mira un momento antes de volver la mirada a mi cara.

—Como todos —sonríe de lado—. Hunter le ha tirado una baqueta a la cara a Kevin.

—¿Por qué?

—Porque es Kevin. No necesita motivos.

Sonrío sin poder evitarlo y veo que él baja los ojos a mis labios al instante. De verdad, me gustaría tanto saber lo que piensa algunas veces...

—Bueno —enarca una ceja—, ¿podemos poner ya música?

—¿Música?

—¿No dijiste que teníamos que estar aquí para escucharla?

Oh, eso. Lo dije. Sí. 

Y no me arrepiento de ello, viendo el resultado.

—No puedo ponerla en alto o mis vecinas vendrán a quejarse —murmuro—. Y supongo que no querrás que te vean aquí.

Ladea la cabeza, curioso.

—¿Por qué no?

—Bueno, eres como... muy famoso, ¿no?

Parece divertido con la idea.

—¿Como muy famoso? —repite.

—Si publicara tu número en internet a cambio de dinero, me haría rica. Eso quiere decir que eres famoso.

Él se ríe abiertamente. Es la primera vez que lo hace. Mi estómago revolotea cuando lo veo. ¿Por qué no se ríe más? ¿Sabe lo estúpidamente atractivo que es cuando lo hace?

—No te rías, podría hacerlo —advierto.

—Me fío de ti —niega con la cabeza, divertido—. Bueno, ¿no tienes auriculares?

—Sí —los agarro de la cómoda y los conecto al móvil, pero me quedo mirándolos un momento— Pero... mhm...

Entonces, veo que se desliza en la cama hasta quedar justo delante de mí. Contengo la respiración inconscientemente cuando me quita un auricular de la mano y me lo pone, rozándome la oreja con los dedos. Mierda. Respira, Brooke, respira. Se coloca el otro a sí mismo. No puedo separarme de él si quiero mantenerlos así. Y está... muy cerca. Veo las motas verdes en sus ojos y me quedo embobada un momento.

—¿Eliges tú? —pregunta.

Como si ahora tuviera la capacidad de tomar una decisión mínimamente correcta.

Doy gracias a quien sea que me escuche porque las manos no me estén temblando cuando miro en mi biblioteca. Creo que iré por algo un poquito neutro. No me atrevo a ponerle algo atrevido teniéndolo tan cerca. Entonces, veo la canción que quiero.

Él me mira con curiosidad cuando observo su reacción. Las primeras notas empiezan a sonar y veo que esboza una sonrisa socarrona.

You are my fire...

The one desire...

—¿Los Backstreet Boys? —pregunta con una ceja enarcada, divertido.

—Deja de subestimarlos. Fueron geniales.

—No son mi estilo.

—¿Y cuál es tu estilo?

—La música ruidosa, ¿no? —se inclina un poco más—. Déjame elegir a mí.

Le doy el móvil y estoy casi segura de que me ha rozado la mano a propósito, mirándome de reojo. Veo que busca en mi lista con ojos centrados antes de detenerse. Esboza una pequeña sonrisa.

—¿Te gustó la de Bruce Springsteen?

—¿Eh?

—Veo que la has guardado —dice, enseñándomela.

—Oh, eh... —me pongo roja como un tomate—. No está mal.

—Es interesante, ¿no?

Cómo odio que sepa perfectamente qué decir para hacer que me ruborice.

—Puedes buscar en el navegador. No tengo muchas canciones guardadas —hago una pausa, curiosa—. ¿Sabes tocar alguna con la guitarra que no sea del grupo?

—Sí, claro —me mira un momento—. A lo mejor algún día toco alguna para ti.

Me quedo embobada en sus ojos divertidos antes de que él aparte la mirada para centrarse en la canción que ha elegido.

—Sé tocar esta —me dice—. A ver si adivinas cuál es.

Frunzo un poco el ceño al oír las primeras notas.

—¿Es Radiohead?

Media sonrisa que me llega al alma.

Creep —añado, triunfante.

—Tenemos una chica lista en la clase —me mira—. ¿Te la sabes?

You're just like an angel —canto bajito—. Your skin makes me cry... sí, me la sé.

Sonríe, asintiendo con la cabeza. Pero hay algo distinto en esa sonrisa. Es como si estuviera pensando en algo. No me deja mucho tiempo para analizarlo.

—¿Por qué una estrella? —pregunta.

Parpadeo, confusa, antes de darme cuenta de que se refiere al tatuaje. Lo miro un momento y veo que él hace lo mismo.

—Es... complicado —murmuro.

—Tengo tiempo —sonríe.

Sin embargo, algo en su mirada me dice que quiere saberlo de verdad. No creo que le guste mucho la historia.

—Me lo hice por un... novio —murmuro, un poco avergonzada—. Me llamaba Estrellita. Lo sé, es patético, pero... bueno... ahí está.

Me observa por unos momentos. Su mirada es inescrutable.

—¿Un novio? —repite.

—Exnovio —aclaro.

—¿No tienes novio?

—No —enarco una ceja—. ¿Tienes tú novia?

Él sonríe.

—Por ahora, no.

Estoy a punto de entrar en pánico momentáneo por lo que ha dicho, pero mi cerebro se queda medio atontado cuando estira la mano y sujeta mi muñeca, pasando el pulgar por la pequeña estrella.

—¿Por qué lo dejaste? —pregunta, mirándome.

—¿Cómo sabes que lo dejé yo?

Sonríe, pero no dice nada. No sé si debería contarle esto.

—Se lo pasaba mejor con otras que conmigo —murmuro.

Él se queda mirándome un momento. No sé qué significa su expresión. Parece pensativo. Su ceño se frunce un poco cuando vuelve a mirar la estrella.

—Estrellita —repite entonces, y parece divertido—. ¿Eso es lo mejor que se le ocurrió? ¿No había nada más ridículo?

—Sé que es ridículo —murmuro, avergonzada—. Pero... me gustaba.

—¿Y ahora?

—¿Eh?

—¿Te sigue gustando?

Me está mirando fijamente, pero no suelta mi muñeca.

—No —entrecierro los ojos—. Aunque Rocky es todavía peor.

Él me mira un momento antes de volver a echarse a reír. Sonrío un poco, divertida, pero la sonrisa se evapora cuando me pasa los dedos por la mejilla para apartar un mechón de pelo y colocarlo tras mi oreja. ¿Por qué él puede hacer eso sin que parezca que le importa nada y yo no puedo ni tenerlo cerca sin tener problemas para respirar?

La sonrisa ya ha desaparecido cuando mantiene la mano en mi cuello, pasando el pulgar por encima de mi pulso. Mierda. No quiero que sepa lo nerviosa que estoy.

—Ven al concierto mañana —me pide en voz baja, mirándome.

Oh, otra vez el truco de esa voz. ¿Cómo puede saber que me convencerá si usa eso? ¿Tan fácil soy de leer?

—¿Y qué gano yo yendo al concierto? —pregunto, envalentonada.

Sus ojos brillan por diversión cuando se acerca un poco más y nota que mi pulso se acelera.

—¿Qué quieres ganar, Brooke?

—¿Lo que quiera? —enarco una ceja.

Su mirada se oscurece un poco cuando la pregunta flota entre los dos. Mi pulso vuelve a dar un respingo y sé que él puede notarlo.

—Lo que quieras.

Respira, Brooke.

Trago saliva con fuerza. Ya no sé ni qué estoy escuchando. No sé ni dónde estoy. Está demasiado cerca. Pienso en algo a toda velocidad.

—Dedícame el concierto —bromeo.

Él sonríe, divertido.

—¿Que te lo dedique?

El truco es elegir algo que sé que no haría y, como segunda opción, algo que quiero que haga. Así, no le queda más remedio que elegir la segunda.

—O eso, o... responder a todas mis preguntas sobre tu vida.

Parece curioso cuando ladea la cabeza.

—¿Qué quieres saber de mi vida? —pregunta.

—Ya te he dado a elegir —le digo—. O... puedes no hacer ninguna. Pero no iré al conc...

—Hecho —me interrumpe.

Parpadeo, mirándolo.

—¿Qué?

—Bruce vendrá a buscarte a las ocho —me dice—. Él te dará el pase VIP.

Estoy boquiabierta cuando se quita el auricular y se pone de pie, mirándome.

—Mañana tienes clase —me dice a modo de explicación—. Deberías dormir un poco.

—No tengo clase —miento.

Sonríe, negando con la cabeza y agarrando su chaqueta. Decido dejar el móvil a un lado y acompañarlo a la puerta. La verdad es que me gustaría que se quedara un poquito más conmigo, pero dudo que pueda hacer que cambie de idea.

Abro para él y pasa por mi lado, deteniéndose en el pasillo para mirarme. Yo me apoyo con el hombro en la puerta.

—Espero que mantengas tu palabra —me dice.

—Espero que tú mantengas la tuya —lo señalo.

—Lo haré —se acerca un paso a mí—. Buenas noches, Rocky.

—Buenas noches, Apollo Creed.

Sonríe, divertido, y me quedo mirándolo mientras recorre el pasillo con su manera de andar que hace que me quiera morir.

Y, sin embargo, veo que se detiene a unos metros de mí, dándome la espalda. Frunzo el ceño. ¿Se ha dejado algo? Me giro para revisar la habitación, pero no parece que haya nada. Cuando vuelvo a darme la vuelta, veo que está justo delante de mí.

Es la primera vez que lo veo tenso, como si hubiera algo que no encajara. No sé qué cara poner. ¿Qué pasa? Él traga saliva y cierra los ojos un momento.

—¿Has vuelto a contemplar mi maravilloso atuendo de exploradora? —pregunto, intentando ocultar mi nerviosismo. Ojalá estuviera mejor vestida.

Él abre los ojos y me mira. Son tan intensos que, por un momento, se me olvida dónde estoy o quién soy. 

Entreabro los labios, sorprendida, cuando me pone una mano en la nuca.

Entonces, se inclina hacia delante y me quedo sin aire en el cuerpo cuando junta sus labios con los míos en un corto beso en el que ni siquiera me da tiempo a reaccionar. Los aprieta contra los míos. Y es suficiente como para que me maree.

Cuando se separa, pone su otra mano en mi mejilla, mirándome los labios. Aprieta la mandíbula. Mi corazón late a toda velocidad. No puedo moverme. No puedo pensar.

—Estás preciosa con lo que te pongas —me dice en voz baja, mirándome a los ojos—. Me da igual lo que te dijera el idiota del tatuaje. Me da igual lo que te hiciera. Eres jodidamente preciosa, Brooke.

Por un momento, no sé qué decir. ¿Cómo sabe que Nick...?

Y vuelve a inclinarse hacia delante. El beso es igual de corto que el primero, pero hace que mi estómago revolotee. Noto que sus dedos se aprietan en mi nuca cuando se separa y su nariz roza la mía. Vuelve a mirarlos y vuelve a apretar la mandíbula.

Entonces, me suelta y se da la vuelta, marchándose rápidamente. No mira atrás.

Me quedo mirando su espalda con el corazón latiéndome con fuerza.


Continue Reading

You'll Also Like

333K 21.1K 29
Chiara y Violeta son compañeras de piso, y no se llevan bien. Discuten a menudo, y cuando no lo hacen, se ignoran. Cuando se adelanta la boda de su h...
470K 36.2K 54
El mundo da un vuelco cuando la primer mujer en la Fórmula 1 se hace presente en el Paddock. Camille Watson, hija del gran piloto de la F1 tendrá que...
2.3K 267 39
Inuyasha Taisho es un chico que estaba tomando un rumbo equivocado por culpa de sus malas decisiones del pasado, gracias a sus padres lo sacaron de s...
19.6K 2.1K 69
Nayeon y Jeongyeon se odian. ¿Por qué? Demasiadas diferencias entre ambas... Diferente clase social, diferente manera de pensar, diferentes priorida...