—¿Esta todo correcto? — Pregunté a la azafata que no dejaba de mirar con devoción absoluta a Tom
—Sí, perdone. Aquí tiene los billetes de su asiento.
—Muchas gracias— Respondí metiendo el billete solo de ida dentro de mi bolso. Ni yo misma sabía lo que tardaría en España.
Me giré y di un pequeño abrazo a Tom de lado izquierdo, sin abrazarlo del todo. Volvió a sonreír ligeramente.
—¿Qué tal te encuentras? ¿Mejor de la resaca? — Pregunté curiosa por saber si mi pastilla había funcionado del todo.
—¿Físicamente? — Devolvió la pregunta y yo asentí, mientras caminábamos a la zona de controles— Estoy perfecto, sin embargo aquí— Puso una mano suya sobre su pecho en la zona del corazón— Estoy destrozado— Lo miré profundamente a sus ojos y supe que lo que decía era verdad, pero mis intenciones no era dejarlo roto así que intente quitarle hierro al asunto.
—Por favor, cielo. Dejemos el drama para otro momento— Sonreí sinceramente— Sobrevivirás sin mí.
—Lo que quería decir es, que te voy a echar mucho de menos, Kelly— Resaltó mi nombre uniendo sus cejas en su bello rostro y haciendo énfasis en mi nombre.
—Lo sé, yo también te echaré de menos, también es difícil para mí— Bajé mi mirada y continuamos caminando hasta que llegué a la entrada de los controles de embarque. —Lo siento, supongo que es aquí donde debemos despedirnos.
—Tu palabras suenan muy amargas— Tomó mis manos entre las suyas y en ese momento el mundo desapareció, solo estábamos él y yo— Vuelve a mí, por favor.
Nos miramos a los ojos mientras él soltó esa frase que traspasó mi propia alma. Yo asentí con los ojos empañados de lágrimas que en ese momento no quería derramar. No quería que viera cuan mal podía estar en ese momento. No quería que la última imagen en su retina fuese una Kelly rota por el deber de cumplir con obligaciones.
—Lo siento, pero si no hago esto, jamás me lo perdonaré—Tomó mi rostro entre sus manos y acercó su boca a la mía, todo me pilló muy desprevenida y vulnerable, en ese momento una lagrima rodó por mi mejilla. Sus brazos me rodearon e intensificamos en beso.
El mundo seguía lejano para nosotros, que estábamos perdidos en ese momento tan agridulce. Y de repente oí el sonido del obturador de una cámara profesional. Separamos el beso lentamente y empecé a ver los flashes de las cámaras y un montón de personas rodeándonos.
—Te quiero Kelly— Susurró él con su cara iluminándose a fogonazos de disparos de cámara.
—Y yo a ti— Respondí ajena al barullo que había a mi alrededor.
—Debe embarcar señorita Kelly— Sentí la mano de Elijah sacándome del momento. Jack estaba intentando retirar a la prensa.
Y en ese momento supe que la prensa nos haría papilla en los medios globales, le brinde una última mirada a Tom, mientras tocaba mis labios uno de mis dedos. Crucé el cordón de seguridad bastante de prisa, un policía me indicó que entrara por el Fast Check. Revisaron mi documentación, billetes y bolso. Pase muy rápido a la zona de embarque donde la puerta B17 me esperaba para subir a bordo.
No me dio tiempo de pensar en nada y pude pararlo. Pude parar su beso o incluso hacerle una cobra... pero no lo vi venir. No... No... ¡No! ¿Y ahora que iba a pasar? Empecé a darle mil vueltas al hecho de que ahora mismo la prensa tenía varias fotos nuestras. No podía soportarlo y menos mal que me iba a España, espero que esto no me persiguiera hasta allí.
Una hora y media después desembarcamos en el Aeropuerto de Madrid.
—Kelly, no te hemos visto embarcar— Oí la voz de Inma mientras salimos del pasillo de llegadas y caminábamos al terminal T1.
—Llegué un poco tarde y me hicieron embarcar rápidamente— Me excusé con una leve sonrisa y continuamos nuestra marcha para recoger el equipaje.
Pasamos por los controles de la Policía Nacional y dimos toda la documentación de todos. Pasamos por las puertas de salida, me puse mis gafas de sol oscuras y salimos a la luz del día. Parte de la familia de Joseph nos esperaban en la puerta, los salude a todos y nos subimos en los coches para dirigirnos a casa. Llamé a la inmobiliaria que tenía las llaves de mi antigua casa para saber si se había alquilado y gracias a todos los santos del mundo, estaba libre. Conté lo que me paso y que el alquiler seria suspendido, hasta que supiera que iba a hacer con mi vida.
No me pusieron ningún tipo de problema y me pidieron que pasara a recoger las llaves de mi casa.
—Puedes quedarte en nuestra casa Kelly, no es necesario que vuelvas a la tuya— Dijo Pepe.
—No hace falta que duermas en la habitación de Joseph, puedes quedarte en la habitación de invitados— Ofreció Inma.
—Muchas gracias, pero creo que me encontrare mas cómoda en mi casa ¿Nos vemos? — Agradecí, pero descarte la idea inmediatamente, no me iba a quedar en su casa.
—Según los papeles todo estará listo a las 9 de la mañana— Informó Pepe. Yo asentí, me despedí y tome el metro hasta la inmobiliaria donde recuperé mis llaves. Camine hasta mi casa y subí hasta el primer piso.
Metí la llave y una sensación de nostalgia y soledad invadió mi cuerpo. En la soledad de mi casa me dedique a llorar como una niña pequeña a la cual le habían arrebatado su juguete favorito y lloraba porque sabía que no podía recuperarlo. Cueste lo que cueste, nada tenía vuelta atrás.
La ansiedad asomaba por la comisura de mis ojos y me oprimía la respiración, llegue a mi bolso y saqué una pastilla de Valium de 10 mg y la coloque debajo de mi lengua. Su sabor amargo despertó mis sentidos y los relajo a la vez. Tragué el trocito que me quedaba en la boca, sabía que actuaria rápidamente. Tenía el móvil en modo avión y me daba miedo quitarlo y ver como los medios y las redes sociales estaban llenas de mi cara.
Hoy no lo pondría en marcha... mañana tampoco. Me tomaría un respiro con ese número de teléfono. Lo mejor será activar mi antiguo número español. Lo que realmente necesitaba en ese momento era relajarme. Prepare un baño caliente y me metí en la bañera.
Dos horas después desperté con el agua llegándome hasta el cuello y los dedos arrugados de haber estado mucho tiempo en remojo. Quité el tapón de la bañera y el agua se esfumo por el desagüe. Aún bostezaba del sueño cuando caí encima de mi cama sin sabanas, estaba envuelta en una toalla pero esto, no me impidió dormirme.
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—¡No vas a volver! ¿Verdad? ¡¿Verdad?!— Gritó furioso entre cerrando los ojos.
—Tom, necesito que te calmes y que hablemos sobre este tema— Dije con tranquilidad y poniendo mis manos delante de él en tono conciliador.
—Sabia... sabía... que no debía confiar en ti.
—¿Qué? ¿Pero por qué dices eso?
—Nunca debí abrirte mi corazón, ni las puertas de mi casa. Nunca debí confiar en ti.
—Ahora mismo no pienso volver contigo, asuntos más importantes requieren mi atención... y si sigues con esa actitud...
—Mentira... Todo lo que me dijiste era una mentira... ni siquiera sé si me amas.
—Tom, para un momento, piensa lo que estas dicien...
—¿Sabes qué? No quiero oírte mas, ¿esto era lo que querías no? Fama a mi costa... que triste no haberlo visto antes... pues nada... ahí lo tienes.
—¡Eres un gilipollas si piensas eso! Mira se acabo, paso de discutir esta situación tan estúpida e irrazonable— Me aleje de él en la dirección contraria sintiendo que un pedacito de mi corazón moría poco a poco.
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Me estaba ahogando de la desesperación cuando desperté entre llanto e ilusiones creadas por mi cerebro. Eran cerca de las 8 de la mañana. Tire al suelo la toalla que envolvía mi cuerpo, mi cabello que todavía seguía húmedo.
Comencé a prepararme para lo que sería un día bastante largo. Opte por ponerme unos pantalones negros, no quería vestidos de viuda, una camisa de manga corta negra y unos tacones altos de color negro. No use maquillaje, sabría que lloraría.
Cogí mi bolso, mis gafas de sol y mi móvil apagado. Tome un taxi y le indiqué el lugar del Tanatorio Dulce Descanso. Llegué bastante temprano, entre en la sala y allí estaba la familia más cercana, muchas manos y caras tristes dándome el pésame. Fue horrible... no lo aguante más y salí un momento a la puerta trasera.
—¿Quieres uno? — Oí la voz de Robert a mis espaldas, yo estaba con los brazos cruzados abrazándome a mí misma. Me gire y tome el cigarro que me estaba ofreciendo.
—Gracias—Solté con la voz rota en mil pedazos.
Él se encendió el suyo y me paso el fuego para encender el mío. Nos quedamos en silencio mirando a la nada. Consulto un momento su intagram y de repente su gesto cambio.
—Kelly— Llamó mi atención y me dio su móvil— ¿Qué es esto? — pregunto incrédulo.
—Lo siento Robert, algún día te lo explicare.
—¿Podría ser hoy? —Negué con la cabeza. —¿Estabas con otro? ¿Por eso le pediste el divorcio? —Inquirió exasperado.
—¿Cómo sabes eso? Y no... era tu hermano el que tenía a otra desde hace más de 7 meses. — fue como un cubo de agua fría, no dijo nada más y su expresión se calmó.
—Lo siento, no lo sabía.
—A veces hay que oír las dos partes de la historia, antes de alterarnos—Le guiñe un ojo y le sonreí, no me iba a molestar por algo tan mundano. Tiré mi cigarrillo al suelo y lo apagué, subí de nuevo a la primera planta y me senté, viendo el tiempo pasar. Apenas si escuchaba los pésames de las personas. Todo era tan lejano que ya ni siquiera podía llorar.
Di una vuelta por la sala, el edificio era bastante grande y tenia mas salas de velatorio... por lo tanto más gente. Fui a una máquina expendedora y me compre un café. Dos chicas jóvenes me miraban y cuchicheaban. Sus risitas irritantes me hicieron echarles una mirada fulminante. Caí en que apenas si había comido absolutamente nada... tampoco me hacía falta a estas alturas.
—Kelly...— oí la voz de Mónica a mis espaldas.
—Hola cielo, ¿Qué tal el vuelo de vuelta?
—Muy triste ¿has visto alguna red social?
—No me lo recuerdes por favor.
—Supongo que no... No has contestados mis llamadas... esa foto está dando la vuelta al mundo.
—Como me imaginaba que pasaría.
—¿En que estabas pensando? — Pregunto ella molesta.
—Pues no estaba pensando en ese momento... No lo sé... yo...— No podía explicar nada, ni podía llorar.
—Kelly...— volvió a repetir con compasión en la mirada. —¿Y ahora que vas a hacer?
—Organizaré toda mi vida de nuevo y me tranquilizaré; voy a deprimirme un poco.
—¡Ah no! ¡De eso nada! Ven conmigo—Me cogió de la mano y yo negué. —¿Cuánto tiempo más vas a seguir recibiendo los pésames? ¿Quieres seguir allí dentro? — Yo volví a negar con la cabeza agachada—Pues entonces vámonos.
Pedimos un taxi mientras yo me disculpaba para salir un momento a tomar el aire. Seguí a Mónica hasta la entrada, con la tan mala suerte que nos encontramos rodeadas por una nube de fotógrafos. No sé qué hacían ellos aquí y porque me sacaban fotos, subimos rápidamente al taxi y Mónica le indico la dirección a donde me llevaba.
Acabamos en un bar de las afueras de Madrid, nos pedimos un par de copas, ciertamente necesitaba un trago.
—Deje la botella por favor y tráiganos dos vasos de chupitos— Pidió ella.
—Mónica— Dije con tono de reproche en la voz.
—Admítelo, tú también lo necesitas.
—Sí, pero yo tengo excusa ¿Y tú?
—No soporto verte mal y no imagino cómo será estar en tu piel en este momento.
—Gracias por la condescendencia.
—Tus deseos son órdenes para mí.
—¿Qué piensas tu de todo esto?
—¿De qué? ¿Del berenjenal en el que te has metido? —Yo asentí con una línea fine en mis labios— Pues... sinceramente... creo que sea lo que sea lo que tengas en mente, estará bien. A ver Kelly, nadie es nadie, para juzgarte. Sabes que siempre te apoyare en todo.
—Me esperaba una valoración negativa de ti... algo más realista ¿Por qué te quedas en la línea de lo políticamente correcto?
—Porque mi objetivo no es hacerte daño... lo único que diré es que lamento mucho lo de Joseph. Yo vi con mis propios ojos cómo se paseaba con Isobel y tú en Londres. Con respecto a Tom—Soltó una pequeña risita antes de continuar y se sirvió un chupito de Ron Barceló— Es un Actor ¿Será real? ¿O será todo simple actuación? ¿Quién te dice a ti, que él no se inspiro contigo para meterse más en el papel de "Betrayal"?
—No seas ridícula— dije con molestia en mi voz—Betrayal ya esta mas que estrenada cuando nos conocimos. — Y en ese momento empiezas a dudar de absolutamente todo. ¿Y si Mónica tenía razón? Pensé mientras me llevaba un chupito a la boca y seguía bebiendo de mi copa.
—Es una simple observación, además tú me la has pedido. Si no quieres saber lo que pienso no preguntes.
—Como sabes darle la vuelta a las cosas— y solté una carcajada, no le iba a dar importancia a sus comentarios.
Empezamos a beber mucho mas, la botella se acabado y pedimos otra de Ron, no era muy aconsejable mezclar alcoholes. La copa de ron con coca cola, granos de café, una rama de canela, naranja y limón estaban especiales. Me desinhibí totalmente. Mónica y yo nos reíamos por todo y por nada, recordando perrerías de nuestra juventud. Y todo ello me llevó a encontrarme mucho mejor.
La alarma de mi móvil sonó estrepitosamente y abrí los ojos en la cama de casa. Estaba en mi habitación y estaba vestida con la ropa de ayer. Quite la alarma y pase una mano por mi rostro. Me había ido del velatorio y había aparecido en mi casa. Eran cerca de las 7 de la mañana cuando entre en la ducha. Todo era muy confuso, todo daba vueltas. Termine vomitando en la taza del baño. Cuando me recupera me di una ducha y al salir me tome una pastilla azul.
A las 9 era la misa de antes del entierro. Me puse un vestido negro y unos zapatos negros de poco tacón. Me encontraba aturdida. Salí de mi habitación y en el sofá encontré a Mónica.
—¡Tía! ¡Pero qué haces allí! —Levanté la voz por la sorpresa y una sonrisa se dibujo al verla igual de mal que yo, las resacas a esta edad... ya van siendo de las malas.
—No iba a volver a casa así, ayer nos pasamos.
—Volvería a hacerlo, no me arrepiento de nada. —Mire mi reloj— Como no te des prisa vamos a llegar tarde a la misa.
—¡La misa! —Se levanto rápido del sofá y todo le dio vueltas, volvió a caer en el y yo me reí muchísimo— Dime que tienes algo para la resaca. — Le di mi medicación favorita y la metí en la ducha. Prepare unos pantalones negros y ropa para ella.
—Gracias a dios tienes algo para mí— Dijo ella empezando a vestirse sin pudor ninguno, ella y yo nos habíamos visto en las duras y en las maduras. Habíamos pasado por todo.
—Voy llamando al taxi— Cogí mi teléfono y vi que tenía cerca de 500 notificaciones. Me acerqué a la ventana mientras marcaba el número de la compañía de taxis privados. — Buenos días necesito un taxi para la Iglesia. —Solicité mientras le di los demás datos.
Peine mi cabello y seguí sin usar maquillaje, sabía que lloraría... otra vez. En la calle de mi casa no se veía a nadie. 15 minutos después estaba el taxi en mi casa. Llegamos a la iglesia y me puse en primera fila. Escuchamos la misa, pero yo estaba en otro planeta. Todo acabo y fuimos a darle santa sepultura. Con esto termino todo, no pude evitar llorar en todo el proceso.
Al salir del cementerio me encontré con tres cámaras apuntando a mi rostro.
—Lo único que pido es un poco de respeto— Les dije a ellos y dejaron de sacar fotos. Que personas más irrespetuosas. Nos despedimos de todos y dimos las gracias.
Tome un taxi con destino mi casa y sabría que de allí no saldría en un buen tiempo.