4. IPhone

3.1K 269 26
                                    




En cuanto me senté en la silla, un camarero bastante amable acudió a tomarnos nota a la mesa.

—Señor ¿Qué desea tomar?—Hizo una pequeña inclinación de cabeza.

—Quiero una taza de Twinings English Breakfast, por favor—Pidió él.

—¿Y la dama?—Me pregunto a mí.

—¿Tiene cappuccino?—Cuestioné algo cohibida.

—Aquí tenemos de todo, señorita—Dijo el camarero alegremente.

—Pues tomare un cappuccino de chocolate, muchas gracias—Y se retiró con una pequeña reverencia de cabeza que denotaba elegancia y clase—. ¿Por qué has dicho antes que no creías que iba a venir?—Le pregunté al hombre con aspecto de Dios que tenía frente a mí.

—Habíamos quedado a las cuatro y son cerca de las cuatro y media, no creía que fueras a venir—Dijo mientras miraba su reloj y luego me devolvía la mirada a mí.

—En recepción me retrasaron un poco, casi hasta me registran—Expliqué poniendo los ojos en blanco y sonriendo.

—Solo tenía tu nombre, tenían que asegurarse de que eras tú—Aclaró sonriendo él también.

El chico que nos tomo nota del pedido, volvió con una bandeja y nos sirvió el té y el café italiano que tanto me gustaba. Y se retiró, dejando unas pequeñas galletitas de caramelo. Olía de maravilla.

—Perdona la pregunta, pero es algo que ha estado rondando mi cabeza desde ayer—Él estaba poniendo azúcar a su té, levantó la mirada de unos ojos azules más claros que el mismo cielo en verano— ¿Qué estás haciendo aquí? o mejor dicho ¿Qué has venido a hacer aquí?—Ahora la que echaba azúcar en su café era yo.

—Esta tarde he tenido una entrevista aquí— Dijo el echándole crema a su té y llevándose una galleta de caramelo a la boca. Así que una entrevista.

—¿Y qué tal te ha ido en la entrevista? ¿Crees que te cogerán en ese nuevo trabajo?—Cuestioné; ya teníamos de que hablar. Él ladeo la cabeza ante esas preguntas y arrugó un poco el entrecejo.

—No tienes ni idea de quién soy ¿Verdad?—Me pregunto él entre curioso y sonriente. Me encogí un poco de hombros y junte mis cejas, mis labios formaron una línea fina.

—¿El hombre que me atropelló con su cuerpo ayer por la noche?—Solté la pregunta sin darle mucha importancia. Soltó una pequeña carcajada, esta vez sonreía abiertamente y mostraba todos sus dientes blancos y perfectamente alienados, yo también sonreía, aunque no sabía de qué se reía.

—La entrevista, no ha sido por trabajo, ha sido para el New York Times—Y la sonrisa se me borró del rostro. Estaba claro que era muy atractivo, alto y bastante encantador.

—¿Quién eres?—Pregunté sintiéndome la mayor idiota del planeta por no saber quién era. Ahora sí que se reía abiertamente.

—¡Para ya! Vas a herir mi ego—Él me miro a los ojos y vio que no le estaba mintiendo, yo seguía teniendo mi cara de confusión.— ¿De verdad que no sabes quién soy?— Yo negué con la cabeza, estaba bastante seria. Suspiré y le di un sorbo al cappuccino más alucinante que jamás haya probado.

—Perdona mi ignorancia, pero realmente no sé quién eres. Creerás que te estoy tomando el pelo y por lo que veo eres bastante famoso o rico, para salir en el New York Times. Pero no tengo ni idea, para mi eres Tom, el que me rompió el teléfono—Le dije sonriendo, Él me escuchaba y miraba atentamente a lo que le estaba diciendo.

—¡Oh! Hablando de tu móvil, aquí tienes tu Iphone nuevo—Dijo pasándome una bolsa blanca con el logotipo de Apple. Abrí la bolsa y había una caja que abriría cuando llegara a casa.

—Muchas gracias, yo no creía que cumplieras tu palabra— Aseguré sonriendo y cogí mi taza con las dos manos, él se fijo en mi anillo y bajo un poco la mirada. Tomo un sorbo de su té y se puso algo serio.

—Veo que estas casada—Y la frase se quedó en el aire. Dejé mi taza encima del platito de porcelana fina con pliegues dorados y miré mi alianza. No iba a negar algo que era evidente, ni iba a mentirle.

—Sí, estoy casada desde los veinticinco años. Ahora tengo veintinueve y las cosas no es que vayan del todo bien.

—Y dime Kelly ¿Cómo se puede fastidiar un matrimonio en cuatro años?—Inquirió él, curioso.

—Podía empezar desde el principio...—Dejé la frase en el aire— Pero no sé si una celebridad como tú, quiere oír mi aburrida historia. Supongo que tendrás cosas más importantes que hacer— Él miro su reloj y luego me sonrió.

—Estoy libre hasta las nueve de la noche que tengo una cena cerca de aquí—Dijo mientras señalaba por la ventana.

Realmente no había hablado con nadie de lo que había pasado entre mi marido y yo. Y mucho menos de los verdaderos motivos de nuestra mudanza. Este hombre, estaba dispuesto a escucharme, así que me acomodé en la silla y me dispuse a contarle mi vida. No me ayudaría a solucionarla, pero sí que es verdad que me ayudaría a hablarlo. Mónica sabía pequeñas cosas y aún así se preocupaba bastante por mí.

Always in my mind- Siempre en mi mente 1/3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora