Me recosté sobre las sabanas y absorbí su aroma un poco más. Estaba boca abajo cuando él salió del baño con una toalla en la cintura y se secaba el pelo con otra.
—Dios... quiero decir Tom—Dije mientras mordía mi labio inferior, las vistas eran espectaculares.
—¿Dios?—Preguntó divertido sonriendo con todos sus dientes y levantando una ceja—Solo soy yo nena.
—Dios o Tom... que más da—Me encogí de hombros—Para mí lo eres— Y él soltó una carcajada que llenó la estancia de alegría—Ven a la cama conmigo—Pedí mientras daba suaves palmaditas en la cama.
En ese momento pude ver como su mirada reflejaba la lucha interna que tenía por dentro. Mi mente se encendió por dentro sacando a flote una pregunta pendiente que tenía desde hace bastante horas atrás.
—¿Tom?—Capté su atención en el presente— ¿Te pasa algo? Y no lo niegues, lo sé.
—Si lo sabes... ¿Por qué lo preguntas?—Devolvió la pelota a mí tejado con una sonrisa en su rostro.
—Porque no sé lo que te pasa o lo que te preocupa, prefiero preguntar— Incorporé mis codos en la cama y lo observé mejor.
—Lo que está pasando en este momento me preocupa. Temó que no puedas gestionarlo lo mejor que puedas y me siento muy impotente por no poder ayudarte del todo— Se sentó en un sillón de la habitación, quedándose frente a mí. Me incorporé, sentándome en la cama y crucé mis piernas. Su gesto era de derrota y no entendía porque se sentía así. Opté por callarme y escuchar—No basta lo mucho que te diga que lo siento y que siento mucho por lo que estas pasando ahora mismo, no me quiero imaginar lo que es estar en tu piel...
Tragué saliva, me estaban poniendo muy nerviosa sus palabras.
—No es cierto del todo... el simple hecho que estés conmigo me reconforta de maneras que ni yo creía que fuera posible. El destino no está jugando limpio conmigo—Bajé mi mirada hasta mis manos y empecé a sentirme triste—Intento gestionar mis emociones lo mejor que puedo y sí... me estas ayudando—Solté en un susurro poco audible, la tristeza en mi voz era evidente.
—Kelly—Sentí su voz acariciar mi nombre sus dedos rozaron mi barbilla, lo tenía delante de mi grandioso y compasivo—Lo único que anhelo en este momento es que estés bien—Levanté mis brazos y lo abracé contra mi pecho. Él no se lo esperaba, cayó encima de mí y soltó una risa.
—Siempre si es contigo—Me limité a contestar. Después de un rato miré sus ojos azules y beso mis labios dulcemente—¿Esto era lo que te preocupaba?
—¿Cómo debería sentirme al ver a alguien, que me importa tanto, así?—Hizo la pregunta retórica, yo tampoco sabía cómo sentirme. Sonreí débilmente— Voy a cambiarme—Anunció levantándose de mi abrazo, cogiendo sus pantalones de pijama y entrando en el baño nuevamente.
Rodé sobre la cama y volví a enterrar mi nariz en las sábanas; oler su perfume en él no se podía comparar con nada y apaciguaba la tristeza que había en mi corazón. Continúe en esa postura, cuando la puerta del baño se abrió y sentí el peso de su cuerpo en la cama.
—Hora de dormir, cariño—Abrió sus brazos, solo llevaba los pantalones de pijama, algo que me llamó la atención, ya que él prefería dormir en bóxers. Ignoré ese pequeño gesto y acepté su abrazo. Empezó a pasar su mano por mi pelo mientras oía los latidos de su corazón. Rápidamente entre la fase rem del sueño.
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—¡¿Por qué no me lo dijiste antes?!—Gritó furioso en mi dirección.
—Porque la respuesta es NO—Le devolví el grito también estaba enfadada con él— ¡Deja de ser tan frustrante joder!
—¿Frustrante? ¿Joder?—Preguntó con una risa irónica en la voz—¡Kelly quieres matar a mi hijo! ¿Cómo se supone que debería estar?
—¿Tu hijo?—Pregunté más confusa de lo que ya estaba—¡Si ni siquiera estoy embarazada! ¿Es que te has vuelto loco?—Le grite con más ganas.
—¿Ah no? ¿Y esto qué es?—Me tendió una analítica completa, con mi nombre, donde se confirmaba mi embarazo. Abrí la boca incrédula. Miré su rostro lleno de furia.
—No lo entiendo—Susurré arrugando el ceño— ¿Por qué dices que quiero matar a tu hijo?
—Han llamado de la clínica donde te ibas a practicar un aborto...
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Abrí los ojos de golpe en medio de la noche. Estaba sudando, mi respiración era agitada y mi corazón iba a mil por hora. Detrás de mi cuello sentí el brazo de Tom. Después de tranquilizarme un poco, me levante de la cama. Abrí la puerta que daba al balcón de la zona este de la casa un enorme patio iluminado por las estrellas se abría ante mí.
El ambiente era bastante fresco en esta época del año. Aún el sueño revoloteaba en mi mente. ¡Gilipollas! ¿Cómo has podido olvidar llamar al hospital? Me pateé el culo mentalmente y recordé las dos pruebas de orina positivas para embarazo. Apoyé mis codos en la barandilla del balcón e intente desfrutar de las vistas, el aire fresco ralentizaban las gotas de sudor que caían por mi cuello.
¿Y si realmente estaba embarazada? ¿Qué iba a hacer? ¡No quería ser madre!. Nunca me lo planteé con Joseph, él siempre quiso... pero yo me di cuenta que no podría manejar semejante situación. Me sentía una persona demasiado libre como para atar mi vida a la una pequeña personita que dependería de mi para el resto de mis días. No podría vivir con ese peso sobre mis hombros y encima embarazada de una persona que no era ni mi marido... ni era nada. No habíamos definido nada... llevé las manos a mi cara y empecé a llorar.
Lloras por todo y por nada. Lloras porque te imaginas un futuro en la bruma más absoluta, lloras de desesperación de miedo e incluso de enfado contigo misma. Lloras porque es la única manera de expresar todo lo que llevas dentro. Sentí un par de manos cálidas sobre mis hombros y me sobresalté un poco incorporando mi cabeza, que antes estaba agachada mirando el suelo del césped.
—Tranquila, soy yo—Murmuró Tom mientras me abrazaba—Todo va salir bien—Si tú supieras... pensé para mí.
—¿Qué haces despierto?—Pregunté con hilo de voz.
—Desperté y no estabas en la cama conmigo, te echo de menos... Volvamos a la cama— Me giré un poco y vi como pasaba una mano por sus ojos en un gesto de cansancio. Sonreí y limpié mis lágrimas, tomó mi mano y yo lo acompañé a la cama.
La luz de la luna y las estrellas se colaban en la habitación, nos miramos un momento en silencio y una lágrima rodó por mi nariz posándose en su cama.
—He estado pensado... Y quizás por eso he estado así contigo— Susurró en la oscuridad de la noche, seguimos mirándonos—Y tengo miedo... Tengo miedo, mucho miedo de lo que nos pueda pasar Kelly... Es abrumador sentir esto...— Se llevó una mano a su corazón—No me sentía así desde hace mucho tiempo—Miró a mis ojos profundamente y después de una larga pausa soltó un dulce—Te quiero...—Y esa frase se escucho como un suspiro en medio de la noche, lo miré profundamente a los ojos y sabía que en ese momento necesitaba una respuesta, pero preferí abrazarlo. Paso una mano por mi pelo— Me aterra pensar ¿Qué hubiera pasado si te hubiera dejado ir con él? ¿Estarías bien?
—En el hospital... Antes de que vinieras a buscarme—Comencé mi relato, lo tenía que saber aunque no tuviera los resultados certeros— Me desmayé y me hicieron pruebas para todo, fue un simple ataque de ansiedad—Hablaba contra su pecho—Y me hicieron una tira reactiva de orina, para descartar infección de orina y una tira de embarazo... salió positiva.
—¿Qué?— Oí como preguntaba incrédulo.
—Salió positiva—Silencio—Dos veces—Lo tenía que decir, prefería que lo supiera antes de decirle que yo también lo quería. Me tomó por la parte superior de los brazos y me apartó de su cuerpo para verme la cara, supongo que no quería bromas—Estaba despierta y estaba llorando porque nos gritábamos en sueños y yo quería esperar, a tener los resultados... supongo que mañana.
—Ósea que... No estás segura del todo—Negué con la cabeza, su cara era un poema, lo vi tragar saliva—¿Y mañana te dan los resultados?
—Son más fiables las analíticas de sangre que las tiras reactivas de orina— Me separé de él del todo y suspiré con pesadez—Esto es un problema real, más que lo de Joseph.
—Ya veo... ya—Me llevé una mano a la frente para limpiar mi sudor, los dos nos quedamos boca arriba en silencio, mirando el techo. Sentí el agobio recorrerme por la espina dorsal, me senté en el borde de la cama y tapé cara con mis manos. Poco tardaron en aparecer las lágrimas. Esto era mucho más preocupante para mí. Mi vida en ese momento giraba en una espiral de acontecimientos que eran uno peor que el otro. No aguantaba más—¡Hey! No llores, todo va salir bien—Sentí sus manos y su cuerpo abrazarme por la parte de atrás.
—¿Qué todo va salir bien?—Cuestioné incrédula girándome un poco para mirarlo—¿Quieres tener hijos?—Continúe en el mismo tono de voz teñido por el horror. Lo vi tomar aire.
—Yo puedo ser todo lo que tú quieres que sea. Nunca me había planteado el tener una familia... pero tampoco rechazo la idea del todo.
—A mi no me gusta esa idea—Fue lo único que me atreví a decir. No quería herir sus sentimientos, así que cerré la boca del todo. Yo no quería hijos.
—Esperemos a los resultados definitivos ¿vale? Tranquila, no solucionas nada así Kelly. Estoy aquí. Estoy contigo—Su compasión y su apoyo me tranquilizaron del todo. Pasó sus manos por mis brazos y me sonrió débilmente. Su cara era indescifrable para mí.
—¿Por qué siempre me gritas en sueños?—Pregunté sonriendo recordando mi sueño pasado—Estoy preparada para los gritos y las discusiones, pero tú te tomas las cosas de otra manera... es raro...
—Creo que tu subconsciente tiene una mala imagen de mí—Soltó riéndose.
—¿Cómo puedes tener tan buen humor en un momento así?—Llevé mis manos a mi cara y me eche hacia delante, tanto que podía tocar mis piernas. Sentí su mano pasando por mi espalda, su tacto cálido desprendía oleadas de calor por todo mí ser.
—¿Qué gano alterándome en un momento así? ¿Quieres que te ponga más nervios de lo normal? ¿Quieres que te grite sin sentido alguno?—Inquirió en la oscuridad—No es que no me tome las cosas en serio, es solo que no quiero empeorar la situación.
—Con una sola mirada me podrías llevar al mismo cielo y con otra bajarme al séptimo circulo del infierno. Ahora mismo estas en un momento de mi vida en que lo eres todo para mí—Se hizo el silencio y supe que estaba sonriendo en mi dirección.
—Muy bonita apreciación... pero me llama mucho la atención una cosa—Yo giré mi cara para observar su mirada y su voz profunda— Hace un momento he dicho que te quería y tú has optado por soltarme una bomba que me ha estallado en la cara... ¿No me quieres?—Su pregunta llegó hasta lo más profundo de mi corazón, sonreía porque no tenía ni idea de lo que debía responder.
—Ni siquiera sé que responder a esa pregunta— Vi como sonreía ofendido, pasé una mano por mi pelo—Te quiero muchísimo—Solté mientras ponía las manos en su pecho—Más de lo que tú jamás podrías imaginar... Creo que en este mundo nadie te ha querido tanto como yo lo hago en este momento—Su sonrisa profundizo en su rostro y paso sus manos por la parte alta de mi espalda y me atrajo hasta su cuerpo.
—El sentimiento es mutuo cariño y no sabes lo que me muero por hacerte el amor y sentirte mía.
—¿Y a que estas esperando?—Le pregunté sonriendo, sabía que mi tensión se había ido. Momentáneamente—¿Te has puesto los pantalones de pijama esta noche porque no tenías intenciones de tocarme?—Lo miré esperando una respuesta coherente.
—Siempre quiero tocarte, pero hoy no quería que fuese de una forma sexual... No creía que fuese lo correcto—Aclaró con una sonrisa tímida
No me podía creer que este hombre pudiese existir en este planeta y lo tenía todo para mí.
Esta vez fui yo la que le sonreía con picardía en los ojos, enterré mis labios en los suyos y profundicé el beso hasta limites inimaginados. Pasé mis manos por su pecho y él acariciaba mi espalda. Quité de en medio mi pijama y me quede en bragas. Él me miraba como si fuera única en este mundo.
—Vuelvo a preguntar ¿Y a que estas esperando?— Sonrió ampliamente y me estrecho contra la cama, quedándome yo debajo de él.
Besó, chupó y tocó cada parte de mi cuerpo. Quitó mis bragas y se quitó sus pantalones de pijamas junto con sus bóxers. Verlo desnudo por la noche, bañado por la luz de la luna y las estrellas era una imagen completamente deliciosa. Y nos queríamos.
Yo estaba lista para él y su enorme erección me decía que él estaba listo para mí. Nos miramos a los ojos mientras él se enterraba profundamente en mí ser. Solté un gemido de placer que llenó la estancia. Tomó mi pelo con su mano izquierda, lo cual le daba mejor acceso a mi cuello, y me penetró profundamente. Vi como pasaba su lengua por sus labios y me besaba profundamente.
Pasó su mano derecha por mi cadera y subió hasta mis pechos, los tocó suavemente, mientras sonreía y me miraba. Los dos estábamos llenos de deseos suplicantes en la mirada. No me cansaba de esa sensación. Yo estaba cerca, muy cerca del alcanzar la rendición máxima de mi cuerpo ante él y ante su contacto. Él supo con una sola mirada.
—Conmigo nena, siempre conmigo—Sus estocadas eran profundas y firmes. Alcanzamos el clímax del momento mientras nos mirábamos a los ojos—Te quiero, pase lo que pase y eso no va cambiar—Besó mis labios y salió de mí— Y ahora vamos a dormir—Sentí como nos cubría a los dos con las sabanas.
Si en ese momento no estaba embarazada, después de la sesión de sexo de esta noche, estaba segura de que sí lo estaría. Sonreí ante ese pensamiento y sentí como sus manos me abrazaban hacia él. Rápidamente caímos en los brazos de Morfeo.