Jungkook
13 de junio, año 22
Oí débiles voces y abrí los ojos para encontrar a Hoseok y Jimin mirándome. Cada vez que parpadeaba, sus caras seguían desapareciendo y apareciendo de nuevo.
—¿Estás herido? ¿Te duele algo? —preguntó Jimin.
—Estoy bien. No estoy herido. —Fue una mentira.
Fue un accidente grave y casi había muerto. Los médicos siguieron advirtiendo a los demás durante días que deberían estar preparados para el peor de los casos. Recobré el conocimiento después de diez días y comencé a recuperarme a un ritmo asombroso.
—Deberías habernos llamado. ¿Qué somos para ti? —Hoseok parecía enojado.
—Hoseok, no es que... —Comencé a hablar pero no pude terminar la frase.
Tan pronto como desperté en el hospital, pensé en ellos. Si hubiera podido pensar con claridad, los habría llamado primero. Pero mi mente estaba en blanco y estaba adolorido. El sedante que me dieron era tan fuerte que la realidad, los sueños, los recuerdos y las ilusiones parecían estar anudados en mi cabeza y era imposible desenredarlos.
El dolor insoportable finalmente se calmó. Pero las extrañas imágenes que aparecieron ante mis ojos mientras sufría de fiebre e insomnio seguían regresando. No estaba seguro de si esas escenas realmente habían ocurrido o si eran solo pesadillas retorcidas provocadas por el severo dolor. No podía confiar en mi memoria. Pero todavía no podía contactarlos. No sabía qué decir o incluso cómo empezar a hablar. Solo les sonreí. O más bien traté de sonreírles. Mi cara debió parecer como si estuviera retorcida y yo estuviera a punto de llorar.