Huracán Thornbird - Los Seis...

By JFSavvie

19.8K 2.9K 950

Segunda parte (y precuela) de la Trilogía de los Seis Reinos. Hardy Arjhun, sirena y guardiana del tesoro de... More

¡Hola de nuevo!
Parte Uno: Una pésima princesa
Unas piernas para volar
Hardy «El Marinero» Arjhun
Un capitán demasiado perspicaz
Una batalla inusual
El temor de un marinero
Si no es agua, arde
Las aves sedientas
Un hombre de tierra
Una deuda para sellar
Parte Dos: Un príncipe sin reino
El día que vuelva
Un talento singular
Margaret La Loca
Para contar una historia
Rey de Ninguna Parte
Sin corona no hay deshonra
Un barco para gobernar
La bruma que se desplaza
Parte Tres: En el mar como en la tierra
El festín nocturno
El tiempo para conocer
Un camino oscuro
Nada es para siempre
Rey y Pirata
Epílogo
De un príncipe fugado
De un Hada en problemas

La promesa sellada

305 69 19
By JFSavvie


A Hardy Arjhun, princesa de Ignus y guardiana del tesoro, jamás le había interesado el paso del tiempo. Para ella horas, semanas, años, eran ideas tan abstractas como los misterios del universo.

A Hardy el marinero le había parecido que el tiempo empezaba a cobrar sentido, demasiado atenta a la entrada y salida del sol, demasiado atenta a las horas que faltaban para que los hombres se durmieran y así dejaran de pensar tanto, y ella sentir tanto en consecuencia.

Por eso a Hardy, el espíritu que vagaba por los túneles de Rolfner, le pareció tan curioso que por primera vez en 300 años, el tiempo se había convertido en algo demasiado real y tangible. Podía sentir la magia escurriendo por sus poros, abandonando su cuerpo y perdiéndose en las cuevas poco iluminadas, que parecían poseer toda la magia del universo en sí mismas, pero no estaban dispuestas a entregar nada. Y deseo que todo aquello acabase pronto, porque sin su magia no era una sirena, pero tampoco era un humano. Era una insignificante cáscara sin vida.

Huracán escuchaba la respiración dificultosa de Hardy, que ahí encerrados entre túneles de roca y piedras preciosas, le ponía los pelos de punta. Quiso decirle que volvieran, que no tenían porque seguir avanzando, pero las palabras se quedaron cobardes en su boca, porque a fin de cuentas, era más príncipe que pirata.

Thorn había llevado el cálculo de las horas bajo tierra, pero tras dos días los túneles se volvieron tan confusos que ya no estaba seguro de las horas que llevaban despiertos. Sentía la cabeza y el cuerpo atontados, y el ámbar rosa que bebía cada tanto tenía un efecto extraño, como si le quitara el sueño del todo. Estaba casi seguro que llevaban poco más de dos días caminando, pero su cuerpo le decía lo contrario y eso lo estaba volviendo loco.

Siguieron vagando por recodos que se adentraban a las profundidades de la tierra a una velocidad alarmante y Huracán empezó a tener la certeza de que sus pequeñas luces ámbar estaban siendo engullidas por la oscuridad.

—Para estar tan oscuro hace demasiado calor ¿No crees?—dijo Hardy, cuya voz se hizo eco en los muros.

Huracán se rascó la cabeza. Algo no andaba bien.

—Hardy ¿Cuánto tiempo llevamos caminando?

—¿Desde que abandonamos la ciudad o cuando entramos a los túneles?—Thorn se rascó la nuca con más fuerza tratando de espabilar.

—Desde que entramos a los túneles.

—Considerando la medición del tiempo humana, yo diría que unos 4 días.

—¡4 días!—gritó Huracán generando un eco espantoso.

—Vale, me estás reventando la cabeza a gritos. Pero ahora que lo dices me sorprende que lleves tanto tiempo sin dormir—dijo Hardy, tomando el grito de Thorn como una invitación a descansar.

—¿Por qué no dijiste nada antes?— preguntó Will sentándose hasta que sus piernas tocaron las de la sirena.

—No se cuanto tiempo puede pasar sin dormir un humano. Yo realmente no duermo, solo cierro los ojos y tengo visiones, pero es algo que hacemos por puro gusto, no por necesidad. Aunque desde que tengo este cuerpo cada día estoy más cansada y veo menos cosas al cerrar los ojos—Will se masajeó las sienes y trató de mantener la compostura sin dejar ver la angustia que todo el embrollo le estaba provocando.

—Necesitamos llegar pronto. No estoy acostumbrado al ámbar rosa y está haciendo cosas raras en mi cuerpo.

Hardy se acercó hasta la mano de Thorn y tomó la roca apenas rozando sus dedos. Un suspiró de alivio se escapó de su boca, pues después de que Thorn lo tuviera por tantos días, sentía que algo de vitalidad volvía a ella con ese pedacito brillante en su poder. Pero no tardó en notar que en vez del color casi blanco con tonos azulados que siempre despedía la roca, esta se había tornado roja como la sangre, brillando de forma casi sanguinolenta.

—Qué rayos...—dijo Thorn notando el color que la piedra había adquirido.

—¿Escuchas eso?—susurró Hardy con un temblor en la voz que a Will no le pasó inadvertido.

Huracán Aguzó el oído pero no escuchó nada fuera de lo común. Entonces Hardy tomó su mano y la apoyó en el muro. Al principio Thorn pensó que a Hardy se le había terminado de esfumar la cordura, pero entonces sintió un movimiento extraño entre sus dedos. El muro de roca comenzó a vibrar cada vez más rápido, y antes de que Hardy pudiera adivinar que estaba pasando Huracán la levantó de un tirón y empezó a correr con ella de la mano como si no hubiese un mañana. Antes de que la sirena pudiera preguntar qué estaba ocurriendo, los muros bajo los que se habían sentado segundos antes se resquebrajaron y trozos enormes de roca empezaron a formar una tumba enorme entre los pasadizos estrechos por los que Thorn trataba de abrirse camino con cada vez más dificultad.

Corrieron desesperados, tropezando a causa del cansancio demasiadas veces, pero los túneles no paraban de colapsar, por lo que Thorn siguió arrastrando a Hardy sin llevar más la cuenta de donde se encontraban. Tras un rato de carrera dejó de ver polvareda y las luces de algunas flores rojizas comenzaron a iluminar el camino pero el capitán no se detuvo, demasiado ansioso pues aún escuchaba el sonido de las rocas cayendo y la tierra abriéndose ahí donde se habían encontrado hace muy poco. Pero las piernas de un hombre cansado tienen su propia mente y cedieron bajo el peso de su cuerpo, tirando a Hardy junto a él en el proceso.

Sirena y capitán se arrastraron como pudieron, aun sintiendo como los túneles se estremecían como las fauces de un dragón hambriento. Siguieron el brillo de las flores que danzaban blancas y rojas al final del camino. Thorn sudaba a montones, dejando un reguero de gotitas a su paso que escurrían por su mentón y se evaporaban al contacto con el suelo que pronto se le tornó demasiado caliente. Con la poca fuerza que le quedaba trató de levantarse y Hardy lo imitó de mala gana pero demasiado confundida para juzgar la situación.

Un rugido retumbó a lo lejos, removiendo más rocas y polvo en el proceso.

—¿Qué fue eso?—preguntó Thorn con la voz rasposa.

Hardy quiso decir que no tenía idea, pero su memoria decidió recordar que eso no era precisamente un rugido, más bien...

—Fuego.

—Por todos los mares—Thorn aceleró el paso de forma torpe, alcanzando la boca del túnel para encontrarse con una escena salida de sus peores pesadillas.

Columnas de roca negra se alzaban portentosas entre lo que solo podía ser descrito como un mar de fuego, con olas que bailaban amenazantes sobre sus cabezas. La cueva en sí parecía elevarse hasta el infinito, vacía de estrellas o cualquier cosa que les indicara a qué profundidad o altura se encontraban. Un aroma acre los agobiaba y Hardy avanzó fuera de la boca con paso vacilante, sin entender cómo era posible que el fuego escurriera como el agua.

Avanzó un poco más, sin atreverse a acercarse demasiado al fuego, cuando se percató que la roca en su mano vibraba. Pero antes de poder darle un vistazo, su mirada se posó en uno de los muros de la cueva, donde una figura no más grande que ella proyectaba sombras enormes y danzantes a causa del fuego.

La figura caminó con paso rápido y seguro hasta donde se encontraban, pero Hardy la había reconocido apenas sus ojos la encontraron.

Huracán tardó unos segundos en entender qué ocurría, cuando notó la figura que avanzaba hacia ellos. Era ella, y la seguridad de que llevar a Hardy ahí había sido una estupidez lo obligó a tratar de ocultarla tras su cuerpo, aunque sabía que no serviría de nada, pues ella ya los había visto.

—Ellora—dijo Hardy cuando la presencia de la mujer se hizo fuerte frente a ellos.

Frío. A pesar del calor, Huracán se sintió frío por dentro.

—Veo que cumpliste tu misión muy bien William Van Blast—dijo Ellora mirándolo de una forma que a Huracán se le antojo vacía.

—¿Huracán?—preguntó Hardy, mirando a Ellora y al capitán de forma intermitente.

—¡No!—espetó Huracán, temiendo saber lo que estaba ocurriendo.

—No quiero haceros sufrir más de lo necesario—comenzó Ellora—vosotros no tenéis realmente la culpa de lo que voy a hacer, solo fueron una casualidad.

—Ellora...no quiero ser grosera pero no comprendo que dices, o porque estás acá en primer lugar—dijo Hardy, tratando de negar una verdad que se le antojaba demasiado terrible,

La mujer que se encontraba frente a ellos hizo aparecer entre sus manos una brillante roca, mientras que la de Hardy vibro aún más insistente en su mano, queriendo reunirse con el resto del tesoro.

—¿Por qué Ellora?¡Pase todo este tiempo creyendo que era mi culpa que robaran el tesoro, cuando la culpable fuiste tú!—enojo. Ese era su propio enojo, pensó Hardy sorprendida.

—Y por eso lo siento mucho Hardy. Lo del tesoro no es exactamente tu culpa, pero llevo 300 años esperando este momento, y lo único que puedo ofreceros como disculpa es una explicación.

"Fue hace tantos siglos atrás, que una noche oí al mar llorando. Y su llanto Hardy...su llanto era un desgarro en mi alma. En ese entonces aún podía comprender el dolor que este sentía, pues nuestro pueblo era también mortal y todavía no olvidábamos por completo como era sufrir. Y fue ese instante de compasión, el que nos maldijo. Al principio creí que las palabras de aquel hombre fueron un delirio, y que este corazón de aguamarina no era nada más que un recuerdo de un momento triste. Pero los siglos pasaron, y cada vez llegaban menos de los nuestros, y a su vez ya nadie moría. Tarde un tiempo en aceptar que nuestra inmortalidad era algo real, pero no le di demasiada importancia, después de todo, años más años menos, a los nuestros siempre les ha dado igual. Pero los siglos empezaron a acumularse y comencé a sentir el peso de mi existencia Hardy, porque vi nuestra codicia, vi como exterminamos a otros sin miramientos, y recordaba un tiempo en que la vida no era así. Y esa idea me consumió por dentro día y noche, hasta obligarme a desear la muerte. Pero la muerte no llegaba, y la escuché reírse de mí tantas veces...para cuando traté de deshacerme del tesoro ya era tarde. Muchos guardianes habían rotado a su cuidado, y ya habíamos formado una sociedad que giraba entorno a un pedazo de roca sin vida, sin sentido, como nosotros.

Fueron años Hardy, nombrando a un guardián tras otro, esperando que este fuera el que me permitiera deshacerme del tesoro, o que el siguiente tuviera un momento de vacilación.

Y luego llegaste tú. Y eras, eres aún, tan diferente al resto. Siempre he creído que hubo algo en la forma en que moriste, que quizás esos aldeanos tenían razón y el mar te acepto como ofrenda, pero desde el momento en que llegaste supe que aún retenías algo de tu humanidad y que eso supondría mi oportunidad. Después de tanto esperar ocurrió una casualidad; Tú—dijo Ellora mirando a Will—y comencé a trazar mi plan. 14 años pueden parecer mucho, pero para mi fue un abrir y cerrar de ojos. Todo lo que tenía que hacer era conseguir una forma de sacar el tesoro del mar y encontrar la forma de destruirlo, ¿Y que mejor que un capitán maldito para solucionar ese problema? Solo necesitaba que William te trajera a tierra Hardy, a ti y al trozo de tesoro faltante, después de todo estaba escrito que él, y solo él, debía robarle algo al mar.—dijo Ellora, más hablando para sí misma que para el resto.

—Ellora detente, aún estás a tiempo—dijo Hardy, acercándose un poco más hasta su oráculo.

—Pero hay un sólo problema. Cuando salvaste a William, creaste un lazo a través del tesoro. Un lazo que puede mantener un alma inmortal. Y no puedo arriesgarme a que quede vestigio de nosotros. Fue tu alma por su vida. Ahora será su vida para liberar tu alma—Ellora levantó su otra mano mientras los pies de Will se elevaban del suelo.—No debemos dejar vestigio del tesoro y eso lamentablemente los incluye a ustedes.

Hardy tardó un momento en reaccionar, pero fue tiempo suficiente para que Ellora levitara a Will lejos de ella. La sirena trató de alcanzar su mano, pero a Huracán ya no le quedaban fuerzas para resistirse a la magia del oráculo. Desesperada como nunca lo había estado, vió como Ellora avanzaba hasta el borde del mar de fuego, con su rostro impasible, mientras Huracán levitaba cada vez más cerca de las lenguas voraces. Y Hardy agradeció tener en ese momento lo que Ellora había llamado su "humanidad", mientras corría desbocada tras ella. Huracán entendió lo que Hardy estaba a punto de hacer y desesperado trató de zafarse una vez más de la magia del oráculo sin éxito.

Todo pareció suceder demasiado rápido frente a sus ojos. Ellora aprisionándolo con su magia, Hardy corriendo tras Ella y Huracán viendo como el oráculo dejaba caer primero el tesoro, que era ennegrecido por la lava, hundiéndose sin remedio entre las llamas, mientras la sirena se lanzaba a empujar a Ellora. Huracán sintió el momento en que la magia dejo de hacer contacto, cayendo de bruces mientras veía impotente cómo Ellora atrapaba la manga de Hardy en el último segundo, arrastrándola con ella en una caída inevitable.

—¡Hardy!—gritó desesperado Huracán, atrapando la otra mano de Hardy antes de que esta se precipitase a las lenguas de fuego, y acallando con su propio gritó el sonido que el cuerpo de Ellora hacía al caer sobre la lava, chirriante y quebradizo como si ella no hubiese sido más que una extensión del tesoro, un trozo de roca más.

Huracán dio un tirón a la mano de Hardy, empujándola sobre su propio cuerpo, ambos temblando, aterrados pero vivos. Will tocó el rostro de Hardy, cerciorándose de que estaba entera, que aun estaba viva y con él. Pero Hardy estaba fría y su mirada perdida en su propia mano cerrada en un puño. Will abrió con dedos temblorosos los de Hardy. En su palma había ahora una roca de aguamarina que ya no brillaba más.

Levantando la mirada vió el arrepentimiento en los ojos de Huracán, pero antes que este pudiera decir algo Hardy habló.

—No te culpes. Lo hecho hecho está.

—Hardy, si no te hubiera traído aquí...

—¿Es que acaso no entiendes?—preguntó Hardy mirándolo a los ojos—Ellora dijo que sería mi alma por tu vida y tu vida por mi alma. Lo que ella no entendió es que cuando hice esa promesa no la cumplí del todo. No hasta ahora—dijo la sirena, tomando la mano de Huracán con sus dedos libres.

—¿A qué te refieres?

—No lo comprendí hasta que Ellora estuvo a punto de matarte...pero ella entendió todo mal.

"Tres veces el mundo girara y la noche oscura será dos veces. El amanecer traerá consigo a la gran bestia, con ella el oro y la perla, y el fuego abrasador será la primera promesa".

Huracán abrió los boca soprendido.

—La maldición. Por eso no podía volver a casa, prometiste tu alma por mi vida, pero nunca cumpliste esa promesa.

—Hasta hoy.

—¡Pero sigues viva!—dijo Huracán, sin entender del todo.

—Porque la promesa la hice sobre mi alma inmortal—dijo Hardy, dejando que William entendiera al fin.—La gran bestia es el dragón rojo, el oro es el símbolo de tu pueblo, y la perla es el símbolo del mar.

—Y el fuego abrasador selló la promesa—dijo Huracán con reverencia.

—¿Ahora entiendes? Tenía que perder mi alma inmortal para devolverte tu vida Will.

—¿Y qué hay del resto de la profecía?—preguntó Will, aun sosteniendo la mano de Hardy, como si esta fuese a desaparecer en cualquier momento.

—Tres veces el mundo girara y la noche oscura será dos veces. Ellora tenía razón el algo. Atamos nuestras almas a lo que quedó del tesoro. Este fue nuestro amanecer, pero el mediodía y la noche no nos pertenecen. No en esta vida al menos. La persona que vi cuando te salvé, ahora entiendo, era yo, en otro cuerpo, en otra vida Will.

—Entonces...—susurró Huracán, sin querer decir las palabras que seguían.

—Es tiempo de regresar—sonrió Hardy, sin que la sonrisa llegara a sus ojos.

Recordad dejar vuestros votos y comentarios para apoyar esta historia :)

Continue Reading

You'll Also Like

5.2K 354 22
Tn , una chica de 27 años vuelve a Tokyo después de mucho tiempo tras recibir un mensaje misterioso de un familiar, lo que no sabe es que al volver v...
98.8K 13.4K 53
El Imperio se formó años atrás, nacido de la codicia de un hombre... o el orgullo de un hombre herido. Todo lo que Jedham creyó mientras cre...
243K 2.3K 6
-Te retó a enamorar al fuckboy Es mi primera novela por lo cual supongo que iré mejorando con el tiempo y la práctica. Seguramente encontrarás alguno...
110K 6.8K 28
La Segunda Guerra Mágica tiene un final trágico. Harry Potter cae muerto a los pies de Voldemort y los hijos de muggles, traidores a la sangre y opon...