La luz de la luna apuñalo el cielo nocturno, iluminando una fila de autos que avanzaban por un camino de la montaña.
Una manada de camiones capturó un sedán grueso, que ofrecía protección al pasajero escondido detrás de las ventanas negras. Las sombras gruesas se amontonaban en las expuestas camas del camión.
─ Tengo frio – gimió Tony patéticamente. Exhaló experimentalmente mirando la niebla del aliento para probar su punto. El y Grue se acomodaron en la cama del último vehículo en la caravana.
─ Es difícil – Dijo Grue – No eres el único que se siente así
─ Caray – Tony se acercó a Grue por calor – Todo este esfuerzo solo para que Enzo se vea bien. ¿Alguna vez te has sentido usado?
Ninguno de los otros mercenarios se subió con Tony y Grue porque, bueno, no querían morir. La parte trasera de la caravana siempre fue la parte más peligrosa de la caravana.
El frío aire azotó a los dos hombres, que se abrazaron para alimentarse del calor del cuerpo de cada uno.
─ Cállate Tony, si no hubieras venido conmigo, Enzo podría despedirse de su reputación de intermediario. Y si él no puede traernos trabajo, somos nosotros los que perdemos.
Se habían encontrado con Fondo Brown poco después de dejar la bodega de Bobby. Un mayordomo les había entregado cincuenta mil dólares en pequeños sellos antes de meterlos en la parte trasera del camión. El hombrecito apretó la mano de Tony y le suplicó con lágrimas en los ojos que entregará a Brown de manera segura. Era la primera vez que Tony había sido contratado por un pregonero.
─ Me sorprende que Brown no me recuerde – Dijo Tony – Estaba esperando una trampa, venganza, no pensé que veríamos lágrimas de un adulto.
─ Tal vez tendría sentido, si supiéramos toda la historia – De repente, Grue entrecerró los ojos – Si no me equivoco, esta ciudad está controlada por los orientales – Indico una colina brillante junto a un vasto puerto. La caravana se dirigía directamente a la ciudad.
─ Así parece – Tony se levantó intrigado – Esos idiotas van a atravesar territorio rival para llegar al puerto más rápido.
No era tremendo en lo que se refería a planes de escape. Sin duda, Brown tenía un precio en su cabeza lo suficientemente alto para que un cazarrecompensas se retirará, y aquí lo estaban escoltando a través de una ciudad llena de gente dispuesta a cobrar.
─ ¿Cómo quieres manejar esto Tony?
─ Tenemos el deposito – Tony palmeó los sellos – Hagamos un trabajo de cincuenta mil dólares y luego larguémonos de aquí.
─ Estoy de acuerdo – Grue sonrió
─ Nos escabullimos antes de que la pelea siga latiendo – Tony estaba entusiasmado con la idea – No tengo mucho empacado de todos modos, solo esto – Desvainó la colosal espada que nunca estaba lejos de su costado. La amada arma estaba bien para amenazas como Denvers, pero los orientales eran algo completamente distinto.
Grue acarició la espada por un momento antes de abrir su chaleco.
─ Tengo la Python y seis cartuchos de repuesto, entre los dos deberíamos de ser capaces de conservar el calor.
La caravana subió una colina boscosa y comenzó el acercamiento final hacia la ciudad.
De repente el camión se tambaleo. Tony recuperó el equilibrio y examinó la línea de vehículos. Cien mercenarios bloquearon la carretera, provocando pánico en los conductores, una segunda milicia emergió de los arbustos para atacar ambos flancos.
Brown tenía un Topo en el interior o astutos adversarios. De cualquier manera, su escolta era poco probable que ofreciera mucha protección.
─ Esos chicos saben lo que hacen.
Tony y Grue se pasearon por el borde de la cama plana, mirando por el borde de la cabina y observando el equipo que bloqueaba el frente de la caravana.
─ ¿Qué piensas?
─ Un valor de cincuenta mil dólares – Recordó Grue, sacó la Python y saltó suavemente sobre el pavimento.
El camino estaba oscuro, aparte de la luz de la luna; Tendrían que tener cuidado de no matarse entre sí en medio del caos.
─ Voy a hacer mi camino hacia Brown – Dijo Tony – ¿Me cubres?
─ Seguro. Solo tengo seis cartuchos. Hazlo rápido.
─ No me tomará más que un momento. Mantente atrás
Grue lanzó un disparo de advertencia al cuadro más cercano para abrirle camino a Tony, quien giró su espada como un molino de viento.
─ Fuera de mi camino – Tony aulló - ¿O quieren morir? – Nadie contestó esa pregunta, pero Tony sintió que lo hacía sentir más imponente. Apartó a los pocos mercenarios que se cruzaron en su camino con el filo plano de su espada. – ¡No me hagan usar el extremo puntiagudo!
Tony atravesó a un mercenario en el estómago y fue recompensado con un chorro de fluido gástrico. Otra descarga de la Python despejó los siguientes metros. Tony corrió hacia el sedán que protegía a Brown.
Algo iba mal.
Tony miró a su alrededor, con el arma levantada. Estaba rodeado, pero los mercenarios no estaban en postura de combate. En su lugar, se quedaron en silencio, impresionados por el rastro de cuerpos maltratados, pero ilesos, dejados por el camino de Tony.
Se acercó al matón más cercano y lo miro de arriba abajo.
─ ¿Realmente te mojaste los pantalones o es solo una mancha?
Tony se giró al escuchar un grito de batalla.
─ De acuerdo muchachos. – Dijo Brown a Tony y a Grue, asomando la cabeza a través del techo lunar de su auto – Esos bastardos no eran tan rudos después de todo.¡Abre! – Tenía una ametralladora en una mano y un megáfono en la otra.
Que cliché. Tony regresó con Grue cuando la ladera de la colina estalló en disparos.
─ ¡Esta es nuestra oportunidad!
─ ¡Lo sé! ¡Salgamos de aquí! – Grue agarró a Tony de la mano, tirando de él hacia la maleza al costado del camino. Los dos hombres recorrieron el fangoso camino del campo de batalla y desaparecieron en la noche.
Lo último del polvo se disipó una hora después.
Los hombres de Brown habían lanzado un contraataque en la calma creada por la demostración de fuerza de Tony. Pero, al final los números ganaron. El cuerpo de Brown era uno en las docenas esparcidos sobre el asfalto, su sangre se mezclaba con la de sus enemigos.
Agarró un par de ametralladoras gastadas, pero parecía haber perdido la cabeza.
Tony examinó la escena con frialdad.
─ Que vista tan lamentable, nunca me acostumbraré a esta parte – Señaló la amputación espeluznante entre los hombros de Brown – Solo necesitas la cabeza para reclamar la recompensa. Qué mundo tan cruel.
─ No estamos en posición de juzgar – Dijo Grue – Pero de todos modos, estamos aquí.
Los dos hombres se habían retirado a la seguridad de una colina cercana y esperaron a que la batalla terminara. Ambos estaban felices de ser considerados cobardes si solo el dinero estaba en juego. Abandonar un trabajo en condiciones abrumadoras era la forma mercenaria.
─ Ahora sabemos porque Brown guardo viejos rencores y acudió a ti – Murmuro Grue – Debía de estar muy desesperado.
─ No quiero escuchar esa mierda – Espetó Tony. Pero Grue sabía que estaba mintiendo.
Tony era uno de una raza rara de mercenarios, dispuestos a llevar la muerte, pero lamentaba que fuera necesario. Especialmente, odiaba que otros mercenarios descubrieran ese lado emocional. Fue ese aspecto el que atrajo a Grue a Tony en primer lugar. Le gustaba trabajar con alguien que mostraba destellos de una línea filosófica de vez en cuando.
Y entonces sucedió.
Uno de los cadáveres se puso en pie. Definitivamente era un cadáver. Su cabeza de abrió de golpe como una granada y su brazo izquierdo le faltaba por completo. Aun así el cuerpo se movía con fluidez.
─ Tony – Grue había visto demasiadas cosas en sus años como mercenario para ser perturbado por los horrores encontrados en sus misiones. Pero, ahora estaba temblando, apenas era capaz de pronunciar el nombre de su amigo – Tony
Pero era demasiado tarde. El cadáver saltó silenciosamente en el aire, lanzándose hacia Tony con el brazo restante extendido. Al cadáver le habían crecido garras inhumanas. Tony estaba de espaldas a la criatura, su espada aún estaba envainada. Grue miró con los ojos muy abiertos, clavados en el lugar donde estaba Tony.
─ Como si hubiera perdido la cabeza ante algo lo suficientemente cobarde por atacarme por la espalda – Se burló Tony. Tomando el cadáver por el brazo girándolo. – Todos son iguales. Mira una película de terror y obtén algunos consejos. ¡Caray! – Tony apretó su puño y lo hundió en lo que quedaba de cara de aquella cosa. Golpeó una y otra vez, aterrizando una serie de golpes que habrían destrozado el roble sólido.
El puño de Tony se convirtió en una mancha, golpeando un tatuaje repugnante, finalmente rompió la mandíbula de la bestia con un uppercut que envió su cabeza hacia atrás.
Pero Tony todavía tenía agarrado el brazo del cadáver. Tiró el cuerpo como un saco de boxeo y lo dobló sobre su rodilla, una serie de estallidos le dijo a Grue que Tony había roto la columna vertebral de la criatura. Tony arrojó el cadáver al suelo y hundió su pesada bota en los restos de la cabeza.
─ Esta es la primera vez en la historia de la humanidad que alguien patea un cadáver – Pensó Tony.
Un sonido frágil escapó de la boca del cuerpo. Tony todavía sostenía el brazo de esa cosa, que ya no estaba unida al cuerpo. El cráneo de la cosa fue aplastado más allá de cualquier reconocimiento. Un flujo constante de sangre corría por el rostro arruinado como las lágrimas de un hombre lamentándose.
─ Todos mis enemigos terminan llorando y suplicando por piedad – Dijo Tony – Incluso si son demonios. – Una sonrisa fría se dibujó en su rostro.
Grue repentinamente se dio cuenta de que había estado congelado en shock todo el tiempo.
Tony sacó un par de crudas y contrabandeadas Berettas, y comenzó a escupir fuego. Apretó los gatillos a una velocidad inhumana, perdiendo docenas de balas en el cadáver hasta que sus cartuchos quedaron vacíos. La monstruosidad ya no era más que una pila de carne cruda.
Grue miraba fijamente, boquiabierto. Pero solo Tony pudo ver como el alma de la bestia salía de la sangre y entraba en el cielo nocturno con un aullido inaudible.
Tony enfundo las armas, que se habían vuelto tan calientes que parecía que estaban fumando.
─ Jackpot – Sonrió Tony.
De repente Grue gritó una advertencia.
─ Detrás de ti.
Tony se dio la vuelta, alrededor de los restos en llamas, los cadáveres se levantaban del pavimento. Cientos de matones, cada uno muerto en la batalla entre Brown y sus atacantes. Las espantosas criaturas ahora parecían unidas por una cosa: Su odio hacia Tony.
Comenzaron a dirigirse hacia el guerrero de cabello plateado, sus ojos vacíos albergaban unos siniestros destellos rojizos que fueron dirigidos a Tony como láseres.
Tony respondió de la única manera que sabía hacerlo.
─ ¡Entonces, vamos! – Les hizo señas con la mano derecha, con una sonrisa desafiante en el rostro.
Grue permaneció congelado en su lugar. El mundo había dejado de tener sentido, pero Tony parecía prosperar en este ambiente surrealista. Una oscura pasión ardía en Tony, algo que pocos, aparte de Grue, habían visto.
─ ¡Tráelo! – Tony se rio maniáticamente - ¡Enviaré a cada uno de ustedes de regreso al infierno! – Hundió su espada en el camino frente a él y cruzo los clones de Beretta sobre su pecho. Era la pose perfecta. La calma antes de la tormenta.
El primero de los cadáveres se acercó y Tony amplió su sonrisa.
Una voz familiar sacó a Grue de su letargo.
─ ¡Grue! Se acabó.
─ ¿Cuánto tiempo ha pasado? – Se preguntaba Grue.
─ No estaba seguro si aún estabas vivo, Grue. Solo te iba a dejar aquí si hubieras estirado la pata.
La sensación se apoderó de Grue: Su vista y oído volvieron a niveles normales. Sus músculos se sentían rígidos como piedras.
─ No seas tan dramático. ¿De verdad crees que soy tan tonto para morir y dejar a mis hijas atrás?
Grue golpeó la mano extendida de Tony y se puso de pie. Su corazón aun latía con fuerza, el sudor frio le empapaba las axilas y la espalda. Pero su orgullo lo obligo a tambalearse sobre sus propios pies.
Miró a Tony por el rabillo del ojo.
─ ¿Tuve un mal sueño o algo así? ¿Qué demonios fue eso?
─ Quien sabe – Dijo Tony agitando una mano desdeñosamente – No estoy en el ocultismo, si quieres saber, pregunta a un sacerdote.
La despreocupación de Tony eliminó los últimos vestigios de impacto en el cuerpo de Grue. Sabía que Tony era imbatible, un compañero implacable. Mientras estuviera con Tony, todo estaría bien.
─ Venga, volvamos a casa. Jessica probablemente esté esperando por ti.
─ Si, probablemente ya preparó la cena – Grue sonrió con anticipación – ¿Quieres venir?
─ Suena bien. ¿Tu pequeña niña ya aprendió a cocinar?
─ No seas estúpido. Jessica ya tiene quince años. Ella cocina mejor que en todos los restaurantes del vecindario... – Grue se fue apagando al mirar los pies de Tony.
─ ¿Qué estas mirando? No necesito esa clase de atención de un hombre – Tony entrecerró los ojos en broma
─ Cállate, son tus botas.
─ ¿Qué, estas? ¿Son geniales, eh? Orden personalizada – Tony se miró los pies – ¡Mis botas!
─ Si, ya no son buenas.
Tony estaba abatido. Las botas, una vez resistentes, estaban ahora manchadas de sangre. Faltaba uno de los tacones; sin duda una víctima de su espectacular patada de hacha.
─ ¡Esto apesta! – Se lamentó – ¡Acabo de sacar un préstamo también!
─ Está bien, solo tendrás que aceptar la próxima oferta de trabajo que se presente – Dijo Grue.
─ Maldición. Y justo cuando conseguí una cita con Claire. ¿Sabes cuantos meses me tomó que ella aceptara?
─Parece que tendrás que esperar un poco más antes de cambiar esos sellos – Grue le dio una palmada en la espalda. Su risa cordial empujó la escena de pesadilla que había presenciado en su mente.