La sala de los menesteres

By TomorrowJuana

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Alba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famos... More

Capítulo 1. Situémonos.
Capítulo 2. Anestesia y rosas.
Capítulo 3. Recalculando ruta.
Capítulo 4. Vibraciones.
Capítulo 5. Reglas.
Capítulo 6. Humedad.
Capítulo 7. La sala.
Capítulo 9. El juego.
Capítulo 10. Dos galaxias de distancia.
Capítulo 11. Pasteles.
Capítulo 12. Whatsapp.
Capítulo 13. Punto de contacto.
Capítulo 14. La oveja negra.
Capítulo 15. Tacto.
Capítulo 16. La cuerda.
Capítulo 17. Pavas.
Capítulo 18. Amable.
Capítulo 19. La barbacoa.
Capítulo 20. Aquí, madurando.
Capítulo 21. La apuesta.
Capítulo 22. La gasolina.
Capítulo 23. Notting Hill.
Capítulo 24. Platónico.
Capítulo 25. Callaita.
Capítulo 26. Caníbal.
Capítulo 27. Casa.
Capítulo 28. Funciona.
Capítulo 29. Poesía.
Capítulo 30. El alma mía.
Capítulo 31. Gilipollas.
Capítulo 32. Desaparecer.
Capítulo 33. Morrearse.
Capítulo 34. Ensayar.
Capítulo 35. El mar.
Capítulo 36. Igual un poco sí.
Capítulo 37. El furby diabólico.
Capítulo 38. Fisios y cantantas.
Capítulo 39. La noche se vuelve a encender.
Capítulo 40. Put a ring on it.
Capítulo 41. Obediente.
Capítulo 42. El pozo.
Capítulo 43. Palante.
Capítulo 44. Cariño.
Capítulo 45. Colores.
Capítulo 46. El concierto.
Capítulo 47. La sala de los menesteres.
Capítulo 48. Mojaita.
Capítulo 49. Mi chica.
Capítulo 50. El photocall.
Capítulo 51. Un plato de paella.
Capítulo 52. Trascendente.
Capítulo 53. Mi familia, mi factoría.
Capítulo 54. Elegirte siempre.
Capítulo 55. El experimento.
Capítulo 56. La chimenea.
Capítulo 57. El certificado Reche.
Capítulo 58. La última.
Capítulo 59. Ella no era así.
Capítulo 60. Volveré, siempre lo hago.
Capítulo 61. Puente aéreo.
Capítulo 62. Natalia calva.
Capítulo 63. Prioridades.
Capítulo 64. Una línea pintada en el suelo.
Capítulo 65. Mucha mierda.
Capítulo 66. Roma no se construyó en un día.
Capítulo 67. Como siempre, como ya casi nunca.
Capítulo 68. 1999.
Capítulo 69. El ruido.
Capítulo 70. Desatranques Jaén.
Capítulo 71. Insoportablemente irresistible, odiosamente genial.
Capítulo 72. El clavo ardiendo.
Capítulo 73. Miento cuando digo que te miento.
Capítulo 74. Los sueños, sueños son.
Capítulo 75. Un Lannister siempre paga sus apuestas.
Capítulo 76. El frío.
Capítulo 77. Voy a salir a buscarte.
Capítulo 78. La guinda.
Capítulo 79. El hilo.
Capítulo 80. Año sabático.
Capítulo 81. Incendios de nieve.
Capítulo 82. El taladro.
Capítulo 83. Nadie te ha tocado.
Capítulo 84. Baja voluntaria.
Capítulo 85. Polo.
Capítulo 86. Comentario inapropiado.
Capítulo 87. Cumpliendo las normas.
Capítulo 88. Puntos flacos.
Capítulo 89. Idealista.
Capítulo 90. Estoy enfadada.
Capítulo 91. Bombillas.
Capítulo 92. Amor bandido.
Capítulo 93. Galletas de mantequilla.
Capítulo 94. Un día chachi.
Capítulo 95. Click.
Capítulo 96. Doctora.
Capítulo 97. Plantas.
Capítulo 98. Como si estuviera enamorada de ti.
Capítulo 99. Un salto en el tiempo.
Capítulo 100. 24 horas después.
Capítulo 101. Una puta maravilla.
Capítulo 102. No dejo de mirarte.
Capítulo 103. Un temblor de tierra.
Capítulo 104. La chica de las galletas.
Capítulo 105. Maestra Pokémon.
Capítulo 106. La matanza de Texas.
Capítulo 107. ...antes la vida que el amor.
Capítulo 108. Adelantar por la derecha.
Capítulo 109. Lo circular nunca se termina.
Parte sin título 110. Poli bueno, poli malo.
Capítulo 111. La patita.
Capítulo 112. Una suscripción premium.
Capítulo 113. Yo por ti, tú por mí, nanana, nanana.
Capítulo 114. No te echo de menos.
Capítulo 115. Días, meses, años.
Capítulo 116. El collar.
Capítulo 117. Madera.

Capítulo 8. Al habla.

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By TomorrowJuana

Cuando Alba se encaminó hacia su despacho, después de tratar a su último paciente, aún le quedaba una hora para cerrar la clínica. Se sentó pesadamente sobre su butaca y resopló. El día había sido agotador. La sesión con Natalia Lacunza le había dejado para el arrastre. No es que hubiera sido exigente el trabajo físico que implicaba tratarla, pero el mental la dejaba exhausta. Había empezado mal, y por un momento temió que lo del miércoles hubiera sido un espejismo demasiado bonito para ser verdad. Cuando la vio con la cara tan seria y la mirada helada se preparó para el tortazo de realidad que se avecinaba. No era habitual que una estrella de su calibre fuera tan "normal" como lo había sido en su primera entrevista. Sin embargo, con el paso de los minutos su actitud se distendió. 

Estuvo un rato pensando qué había sido lo que había provocado dicho cambio, hasta que cayó en la cuenta de que todo había partido de la broma sobre la escayola pintada. Desde que me escuchó reírme de ella y hacerle un chascarrillo, se relajó, pensó Alba apretándose el puente de la nariz con dos dedos. 

Empezaba a entender los procesos mentales de la cantante, que tampoco eran muy complejos. Según le había contado Marta, María había insinuado que no se sentía cómoda con extraños y tenía cierta dificultad para las relaciones personales, sobre todo con gente con quien no tuviera confianza. No entendía por qué una persona como ella, que por su trabajo se veía obligada a estar en contacto continuo con desconocidos, tenía esos problemas. 

Si le hubieran dicho aquello después de su primer encuentro no se lo hubiera creído, pues su comportamiento no fue solo tranquilo, sino incluso divertido. Después del segundo había podido comprobar que aquello era cierto. Hasta que Alba no tiró del hilo Natalia se mostró hermética y distante, pero en el momento en el que la rubia le dio pie todo había fluido con mucha naturalidad. Alba era una chica inteligente, aprendía rápido. El próximo día no esperaría a tocar esa tecla sin querer al cabo del rato, y decidió echarle una mano con su inseguridad desde el primer momento. 

Sonrió pensando en ella. Una mujer con imagen de depredadora e interior de niña. Ver para creer. Sonó un mensaje en su teléfono. 

*Vir*

Hola, preciosa, a qué hora hemos quedado en el karaoke?

*Alba*

Hola, guapa 

Pues a las once, sabes dónde es?

*Vir*

Te conocí allí, Alba... 

*Alba*

Hostia, es verdad jajajaja

Hemos quedado antes para cenar, te apuntas?

*Vir* 

Por mí perfecto

Dónde?

*Alba* 

A las 9 en la parada de lavapiés, en la plaza de la cebada

*Vir*

Estupendo, allí nos vemos

No te pongas muy guapa que me da la fiebre

*Alba*

Ya sabes que eso es algo que no te puedo prometer ;)

Un beso! 


Sonrió hacia su móvil. La verdad era que Virginia era una chica divertida, preciosa y le gustaba. Una pena que no le removiera nada más allá de sus bragas. Y hablando de bragas, Lacunza podía volver a apuntarse un tanto. Mientras le hacía la maniobra había vuelto a caer en el influjo de la morena, en el ardor húmedo de su aliento en la cara, en esa maldita mirada suya, tan penetrante. Cuando la miraba así, como si estuviera inspeccionando el rincón más escondido de su interior, su cuerpo no podía sino reaccionar, y reaccionaba por debajo del pantalón. Alba no entendía nada. Si la mirara con lujuria tendría un pase, pero no había nada sexual en sus ojos cuando la traspasaba de esa manera. Parecía la mirada, más bien, de un animalillo indefenso

Huyeron de la clínica muy animadas. No volverían hasta el lunes y tenían todo el fin de semana por delante. Cuando salieron de la boca de metro ya estaban allí Sabela, Julia y Virginia, hablando animadamente entre ellas. Cuando Alba se acercó a saludar Virginia esta le dio un pico, gesto que a la rubia no le gustó demasiado. Ese detalle tampoco iba a torcer el rumbo de la noche, pero solo se habían visto dos veces y aquello le pareció un poco fuera de lugar. Prefería curarse en salud, pues la experiencia le decía que anduviera con pies de plomo en ese tipo de situaciones; no era la primera vez que le pasaba. Quizá tendría que hablar con ella, no quería que la chica pensara que lo que tenían era una cosa distinta a lo que era en realidad. 

Cenaron entre risas y cervezas. Virginia había encajado muy bien con sus amigas, ya que era, por decirlo de alguna forma, el alma de la fiesta. No paraba de bromear, contar anécdotas divertidas y participar en las conversaciones. Fruto del alcohol Alba acercó posturas con ella, olvidando el incidente del beso, y la dejó meterle mano por debajo de la mesa. Anticipar el sexo de dentro de unas horas era algo que le gustaba saborear, y se dejaba embriagar por la excitación que eso le producía. 


- Marta, ¿con quién coño llevas hablando toda la noche? -preguntó Julia señalando su móvil. 

- Con nadie -se apresuró a guardarlo con las mejillas coloradas. 

- ¡No tendrás un ligue secreto que no nos hayas contado! -quiso saber Sabela. 

- Dejadla en paz a la pobre -la defendió Virginia. 

- Uy, uy, uy, Marta... Te hemos pillado -se rió Alba. 

- ¡Que no! ¡Que estaba hablando con María! 

- ¿Qué María? -preguntaron todas a la vez. 

- La representante de Lacunza -explicó son una sonrisa. 

- ¿Te has hecho amiga de su representante? ¡Qué jugada maestra! -Julia estaba que no cabía en sí de gozo. Secretamente esperaba conocerla algún día. 

- ¿Lacunza? ¿La cantante? -preguntó Virginia, que no se enteraba de nada. 

- ¡La misma! Aquí tu chati le da masajes a la jet set. 

- Bah, no me gusta nada Lacunza. Su música da ganas de pegarse un tiro -dijo Virginia, pegándose literalmente un tiro a sí misma en el pie. 

- Uuuuuuhhhh -hicieron todas al unísono. Todas menos Alba, que había sentido aquellas palabras como un insulto hacia su persona. 

- ¿Qué pasa? -preguntó Virginia girándose hacia Alba, que la miraba formando una O perfecta con sus labios. 

- Es mi cantante favorita de la historia de los cantantes favoritos.

- No pasa nada, amiga -dijo Marta pasando un brazo por los hombros de la chica a modo de consuelo-. Nos ha gustado mucho conocerte, esperamos que todo te vaya fenomenal -las demás empezaron a reír. 

- ¿Tanto te gusta? -le preguntó directamente a Alba. 

- Se hizo un viaje de cuatro horas, sola, para verla en un concierto para doscientas personas -contestó Sabela por ella. 

- Para cien -la corrigió Alba con orgullo. 

- Bueno, chicas, ha sido un placer, de verdad que sí. Mis mejores deseos para todas, un abrazo -dijo Virginia haciendo ademán de levantarse de la mesa. 

- Anda tonta -tiró de ella Alba, riendo-. Después de esto no nos podemos casar, pero disfrutemos mientras tanto -y fue ella quien ahora le dio un pico. 

Salieron del restaurante camino al karaoke donde siempre iban. Marta iba escuchando un audio cuando Alba se le acercó. 


 - ¿María aún? -preguntó levantando una ceja. 

- Sí, y Natalia -el interés de Alba se vio incrementado. 

- ¿Están juntas?

- Por lo visto el vermú se les ha ido un poco de las manos. Escucha -dijo Marta pulsando el botón para oír el audio. 


En él se oía a María cantar una canción de C. Tangana, Antes de morirme, y por detrás a Natalia gritar "Oye, que yo soy la Rosalía, MIRA". A las dos se les notaba que iban como una cuba. 


- ¡Me jarto! ¡Si van pedísimo! -Alba estalló en carcajadas, llamando la atención del resto. 

- ¿Qué pasa? -quiso saber Julia. 

- María y Lacunza, que están discutiendo por qué parte de la canción canta cada una -contestó Marta. 

- Esta nos va a abandonar por sus nuevas amigas famosas, ya verás -dijo Sabela con rencor. 

- Por cierto, ¿qué tal hoy? -preguntó Julia. 

- La cosa empezó regular, estaba muy seria y muy rara, pero luego se fue relajando y terminó bien, muy bien -Alba sonrió de oreja a oreja. Sonrisa marca de la casa. 

- A mí me ha dicho que si vuelvo a llamarla Lacunza me parte la cara. Me deja llamarla Natalia -Marta estaba en una nube. 

- Bueno, Marta, eso ya es de mejor amiga -se burló la rubia. 

- Estás celosa porque tú sigues llamándola Lacunza -le sacó la lengua. 


El resto del camino siguieron poniendo al día a sus amigas sobre todo lo acontecido con las chicas en la clínica. Cuando llegaron, el puerta les abrió nada más verlas aparecer y las saludó por su nombre. Era genial tener "tu bar". 

El karaoke se llamaba El condensador de Fluzo, El condensador para la clientela habitual, y tenía una decoración más bien industrial. La barra, a la derecha ocupando gran parte de la pared hasta el escenario, era de acero. Las estanterías donde descansaban las botellas también eran metálicas. A lo largo de ella varios taburetes separaban la barra de la zona de mesas, que se encontraba a la izquierda. Mesas y sillas esparcidas por todo el espacio, y mesas con sofás pegados a las paredes. Aquí y allá había carteles de películas, por el techo colgaban tuberías y conductos de ventilación y, al fondo, el escenario. Solía ir bastante gente, pero fueras a la hora que fueras encontrabas mesa libre. El ambiente era estupendo y les gustaba ponerse en la última mesa, en una especie de reservado que había cerca de la puerta. 

Tras varias copas se animaron a cantar, por turnos y en pareja. Alba era la más tímida, necesitaba alguna copa más para lanzarse, por lo que Virginia se quedó con ella. 


- Te avisé esta tarde de que no te pusieras muy guapa y no me has hecho ni caso. 

- Y yo te dije que no podía prometerte nada -le guiñó un ojo y bebió de su copa. 

- Muy mal, Alba, voy a tener que tomar medidas urgentes. 

- ¿Urgentes? -la rubia se hacía la interesante. 

- Urgentísimas. No estoy segura de poder esperar a llegar a tu casa para quitarte ese suéter -le puso una mano en la rodilla. 

- Pues vas a tener que esperar. Nunca lo he hecho en el baño de una discoteca. 

- Soy especialista en desvirgar a las chicas guapas de sitios donde no lo han hecho nunca, ¿no lo sabías? -comentó la chica como quien no quiere la cosa mientras ascendía su mano por el interior del muslo. Su mirada quemaba y Alba sintió el calor en su entrepierna. 

- Eres toda una caja de sorpresas -y le apartó la mano cuando llegó a la zona crítica. Era cierto que nunca lo había hecho en un baño de discoteca y aquella no iba a ser la primera vez. 


Las chicas volvieron a la mesa y Virginia se separó. 


- Mira -le dijo Marta enseñándole el móvil mientras se reía a mandíbula batiente. Era una foto, y en ella se veía a María, Natalia y la que se suponía que era África posando con los ojos bizcos y boca de pez. 

- Son un cuadro -se rió Alba mirando, sobre todo, a Natalia. 

- Ven, vamos a devolvérsela -y se hicieron un selfie. 


Siguieron hablando de tonterías mientras Virginia trazaba figuras sobre el muslo de Alba. Las ganas que le tenía eran inhumanas, y la rubia se sintió poderosa. Cuánto había echado de menos aquella sensación de sentirse la chica más sexy del lugar. Quizá otras cosas no, pero aquello Virginia lo conseguía de sobra, y Alba tampoco necesitaba más. 


- Toma, es para ti -comentó Marta sonriendo mientras le tendía el móvil. Alba lo miró confusa y lo cogió. 


*María* 

Lacunza al habla

Dile a mi fisio que tiene una cara de borracha que no se la cree

Qué voy a pensar yo como paciente? 

Muy mal, Reche

*Martuka*

Reche al habla

Dile a mi paciente que de dónde saca que yo esté borracha

Y que quietecita con la mano, que va al pan

*María*

Lacunza al habla

Dile a mi fisio que la mano está a salvo

Me estoy portando bien

Aunque tenga una fisio borracha

*Martuka*

Reche al habla

Dile a mi paciente que deje de acusarme de borracha

Que el vermú acaba a las tres de la tarde

Que no es la más indicada para hablar

*María*

Lacunza al habla 

Dile a mi fisio que tiene ojitos de borracha

Que los ojos no engañan, y menos los suyos

Y que el vermú no tiene horario ni fecha en el calendario

*Martuka* 

Reche al habla

Dile a mi paciente que es una intensa

Y que como venga el lunes llorando va a cobrar

Aunque como le va duro seguro que no le importa

*María* 

Lacunza al habla

Dile a mi fisio que si aún no se ha dado cuenta de que soy una intensa es que algo estoy haciendo fatal

Y que igual me porto mal este finde para ver cómo es eso de que la Reche me castigue

*Martuka*

Reche al habla

Dile a mi paciente que ser intensa tiene su punto

Y que se porte bien, por el bien de la música

Reche fuera


Alba le devolvió el móvil a Marta y se removió inquieta en el asiento. Lacunza lo había vuelto a hacer. Ya no es que le hubiera hecho humedecerse sin tocarla, es que lo había conseguido sin estar en la misma habitación, y en esta ocasión no podía decir que no había nada sexual en el intercambio que habían mantenido, aunque fuera implícito. ¿Pero qué magia oscura es esta? ¡Se había mojado más que teniendo la mano de Virginia rozando su entrepierna! Y hablando de Virginia, no tenía cara de estar muy contenta. 


- Hey, ¿qué te pasa? -comentó poniendo una mano en su rodilla. 

- ¿Has terminado? -preguntó, seca. 

- ¿Con qué? -Alba no se estaba enterando de nada. 

- De hablar con la cantante. 

- Ah. ¿Te molesta? -si había algo que Alba no soportaba eran los celos. Y menos si venían de alguien que no tenía derecho a sentirlos. Si después de dos citas se ponía así, no auguraba nada bueno. 

- Lleváis toda la noche hablando de ella, encoñadas perdidas, y ahora te tiras media hora con el móvil. Estoy con tus amigas, no estaría de más que me hicieras caso -remarcó el "tus" con mucha intención. 

- Si no querías estar con mis amigas no tenías por qué venir -ahora fue Alba quien remarcó el "mis". 

- No es esa la cuestión, Alba. 

- ¿Y cuál es? ¿Que hemos estado un rato hablando de que tengo como paciente a mi artista favorita? ¿Que he estado diez minutos de reloj hablando con ella? Perdóname por estar emocionada -soltó Alba con toda la ironía que pudo y se recostó en el sofá en el que estaba sentada. 


Virginia no contestó y Alba, ofuscada, cogió su chaqueta, su paquete de tabaco y salió a fumar. No solía hacerlo, pero había ocasiones, cuando se bebía un par de copas, cuando buscaba inspiración para pintar o cuando cocinaba, que se fumaba alguno. Regresó, agarró a Marta y la arrastró hacia el escenario. Terminaron de cantar y el garito se vino abajo entre vítores y aplausos. La voz de Alba era increíble. 


- Perdona, ¿vale? 

- ¿Qué se supone que te tengo que perdonar? -Alba no tenía ganas de discutir. Ya tendría tiempo de pensar al día siguiente. 

- Que haya sido una imbécil. Es fácil sentirse pequeña al lado de una tía como Lacunza. 

- Normal, mide dos metros -sonrió Alba, dejándose engatusar. 

- Por cierto, cómo cantas, ¿no? -Virginia estaba muy impresionada. 

- Cállate -dijo Alba rodando los ojos, y la besó. 




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Si el jueves Natalia se había tomado la pastilla mágica de la resaca para prevenir, aquel sábado la tomó para curar. Nada más levantarse de la cama se fue corriendo a vomitar. No estaba acostumbrada a esos excesos y su cuerpo reaccionaba de la única manera que sabía: mal. Después de haber expulsado todo el sobrante de su organismo se lavó los dientes, se dio una ducha, volvió a lavarse los dientes y llamó al chino. Era la hora de comer y aquello solo podían remediarlo unas gyozas, cerdo agridulce y tallarines con gambas bien grasientos. Había pedido para cenar, pues no pensaba volver a moverse del sofá en lo que quedaba de día. 

A media tarde escuchó su móvil sonar y lo cogió con pereza. Era María. 


*La Mari*

Me tumbaste, cabrona, no puedo ni moverme

*Natalia* 

Ni me hables, creo que me voy a morir, María, de verdad te lo digo

Encima no puedo ni echarte la culpa

Me estás llevando por el mal camino

*La Mari*

Lo mío me ha costado

Qué orgullosa estoy de ti, Lacunza

*Natalia*

Una pésima influencia sí eres

*La Mari*

Es mi rollo

Te escribía para recordarte esto


Le envió un trozo de conversación de su propio Whatsapp y una foto. Madre mía. No se acordaba de aquello. ¿Aunque como te va duro seguro que no te importa? ¿Igual me porto mal para ver cómo es eso de que la Reche me castigue?  Bueno, era el momento de buscar nueva fisio, aunque para ser honestos había empezado ella. 

Se moría de vergüenza. ¿Qué le iba a decir el lunes? ¿Debería disculparse o todo podría quedar en una anécdota graciosa? La verdad era que no había nada realmente inapropiado si no leías entre líneas. Todo venía por la broma de me va duro, no era más que eso. Aunque tenía que reconocer que leyendo la conversación se había excitado un poco. No era la primera vez, pero ahora era peor: cachonda por dos frases de nada, lo que le faltaba por ver. 

Miró la foto. En ella se veía a Alba Reche y Marta haciéndose un selfie. Ahora entendía lo de los ojitos de borracha, claramente los tenía. Aún así estaba guapa y muy sexy con ese suéter negro que dejaba sus clavículas al aire y la boca entreabierta. Reche, Reche, Reche, sabes posar.  Se quedó un largo minuto con la foto ampliada mirando su boca. Los dientes asomaban entre los labios y Natalia sintió de nuevo un calor recorrer su bajo vientre y la humedad regenerada. ¡Maldita sea! Salió de la foto y volvió a la conversación con María. 


*Natalia* 

Madre mía... 

No vuelvas a dejarme un móvil en ese estado

*La Mari*

No sé tú, pero yo me he puesto un poco cachonda leyendoos

*Natalia* 

No es noticia que algo te ponga cachonda, María

*La Mari*

Vaya tonteo te traes con la fisio, nena

Normal que mojes braga

*Natalia*

No es tonteo, es por lo que le dije el primer día de que me va duro

*La Mari*

Lo que tú digas

Además, ha empezado ella

Estás a salvo del escarnio

*Natalia*

Me tengo que disculpar?

*La Mari*

Disculparte? Eres tonta?

Si lo haces le estarás dando importancia

La tiene?

*Natalia*

No

*La Mari*

Pues ya está

Como si no hubiera pasado nada

*Natalia*

Vale

*La Mari*

Pero vamos, que se os da bien el jueguito

No te has puesto cachonda ni un poquito?

*Natalia*

No voy a contestarte a eso

*La Mari*

TE HAS PUESTO CACHONDA

JODIDA RECHE


Salió de la conversación con su amiga, dejó el móvil en la mesita que tenía frente al sofá y reanudó la película que estaba viendo. Al rato la volvió a parar, cogió el móvil y abrió la foto que le había mandado María. No se cansaba una de mirar la cara de Alba Reche. Amplió de nuevo su boca y volvió a sentir ese relámpago recorriéndole el pecho, los riñones, la tripa. En un gesto involuntario, apretó las piernas de desazón. ¡Pero qué coño! Hacía tantos años que no le pasaba eso que se estaba haciendo adicta a la sensación. Repitió la operación un par de veces más aquella tarde, hasta que se quedó dormida con la imagen de la boca entreabierta de Alba Reche llamando a la puerta de su subconsciente. Una boca como habría miles, en una cara como no había ninguna, pensó justo antes de dormirse. 





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Alba se despertó con la cabeza como un bombo. Automáticamente pensó en Natalia y en que, si ella se había levantado mal, no quería ni imaginar cómo habría despertado la cantante. Sin embargo, le desvió de ese pensamiento la presencia de Virginia a su lado, que la miraba como si le gustara lo que estaba viendo. 


- Buenos días -se desperezó Alba achinando los ojos de la sonrisa. 

- Eres preciosa. Me caes mal. 

- ¿Por ser preciosa? -soltó una carcajada Alba. 

- Sí. Intento mantener la calma, pero con esa cara que tienes se me va de las manos -Virginia iba a por todas y Alba se dejó querer un poco. 


Después de tontear un rato más en la cama entre besos y palabras bonitas, se levantaron a comer. Hicieron un arroz para las dos y se sentaron en el sofá a ver la tele. 

A media tarde Alba echó de menos su soledad, pero no dijo nada. Virginia era una compañía muy entretenida, así que no le importó demasiado. Cuando vio que la intención de la chica era acampar en su casa hasta el día siguiente pensó en cómo decirle que se fuera sin que sonara mal. Aquello era imposible. 

Cerca de la hora de cenar, sin embargo, Virginia se lo puso a huevo, anunciando que se tenía que ir, pues había quedado con sus amigas para salir. Se dio una ducha y se fue, quedando en hablar para volver a quedar y dejando a Alba más contenta que unas castañuelas. 

Aprovechó que la había acompañado hasta la puerta para ir a por el móvil, que había dejado cargando en la habitación. Cuando se tiró en el sofá móvil en mano, vio que tenía unas cuantas notificaciones de Marta. Abrió su conversación. 


*Marta*

Buenos días!!!

Espero que hayas dormido la mona

Yo creo que hasta mañana no seré persona

Te escribo para mandarte esto, por si tienes lagunas

Un besito!


Y a continuación un trozo de conversación y un par de fotos. Mientras leía, el peso del universo mismo fue cayendo sobre sus hombros. Mierda. Mierda. Mierda. ¿Qué coño hacía tonteando con Lacunza? ¿A qué venía eso de como te va duro seguro que no te importa? ¡Pero qué confianzas eran esas con una paciente, joder! Aunque la respuesta de Lacunza no se quedaba atrás, francamente. De hecho le ponía bastante imaginársela diciendo esas mismas palabras, en voz baja, cuando la tenía a un palmo de distancia... ¡Basta! Era normal que Natalia Lacunza pusiera cachonda a cualquiera, no había nada más que verla, pero recapitulemos: era una superestrella internacional y, sobre todo y más importante, su paciente. 

Abrió las fotos. Una era de Marta y ella misma en el karaoke. Salían muy bien y decidió ponerla de foto de perfil de Whatsapp. Lacunza había dicho que tenía ojitos de borracha. Había dicho ojitos. Le gustaba cómo sonaba en su cabeza diciéndolo. La otra era de Lacunza, María y África (estaba casi segura de que era ella) poniendo cara de imbéciles. Sí recordaba la foto, y volvió a reírse, como cuando la vio la primera vez. Amplió a Lacunza y suspiró. Esta persona haciéndose la bizca y poniendo boca de pez era la misma que hacía canciones tan profundas y tristes que te hacían desgarrarte por dentro. Como dos caras de la misma moneda que Alba aún no era capaz de unir. La miró durante un buen rato sin dejar de sonreír. Aún así era la belleza más pura que había visto en su vida. 


*Alba* 

Pues ya estaría

Vaya tela, Marta

Cuando me veas borracha con un móvil, dame una colleja, porfa

*Marta*

Me encantáis

Sois muy monas

*Alba*

Tía, que es mi paciente

Que es Natalia Lacunza

Natalia

Lacunza

Una persona que ha cantado en la gala de los grammys, Marta

Y encima he empezado yo

*Marta*

Tú has empezado, vale

Pero ella no se ha quedado atrás

Porque joder con la Penumbras, cómo las tira

*Alba*

Es buena, eso se lo tengo que reconocer

Con lo rara que es seguro que el lunes ni me mira

Y si se busca otra fisio?

*Marta*

Relaja, amiga

Seguro que ni se acuerda

Si tú ibas pedo imagínate ella desde las 12 del mediodía

Ni te rayes

*Alba*

El lunes lo sabremos

Reza, Marta, reza

*Marta*

Si quieres le pregunto a María

*Alba*

NI SE TE OCURRA

Lo mejor será que hagamos como si no hubiera pasado nada

Si el lunes la veo incómoda hablaré con ella

*Marta*

Yo te apoyo, jefa

Siempre en tu equipo


Alba lanzó el móvil lejos, no quería ni verlo. Como hubiera perdido la oportunidad de su vida de conocer a su ídola por una tontería no se lo perdonaría jamás, y aunque pensaba que Lacunza no le daría mayor importancia a un par de frases, no las tenía todas consigo. Nunca había tenido tantas ganas porque llegara el lunes. ¡Joder! 

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