Just a little kiss || HyunIn

By xcrazzypizzax

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-ΒΏMe das un besito, Jeongin? 𓆙 π»π‘–π‘ π‘‘π‘œπ‘Ÿπ‘–π‘Ž π‘Ÿπ‘’ π‘ π‘œπ‘“π‘‘, π‘Žπ‘‘π‘œπ‘Ÿπ‘œ π‘™π‘œ π‘ π‘œπ‘“π‘‘, 𝑦 π‘Žπ‘›π‘”π‘ π‘‘. 𓆙... More

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EpΓ­logo
Extra 1
Extra 2: The end
You make me feel special
Spin-off: Without Kisses

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By xcrazzypizzax

Sus ojos se abrieron lentamente, acostumbrándose a la poca iluminación que tenía su habitación a esas horas de la madrugada. Se sentó en el colchón, apoyando la espalda contra el respaldo de la cama y estirándose segundos después de hacer ese movimiento. Pasó una mano por su rostro, intentando desperezarse y, finalmente, alargó su brazo para coger el móvil y encenderlo, preguntándose a qué hora se habría despertado hoy.

–Las cinco y media de la madrugada... –Murmuró el azabache seguido de un suspiro cansado. Bueno, hoy se había despertado un poco más tarde de lo habitual.

Siempre era lo mismo. El adolescente no puede recordar la última vez que durmió más de cinco horas seguidas.
El sueño comenzaba a surgir pasadas las doce de la noche, y solía despertarse sobre las cinco de la madrugada, como muy tarde, las seis. Él seguía preguntándose por qué seguía poniendo el despertador a las siete de la mañana, ciertamente nunca consiguió utilizarlo.

Hyunjin no podía darle explicación a esa falta de sueño constante y demasiado repetitiva, era tan angustiante y molesta. No le tenía miedo a a la oscuridad, por lo cual esa no era la razón de que su sueño se manifestase tan tarde, y no tiene pesadillas mientras duerme, por lo tanto, no entiende su despertar tan temprano. El pelinegro ha llegado al punto de no entenderse ni a si mismo.

Aunque podría ser peor aquella situación, tiene la suerte de que sus escasas horas de sueño fueran imperceptibles. No tenía ojeras, y no solía tener sueño en horario escolar, además siempre parecía tener energía. Quizá ser tan tranquilo ayudaba a que la gente no se diera cuenta del cansancio que, en contadas ocasiones, podía llegar a tener.

Se levantó sin muchas ganas de la cama, y caminó con parsimonia hasta el baño, dispuesto a darse una ducha y preparase para ir medianamente decente al instituto. Necesitaba tener una buena imagen si quería mantener a su madre feliz o, al menos, tranquila.

No pudo evitar recordar cuando tuvo una época un tanto rebelde. Sus calificaciones bajaron hasta el punto de casi repetir año, causándole bastantes discursiones con su madre. Finalmente pudo aprobar todos los exámenes de recuperación y pasó de curso sin ninguna asignatura pendiente. Desde ese momento, su madre está más insistente en que estudie, y a Hyunjin no le queda otra más que obedecer.

Cuando terminó de asearse y vestirse fue directamente a la cocina, para preparar su desayuno y relajarse unos minutos antes de ponerse a repasar para el examen de matemáticas que tenían a segunda hora. En verdad no tenía nada mejor que hacer.

Mientras caminaba por los pasillos de aquella casa que tan bien conocía, no pudo evitar fijarse en como las paredes de aquel corredor estaban siendo iluminadas por una suave luz naranja. Miró por la ventana más cercana a él, percatándose de cómo el sol estaba comenzando a salir, bañando con su luz el jardín que su casa tenía en la parte trasera.

«¿Cuánto tiempo había pasado en el baño?» Fue el primer pensamiento que pasó por su cabeza al ver como el cielo comenzaba a adquirir un tono levemente anaranjado.

Mientras se calentaba su café, y el pan se tostaba, volvió a su habitación para coger su mochila y llevarla a la cocina, con toda la intención de rehacer un par de ejercicios que no tenía muy claros, para ver si así conseguía solventar sus dudas. Dejó todo sobre la silla que estaba seguida de la que él iba a ocupar, y puso frente suyo el café y las tostadas que se hicieron mientras arreglaba la mochila en su habitación. Mientras desayunaba miró la hora, sorprendiéndose al ver que ya eran las seis, y que dentro de media hora más o menos sus padres aparecerían por la cocina para desayunar y, próximamente, irse al trabajo.

Bebió su café tranquilamente, comiendo también sus tostadas, revisando las notificaciones de su móvil y echándole un vistazo a sus redes sociales. No había nada nuevo, por lo que dejó el móvil de lado y centró toda su atención en terminar de desayunar.

Al ver que no tenía en nada más que pensar, comenzó a volver a darle vueltas al tema del regreso de Jeongin, como si no lo hubiera estado haciendo desde que se enteró de su llegada. Ambos compartían el mismo instituto, pero Hyunjin no volvió a verlo desde el martes cuando estaba hablando con Chan en el recreo, y de eso ya habían pasado dos días. No sabía cómo sentirse.

Es decir, estaba aliviado por no tener que cruzar palabras con aquel niño, sabía que sería un momento muy tenso y que posiblemente terminaría cagándola diciendo algo que no quiere, o haciendo algo estúpido que lo hiciera quedar mal frente a su mejor amigo de la infancia. Tampoco quería asustarlo o que el menor comenzara a pensar mal de él, Hyunjin tenía presente que su personalidad había cambiado mucho en todos estos años. Ciertamente no se parecía nada a cuando era más pequeño y su vida era más sencilla, y, para empeorarlo, no podía presumir diciendo que había cambiado a mejor.

Pero, mirándolo por la otra parte y aunque le diera bastante miedo volver a cruzar palabras, o miradas, con él, también quería saber qué tal estaba. No iba a mentir, seguía interesándose por su bienestar, y de vez en cuando se había preguntado cómo lo estaría pasando él después de lo que pasó hace once años.

Más de una vez se había sorprendido a sí mismo deseando que el castaño no lo hubiera estado pasando como él. Solía pensar mucho aquello cuando era más pequeño y su madre parecía tener más rencor a su persona; en aquellas noches en las que lo único que hacia era llorar, se consolaba imaginando que Jeongin estaba bien y estaba creciendo feliz, en una familia de verdad que se preocupara por él y le diera todo el amor que ese niño merecía.

Hyunjin deseaba que Jeongin no hubiera crecido como él, lleno de inseguridades y con un tremendo vacío en el pecho.

–Hyunjin, ¿Ya estás despierto? –La grave voz de su padre lo hizo despertar de su ensimismamiento. El azabache solo asintió, y su padre no hizo más preguntas.

–¿Tienes examen? –Ahora la voz de su madre inundó el espacio, y ella se acercó hacia la mesa para poder mirar los libros que tenía Hyunjin apartados en una de sus esquinas. Tenía pensado terminar de desayunar y comenzar a repasar.– Espero que hayas estudiado y no saques una mala nota, Hyunjin, llevas muchos días saliendo con tus amigos y tus calificaciones se van a ver afectadas. Si eso ocurre, no dudaré en cortarte ese privilegio, te hemos mimado demasiado y te estas convirtiendo en un adolescente muy dejado. –El chico agachó la mirada, apretando los labios, conteniéndose de decir algo que pudiera ponerle a él en una mala posición y simplemente emitió un ruidito de afirmación, no tenía ganas de recibir gritos a esas horas de la mañana. Ella se alejó de la mesa nuevamente, caminando hasta la cafetera, sirviendo su café y el de su marido, que se había sentado en la silla frente a su hijo.– El fin de semana no estaremos en casa.

–¿Por qué? –Preguntó, más por obligación que por interés. Hacía mucho que sus padres no dejaban la casa por más de un día, así que pensar en un fin de semana de soledad, hacia que una sensación de tranquilidad invadiera su cuerpo.

–Nos han dado vacaciones en el trabajo, así que vamos a aprovecharlas. Pasaremos el fin de semana en Roma –Cuando el microondas pitó, la mujer sacó los cafés, cogió cada taza con una mano y caminó hasta la mesa, sentándose al lado de su marido tras posar aquella gran taza humeante frente al hombre.– te quedarás solo. Ni falta hace falta decir que no puedes traer a tus amigos a casa.

–Claro, no lo haré. –Contestó, terminando de un gran sorbo lo que quedaba de su café nada más terminar de hablar, y abriendo su libro de matemáticas sin esperar un segundo más. Sabía que si se ponía a estudiar sus padres no iban a dirigirle la palabra.

–... Por eso se me ocurrió esto. –Se encogió de hombros, mirando a todo su grupo de amigos tras terminar de contarles aquello. Los siete pares de ojos lo miraban con atención e interés, agradados con la idea que tuvo Hyunjin.– Entonces, ¿Queréis venir a dormir a mi casa?

–Yo sí. –Chan en seguida se unió al plan, y tras él todos sus amigos confirmaron su asistencia.

–La verdad es que mi madre me va a dejar ir solo porque eres tú, ¿Sabes? –Jisung ladeó la cabeza mientras hablaba, medio confundido, con sus ojos fijos en el más alto del grupo.– Le inspiras confianza porque dice que eres muy tranquilo. Además, sabe que tienes muy buenas calificaciones.

–Ey, yo soy presidente estudiantil –Se quejó Chan, haciendo una mueca con sus labios mientras miraba a Han.– ¿Por qué yo no le caigo bien?

–Dice que tu pelo le parece extraño, y se pregunta por qué tus padres te permiten teñírtelo de verde. –Se encogió de hombros.

–Pero... ¡Felix tiene el pelo naranja! –Lo señaló, indignado. El mencionado solo sonrió e hizo el signo de la paz con sus dedos.– ¡Tu madre ama a Felix!

–Bien, bueno, ella dice que es bonito. –Miró por unos segundos al pelinaranja, para luego hacer una mueca de asco fingida.– Ella no tiene muy buenos gustos, ¿Cierto? –Ladeó la cabeza, para después mirar a todos sus amigos.– De hecho, ella dice que todos sois bonitos. Pero le caen mejor Seungmin, Hyunjin, y Felix porque, o sacan buenas notas –Dijo refiriéndose al más alto.– o parecen muy inocentes.

–Yo soy inocente. –Afirmó Felix, con el ceño suavemente fruncido, cuando escuchó la risa contenida de Changbin a sus espaldas.

–Claro que sí, campeón. –Changbin le dio un golpe flojo en la espalda, dedicándole una sonrisa cuando el afectado le dedicó una mala mirada.

–¿Y de mi qué dice? –La voz curiosa de Minho se escuchó, dejando en segundo plano la pequeña discursion que parecían mantener en esos momentos Felix y Changbin.

–Tú también le caes bien –Se encogió de hombros nuevamente.– Dice que eres guapo. –Bueno, en verdad no es tan así, pero él no tenía porque saber que el que le había hecho pensar a su madre eso era Jisung, quizá hablar tanto del Lee mayor había conseguido hacer pensar a su madre como él, y había terminado encantada con el adolescente. Minho sonrió orgulloso, alzando levemente la barbilla y mirando con superioridad a Chan.

–A ella le gusta Minho... pero mi pelo es raro y por eso le caigo mal. Esa señora no sabe muy bien cómo es él. –Volvió a pucherear.

–Sí, bueno, algo así. –Lo miró con desinterés.

–¡Pero intenta negarlo al menos, hombre! –Alzó los brazos con dramatismo.– Dime algo bonito, yo que sé, niégame lo que estoy diciendo.

–Pero no te quiero mentir, hyung. –Le miró inocentemente.– En serio ella te odia.

Los demás soltaron una risa al ver la expresión de desolación que portaba Chan en el rostro, Jisung a veces se pasaba con las bromas, pero todos sabían que no lo decía en serio. Hyunjin los miraba sonriendo sin mostrar los dientes. No sabría que hacer si ellos le faltaran en algún momento.

Sonó el timbre que indicaba el inicio de la jornada, y los cuatro chicos que compartían clase se dirigieron caminando tranquilamente al polideportivo tras despedirse de sus amigos más mayores. Tenían a primera hora educación física, cosa que no les causaba mucha gracia, pero que al menos les hacía más ilusión porque su profesor les había informado que la clase de ese día sería especial por la colaboración del club de judo. Hoy tendrían una hora para aprender los básico del judo, o al menos unas cuantas llaves y técnicas.

Cuando llegaron allí, el profesor y varios alumnos ya estaban reunidos, los adolescentes estaban colocados en una semicircunferencia rodeando al profesor, escuchando las indicaciones de este. Ellos se unieron al grupo y esperaron a que terminase de explicar para poder empezar con la práctica. Cuando eso ocurrió, eligieron parejas, las cuales en ellos cuatro quedaron de la misma forma que sus sitios en clase, y se dispusieron a hacer lo que aquella mujer, la cual era del club de judo y es quien daría la clase, les indicaba.

–Hey, tú. –Ella llamó la atención de Hyunjin, señalándolo con la cabeza. Él la miró atento, preguntándose qué pasaba.– Quítate la pulsera, puedes hacer daño a tu compañero, o causarte una lesión a ti.

–Eh... –Miró un momento su muñeca, para después volver a mirar a la chica.– No creo que haga falta, no es muy ancha, y no lleva accesorios. No le haría daño a mí compañero.

–Es una orden, niño. –Ella se encogió de hombros, mirándole de una forma un poco tosca.– No queremos que pase nada malo.

–Le aseguro que no pasará nada. –Todos los presentes estaban atentos a la discursion. Unos cuantos miraban extrañados a Hyunjin, no entendían como alguien como él, siempre tan silencioso, ahora estuviera discutiendo por no querer quitarse, lo que para ellos era, una estúpida pulsera. Mientras tanto, sus amigos lo miraban inquietos, ellos ya tenían entendido que esa pulsera es muy importante para su amigo, les había quedado claro por todas las veces que él se molestaba si la tocaban o algo por el estilo. No entendían muy bien el por qué, pero lo respetaban.

–A ver –Ella se acercó al azabache, y se quedó a una distancia prudente, mirándolo casi de forma amenazante.–, yo soy la que está dando la clase hoy, así que me haces caso. Mejor prevenir, que curar, así que quitatela, no te lo voy a pedir otra vez. O te la quitas, o te vas de clase, tú decides. –El silencio que hubo tras esas palabras fue demasiado ensordecedor. Las miradas que ambos se dirigían estaban bañadas de fuerza e intensidad, los amigos del azabache incluso pudieron notar las ganas que el alto tenía de salir por esa puerta; cosa que realmente no los tranquilizaba. Cuando Hyunjin apartó la mirada y caminó hasta una de las gradas que había allí, para dejar la pulsera, Jisung, Felix y Seungmin pudieron notar como respiraban mejor, aunque Hyunjin no se veía muy feliz.– Está bien, chicos y chicas, tras esta pausa, vamos a continuar. –Dijo eso tras llamar la atención de los adolescentes con un aplauso, alejándose de aquella zona para volver a la que estaba anteriormente.

–Si veis que se me olvida la pulsera, recordadme que la coja. –Dijo Hwang nada más llegar al lado de sus amigos, con una voz que estaba lejos de ser amable. Suspiró tratando de relajarse cuando vio los rostros de preocupación que portaban sus amigos.– Por favor.

La clase continuó sin ningún otro inconveniente, incluso se pasó veloz debido a lo entretenida que esta era. Hyunjin en un principio parecía seguir enfurruñado y molesto, negándose a hacer bien algunos ejercicios solo para fastidiar a la profesora, pero cuando fue pasando el tiempo se le pudo notar más tranquilo y menos tenso.

La clase terminó un poco más tarde de lo habitual, por lo que tuvieron que darse prisa para llegar al examen rápidamente, aquel profesor no es como si entendiese de retrasos y la clase no quería sufrir la ira del hombre.

Las dos horas antes del recreo pasaron muy rápido, ahora todos compartían unos agradables minutos juntos antes de volver a entrar a sus respectivas clases.

Hyunjin estaba tranquilo, el examen no había sido tan difícil, aunque no todos pensaban como él.

–¿Qué os dio el ejercicio cinco? –Felix estaba que se subía por la paredes. El examen le había salido fatal, y las respuestas que le daban sus amigos no lo ayudaban en absoluto a tranquilizarse.

–A mí me dio un número periódico –Respondió Seungmin, ganándose la afirmación de Hyunjin. A él también le había dado eso.– ¿A ti? –Preguntó alzando la ceja al ver el rostro más pálido de lo habitual de Felix.

–La raíz cuadrada de un número negativo. –Respondió este, con la voz un poco más bajita de lo habitual, con total desconfianza de sus palabras.

–¿Pero eso no es que no tiene solución? –Preguntó Changbin frunciendo el ceño, bebiendo su cajita de zumo muy pendiente de la conversación de los menores.

–No sé... –El pecoso llevó las manos a su propio cabello, despeinándolo en un gesto nervioso.– No quiero pensar en eso... –Suspiró y apoyó la barbilla en sus manos, mirando atento como, desde hace un rato, había un chico dando vueltas en un mismo sitio. Se veía nervioso.– Oye, ¿No os parece como si él intentase acercarse aquí? –Preguntó, intentando desviar el rumbo de la conversación, señalando en un movimiento de cabeza a su dirección. Alguno de los chicos miraron hacia allí, mas Seungmin, Hyunjin y Minho no se dieron la vuelta para ver lo que sucedía por "el esfuerzo físico" que eso conlleva.

–Oh, pues sí... –Contestó Chan, haciéndole un gesto a aquel chico para que se acercase a ellos. Él hizo caso, aún se notaba dubitativo, parecía estar pensando muy seriamente si acercarse o no. Cuando llegó a la altura de la mesa, justo detrás del cuerpo de Minho, estiró su mano en dirección a Chan, portando en ella una pulsera. El chico intentó hablar, pero el peliverde fue más rápido en extender su mano hacia el accesorio, cortando lo que el castañito iba a decir.– Ey, Hyunjin, ¿Esta no es tu pulsera?

El azabache rápidamente llevó la mano a su muñeca, sintiendo su corazón acelerarse al notar como esta estaba desnuda. Su mirada se posó en las manos de Bang, encontrando ahí la cuerda de cuero negro que sentía ya parte de si mismo. De un movimiento veloz la arrancó de las manos de su mayor, sintiéndose intranquilo al pensar que podría haberla perdido.

–Dios, no me había dado cuenta –Se notaba angustiado, e incluso tenía un atisbo de enfado en su voz.– Esa chica... no debería haberme obligado a quitarme la pulsera. –Murmuró en un susurro casi inaudible, pero que gracias al silencio que se había formado, todos pudieron escuchar. Se puso la pulsera, con un poco de dificultad, y se giró hacia el chico que se había acercado a devolverla, dispuesto a darle las gracias.– Ah, muchas gracias, no sé lo que habría hecho si... –Se quedó unos segundos en silencio, con los ojos abiertos desmesuradamente, totalmente sorprendido. Sus pulsaciones pararon momentáneamente, para después comenzar a latir con intensidad, y pudo notar como el aire se escapó de sus pulmones. Simplemente no se lo podía creer.–... la hubiera perdido. –Mustió, terminando la frase en un suspiro, y apartó la mirada. Que injusto, ¿Por qué tenía que ser él?

Jeongin también se podía notar más nervioso que antes, miraba al pelinegro, jugando con sus dedos. ¿En serio era él? Claro, tenía que serlo... El lunar bajo su ojo lo delataba, y su reacción también. Además, la pulsera era suya, y él recordaba a la perfección cuando se la había regalado.

El castañito sentía como una sensación muy rara lo embargaba completamente, era algo que se sentía bien y no sabría describir, él estaba feliz. No podía apartar la mirada del más alto, por mucho que lo hubiera intentando; Jeongin quería que lo mirase. Quería hablar con él, aunque no veía al otro muy dispuesto a eso.

–Jeongin, ¿Quieres quedarte con nosotros? –Preguntó Chan, sin percatarse del todo del momento de tensión que se había creado.

–Eh... –Miró de reojo a Hyunjin. No le apetecía incomodarlo, y viendo como había sido su reacción al verlo podía suponer que ya lo había hecho.– No, no hace falta.

–¿Cómo que no? –Changbin ladeó la cabeza, mirando interesado al menor. Chan ayer no mintió, el niño era tierno.– Estás solo, ¿O me equivoco? No vayas a pasar el recreo sin nadie si nosotros te estamos invitando. No seas tímido. –Y le sonrió. Jeongin terminó aceptando, mirando en todas direcciones para ver dónde podía sentarse.– Hyunjin, mueve el culo de ahí y déjale sitio al niño.

¿En serio?

No le quedó de otra. Seungmin, Minho y Hyunjin se movieron un poco hacia la derecha, dejándole un huequito al más pequeño, que para sorpresa de todos, pudo entrar en ese reducido espacio.

–¿Donde estaba la pulsera? –Preguntó Allen, señalando con la cabeza a Hyunjin, que mantenía la cabeza gacha.

–En el polideportivo, en las gradas. –Se encogió un poco en su asiento al darse cuenta del aura de incomodidad que parecía desprender el pelinegro junto a él.– Se la iba a entregar a Chan porque al ser el presidente estudiantil supuse que sabría que hacer con ella. No sabía que el dueño de la pulsera estaba aquí... –Y no mentía, en verdad estaba bastante sorprendido.

–Me sorprende eso, sinceramente –El mayor miró confundido a Hwang, que insistía en mirar a la mesa y no parecía con la labor de dejar de hacerlo.– Hyunjin no suele quitarse la pulsera. Creo que nunca lo vi hacerlo. –Y de repente, todas las miradas cayeron en el mencionado, que se digno a levantar la vista y mirar desinteresadamente a Allen.

–Me obligaron. –Su voz era monótona, se estaba sintiendo muy orgulloso de poder controlar sus emociones teniendo tan cerca al niño que probablemente fue el culpable de todos los cambios que hubo en su vida cuando era pequeño.

–Ah, me acabo de acordar de algo. –Chan se dio un golpecito en la cabeza con su mano, sonriendo un poco al volver a dirigir su vista al, ahora, más pequeño del grupo.– Te los presento: Él es Minho, Allen, Jisung, Changbin, Felix, Seungmin, Hyunjin y yo soy Chan, pero eso ya lo sabes. –Los señalaba mientras decía sus nombres.– Y, como ya sabréis, él es Jeongin. –Chris quería darse golpecitos en el pecho mientras sonreía orgulloso al saber cambiar de tema como un pro, pero hacer eso tan de repente podía resultar raro.

–Oh, pues encantado de conoceros... – dijo con un tono de voz más bajo, y agudo, de lo habitual, seguido de una pequeña sonrisa tímida. Sentía mucha atención encima de él y eso lo estaba avergonzado.

–Aws, pero él en serio es muy tierno. –Felix se levantó de su sitio y estiró su cuerpo por sobre la mesa, para poner las manos en las mejillas de Jeongin, que lo miraba con la cara prácticamente roja. Hyunjin siguió los movimientos de su pecoso amigo, esperando una reacción mala por parte del castaño. Cuando vio que esta no llegó, le fue imposible no sorprenderse.

Miró detenidamente la expresión de Yang, estudiando sus reacciones al estar en contacto con otras personas. Nada. Él literalmente solo estaba reaccionando de forma tímida; no estaba intentando apartarse asqueado por el contacto, ni su sonrisa era falsa. Él se estaba echando hacia atrás, intentando que Felix soltase su cara, pero lo hacía porque lo estaba avergonzando, y a él nunca le ha gustado sonrojarse.

Hyunjin suspiró, sin poder apartar la mirada de él. Jeongin estaba ahí, a su lado, brillando de la misma forma que cuando era niño, con una sonrisa en su rostro que amenazaba por permanecer ahí por mucho tiempo. Él parecía un adolescente normal, parecía feliz. Y eso estaba bien, Hyunjin se sentía bien tan solo mirándolo.

El timbre sonó, y los nueve chicos se levantaron de la mesa, todos juntos.

Mientras los demás estaban enfrascados en una conversación un tanto absurda, Jeongin aprovechó lo distraído que parecía su amigo de la infancia, para agarrar la manga de su sudadera, jalando suavemente de ella para llamar la atención del azabache, provocando una acción poco esperada para el menor, que soltó su agarre y se alejó de él cuando Hyunjin apartó su brazo bruscamente, dirigiendo una mirada de pánico en dirección a Yang.

–No me toques ¿Vale? –Su mirada se suavizó al ver la mueca que se creó en los labios de Jeongin, él se notaba dolido.– Por favor. Solo no me gusta.

Nota mental: A Hyunjin le dejó de gustar el contacto. En verdad la reacción había puesto un poco triste al castañito, pero eso no iba detenerlo para intentar volver a hablar con el azabache. Volvió a dirigirse a él con una suave sonrisa en el rostro, tratando de olvidar lo que pasó hace segundos.

–Está bien. –Asintió, aceptando lo que el mayor dijo. No le quedaba de otra.– Tú sí sabes quién soy, ¿No? –Su cabeza se ladeó un poco mirando al mayor, que simplemente le dirigía una mirada de soslayo.

–Sí, claro. –Asintió. No se sentía preparado para hablar con él, ¿Por qué el menor insistía? Se supone que ellos no debían hablarse, no después de lo que pasó. ¿A caso su madre no le dijo nada aquella tarde? ¿O es que el menor no entendía? Estaba confundido.

–Eso está bien... –Sonrió, esta vez ampliamente. Por un momento pensó que Hyunjin no se acordaba de él. El pelinegro no pudo mirarle más consternado, no entendía como podía sonreír tanto.– Has crecido mucho ¿Sabes? También tu cara cambio un montón.

–Sí, supongo que sí. –Lo miró, también estudiándolo. De hecho, Jeongin no había cambiado mucho físicamente, y, por lo que podía ver, su personalidad seguía siendo la misma. Eso se sentía extrañamente bien, su esencia era demasiado familiar, y el pelinegro poco a poco comenzaba a sentirse agusto; cosa que conseguía perturbarlo. Pareciera como si no hubiera aprendido nada en todos estos años.– Tú no tanto, tu cara sigue igual. –Mal, Hyunjin, no hables con él. Mal, mal, mal.

–Me lo ha dicho más gente –Comentó el menor, con una mueca de disconformidad en el rostro. Ah, no le gustaba parecer un niño.– Bueno, Hyunjin, ¡Me alegra mucho haberte visto! Pero ya me tengo que ir a clase, nos vemos luego. –Se despidió de él, para después hacerlo rápidamente de sus demás hyungs.

Jeongin se fue feliz, pero algo decepcionado. Quizá estaba intuyendo las cosas demasiado rápido, pero tenía el presentimiento de que no quedaba nada del niño pelinegro que conoció hace unos años. Aunque eso no significaba que nada malo sucediera ¿No? Era parte de crecer, o eso quería pensar.

Eso sí, él no era tonto, y su ingenuidad no llegaba a tanto, por lo que no pasó desapercibida la oscuridad que guardaban los ojos de Hyunjin cuando se perdía en sus pensamientos. Aquello lo dejó un poco preocupado.

En cuanto Jeongin se fue de su campo de visión, el más alto de su grupo pudo ver cómo siete adolescentes, a los cuales consideraba sus amigos, se le echaban encima, todos con miradas inquisidoras.

–¿Lo conocías? –Preguntó Seungmin algo extrañado. Ellos se llevaban conociendo desde antes de entrar al instituto y nunca había visto a Hyunjin hablar con Jeongin, ni si quiera había visto a este último alguna vez.

–Sí... Bueno, es un amigo de la infancia. –Se encogió de hombros, quitándole importancia.

–¿Por qué no nos dijiste nada? Ya sabes, podías haberlo dicho cuando te estábamos presentando. –Jisung empujó suavemente a Chan, para poder entrar mejor en aquel círculo y ver bien las reacciones de Hyunjin. Podía jurar que era la primera vez que lo notaba tan atacado.

–Porque no lo creí oportuno. Tampoco es nada importante, no éramos tan cercanos ¿Sí? Era mi vecino, y pasábamos juntos las tardes, pero de ahí ya no hay nada. Él se mudó y no supe nada más, hasta ahora. –Estaba mintiendo, y todos lo sabían. Hoy se podía decir que habían aprendido que Hyunjin no es bueno ocultando cosas. Su voz tiembla, su mirada no para de mirar a cualquier cosa menos a ellos, y sus manos no están quietas.

–Uhm... Ya. –Chan notó la incomodidad en Hyunjin, era difícil no hacerlo, por lo que entrando totalmente en el círculo, se puso frente al pelinegro y comenzó a alejar a los demás.– Deberíais ir ya a clase, vais a llegar tarde, y yo también. –Miró por encima de su hombro a Hyunjin, que estaba detrás de él.- Planeamos mejor todo lo de este fin de semana por mensajes ¿Vale? –Sonrió suavemente al pelinegro, tratando de calmarlo.– Bueno, pues ahora, todos a clase.

El primero en dirigirse a su aula fue Hyunjin, que se estaba acalorando al sentirse acorralado. Sus amigos lo miraron curiosos, todos tenían claro que Jeongin era más que un simple vecino que tuvo Hyunjin cuando era pequeño, aunque no se imaginaban quien podría ser, y lo que pasaba por sus mentes no se acercaba ni un poco a la realidad.

En estos momentos de la vida es cuando se percataban de lo poco que conocían al pelinegro, y la información tan mínima que sabían de su infancia.

N/a Está bien largo el capítulo xdxd

Bueno, espero que os haya gustado, al menos :D

Ah, sí, ¡Bienvenid@s l@s nuev@s lector@s! He visto que hay mas :')

Gracias por leer ❣️

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