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—Renfield, es un gusto. Mi nombre es Gabriel, soy el comandante de los Filo de ébano— Dijo señalando su armadura oscura, que al igual que en sus guerreros, los diferenciaba de los Forjaluz que portaban armaduras doradas.
Su seria y fuerte mirada cambió de pronto a una muy distinta que no era tan intimidante. Algo que lo alivió bastante.
Gracias por la ayuda en el combate, fueron muy valientes, tú y tu amiga, o mujer.
—Es mi amiga— Corrigió rápidamente— Su nombre es Khara.
—Ambos fueron valientes para ayudarnos sin usar protección— Sonrió pensativo— Y tenías razón, lo mejor es movernos pronto— Concluyó alejándose con una amable sonrisa de lado.
Dale mis agradecimientos a tu amiga— Exclamó a lo lejos mientras se perdía entre los demás guerreros.
Por un instante se sintió realmente asustado, pensaba que le iban a recriminar haberse involucrado por la mirada fuerte de aquel sujeto de ojos rojos, pero luego sintió una gran amabilidad de parte de él, y se dio cuenta que era una buena persona.
—Ayudemos a Astrid, Renfield— Dijo Tyrion que seguía caminando con él.
—S—sí... Comandante— Respondió nervioso.
—No hace falta que me digas así, no eres uno de mis guerreros, deja la formalidad.
Mi nombre es Tyrion, soy buen amigo de Astrid— Afirmó.
—Que honor, señor... P—puede llamarme Ren, si lo prefiere— Dijo intentando darle la mano, pero al notar que aún tenía la espada en su mano derecha, la cambió primero y luego la extendió.
Tyrion lo observó unos segundos, el muchacho parecía estar algo cansado de tener que portar el arma.
—Tal vez le sería útil una armadura, así la llevaría en la espalda— Pensó, y acto seguido correspondió a su saludo.
Como era de esperar, no todos estuvieron completamente de acuerdo, y poco antes de emprender su camino hacia donde estaba Astrid, Ren había notado que a lo lejos dos guerreros no dejaban de verlo bastante serios mientras susurraban.
Su presencia no era muy grata para algunos, y mucho peor después de haberse metido en pleno concilio; algo que todos consideraban una muy grave falta de respeto. Sin embargo, él no lo tomó con gran importancia, pues su prioridad ahora era proteger a Astrid y Khara.
Al verlo llegando, Khara se levantó rápidamente para alcanzarlo, y por su expresión parecía estar todavía más preocupada de lo usual.
—¿Qué pasó?— Exclamó Khara acercándose a paso veloz.
—H—hola comandante...— Dijo hacia Tyrion haciendo una corta reverencia al ver que frenó el paso junto a Ren.
—Khara, él es el comandante Tyrion, lo vimos hace rato.
—Un placer, Khara— Afirmó dándole la mano como hizo con Ren.
—Es un honor... comandante... ángel...— Musitaba sin saber qué decir.
—¿Está todo bien?— Preguntó Ren buscando a Astrid con la mirada con la esperanza de que ya hubiera despertado.
—S—sí...— Susurró algo decaída al darse cuenta que ella le preocupaba tanto.
¿Por qué te ven tan raro esos dos ángeles?— Preguntó cambiando rápidamente de tema— ¿Ren, qué hiciste?— Compeltó cada vez más preocupada.
—Yo no hice nada— Respondió confundido.
—Están perturbados por todo, necesitan descanso y comida, es lo que todo guerrero busca luego de una batalla— Respondió Tyrion siguiendo el paso hasta llegar con Krístal, que se encontraba junto a Astrid.
¿Cómo está?— Preguntó preocupado.
Khara y Ren se acercaron a sentarse junto a ella, y aunque tenía mejor semblante, y ya no sangraba más, seguía inconsciente.
—Mejora rápido— Respondió claramente agotada— Pero aún no despierta.
Esta chica...— Soltó con pesar— Suele matarse entrenando y probablemente ya estaba muy débil— Afirmó soltando una sonrisa de lado al recordar tantas veces que entrenaron juntas.
Si supieran las veces que la encontré en medio del campo de entrenamiento con el cuerpo herido y temblando de tanto entrenar— Contaba negando con la cabeza y una sonrisa con nostalgia.
¿Cómo les fue en el concilio?— Preguntó de manera pausada con un tono de burla, sabía que a Tyrion no le gustaban esas cosas.
—Invitaré a Ren más seguido— Afirmó tranquilo— Avanzaremos a buscar un lugar que nos sirva de refugio para la noche.
—¡Ya era hora!— Exclamó con burla.
—Puedo llevarla yo si prefieres. También debes estar agotado— Dijo Tyrion a punto de acercarse a sujetar a Astrid en brazos, aunque por la velocidad tan lenta con la que lo hizo, parecía que quería probar una reacción y Krístal lo notó de inmediato.
—N—no, me gustaría hacerlo...— Repuso Ren— Es lo menos que puedo hacer para ayudar— Respondió acercándose a ella para levantarla en brazos con mucho cuidado.
Krístal observaba con intriga todo detalle en la expresión de Tyrion, sabía que quería comprobar algo y al parecer era eso, pues lo vio esbozar una casi imperceptible sonrisa ante la respuesta de Ren.
Las legiones estaban casi recuperadas, ya podían moverse con total normalidad, y pronto estuvieron listos para emprender su camino ayudando a quienes estuvieran aún muy heridos o agotados para que puedan caminar.
—Disculpe, comandante Krístal...— Musitó Khara con voz delicada intentando llamar su atención.
—No soy comandante, o bueno, algo así, soy...— Respondió quedándose pensativa por un momento— Puedes llamarme Krístal con total confianza, Khara— Afirmó.
Khara asintió ante su amabilidad con una sonrisa y después habló.
—¿Ellos son los Lucero del Alba? ¿El grupo de sanadores expertos que usted dirige?— Preguntó señalando a los guerreros que casi no portaban placas en el cuerpo, sino que solo en algunas partes, y que usaban prendas más cómodas, ligeras, blancas y largas.
—Así es— Afirmó.
—¿Ellos no van a descansar? No los... No los he visto descansar casi en ningún momento, ni tampoco a usted...— Expresó con preocupación.
—Nos hemos recuperado mucho— Respondió— La luz nos nutre y restaura a la vez que vamos haciendo nuestro deber, nosotros entrenamos para poder permanecer mucho tiempo en combate, ya que si usáramos solo nuestra energía, terminaríamos agotados en un instante.
—¿O sea que se recuperaron mientras sanaban?
—Exacto. A medida que los Lucero del alba sanaban a nuestros guerreros, también se sanaban a sí mismos y recuperaban su energía. Es un entrenamiento bastante útil para ellos, ya que esta es una nueva generación de sanadores. A los más veteranos los asigné a legiones para que cumplieran su deber como apoyo.
La mirada de Khara lo decía todo, estaba maravillada por la increíble capacidad de los sanadores, los Lucero del alba, y no era para menos, sus habilidades parecían no acabar.
Sin más que esperar, las legiones se empezaron a mover formando cinco columnas y manteniendo a los sanadores en medio, como indicó Tyrion.
Aquellos que tenían más fuerzas se dividieron en grupos para cuidar el frente, los flancos y la retaguardia desde lo alto de los árboles, mientras que Gabriel y Tyrion dirigían dos grupos de búsqueda encabezado por cada uno, quienes se adelantaron para avisar de posibles amenazas o un posible refugio donde pasar la noche.
Caminaron por más de media hora rodeando la zona de la avanzada Fuerteluz, sin acercarse lo suficiente como para que fueran vistos en caso de que hubiera demonios cerca, pero por desgracia tampoco encontraron patrullas de ángeles, lo cual les indicaba que no había pasado nada bueno en ese lugar.
Finalmente, casi como una gran coincidencia, llegaron hasta un lugar al pie de una montaña, en donde Gabriel encontró una pequeña entrada a una caverna subterránea muy bien escondida, la cual no parecía ser una formación natural, pero que por su aspecto tenía mucho sin haber sido ocupada.
La entrada a la caverna estaba cubierta con musgo y era casi imperceptible a simple vista pues se confundía con su entorno, pero Gabriel la encontró y avisó sin demora al escuadrón de Tyrion.
La entrada era pequeña y estrecha, además de ser un camino largo antes de llegar a la caverna que era bastante espaciosa y que se extendía como ramificaciones.
—Tal vez alguno de los caminos habría conducido a otro lugar, pero parece que sufrió algún derrumbe y está sellado— Dijo Gabriel cuando exploraba la cueva con Tyrion.
—Eso no importa ahora, tenemos el espacio necesario aquí— Respondió al ver que ya no había ningún contacto de aquella caverna con ningún otro lado, en caso de que antes lo hubiera.
—Sí que es amplio el lugar— Afirmó Krístal cuando llegaron junto a las legiones— Parece que alguien hubiera vivido aquí antes.
—Lo dudo— Aclaró Gabriel— Por las formaciones naturales de rocas y picos en punta, en el techo y suelo, me parece que lleva muchos años abandonada.
—Tú vas a...— Preguntó ella a Tyrion señalando hacia el exterior de la caverna.
—Sí, debo encargarme de organizar bien las patrullas.
Los guerreros de ambos escuadrones de búsqueda ya se habían dispersado en los exteriores desde que hallaron la cueva, ambos comandantes les habían encargado la vigilancia, pero ellos no podían estar todo el tiempo ahí y una formación simple no bastaba para poder estar seguros, por lo que debían organizar los escuadrones para esa función.
—Yo me encargo de aquí— Dijo Krístal, que iba a tomar el control de la organización en la caverna— Seguro podremos encender unas cuantas lumbres si nos consigues troncos, aquí está muy bien escondido y no llega la luz al exterior— Decía alejándose camino a donde estaba Astrid junto a Khara y Ren.
—¡Espera! ¿Por favor, me...?
—No, comandante, hazte cargo— Respondió sin dejar de caminar.
Tyrion no era muy bueno para tomar la responsabilidad de la organización. A pesar de que era un comandante experto estratega, él prefería ser quien apoye con su experiencia y opinión a Astrid, pero al ser el de mayor experiencia y rango entre todos, no tuvo más opción que tomar las riendas.
Las legiones se dividieron en dos grupos principales, uno de ellos haría el patrullaje por la zona y se dividiría en tres subgrupos conformados por cuatro guerreros y un sanador, mientras que el otro grupo, conformado por doce guerreros, se encargaría de vigilar la entrada a la caverna desde los árboles, y cada grupo sería relevado por uno nuevo cada dos horas, así todos podrían tener la oportunidad de descansar.