Abre el telón, hay oscuridad; baja y sube el telón; hay oscuridad; baja y sube el telón; hay luz. ¿Cómo se llama la obra?. Mi salvación.
Patty.R
—Ay.—Se quejó la mujer.—Me duele mi cuerpecito.
—E-eres Luz.—Dije tras la sorpresa.
—Nooo, soy tu mamá…maldito.—Dijo con todo el sarcasmo que su pequeño cuerpo podía recolectar.
—No, te digo que eres Luz.—Aún no podía creerlo.
—Sí, Oscar soy Luz.—Dijo la pequeña levantándose con dificultad.
—¡NO; MALDITA SEA QUE ERES LUZ!.—Di un paso hacia adelante.
—¡MIERDA, SI! ¡SOY LUZ, PORQUE CUANDO MI MAMÁ ESTABA EN EL PARTO SE FUE LA LUZ, Y MI PAPÁ DIJO QUE AL NACER ILUMINE EL LUGAR PORQUE BRILLABA Y BLAH, BLAH Y ME COLOCARON ESE NOMBRE.—Grito frustrada, terminándose le levantar.
—¡MALDICIÓN SÉ QUE TE LLAMAS LUZ!.—Le aclare.—PERO ES QUE ERES LUZ.—Me calme un poco, respire de nuevo mientras daba vueltas sobre mi eje, intentando calmarme. — Mi lugar feliz...uno, dos —Musite para mi mismo mientras respiraba pausadamente. Volvi a mi posición inicial —Sé que te llamas Luz, pero es que... —Cerré los ojos con fuerza ordenando las palabras que soltaría a continuación. —Eres Luz…ósea brillas.—Mire a todos lados, buscando algún tipo de respuesta.
—Edward de Crepúsculo me dicen ¿Maldita sea, te fumaste lo mismo que mi papá el día en que nací, Oscar?.—Me miro extrañada.
—¡TE PUEDO VER!.—Y su cara fue de “sí, cabrón te drogaste”
—¿No juegues?, ¿en serio?.—Lo dijo en tono “no te creo una mierda”
—Hablo en serio.—La mire con la expresión más seria que pude conseguir después del estallido de emociones que estaba pasando en ese momento.
—No me digas.—El sarcasmo volvía a aparecer.
Me acerque mientras la miraba directo a los ojos, vi como dio un paso hacia atrás, confundida. Pego un brinco cuando acune su rostro en mis manos.—Puedo verte.—Vi como sus ojos negros destellaban algo similar al desconcierto.
—Pruébalo.—Me reto, sonreí tras aquello, me aleje uno, dos, tres pasos y boom.
—¡Ves que no ves una mierda!.—Se abalanzo a recogerme, porque si…Me había tropezado con la silla en la que estaba sentado minutos antes.
—No la vi.—Me queje en el suelo. Ella me miro con sus ojos muy abiertos de “¿no me digas?”
—Déjate de juegos, te vas a matar.—Paro y me miro furiosa.—O me mataras a mí.
Una vez me levante, ella comenzó a recoger todo o eso creí, porque mis ojos únicamente eran capaces de visualizarla a ella, como si de una brujería se tratara. Todo era oscuridad, menos ella…
—Estas vestida de negro.—Aclare.
—Es un color común.—Se encogió de brazos quitándole importancia.
—Tienes el cabello negro.—Proseguí.
—¿Sabes el porcentaje de la población mundial que tiene el cabello negro?.—Me miro entrecerrando sus ojos, mientras seguía agachada. Había dejado de recoger para verme como estudiando la posibilidad de llamar o no al hospital psiquiátrico.
—Tus ojos son negros.—Entrelace mis manos en la espalda mientras me mecía en mis pies, como todo un niño que ha aprendido a hacer algo nuevo y está orgulloso de sí.
—No existe el color negro en los ojos.—Me miro deductivamente.
—Pero, tú los tienes negros, tan negros como el carbón.
—El petróleo es más caro.—Se levantó con cuidado, como si cualquier movimiento en falso que diera fuese a definir lo siguiente que diría.
—Ahora que lo veo.—¿Por qué no traes el uniforme?— Ahora si su cara era un poema.—Pareces un cuervo, toda vestida de negro.—La señale.—¿Vienes de un funeral?.—Trate de bromear.
—Mi tía murió ayer y no pude ir porque debía cuidarte, así que por lo menos pensé que debía vestir la ropa adecuada.—Explico, y la sangre me bajo hasta los pies, mi pequeña broma se esfumo.
—Lo si-siento yo no…
Y una risa exploto en el lugar, y entendí que la muy "cuervo" se estaba burlando de mi.—Te la has creído.—Me señalo entre risas, mientras sostenía su estómago.—Debiste haber visto tu cara. Parecías que te fueses a desmayar.
—Muy graciosa.—Me queje cruzándome de brazos.—¿Ahora me crees?
—No.—Respondió simple cuando termino de reir y suspire cansado, esa mujer era difícil.
—Pues, te digo la verdad.—Volví a mirarla, esta vez más confiado.
—¿Qué estoy haciendo con mis manos?.—Unió sus dedos pulgares y dejo a los demás fuera y comenzó a moverlos. Lo mire extrañando, como procesando lo que hacía.
—¿Un pájaro? ¿una mariposa?.—Entrecerré los ojos, como viendo más detalladamente sus manos las cuales dejaron de moverse.
—¿Ahora?.—Dejo quieta sus manos y saco la lengua.
—¿Por qué me sacas la lengua?.—La mire con una sonrisa lobuna.—Si eso es una invitación a algo más íntimo, no voy a negarme.—Su piel tan pálida como el papel, se tiño de rojo, y tuve que reír por aquello.
—¿Cómo lo haces?.—Pregunto acercándose a mí.
—¿Qué? ¿Seducir a enfermeras con complejos de cuervo?.—Me encogí de hombros.—No lo sé.— Supongo que es todo esto.—Me señale de arriba a bajo.
Me golpeo suavemente en brazo.—¿En serio puedes verme?.—Pregunto más confiada en mi revelación.
—HD.—Bromeé, pero ella no rio, parecía que aún no podía entender que era lo que estaba pasando y la verdad es que yo tampoco lo entendía. Solo estaba pasando; eso era lo único que sabía.
—¿Y eso lo ves?.—Señalo a un lado, pero únicamente veía negro.
Negué con la cabeza.—No, únicamente puedo verte a ti, todo lo demás es negro para mí, casi tan negro como tu ropa.—Me miro de mala gana.
—Admite que te gusta mi ropa.—Se cruzó de brazos.
—Pienso que el negro es elegante.—Asentí. Me miro entrecerrando los ojos.
—¿Pero cómo puede estar pasando esto?.—Golpeo sus muslos con las manos abiertas para empezar a caminar de un lado a otro.
Por otro lado estaba yo palpando todo a mi alrededor para encontrar la silla con la que me había tropezado para sentarme en ella, porque definitivamente uno pensaba mejor sentado.
—No puedo creer esto.—Volvió a mirarme confundida.
—Y yo tampoco.
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Pam, pam, pam
¿Cómo es posible que Oscar pueda ver a Luz?
¿Cómo es posible que la autora de esto tenga tantas ideas locas?
¿Ya comieron?
Gracias por leer
Los sandiamo
Recuerden votar si les gusto la historia con su ★ y comentar, ¿qué tal va hasta ahora? Porque señores las sorpresas no terminan.