Annie y la Cรกmara de los Secr...

By -luxtomlinson

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Annie despuรฉs de haber pasado un aรฑo en Hogwarts, su segundo hogar, junto a sus mejores amigos, se prepara pa... More

C A S T
1. Vacations
2. At the Burrow
3. Kisses
4. Nockturn Alley
5. Lockhart
6. Slytherin New Friends
7. Mudblood
8. Enemies of the Heir
9. Chamber of Secrets
10. Moaning Myrtle
11. Crazy Bludger
12. Petrified Colin
13. Dueling Club
14. Christmas
15. Polyjuice Potion
16. St. Valentine's Day
17. Mysterious Dairy
18. Beautiful Words
19. Petrified Hermione
20. Birthday
22. Basilisk
23. Ginny in the Chamber
24. Inside Chamber of Secrets
25. Dumbledore Knows
26. End Second Year

21. Aragog

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By -luxtomlinson

  

ARAGOG

──── ❁ ────

Penetraron en el bosque, con Fang correteando a su lado.

A la luz de las varitas de Annie y Harry, siguieron a las arañas. Más adelante, cuando el bosque se volvió tan espeso que ya no se veían las estrellas del cielo y la única luz provenía de las varitas de Harry y Annie, vieron que las arañas se salían del camino.

Harry notó en la mano el contacto de algo húmedo, dio un salto hacia atrás y pisó a Ron en el pie, pero sólo había sido el hocico de Fang.

—¿Qué te parece? —preguntó Harry a Ron, de quien sólo veía los ojos, que reflejaban la luz de la varita mágica.

—Ya que hemos llegado hasta aquí... —dijo Ron.

Caminaron durante una media hora por lo menos. Las túnicas se les enganchaban en las ramas bajas y en las zarzas. Al cabo de un rato notaron que el terreno descendía, aunque el bosque seguía igual de espeso.

De repente, Fang dejó escapar un ladrido potente, resonante, dándoles un susto tremendo.

—¡Fang! —regañó Annie, recuperándose.

—¿Qué pasa? —preguntó Ron en voz alta, mirando en la oscuridad y agarrándose con fuerza al hombro de Harry.

—Algo se mueve por ahí —musitó Harry—. Escuchen... Parece de gran tamaño. Annie, ven..

La castaña se acercó a Harry, tomándolo del brazo.

Escucharon. A cierta distancia, a su derecha, aquella cosa de gran tamaño se abría camino entre los árboles quebrando las ramas a su paso. Annie trataba de calmarse.

—¡Ah no! —exclamó Ron—, ¡ah no, no, no...!

—Calla —dijo Harry, desesperado—. Te oirá.

—¿Oírme? —dijo Ron en un tono elevado y poco natural—. Yo sí lo he oído. ¡Fang!

La oscuridad parecía presionarles los ojos mientras aguardaban aterrorizados. Oyeron un extraño ruido sordo, y luego, silencio.

—¿Qué creen que está haciendo? —preguntó Harry.

—Seguramente, se está preparando para saltar —contestó Annie, con voz temblorosa.

Aguardaron, temblando, sin atreverse apenas a moverse.

—¿Creen que se ha ido? —susurró Harry.

—No sé...

Entonces vieron a su derecha un resplandor que brilló tanto en la oscuridad que los dos tuvieron que protegerse los ojos con las manos. Fang soltó un aullido y echó a correr, pero se enredó en unos espinos y volvió a aullar aún más fuerte.

—¡Chicos! —gritó Ron, tan aliviado que la voz apenas le salía— ¡nuestro coche!

—¿Qué? —exclamó Annie.

—¡Vamos! —la castaña los siguió a ambos en dirección a la luz.

El coche del padre de Ron estaba abandonado en medio de un círculo de gruesos árboles y bajo un espeso tejido de ramas, con los faros encendidos.

Ron caminó hacia él, boquiabierto, y el coche se le acercó despacio, como si fuera un perro que saludase a su amo. Un perro de color turquesa.

—¡Ha estado aquí todo el tiempo! —dijo Ron emocionado, contemplando el coche—. Mírenlo: el bosque lo ha vuelto salvaje...

Los guardabarros del coche estaban arañados y embadurnados de barro. Daba la impresión de que el coche había conseguido llegar hasta allí él solo. A Fang no parecía hacerle ninguna gracia, y se mantenía pegado a Harry, temblando.

Mientras su respiración se acompasaba, guardó la varita bajo la túnica. Annie la mantuvo fuera por si acaso.

—Hemos perdido el rastro —dijo Harry—. Tendremos que buscarlo de nuevo.

Ron no habló ni se movió. Tenía los ojos clavados en un punto que se hallaba a unos tres metros del suelo, justo detrás de Harry. Estaba pálido de terror.

Annie y Harry no tuvieron tiempo de volverse.

Se oyó un fuerte chasquido, y de repente sintió que algo largo y peludo la agarraba por la cintura y la levantaba en el aire, de cara al suelo. Mientras forcejeaba, aterrorizada, oyó más chasquidos, y vio que las piernas de Ron se despegaban del suelo, y oyó a Fang aullar y gimotear... y sintió que la arrastraban por entre los negros árboles.

Annie, como pudo, vio que lo que la sujetaba, caminaba sobre seis patas largas y peludas. Tras ella podía escuchar a otros dos animales similares, que traían a Harry y Ron.

Nunca supo cuánto tiempo pasó en las garras del animal, sólo que de repente hubo la suficiente claridad para ver que el suelo, antes cubierto de hojas, estaba infestado de arañas. Annie se aterrorizó.

Arañas. No arañas diminutas como aquellas a las que habían seguido por el camino de hojarasca, sino arañas del tamaño de caballos, con ocho ojos y ocho patas negras, peludas y gigantescas.

La araña soltó a Annie, haciendo que cayera a cuatro patas, raspándose las manos. A su lado, cayeron Harry, Ron y Fang.

—Annie —habló Harry ayudándola.

—Estoy bien —lo tranquilizó.

De pronto Annie se dio cuenta de que la araña que la había dejado caer estaba hablando. No era fácil darse cuenta de ello, porque chascaba sus pinzas a cada palabra que decía.

—¡Aragog! —llamaba—, ¡Aragog!

Del medio de la gran tela de araña salió, muy despacio, una araña del tamaño de un elefante pequeño. El negro de su cuerpo y sus piernas estaba manchado de gris, y los ocho ojos que tenía en su cabeza horrenda y llena de pinzas eran de un blanco lechoso. Era ciega.

Annie dió un paso atrás.

—¿Qué hay? —dijo, chascando muy deprisa sus pinzas.

—Hombres y una mujer —dijo la araña que había llevado a Harry.

—¿Es Hagrid? —Aragog se acercó, moviendo vagamente sus múltiples ojos lechosos.

—Desconocidos —respondió la araña que había llevado a Ron.

—Mátenlos —ordenó Aragog con fastidio—. Estaba durmiendo...

—Somos amigos de Hagrid —gritó Harry. Annie sentía como si el corazón se le hubiera escapado del pecho y estuviera retumbando en su garganta.

Aragog se detuvo.

—Hagrid nunca ha enviado hombres a nuestra hondonada —dijo despacio.

—Hagrid está metido en un grave problema —dijo Annie, respirando muy deprisa—. Por eso hemos venido nosotros.

—¿En un grave problema? —dijo la vieja araña, en un tono que a Annie se le antojó de preocupación—. Pero ¿por qué los ha enviado?

—En el colegio piensan que Hagrid se ha metido en... en... algo con los estudiantes. Se lo han llevado a Azkaban. —dijo Harry.

Aragog chascó sus pinzas enojado, y el resto de las arañas de la hondonada hizo lo mismo. Era atemorizante.

—Pero aquello fue hace años —dijo Aragog con fastidio—. Hace un montón de años. Lo recuerdo bien. Por eso lo echaron del colegio. Creyeron que yo era el monstruo que vivía en lo que ellos llaman la Cámara de los Secretos. Creyeron que Hagrid había abierto la cámara y me había liberado.

—Y tú... ¿tú no saliste de la Cámara de los Secretos? —dijo Harry

—¡Yo! —dijo Aragog, chascando de enfado—. Yo no nací en el castillo. Vine de una tierra lejana. Un viajero me regaló a Hagrid cuando yo estaba en el huevo. Hagrid sólo era un niño, pero me cuidó, me escondió en un armario del castillo, me alimentó con sobras de la mesa. Hagrid es un gran amigo mío, y un gran hombre. Cuando me descubrieron y me culparon de la muerte de una muchacha, él me protegió. Desde entonces, he vivido siempre en el bosque, donde Hagrid aún viene a verme. Hasta me encontró una esposa, Mosag, y ya ven cómo ha crecido mi familia, gracias a la bondad de Hagrid...

Annie trató de reunir todo el valor que podía.

—¿Así que tú nunca... nunca atacaste a nadie?

—Nunca —dijo la vieja araña con voz ronca—. Mi instinto me habría empujado a ello, pero, por consideración a Hagrid, nunca hice daño a un ser humano. El cuerpo de la muchacha asesinada fue descubierto en los aseos. Yo nunca vi nada del castillo salvo el armario en que crecí. A nuestra especie le gusta la oscuridad y el silencio.

—Pero entonces... ¿sabes qué es lo que mató a la chica? —preguntó Harry—. Porque, sea lo que sea, ha vuelto a atacar a la gente...

Los chasquidos y el ruido de muchas patas que se movían de enojo ahogaron sus palabras. Al mismo tiempo, grandes figuras negras parecían crecer a su alrededor.

—Lo que habita en el castillo —dijo Aragog— es una antigua criatura a la que las arañas tememos más que a ninguna otra cosa. Recuerdo bien que le rogué a Hagrid que me dejara marchar cuando me di cuenta de que la bestia rondaba por el castillo.

—¿Qué es? —dijo Harry enseguida.

Las pinzas chascaron más fuerte. Parecía que las arañas se acercaban.

—¡No hablamos de eso! —dijo con furia Aragog—. ¡No lo nombramos! Ni siquiera a Hagrid le dije nunca el nombre de esa horrible criatura, aunque me preguntó varias veces

Annie veía a las arañas avanzar más rápido hacia ellos.

—Muchas gracias, señor —habló Annie con toda la amabilidad que pudo— pero debemos irnos..

—¿Irse? —dijo Aragog despacio—. Creo que no...

—Pero, pero...

—Mis hijos e hijas no hacen daño a Hagrid, ésa es mi orden. Pero no puedo negarles un poco de carne fresca cuando se nos pone delante voluntariamente. Adiós amigos de Hagrid..

Annie se horrorizó. Frente a ellos había un muro de arañas. La chica se aferró a Harry.

En aquel instante se oyó un ruido fuerte, y un destello de luz iluminó la hondonada.

El coche del padre de Ron rugía bajando la hondonada, con los faros encendidos, tocando la bocina, apartando a las arañas al chocar con ellas. Algunas caían del revés y se quedaban agitando sus largas patas en el aire. El coche se detuvo con un chirrido delante de Harry, Ron y Annie, y abrió las puertas.

—¡Toma a Fang, Ron! —gritó Harry protegiendo a Annie con sus brazos, entrando por la puerta delantera.

Ron tomó al perro, que no paraba de aullar, por la barriga y lo metió en los asientos de atrás. Las puertas se cerraron de un portazo. Ni Ron puso el pie en el acelerador ni falta que hizo. El motor dio un rugido, y el coche salió atropellando arañas. Subieron la cuesta a toda velocidad, salieron de la hondonada y enseguida se internaron en el bosque chocando contra todo lo que se les ponía por delante, con las ramas golpeando las ventanillas, mientras el coche se abría camino hábilmente a través de los espacios más amplios, siguiendo un camino que obviamente conocía.

—¿Están bien? —preguntó Harry. Annie recuperándose del susto, asintió. Ron miraba fijamente hacia delante, incapaz de hablar.

El coche frenó tan bruscamente que casi salen por el parabrisas. Habían llegado al final del bosque. Fang se abalanzó contra la ventanilla en su impaciencia por salir, y cuando Harry le abrió la puerta, corrió por entre los árboles, con la cola entre las piernas, hasta la cabaña de Hagrid.

Harry ayudó a Annie a salir, Ron siguiéndolos después.

Harry dio al coche una palmada de agradecimiento, y éste volvió a internarse en el bosque y desapareció de la vista.

El pelinegro entró a la cabaña de Hagrid, para recoger la capa invisible. Cuando salió, observó a Ron vomitando a un lado de las calabazas, con Annie sobando su espalda.

—Sigan a las arañas —dijo Ron sin fuerzas, limpiándose la boca con la manga—. Nunca perdonaré a Hagrid. Estamos vivos de milagro.

—Apuesto a que no pensaba que Aragog pudiera hacer daño a sus amigos —dijo Harry.

—Las mascotas de Hagrid aveces me dan miedo.. —comentó Annie.

—¿Qué pretendía enviándonos allá? Me gustaría saber qué es lo que hemos averiguado. —preguntó Ron.

—Que Hagrid no abrió nunca la Cámara de los Secretos —contestó Harry,— es inocente.

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la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerรกn en sus mundos aunque tambiรฉn agregare otras cosa...
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Estรก historia serรก con Regulus abra muchas cosas con el conformรฉ de la historia espero les guste abra muchas cosas increรญbles.
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