3. Kisses

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 BESOS

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Los rayos del sol comenzaban a entrar por la ventana del cuarto de Ron en la madriguera, pero aún así el pelirrojo no despertó.

Por otro lado, Annie se removió ante la luz y abrió un poco los ojos, algo desorientada al no ver su habitación al despertar. Rápidamente recordó que estaba en la casa de Ron, lo último que recordaba era estar viendo a Harry y Ron jugar.

Se volteó y se encontró con Harry a su lado. El azabache dormía pacíficamente, con los labios un poco entreabiertos. Se fijó en sus pestañas, negras y algo rizadas. Observó su cicatriz, marca permanente de una historia terrible.

La chica sacó la mano de debajo de las cobijas, y acarició la cicatriz, trazándola. Lo hizo varias veces, para tratar de despertar al chico.

El azabache suspiró entre sueños, esa leve caricia lo relajaba y le encantaba esa sensación.

Se dejó llevar un rato más, hasta que la caricia paró y bufó. Escuchó una pequeña risa que reconcería en cualquier parte, abrió los ojos y se encontró con una borrosa Annie frente a él.

La chica se estiró y alcanzó las gafas, colocándoselas a su mejor amigo. Cuando Harry parpadeó para ajustar su visión, se encontró a una Annie muy cerca de él, que lo hizo sonreír.

—Buenos días —murmuró observándola fijamente.

—Buenos días, James —le devolvió con una pequeña sonrisa.— ¿Porqué estoy en tu cama?

—Ah.. p-pues —susurró nervioso el chico, ráscandose la nuca— es que te quedaste dormida, y no quería despertarte, por lo que le pedí a la señora Weasley que te quedaras conmigo, espero que no te moleste —exclamó rápido.

—No me molesta, bobo —sonrió— era simple curiosidad —se encogió de hombros.

Harry suspiró aliviado.

—Iré a cambiarme, ¿quieres bajar a desayunar? —el chico asintió— Bien, te espero fuera.

La chica se levantó de la cama, tallándose sus ojos, y salió de la habitación. Harry suspiró. Esa chica lo iba a volver loco.
 

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Annie entró a la habitación donde la señora Weasley le había dicho que podía quedarse, encontrando a una pequeña pelirroja sentada en su cama, leyendo un libro.

—Hola —susurró tímida— Eres Ginny ¿verdad? —la pelirroja asintió— soy Annie.

—Hola —la saludó feliz de poder hacer una nueva amiga.

—Muy lindo cuarto —comentó observándolo— ¿sabes donde están mis cosas?

—Si, tu baúl está ahí —señaló un rincón de la habitación, donde estaba su baúl y la jaula vacía de Maya.

—Gracias —lo abrió y tomó unos jeans, un suéter azul claro, sus tenis blancos favoritos.

—¿Sabes dónde está el baño? —la pequeña pelirroja la guió hasta el baño, Annie agradeció y entró a darse una ducha.

15 minutos después la castaña salía ya cambiada y con el pelo mojado a dejar su ropa en su baúl.

Ginny ya debía haber bajado.

Tomó su cepillo y se desenredó el cabello. Decidió que se secara al natural, porque le gustaban las ondas que se hacían en su cabello.

Salió de la habitación y se encontró a Harry bajando las escaleras.

Annie y la Cámara de los Secretos Where stories live. Discover now