Annie y la Cámara de los Secretos

4. Nockturn Alley

CALLEJÓN NOCKTURN

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Ese día Annie bajó a la cocina muy temprano, emocionada por ir al callejón Diagon, para conseguir el regalo de Harry.

Cuando llegó, sólo estaba la señora Weasley.

—Buenos días, señora Weasley —saludó colocándose a su lado para ver en qué podía ayudar.

—Buenos días, cielo, ¿qué haces despierta tan temprano?

—Ya no tenía sueño —se encogió de hombros— ¿en qué puedo ayudar?

—Oh.. no hace falta cariño, pero.. ¿podrías despertar a todos? No quiero que se haga tarde para ir al Callejón Diagon

—Claro —aceptó la castaña mientras subía al cuarto de las fotocopias.

Abrió la puerta de golpe.

—¡EL SOL YA SALIÓ, ZANAHORIAS! —gritó y los gemelos se sobresaltaron.

—¿¡Qué te pasa, pequeña!? —hablaron los dos al mismo tiempo, Annie aguantaba la risa. Entró y se sentó en la cama de Fred.

—Pensé que sería divertido —Fred la abrazó.

—Nos la pagarás —bromeó George.

—Uuy, que miedo —dijo sarcásticamente levantándose para despertar a Ginny.

—Y no se vuelvan a dormir —los apuntó acusadoramente con su dedo.

—Si mamá —se burlaron los gemelos haciendo que Annie les sacara la lengua.

Fue al cuarto de Ginny, pero siendo más calmada al despertarla. Ginny con los ojos cerrados salió de la habitación directo al baño, pegándose con una pared, haciendo que Annie riera.

Por último fue al cuarto de Ron, debatiéndose si levantarlos normalmente o hacer como con Fred y George.

Sonriendo maliciosa, se decidió la segunda opción.

Abrió la puerta de golpe.

—¡ARRIBA SOLECITOS! —gritó haciendo sobresaltar a ambos chicos. Fue directo a la ventana y abrió las cortinas, dejando entrar la luz del sol.

Los chicos se quejaron.

—Levántense, no sean flojos. Y no me hagas echarte agua helada, Ron —el pelirrojo de mala gana se levantó, porque sabía que su amiga sí era capaz de hacerlo. Tomó ropa de su cómoda y salió rumbo al baño.

—¡Vamos Potter! ¡Estás desaprovechando el día! —exclamó Annie.

Harry gimió contra la almohada, pero aún así se levantó. Se paró y tomó sus lentes de la mesa de noche. Observó a Annie que tenía un dedo apuntando a su mejilla.

El chico se acercó y besó su mejilla, para después ir a su baúl y sacar ropa. Annie salió de la habitación para que pudiera cambiarse.

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Ya habían terminado todos de desayunar, se pusieron sus chaquetas y la señora Weasley tomó una maceta que había al lado de la chimenea.

—Ya casi no nos queda, Arthur —dijo con un suspiro—. Tenemos que comprar un poco más... ¡bueno, los huéspedes primero! ¡Después de ustedes, Harry, Annie, cielo!

Y les ofreció la maceta.

Annie intercambió una mirada con Harry, confundida.

—¿Q-qué hay que hacer? —tartamudearon.