26. End Second Year

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FIN DEL SEGUNDO AÑO

──── ❁ ────

—Profesor Dumbledore —dijo Harry deprisa—, ¿me permite que le devuelva el diario al señor Malfoy?

—Claro, Harry —dijo Dumbledore con calma—. Pero date prisa. Recuerda el banquete.

Harry tomó el diario y salió del despacho corriendo seguido de Annie.

—¿Qué vas a hacer, Harry? —preguntó Annie corriendo como podía.

—Espera —respondió. Harry se quitó un zapato, se sacó el calcetín sucio y embarrado, y metió el diario dentro. Luego se puso a correr por el oscuro corredor.

Los alcanzaron al pie de las escaleras.

—Señor Malfoy —dijo jadeando y patinando al detenerse—, tengo algo para usted.

Y le puso a Lucius Malfoy en la mano el calcetín maloliente.

—¿Qué diablos...?

El señor Malfoy extrajo el diario del calcetín, tiró éste al suelo y luego pasó la vista, furioso, del diario aHarry.

—Harry Potter, vas a terminar como tus padres uno de estos días —dijo bajando la voz—. También ellos eran unos idiotas entrometidos.— Y se volvió para irse—. Ven, Dobby. ¡He dicho que vengas!

Pero Dobby no se movió. Sostenía el calcetín sucio y embarrado de Harry, contemplándolo como si fuera un tesoro de valor incalculable.

—Mi amo le ha dado a Dobby un calcetín —dijo el elfo asombrado—. Mi amo se lo ha dado a Dobby.

—¿Qué? —escupió el señor Malfoy—. ¿Qué has dicho?

—Dobby tiene un calcetín —dijo Dobby aún sin poder creérselo—. Mi amo lo tiró, y Dobby lo tomó, y ahora Dobby... Dobby es libre.

Annie rió sorprendida y orgullosa.

Lucius Malfoy se quedó de piedra, mirando al elfo. Luego embistió a Harry.

—¡Por tu culpa he perdido a mi criado, mocoso!

Pero Dobby gritó:

—¡Usted no hará daño a Harry Potter, ni a su novia!

Se oyó un fuerte golpe, y el señor Malfoy cayó de espaldas. Bajó las escaleras de tres en tres y aterrizó hecho una masa de arrugas. Se levantó, lívido, y sacó la varita, pero Dobby le levantó un dedo amenazador.

—Usted se va a ir ahora —dijo con fiereza, señalando al señor Malfoy—. Usted no tocará a Harry Potter. Váyase ahora mismo.

Lucius Malfoy no tuvo elección. Dirigiéndoles una última mirada de odio, se cubrió por completo con la capa y salió apresuradamente.

—¡Harry Potter ha liberado a Dobby! —chilló el elfo, mirando a Harry. La luz de la luna se reflejaba, a través de una ventana cercana, en sus ojos esféricos—. ¡Harry Potter ha liberado a Dobby!

—Es lo menos que podía hacer, Dobby —dijo Harry, sonriendo—. Pero prométame que no volverá a intentar salvarme la vida.

Una sonrisa amplia, con todos los dientes a la vista, cruzó la fea cara cetrina del elfo.

—Sólo tengo una pregunta, Dobby —dijo Harry, mientras Dobby se ponía el calcetín de Harry con manos temblorosas—. Usted me dijo que esto no tenía nada que ver con El-que-no-debe-ser-nombrado, ¿recuerda? Bueno...

—Era una pista, señor —dijo Dobby, con los ojos muy abiertos, como si resultara obvio—. Dobby le daba una pista. Antes de que cambiara de nombre, el Señor Tenebroso podía ser nombrado tranquilamente, ¿se da cuenta?

—Bien —dijo Harry con voz débil—. Será mejor que me vaya. Hay un banquete, y mi amiga Hermione ya estará recobrada...

Dobby le echó los brazos a Harry en la cintura y lo abrazó con fuerza.

—¡Harry Potter es mucho más grande de lo que Dobby suponía!  —sollozó—. ¡Adiós, Harry Potter!

Y dando un sonoro chasquido, Dobby desapareció.

—¿Debería ponerme celosa? — bromeó Annie.

Harry se mordió el labio, sonriendo.

—Claro que no —respondió acercándose a ella— eres la única.

Y se fundieron en un abrazo.

──── ❁ ────

Annie se puso sumamente feliz cuando Hermione volvió a la normalidad. En el banquete de Hogwarts, todos iban en pijama.

Annie admitió que se puso algo celosa cuando Hermione fue directo a Harry, gritando "¡Lo has conseguido!"

El resto del último trimestre transcurrió bajo un sol radiante y abrasador. Hogwarts había vuelto a la normalidad, con sólo unas pequeñas diferencias: las clases de Defensa Contra las Artes Oscuras se habían suspendido («pero hemos hecho muchas
prácticas», dijo Ron a una contrariada Hermione) y Lucius Malfoy había sido expulsado
del consejo escolar. Draco ya no se pavoneaba por el colegio como si fuera el dueño. Por el contrario, parecía resentido y enfurruñado. Y Ginny Weasley volvía a ser completamente feliz.

Muy pronto llegó el momento de volver a casa en el expreso de Hogwarts. Harry, Ron, Hermione, Fred, George, Annie y Ginny tuvieron todo un compartimento para ellos.

Aprovecharon al máximo las últimas horas en que les estaba permitido hacer magia antes de que comenzaran las vacaciones. Jugaron al snap explosivo, encendieron las últimas bengalas del doctor Filibuster de George y Fred, y jugaron a desarmarse unos a otros mediante magia.

Estaban llegando a Kings Cross cuando Harry recordó algo.

—Ginny.., ¿qué es lo que le viste hacer a Percy, que no quería que se lo dijeras a nadie?

—¡Ah, eso! —dijo Ginny con una risita—. Bueno, es que Percy tiene novia.

Annie ahogó una risa. A Fred se le cayeron los libros que llevaba en el brazo.

—¿Qué?

—Es esa prefecta de Ravenclaw, Penélope Clearwater —dijo Ginny—. Es a ella a quien estuvo escribiendo todo el verano pasado. Se han estado viendo en secreto por todo el colegio. Un día los descubrí besándose en un aula vacía. Le afectó mucho cuando ella fue..., ya saben..., atacada. No se reirán de él, ¿verdad? —añadió.

—Ni se me pasaría por la cabeza —dijo Fred, que ponía una cara como si faltase muy poco para su cumpleaños.

—Por supuesto que no —corroboró George con una risita.

El expreso de Hogwarts aminoró la marcha y al final se detuvo.

Harry sacó la pluma y un trozo de pergamino y se volvió a Ron, Annie y Hermione.

—Esto es lo que se llama un número de teléfono —dijo Harry, escribiéndolo tres veces y partiendo el pergamino en tres para darles un número a cada uno—. Tu padre ya sabe cómo se usa el teléfono, porque el verano pasado se lo expliqué. Llámenme a casa de los Dursley, ¿si? No podría aguantar otros dos meses sin hablar con nadie más que con Dudley...

Mientras hacían fila para pasar al mundo muggle, Annie y Harry se despedían.

—Te voy a extrañar —admitió el pelinegro.

—Yo también —aseguró Annie con una sonrisa.

Se dieron un abrazo, que duró una eternidad, pero para ellos fue sólo un segundo. Annie se separó y dejó un beso en la comisura del labio del chico, que se sonrojó.

Antes de atravesar la barrera, se giró hacia Harry y le guiñó un ojo, dejándolo atontado y sonriente.
 

 

   
[ Annie y El Prisionero de Azkaban disponible en mi perfil ]

Annie y la Cámara de los Secretos Where stories live. Discover now