El sendero del Tigre

Por YnadBond

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Sagat es el Rey del Muay Thai, un violento arte marcial. Pero no esta conforme con eso, él desea llegar a ser... Más

Un nuevo oponente ha llegado
El rey ha muerto, larga vida al rey
El soplido del Tigre
Una victoria vacía.
Al borde del abismo
En el ojo de la tormenta
Mi verdadero oponente
Punto de ignición
El poder de la furia
El renacer de la maldad
Guerrero Mundial
La corte del Rey
Antes de la Luna
El Retorno del Rey
Una última lección
Temor, Orgullo y Redención
En el territorio del depredador
El secreto de Bison
Furia y Promesas
Epilogo
NOTA DEL AUTOR

El águila y el tigre

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Por YnadBond


Los niños corrían por la calle aun vestidos con su uniforme escolar, Yamato y Hayate eran grandes amigos, por eso, cuando el padre de Hayate le prohibió ir a la tienda donde laboraba ese preciso día, el pequeño no dudo en invitar a su amigo para presenciar la razón de la prohibición.

Vamos Yamato, apúrate, van a empezar a pelear en cualquier momento.

Ya voy Hayate, ¿no puedes ir más lento?

Se había corrido el rumor que un miembro muy importante de Shadaloo iba a visitar la nueva casa de baños, perteneciente a la franquicia del famoso luchador de sumo Edmond Honda, quien no solo se había negado a pagar el tributo exigido, sino que había golpeado a varios miembros de Shadaloo.

Los pies de los niños parecían moverse más rápido de lo que tardaban en articular palabras. Aun con su uniforme escolar se apresuraban para, posiblemente, el mejor espectáculo que jamás hayan tenido en sus jóvenes vidas.

¡Cállate Yamato! O nos van a descubrir.

Los niños aminoraron el paso y en cuclillas procedieron a dar vuelta en la esquina, llegando hasta un callejón donde había unas escaleras que conducían a las azoteas de los edificios de la solitaria calle.

Una vez allí, agachados, se acercaron lo más que pudieron al borde, quedando resguardados por una pared a un costado del cuarto en la azotea del edificio.

No podían escuchar a los peleadores, que estaban justo al otro lado de la calle, justo frente al nuevo edificio de baños sauna, pero tenían un excelente asiento para el combate.

Uno de ellos no necesitaba presentación, era el mismísimo Edmond Honda, el famoso luchador de sumo, quien traía su indumentaria clásica de lucha: un xhikona tradicional de combate, una especie de falda, además de su maquillaje tipo kumadori, típico en las representaciones dramáticas niponas, con su negro cabello amarrado en forma de chonmage, recogido completamente hacia atrás formando un enorme chongo encima de la cabeza, un peinado típico de samuráis y luchadores de sumo.

El otro, su oponente, era un gigante calvo, pero de gran musculatura, tenía un parche en su ojo derecho y una enorme cicatriz en el pecho, además vestía únicamente un short deportivo y llevaba vendas amarradas tanto en pies como en manos.

Honda se aproximó al gigante mientras estiraba sus poderosos brazos, preparándose para el inevitable combate.

Ya le dije a tus secuaces, no importa cuántos lacayos envié Shadaloo, Edmond Honda nunca cederá.

El gigante cerró con fuerza sus puños.

Sagat no es lacayo de nadie, de hecho, me alegra que te resistas... nunca he matado a un luchador de sumo.

Fue Sagat quien lanzó el primer ataque: una poderosa patada que Honda recibió en el hombro sin mayor problema, solo dio unos pasos hacia atrás para después contratacar, Sagat atacó con un fuerte puñetazo que su oponente interceptó, logrando acercarse lo suficiente para tomar de la cintura del tailandés en un poderoso abrazo que apretaba cada vez más y más. El gigante notaba la increíble presión, sentía como si fuera a partirlo en dos. Su espalda se curvó hacia atrás y por primera vez en mucho tiempo lanzó un grito de dolor. En un arrebato de furia Sagat se reincorporo y dio un cabezazo al imponente japonés, quien lo soltó inmediatamente.

Al momento que tocó el suelo, Sagat se lanzó al ataque con una patada voladora que sorprendió a Honda con la guardia baja y tras el impacto, el tailandés inmediatamente dio un giro al momento de caer y continuó el ataque con su otra pierna.

El impacto fue tan poderoso que lanzo a Honda por los aires, haciendo que cayera justo a la entrada del establecimiento de baños sauna, apenas rozando la fachada de madera.

Honda se levantó, sorprendido e indignado... Él era el mejor luchador de sumo en todo Japón, pero no podía creer que sus habilidades no eran suficientes para derrotar otras disciplinas de combate.

Sagat se acercaba cauteloso, Honda daba pasos lentos a su izquierda. Ambos oponentes se observaban mientras formaban un círculo entre ellos con sus pasos. Ahora fue Honda quien se lanzó al ataque, logrando un increíble salto para alguien de su robusta complexión, cayendo con todo su peso sobre Sagat, quien milagrosamente logró dar un pequeño salto hacia atrás, evitando el ataque por milímetros.

El tailandés tomó a Honda de la cabeza y logró levantarlo con una sola mano, mientras con la otra lo golpeaba en el tórax. El japonés aprovecho la cercanía, a pesar del castigo físico que estaba recibiendo, para ejecutar su movimiento más poderoso en su arsenal: el ataque de las cien manos. Honda lanzo una serie de manotazos a una enorme velocidad que castigaron duramente a Sagat quien fue lanzado hacia las puertas del establecimiento.

Sin perder tiempo, Honda corrió hacia su rival y se lanzó de cabeza hacia él, impactando en su estómago. La fuerza con la que se lanzó fue tal que ambos oponentes atravesaron las enormes puertas de madera de roble llegando a una de las salas del local: un enorme cuarto cubierto enteramente de un azulejo de color verde agua en las paredes y azul claro en el piso, con lámparas de papel color naranja colgadas en el techo y letreros de agua caliente en la pared, con un gran jacuzzi en el centro de la habitación y un enorme mural del monte Fuji con el icónico sol naciente detrás de este.

Los luchadores giraron al momento de caer, levantándose con la mayor velocidad posible, sin importarles las astillas clavadas en el cuerpo, y arremetieron uno contra el otro de nuevo.

Honda intentó de nuevo el ataque de las cien manos, pero Sagat no iba a ser sorprendido con el mismo truco, justo antes de que el primer golpe lo tocara, se dejó caer hacia atrás, obligando a Honda que avanzara hacia delante.

El gigante apoyo su pierna derecha detrás para evitar caer completamente y aprovecho para impulsarse y ejecutar el "soplido del tigre".

Honda fue levantado por el aire cayendo duramente al suelo y antes de que lograra recuperarse, Sagat se lanzó con su poderoso rodillazo tigre.

Honda impactó duramente contra la pared detrás del jacuzzi, las partículas y pedazos de pared se desprendieron violentamente, levantando polvo y tirando algunos carteles que se encontraban pegados, incluyendo una imagen de Otani Oniji, personaje creado por el artista Toshusai Sharaku, que se desprendió del techo cayendo justo encima del derrotado Honda.

Sagat se aproximó a su inconsciente rival, tomándolo del cuello dispuesto a ejecutarlo... pero después de unos segundos lo soltó y se retiró del lugar. Un atontado Honda únicamente pudo ver la espalda del gigante retirándose cabizbajo y finalmente perdiéndose entre las calles.

El retorno a Tailandia lo emprendería por mar, a bordo de un viejo y modesto barco pesquero, que lo llevaría a Vietnam y después continuaría su travesía a pie. El viaje tardaría muchos días en completarse, pero era el tiempo lo que necesitaba Sagat, tiempo para pensar, para meditar.

La orden era ejecutar a Honda por desafiar a Shadaloo, pero... porque en esta ocasión se sentía tan... ¿incorrecto?

Sagat no dejaba de pensar en el traicionero ataque que sufrió ese soldado en Sudamérica.

Pero era un enemigo de Shadaloo... debía de morir de todos modos. Pero existen formas de morir y formas de matar... y esa careció totalmente de honor.

¿Y porque debía importarle si era o no un enemigo de Shadaloo?

Tras su humillación a manos de Ryu solo le quedó Shadaloo, había perdido su estatus, su honor e incluso su título, lo único que tenía era la organización de Bison, donde era uno de los cuatro reyes divinos. Y lo único que tenía era poner su lealtad a Shadaloo...y le debía su lealtad a Bison por darle un propósito... un propósito siendo su lacayo.

Habían transcurrido varios días y se estaban aproximando al mar de Vietnam, donde eran recibidos por una espesa niebla, que ocultaba el amanecer. No había más que el sonido del mar y sus pensamientos. Sagat deseaba disfrutar de la mística belleza natural que presenciaba, pero no podía desechar el odio que hervía en su interior.

Ese odio que había adquirido junto con su cicatriz, un odio que le daba más poder, más voluntad y que enterraba por completo la autocompasión y cualquier signo de debilidad.

Por debilidad perdió su estatus de rey de la lucha, no podía darse el lujo de ser débil otra vez.

El ruido de unas hélices lo sacaron de su meditación. Levanto la mirada confundido mientras el viejo pescador que contralaba el pequeño barco se acercaba curioso.

Pasaron unos segundos cuando una sombra salto del helicóptero y caía en la barcaza, meciéndola completamente.

El misterioso hombre se quitó la maltratada túnica que lo cubría mientras el helicóptero se replegaba de la zona, revelando un elegante y musculoso hombre, con cabello y bigote rubio.

Para haber sido el emperador del Muai tay te escondes muy bien Sagat.

Su acento delataba su origen británico mientras preparaba sus tambō, unos bastones gemelos para esgrima de 30 centímetros de largo hechos de madera.

¿Quién eres tú?

El hombre, vestido con un pantalón negro con tirantes, camisa blanca, guantes blancos y una pañoleta roja anudada en el cuello de la camisa giraba a gran velocidad los bastones de esgrima.

Ya nos enfrentamos antes Sagat, en verdad me duele que ya no me recuerdes.

Súbitamente golpeó contra el tailandés que bloqueó el impacto doble con su espinilla, el inglés misterioso volvió a golpear, pero ahora apuntó al rostro de su oponente, quien volvió a interceptar los bastones con la pierna.

Este ataque sorpresa molestó al gigante quien contratacó con una veloz patada que sorprendentemente fue bloqueada por los resistente bastones de madera. Ambos luchadores dieron un brinco hacia atrás mientras la barcaza se movía violentamente bajo sus pies.

Sagat observó a su oponente, mientras forzaba su memoria. El hombre rubio y con abundante bigote no le parecía familiar en absoluto... pero había algo en su estilo... algo familiar.

El rubio ingles se movió a gran velocidad, con ambos brazos a su lado izquierdo, atacando directamente el costado inferior derecho del tailandés, quien lo esquivó dando un gran salto. El ataque no era para dañar directamente, sino para hacerlo perder el equilibrio.

Sagat cayó, agitando el pequeño barco mientras el inglés lo recibía con una patada en la parte anterior de la rodilla, obligándolo a hincarse, mientras sentía el dolor de un golpe doble en la parte baja de su espalda por parte de los bastones de su contrincante.

El estilo del inglés parecía enfocarse más en presionar los puntos débiles de su rival que en la mera fuerza bruta, obligándolo a mantenerse en una posición defensiva, mientras el combate se extendía lo suficiente, para que uno de ellos cayera por el esfuerzo y el cansancio.

Sagat mordía el polvo después de recibir un golpe en pleno rostro de uno de los bastones, y mientras se limpiaba la sangre de su boca, el inglés no paraba de moverse mientras seguía girando sus bastones.

Eagle, ¿no es así?

Mis golpes refrescaron tu memoria al fin.

—¿Que haces aquí? Nuestro combate fue hace mucho, agradece que no termine con tu vida en ese momento.

Si... ese momento, cuando ese niño japonés te marco de por vida.

Las palabras hirieron el orgullo del gigante quien se levantó inmediatamente y se abalanzó sobre Eagle, quien lo esperaba ya listo, lo evadió con gran elegancia mientras seguía castigándolo con sus bastones.

El cuerpo de Sagat presentaba las múltiples marcas de los golpes de Eagle, pero esos golpes sanarían, su maltratado ego por otro lado...

El británico estiro sus brazos, cada uno sujetando cada uno de los bastones con una mano mientras giraba a gran velocidad, como si fuera un torbellino, golpeando en múltiples ocasiones el rostro del tailandés, quien caía una vez más, pero esta vez en la orilla de la barca. Tuvo que sujetarse rápidamente para evitar caer al mar.

Antes peleabas mejor, emperador del Muay thai, ser un criminal te ha ablandado.

La espesa niebla se disipaba conforme avanzaba la embarcación, revelando un hermoso paisaje con enormes formaciones rocosas cubiertas de vegetación surgiendo del mar en forma de columnas, todas apuntando al sol alzándose a través del horizonte mientras este se reflejaba perfectamente en el agua.

Sagat se levantó con dificultad, recordando su anterior enfrentamiento con Eagle durante el torneo mundial del "Luchador Callejero".

Eagle fue uno de los pocos en llegar a la final contra el... y uno de los pocos en salir con vida. Pero en ese entonces sus movimientos eran, aunque más poderosos, mucho más lento, muy diferentes a la velocidad y elegancia de ahora.

Por lo que había escuchado, Eagle había viajado hasta él por un contrato para vencerlo, obviamente había fracasado, pero ¿Por qué lo buscaba en esta ocasión? Su combate no había sido personal y el inglés era un mercenario, no tenía razón para buscar venganza después de tanto tiempo.

Sagat bloqueó los bastones cruzando sus antebrazos justo por encima de su cabeza, fue doloroso, pero hubiera sido peor si impactaban contra su cráneo. Justo pretendía atacar cuando sintió una fuerte patada en su abdomen. Estaba tan concentrado en los tambō que olvidó por completo las poderosas patadas de su oponente.

Tenía que usar toda su fuerza si no quería ser derrotado, juntó toda su energía y lanzó su proyectil tigre, pero Eagle lo esquivo dando una vuelta sobre su propio eje y apartándose finalmente del camino de la bola de energía, que siguió su camino atravesando el mar, dejando a su paso una estela en el agua hasta que finalmente desapareció en el ambiente.

Eagle avanzó hacia Sagat girando sus bastones y continuando golpeándolo. Ahora el combate se está extendiendo únicamente para disfrute del inglés.

Pero el gigante tailandés aprovechó el exceso de confianza de su adversario para saltar y golpear la barcaza, haciendo que se meciera violetamente, tanto que incluso el viejo pescador tuvo que sujetarse con fuerza para evitar caer al agua.

Eagle perdió el equilibrio un momento, pero esos pocos segundos fueron suficientes para que Sagat se acercara a él con una patada aérea. El golpe hizo que se tambaleara aún más el pequeño barco, mientras Sagat continuaba con una serie de combos que obligaban al inglés retroceder cada vez más.

Finalmente, Sagat lo golpeó con su rodillazo tigre, y aunque Eagle alcanzo a cubrirse con sus antebrazos, no pudo evitar que la fuerza del impacto lo arrojara hacia atrás, cayendo por la borda.

Aunque el golpe fue dramático, no causo daño en Eagle, cuando este salió a la superficie sintió como una enorme mano lo tomaba de la cabeza y luego una serie de implacables patadas lo castigaban en el abdomen para finalmente ser arrojado de nuevo al pequeño barco.

Apenas podía recuperar el aliento cuando Sagat estaba encima de él otra vez.

Vas a decirme que haces aquí.

Decía Sagat mientras lo aplastaba con su enorme pie.

Estoy buscando a un hombre, un hombre llamado Charlie.

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